San Vicente, catequista

Francisco Javier Fernández ChentoCatequesis, Espiritualidad vicencianaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Desconocido · Año publicación original: 1978 · Fuente: Ecos de la Compañía.
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Poseemos varios textos de San Vicente que tratan del catecismo: su sermón (entre 1613 y 1616, Coste, tomo XIII, pág. 25) y existe toda una conferencia (17 de noviembre de 1656) sobre el «catecismo, a los Pobres», «ya sea a las gentes sencillas que van a los campos, ya sea a los Pobres que se acerquen a nuestra puerta, ya sea a nuestros domésticos».

Los Ecos publican los dos primeros textos advirtiendo que reflejan aquí y allá, ideas del siglo XVII, y que hoy se han abandonado.

Sermón de san Vicente sobre el catecismo

No subo al púlpito para predicar como se acostumbra, sino para deciros algo de catecismo, porque el Sr. Conde (Manuel de Gondy) ha expresado este deseo, y de acuerdo con el señor cura… a fin de dialogar un poco con ellos de las cosas de la fe, mientras que él esté aquí; sabiendo que Dios ha establecido a los señores no sólo para cobrar los impuestos y las rentas de sus súbditos, sino también para administrarles justicia, mantener la religión y hacerles amar, servir y honrar a Dios y conocer su voluntad.

Aunque el fin de toda predicación sea atraer las almas al cielo, aquellos que han escrito tratados distinguen tres clases de predicación: una para enseñar, otra para exhortar y otra mixta, para enseñar y exhortar al mismo tiempo. La primera tiene corno materia las cosas de la fe; la que es para exhortar trata de la virtud y del vicio, y la mixta, enseñar y exhortar, enseña las cosas que pertenecen a la fe y da el amor a la virtud y el aborrecimiento del vicio. La primera es para aquellos que no saben lo que hay que saber; la segunda, para los que lo saben y a los que hay que hacer buenos; la ter­cera, para los que no están demasiado bien instruidos y necesitan también reti­rarse del vicio y darse a la virtud. La primera se llama catequizar y se dirige a los niños y a los infieles. La segunda y la tercera a los católicos que son ya mayores y no están instruidos.

No trataremos las dos últimas, puesto que ordinariamente tenéis sermones con este fin, sino que hablaremos de la primera que consiste en catequizar, es decir, instruir a los niños, asegurando, sin embargo, que los grandes sacarán también mucho fruto de ello. «El que creyere…», ele. (Evangelio de San Marcos, XVI, 16). Sine fide impossibile est cuicumque placere Deo (Sin fe es imposible a cualquiera complacer a Dios) (Epístola a los Hebreos, XI, 6). Ouicumque vult salvus fieri, ante omnia opus est ut teneat catholicam fidem (Símbolo de San Atanasio).

El catecismo es este librito que veis aquí, donde está contenido lo que el cristiano está obligado a saber y creer y que se dirige a la instrucción del pueblo, a fin de que sepa lo que debe saber y hacer. Enseña quién es el que merece el título de cristiano, el fin para el que fue creado el hombre, cómo hay un Dios en tres personas y tres personas en un Dios, los Mandamientos de Dios y de la Iglesia, los Sacramentos y el ejercicio del cristiano; en fin, todo aquello que estamos obligados a saber, reducido todo en un volumen tan pequeño y con un método tal que se aprenderá en poco tiempo.

El fin para el que se ha compuesto desde el primer momento, es para instruir a los infieles; pero ocurrió después que hubo de aplicarse esto a los mismos cristianos, y que, además, las gentes de Iglesia están obligados a enseñar a los niños porque los padres y padrinos y madrinas que están obli­gados a enseñarles las cosas de la fe, no se ocupan de ello como debieran, y porque para muchos sería muy dificultoso por no haber sido instruidos; y debido a ello, la mayor parte de las almas están en camino de perdición. Quicumque non crederit condemnabitur (Evangelio de San Marcos XVI, 16).

