Susana Guillemin: Repetición de oración, 26 de mayo de 1959

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Susana GuilleminLeave a Comment

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Autor: Susana Guillemin, H.C. .
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Susana Guillemin, H.C.
Susana Guillemin, H.C.
En el rostro purísimo de la Virgen hemos podido intuir cuál fue su grado de amor de Dios. Sólo conocemos unas palabras suyas, sabemos muy poco de Ella.Su vida mística, fue, sin duda, profunda. Pero en las etapas de esa vida mística todo lo que trasciende es de una total sencillez. Simple joven, que quería responder a la voluntad de Dios, su mirada estaba vuelta hacia El. Su Fe la unía a El de manera perfecta.

Anunciación  Magníficat  Vida en Nazareth  Calvario…

¡Y nosotras! ¡Con qué facilidad desviamos nuestra mirada! Pidamos se nos conceda tener los ojos fijos en Dios para poder llegar a amar su voluntad. Y ¿en qué consisten nuestras distracciones? ¿No es siempre nuestro yo el que nos atrae?

¿Cuál es nuestra fidelidad interior? Sólo Dios y la Santísima Virgen pueden ver los pensamientos de, amor y las renuncias que hacemos por darle a El la preferencia. Nuestras realizaciones externas no tienen otro valor que el que les dan la fidelidad interior que va poniendo jalones en nuestras jornadas y conduciéndonos progresivamente a la fidelidad completa.

La falta de Fe lleva consigo un desconocimiento de Dios. El conocimiento de Dios reside perfectamente en el Señor Jesús; el nuestro puede ser acrecentado y fomentado por la oración.

El conocimiento mutuo es el que lleva a aceptar comprometerse con relación al «otro». Y toda nuestra vida tiene que ser ese compromiso de crecer en el conocimiento del Señor, mediante la partícipación en su Misterio.

Conocer algo es tener la experiencia concreta de ello. Conocer a alguien es entrar en relación personal con él. En Nuestro Señor Jesucristo se nos da el perfecto conocimiento de Dios.

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