Y no penséis que esto sea cosa nueva en la Iglesia. Orígenes, que vivió hacia el año 200, bajo Severo, practicaba la catequesis; San Basilio, que vivía bajo Juliano el Apóstata, en 350; San Ambrosio, bajo Teodosio, 320; San Agustín, bajo Arcadio y Honorio, el año 400, y San Cirilo de Alejandría, el año 430, bajo Valentiniano III; todos estos enseñaron el Catecismo, como yo hoy. Y se han escrito libros enteros; y todo esto porque consideraron que los cristianos eran, unos espirituales, y otros caruales; que los carnales vacaban mucho a las obras del cuerpo y poco a las del alma, y que era necesario también para los niños. Pero, ¿qué digo yo?

Nuestro Señor mismo, el Hijo de Dios, ¿no insinuó instruir a los niños y catequizarlos en alguna manera cuando, en San Mateo 19, amonesta a los judíos y a los apóstoles, que querían impedir que los niños se acercasen a Él? Y les dice: Sinite parvulos Venire ad me et nolite prohibere cos; talium est regnum celorum (Evangelio de San Mateo, XIX, 14). Y abrazándoles los bendecía. Les dio un ángel de la guarda: Angeli corum semper vident faciem Patris (Evangelio de San Mateo, XVIII, 10). Los hace herederos del cielo: Talium, etc. Da una pena notable a los que escandalicen. Los que los reciben, le reciben a El mismo. Muchas son las prerrogativas que ha dado a los niños si creemos el Evangelio: Amen, amen dico vobis, nisi conversi fue­ritis et efficiamini sicut parvuli isti, non intrabitis in regnum caelorum. Qui­cumque se humiliaverit sicut parvulus irte, major erit in regno caelorum. Qui autem susceperit unum parvulum in nomine meo me suscipit. Qui autem scandalizaverit unum de pusillis istis, expedit el ut suspendatur mola asinaria in collo ejus (Evangelio de San Mateo, XVIII, 3-6).

En cuanto a la necesidad todos la conocemos; vosotros mismos podéis juzgar, si todos, saben lo que han de creer. ¿No es cierto que la igno­rancia es tan grande que me he encontrado con personas cristianas y católicas a las que he preguntado si sabían los Mandamientos de Dios, que respondían que nunca habían ido a la escuela, y otros que los sabían leer en las horas? ¡Oh ignorancia crasa! ¡Oh ceguera del diablo, que hayamos llegado al punto que un cristiano no sepa lo que cree!

Aun cuando no hubiera otra cosa sino que vemos que los hugonotes. nuestros enemigos, nos han quitado las armas de la mano para arruinarnos, ¿no deberíamos volver a tomarlas para defendernos? Porque, ¿sabéis con qué cuidado lo enseñan y lo aprenden? Tienen tanto empeño, que lo enseñan todos los domingos, después de comer, a sus hijos, y lo enseñan de manera que no hay ninguno que no sepa dar razón de su fe y que no sepa defen­derla pertinentemente o, mejor dicho, con gran pertinencia? Los que son pica­dos por un aspid, toman al mismo aspid y le aplastan sobre la llaga y por este medio curan. Los hugonotes se sirven del catecismo para arruinar nuestra fe. Volvamos a tornar el mismo catecismo y aplastémosle sobre la llaga.

Su utilidad es infinita. Primeramente el catecismo nos enseña la fe. El catecismo nos hace poner nuestra esperanza en Dios en las adversidades. Nos hace amar y temer a Dios y a nuestro prójimo, nos asegura contra las tentaciones del diablo, nos hace sentirnos seguros contra los enemigos de la fe y, finalmente, nos alcanza el Paraíso.

Y sobre todo, padres y madres, sabed que vuestros hijos os serán mucho más obedientes que lo son ahora.

¿Cómo pensáis que Italia ha conservado la fe, en toda su pureza, sino por el catecismo? ¿Y cómo lo ha hecho España? ¿Y cómo el Canadá, el Perú y el Brasil se han reducido a la fe, sino por el catecismo? ¿Cómo pensáis que se conserva la fe en Francia donde están los hugonotes, sino por el cate­cismo, como en La Rochela? ¡Oh cosa digna de un gran pueblo. Hay en La Rochela unos 1.500 católicos, y todo el resto de la religión. Estos católicos no sabían en qué creían hace quince o dieciséis años, hasta que Dios envió allí un buen doctor que comenzó a catequizar a los niños, e hizo tanto bien, poco a poco, por la Gracia de Dios y de este pequeño catecismo, que ha con­vertido a estas gentes tan bien que yo mismo me avergüenzo cuando me en­cuentro con ellos y veo que me superan con mucho en caridad.

Se me objetará: «¿Qué vamos a hacer con vuestro catecismo? Somos cris­tianos porque vamos a la iglesia, oímos la Misa, asistimos a las vísperas; nos confesamos por Pascua; ¿qué necesitamos más?». Yo no he encontrado en toda la Santa Escritura que sea bastante para un cristiano oír Misa, Vís­peras y confesarse y sí he encontrado que cualquiera que no crea en todo lo que pertenece a la fe no se salva. Y luego, ¿qué fruto puede sacar de la Misa el que no sabe lo que es, ni de la confesión el que no sabe en qué con­siste?

La disposición que se precisa por nuestra parte es lo que es preciso a un vaso para conservar el licor en su bondad. Primeramente es preciso que el vaso esté limpio, en tierra y cerrado. Vuestros corazones son los vasos, y la doctrina cristiana el licor. Así como el vaso que tiene suciedad dentro no conservará el licor en su pureza, lo mismo el niño soberbio, goloso, rebelde y respondón no conservará la doctrina en su pureza. Si el vaso está rajado, el licor se sale. Así, si cuando estáis en el catecismo pensáis en otra cosa sois un vaso rajado y no podéis retener lo que se os enseña. Es preciso que los que quieran aprender renuncien a los vicios y a los pecados que son como suciedades del alma, y en poco tiempo alabarán a Dios por haber aprendido lo que aprendieron y no renunciarían a ello por todo lo que hay en el mundo.

Por tanto, exhorto a los padres y madres aquí presentes y que tienen niños que les envíen acá y que vengan ellos mismos, pensando en la pena que ten­dríais un día si vosotros y vuestros hijos os condenaseis, faltos de saber lo que es necesario saber, habiendo tenido un medio tan fácil.

El orden que seguiré para enseñar será tan fácil que todos serán capaces. lo mismo los indoctos que los doctos y los pequeños como los grandes, recha­zando toda suerte de cuestiones vanas e inútiles y todo aquello que sea superfluo.

Un doctor pregunta a un niño si es cristiano. El niño responde que sí, por la gracia de Dios. Vosotros, mis queridos niños, cuando decís que sí, por la Gracia de Dios (decís), que es Dios sólo quien os ha hecho cristianos, por su Gracia y no porque lo hayáis merecido y que no es vuestro padre el que os ha hecho cristianos, sino que estáis obligados a Dios sólo, que os podía haber hecho nacer en un hogar pagano. Aprendéis también que no es la doctrina de un hombre la que os hace cristianos, sino Dios. Gratia Dei sum id quod sum.

Pequeño catecismo de la misión

Reglas del Catecismo

  1. Que todos los que asisten al Catecismo se pongan de rodillas al pie del lecho, por la mañana y por la noche.
  2. Que vengan todos los días sin faltar a una lección.
  3. Que no vengan antes del medio día y que esperen en la Iglesia, sentán­dose en su sitio con modestia y haciendo la oración ante el Santísimo Sacra­mento antes de sentarse.
  4. Que no se responda más que cuando se pregunte, poniéndose en pie y con el sombrero en la mano.
  5. Que estén bien atentos durante el catecismo, sin reirse ni hablar con sus compañeros, sin burlarse de nadie.
  6. Que se vayan todos al mismo tiempo, después del catecismo, a su casa o a la escuela.
  7. Que no se queden a jugar en torno a la iglesia.
  8. Que cada uno trate de repetir en su casa, ante su padre y madre lo que hayan aprendido en el catecismo.
  9. Que todos los que asisten al catecismo se amen tiernamente como her­mano y hermana y que rueguen todos los días unos con otros, sin reñir nunca ni decirse ninguna injuria.
  10. Tratar de llevar al Catecismo a todos sus compañeros, exhortándoles a preocuparse también por la salvación de sus almas.
  11. Rogar a Dios con fervor para que convierta y toque el corazón de los que no asisten al catecismo.
  12. Que sean muy obedientes a su padre y madre y que vengan por la ma­ñana a misa, tratando de seguirla devotamente.

Primer día: De la creación y del fin del hombre

  • ¿Quién nos ha creado y nos ha puesto en el mundo? Este es Dios (sic).
  • ¿Qué nos ha dado Dios al ponernos en el mundo? Un cuerpo y un alma.
  • ¿No tienen también los animales un cuerpo y un alma? Sí, pero hay una gran diferencia entre el hombre y el animal en cuanto al cuerpo y en cuanto al alma.
  • ¿Qué diferencia hay entre el cuerpo del hombre y el del animal? Hay dos principales: la primera, que el cuerpo del hombre está elevado hacia el cielo y el del animal, inclinado hacia la tierra; la segunda, que el del hombre debe resucitar y el de la bestia no resucitará jamás.
  • ¿Qué diferencia hay entre el alma del hombre y la de la bestia? Hay tres principales: el alma del hombre es racional y la del animal no lo es. La segunda, el alma del hombre es inmortal y la del animal muere con su cuerpo. La tercera, el alma del hombre es la imagen de Dios; la del animal, no.
  • ¿Qué ocurre con el hombre después de esta vida y cuál es su fin? El cuerpo se convierte en podredumbre como el de los animales, y su alma va al Paraíso o al infierno por toda la eternidad.
  • ¿Qué es el Paraíso? Es el lugar sobre los cielos donde los bienaventurados gozan de la gloria de Dios con los ángeles y los santos.
  • ¿Qué es el infierno? Es un lugar, en el centro de la tierra, lleno de fuego, de azufre, donde los malvados arden eternamente, con los diablos y los condenados.
  • ¿Qué es la eternidad? Es que durará siempre y nunca tendrá fin.

Segundo día: Del cristiano

  • ¿Para qué ha creado Dios a los hombres? Para conocerle, amarle y servirle en este mundo aquí y ser salvador un día en el otro.
  • ¿Ha creado Dios a todos los hombres para ser salvados? Sí.
  • ¿Todos los hombres serán salvados? Nany (vieja palabra francesa para decir no).
  • ¿Y de quién dependerá? De ellos mismos y no de Dios.
  • ¿Quiénes serán los que se salven? Solamente aquellos que le hayan servido bien durante esta vida.
  • ¿Cuántas cosas son necesarias para servir bien a Dios en este mundo y salvarse un día? Hay dos: la primera que hay que ser cristianos; La segunda, que hay que vivir como buen cristiano.
  • Los paganos, los idólatras, los judíos, los turcos, ¿no se salvarán? Nany, si no son cristianos.
  • ¿Qué hace falta para ser cristiano? Hay que estar bautizado.
  • ¿Sois vos cristiano? Sí, lo soy por la gracia de Dios.
  • ¿Cuál es el signo del cristiano? El signo de la Cruz. Hacedlo. In nomine Patris, et Filii…, etc. En etcétera.
  • ¿Para qué se hace? Para recordar los tres misterios principales de nuestra fe: la Trinidad, la Encarnación y la Pasión de Nuestro Señor.
  • ¿Cuándo es necesario hacer el signo de la Cruz? Por la mañana al levantarse, por la noche al acostarse, cuando se empieza a comer, al comenzar todas las obras y en las tentaciones.
  • ¿Se salvarán todos los cristianos? No, si no viven corno buenos cristianos. Ejemplo: Judas.
  • ¿Cuántas cosas son necesarias para vivir como buenos cristianos? Hay cuatro.
  • ¿Cuáles son? Conocer a Dios, esperar en él, guardar sus mandamientos y hacer buen uso de los Sacramentos.

Tercer día: De la Fe

  • ¿Cuál es la primera cosa que se requiere para ganar la salvación y vivir como buen cristiano? Conocer a Dios.
  • ¿Cómo podemos conocer a Dios? Por la fe.
  • ¿Es necesario que tengamos fe? Sí, si queremos complacer a Dios y salvarnos.
  • ¿Qué es la fe? Es una virtud por la que tenemos firmemente por verdaderas todas las co­sas que la Iglesia nos propone creer, porque Dios se las ha revelado.
  • ¿Estamos obligados a creer todo lo que la Iglesia cree? —Sí.
  • ¿Estamos obligados a saber todo lo que la Iglesia cree? No.
  • ¿Hay algunos artículos de la fe que tengamos obligación de saber? Sí.
  • ¿Cuáles? Los que están contenidos en el símbolo de los Apóstoles y sobre todo los dos principales, que son de la Trinidad y de la Encarnación.
  • ¿Estamos obligados a hacer actos de fe? Está bien hacerlos a menudo, pero en ciertos casos, estamos obligados bajo pena de pecado: Cuando hemos alcanzado el uso de la razón; Cuando estamos tentados contra la fe; Cuando recibimos algún Sacramento; En el artículo de la muerte.
  • ¿Cuántas clases hay de actos de fe? Dos, general y particular.
  • Haced un acto de fe en general. Dios mío, creo firmemente todo lo que la Iglesia nos manda creer, porque Vos se lo habéis revelado.
  • Haced un acto de fe en particular sobre el Misterio de la Eucaristía. Dios mío, mi Señor Jesucristo, creo firmemente que estáis realmente y de hecho en el Santísimo Sacramento del Altar bajo las especies de pan.
  • ¿Cómo se divide la fe? En fe viva y fe muerta.
  • ¿Quiénes son los que tienen una fe viva? Los que están en gracia de Dios y guardan sus Mandamientos.
  • ¿Quiénes son los que tienen una fe muerta? Los que están en pecado mortal y no guardan los Mandamientos de Dios.
  • ¿Cuál de estas dos clases de fe es suficiente para salvarse? Es la fe viva porque, aunque la fe muerta sea una virtud, no basta, sin embargo, para salvarse.

Cuarto día: Del Misterio de la Santísima Trinidad

  • ¿Cuál es el primero y el más grande de todos los Misterios de nues­tra fe? El de la Santísima Trinidad.
  • ¿Qué es la Trinidad? Es un solo Dios en tres personas.
  • ¿Quién es Dios? Es el Creador del cielo y de la tierra y el Señor universal de todas las cosas.
  • ¿Cuántos dioses hay? No hay más que uno sólo.
  • ¿Cuánto tiempo hace que existe? Ha existido siempre y siempre existirá.
  • ¿Dónde está Dios? Está en todas partes, por esencia, presencia y poder.
  • ¿Está en el cielo, en los infiernos y en la tierra? Sí, está en todas partes.
  • ¿Está aquí? Sí.
  • ¿Por qué no lo vemos? Porque es invisible, puesto que es espíritu.
  • ¿No tiene Dios un cuerpo, dos ojos, dos orejas, una boca como nosotros? No porque es un puro espíritu.
  • ¿Cuántas personas hay en Dios? Hay tres; el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
  • ¿El Padre es Dios? Sí.
  • Hijo es Dios? Sí.
  • ¿El Espíritu Santo es Dios? Sí.
  • ¿Son tres dioses? No.
  • ¿Por qué estas tres personas no son más que un solo Dios? Porque no tienen más que una misma naturaleza y una misma divina esencia.
  • ¿Cuál es la más grande, la más prudente, la mayor o la mejor? Son las tres igualmente grandes, prudentes, mayores una que otra.
  • ¿En qué se diferencian entre sí estas tres personas? En que el Padre no es engendrado ni producido por nadie, el Hijo es engendrado por el Padre y el Espíritu Santo es producido por el Padre y el Hijo.

Quinto día. Del Misterio de la Encarnación.

  • ¿Cuál es el más grande misterio de nuestra religión después de la Santísima Trinidad? Es el de la Encarnación.
  • ¿Qué es la Encarnación? Es un misterio por el que creemos que la segunda persona de la Trinidad ha tomado carne humana para nosotros.
  • ¿Cómo llamáis a la persona de la Trinidad que se encarnó y se hizo hombre por nosotros? Es el Hijo de Dios.
  • ¿No es el Padre? ¿No es el Espíritu Santo? No.
  • ¿Qué es encarnarse y hacerse hombre? Es tomar un cuerpo y un alma como nosotros.
  • ¿Cómo se llama el Hijo en tanto que Dios y hombre? Jesucristo.
  • ¿Qué quiere decir Jesús? Salvador.
  • ¿Qué quiere decir Cristo? Ungido.
  • ¿Por qué se llama Salvador? Porque verdaderamente nos ha salvado de nuestros pecados y nos ha rescatado de las penas del infierno.
  • ¿Por qué estábamos sujetos a las penas del infierno? Porque éramos enemigos de Dios a causa del pecado de nuestro primer padre, Adán.
  • ¿Qué hizo Jesucristo para salvarnos y rescatamos? Sufrió muerte y pasión en el árbol de la Cruz,
  • ¿Era necesario que Jesucristo mismo nos rescatase? Sí, para satisfacer enteramente a la justicia de Dios. Porque todos los hombres juntos, ni los mismos ángeles, siendo finitos en número y en méritos, no eran suficientes para satisfacer a una ofensa infinita, tal como el pecado que se comete contra Dios.
  • ¿Cómo es que murió si era Dios y Dios no puede morir? Murió en tanto que hombre y no como Dios.
  • ¿Cuántas naturalezas hay en Jesucristo? Dos, la divina y la humana.

Sexto día: De la vida y pasión de Nuestro Señor

  • ¿Dónde nació Nuestro Señor? En el pesebre de Belén.
  • ¿Cuál es la madre que crió a Nuestro Señor? La Virgen María.
  • ¿Quién es el padre de Nuestro Señor? ¿No es San José que era el esposo de la Virgen? No. Porque San José jamás tuvo compañía carnal con la Virgen, y Nuestro Señor no fue engendrado sino por operación del Espíritu Santo.
  • ¿Cuándo celebra la Iglesia el nacimiento de Nuestro Señor? El día de Navidad.
  • ¿Cuándo fue circuncidado? Ocho días después de su nacimiento, y la Iglesia celebra el nacimiento de Nuestro Señor el primer día del año.
  • ¿Cuándo le adoraron los tres Reyes? Trece días después de su nacimiento y la Iglesia celebra su fiesta el día de la Epifanía, que se llama el día de Reyes.
  • ¿Cuándo fue presentado en el Templo? Cuarenta días después de su nacimiento, que es el día de la Purificación de Nuestra Señora o Candelaria (sic).
  • ¿Dónde fue después de haber sido presentado en el Templo? Algunos días después, San José y la Santa Virgen, por mandato del Angel llevaron a Nuestro Señor a Egipto a causa de que Herodes le buscaba para hacerle morir.
  • ¿Cuánto tiempo permaneció en Egipto? Hasta la muerte de Herodes, que fue unos siete años después, en cuyo tiempo San José y la Virgen llevaron a Nuestro Señor a Galilea, en la ciudad de Nazaret.
  • ¿Qué hizo de notable Nuestro Señor a la edad de 12 años? Se fue con su madre y San José a Jerusalén, en un cierto día de fiesta para adorar allí a Dios en el Templo, según la costumbre. A la vuelta se ocultó de sus padres y se quedó en Jerusalén sin que sus padres se dieran cuenta. ¡Sus padres volvieron a Jerusalén para buscarle; al cabo de tres días le encontraron en el Templo sentado en medio de los Doctores que le escu­chaban e interrogaban, y le volvieron con ellos a Nazaret.
  • ¿Hasta qué edad permaneció en Nazaret? Hasta la edad de treinta años. ¿Qué hacía durante este tiempo? Servía a San José y a la Virgen y trabajaba todos los días en el oficio de carpintero como San José.
  • ¿Qué hizo a la edad de treinta años? Se despidió de su Madre y se fue al río Jordán, donde fue bautizado por San Juan, y durante el bautismo, el Espíritu Santo descendió sobre El en forma de paloma y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo bien amado en el que tengo todas mis complacencias».
  • ¿Dónde fue después de su bautismo? Se fue al desierto donde ayunó cuarenta días y cuarenta noches sin beber ni comer. Fue tentado por el diablo, pero rechazó las tentaciones.
  • ¿Qué hizo después del ayuno de cuarenta días? Se puso a predicar el Evangelio, invitando a todo el mundo a hacer peniten­cia y enseñando cómo había que vivir para salvarse y, a fin de dar fe a sus palabras, hizo muchos milagros, devolviendo la vista a ciegos y resucitando a los muertos.
  • ¿Cuánto tiempo se estuvo ocupando de las predicaciones? Alrededor de tres años, al final de los cuales los judíos que habían conce­bido una envidia mortal hacia Él, le hicieron sufrir la muerte con muchos tormentos.
  • ¿Cuántos misterios principales hay en la historia de la Pasión de Nues­tro Señor Jesucristo? Hay cinco, que son: La oración en el jardín de los Olivos; La flagelación; La coronación de espinas; El camino de la Cruz; Cómo fue elevado en la Cruz y cómo entregó su alma.

Séptima jornada: De la Resurrección y Ascensión de Nuestro Señor

  • ¿Qué nos enseña la fe, de Nuestro Señor, después de la muerte? Cuatro cosas. La primera que fue enterrado.
  • ¿Dónde fue enterrado? En un sepulcro nuevo, donde nadie había sido puesto todavía.
  • ¿Cuál es la segunda? Que el alma de Nuestro Señor descendió a los infiernos.
  • ¿Estaba la divinidad con el cuerpo en el sepulcro? Sí.
  • ¿Estaba también el alma? Sí.
  • ¿Qué hay que entender por los infiernos? Unos lugares subterráneos donde están retiradas las almas que parten de este mundo y que no son recibidas en el Paraíso.
  • ¿Cuántos hay? Cuatro: El infierno de los condenados; El purgatorio; El limbo de los niños muertos con sólo el pecado original; El limbo de los Padres que la Santa Escritura llama el Seno de Abra­harn, donde las almas de las personas justas estaban recogidas esperando la visita del Mesías.
  • ¿A cuál de estos cuatro infiernos bajó Nuestro Señor Jesucristo? Al último, que es el limbo de los Padres, para retirar de él las almas que allí estaban y llevarlas al cielo con El.
  • ¿Cuál es la tercera cosa que la fe nos enseña de Nuestro Señor después de su muerte? Que el tercer día después de su muerte, resucitó.
  • ¿Cómo es que Nuestro Señor resucitó? Es que el alma de Nuestro Señor retornó del limbo, entró dentro de su cuerpo y lo sacó glorioso y triunfante de su sepulcro.
  • ¿Cuánto tiempo permaneció Nuestro Señor sobre la tierra después de su resurrección? Cuarenta días.
  • ¿Qué hizo durante esos cuarenta días? Se apareció diversas veces a la Virgen y- a sus discípulos para asegurarles más aún sobre su resurrección e instruirles de lo que deberían hacer después de su Ascensión, y sobre el gobierno de la Iglesia.
  • ¿Qué hizo Nuestro Señor después de estos cuarenta días? Subió al cielo en cuerpo y alma por su propia virtud. ¿En presencia de quién? En presencia de su Madre y de sus discípulos.
  • ¿Desde dónde subió? Desde el Monte de los Olivos.
  • ¿Hasta dónde subió? Por encima de los cielos, a la diestra de Dios, su Padre. ¿Por qué se dice que está sentado a la diestra de Dios, su Padre Todo­poderoso? Para hacernos comprender que está en el Cielo con poder y majestad igua­les a su Padre.
  • ¿Por qué subió al Cielo Jesucristo? Porque es la morada de los cuerpos gloriosos; Para abrir las puertas y que entrasen las almas que Él había rescatado del seno de Abraham; para enviar el Espíritu Santo a sus Apóstoles; para servirnos de abogado; para elevar nuestros afectos al cielo con Él y afirmar nuestra esperanza.

Octavo día: Del juicio general

  • ¿No descenderá Nuestro Señor del cielo para venir aquí abajo a la tierra? Sí, al fin del mundo.
  • ¿Para qué lo hará? Para juzgar a todos los hombres y dar a cada uno según sus obras.
  • ¿Dónde se hará este juicio general? En el Valle de Josafat.
  • ¿Quién asistirá a este juicio? Dios, Jesucristo, la Virgen María y los ángeles; los santos y los diablos, y todos los hombres tanto buenos como malos.
  • ¿Estarán allí los hombres en cuerpo y alma? Sí, porque resucitarán todos.
  • ¿Cómo se hará esta resurrección? Por el poder de Dios y a la voz del Arcángel todos los cuerpos se levantarán de su tumba y las almas entrarán en ellos para animarles como antes.
  • ¿Cuál será el juez? Nuestro Señor Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
  • ¿Por qué el oficio de juez se atribuye a Jesucristo más bien que al Padre o al Espíritu Santo? A fin de que el Juez, siendo hombre, pueda ser entendido por los hombres; Porque es razonable que habiendo sido juzgado inicialmente por los hombres sea reconocido por todos como su juez.
  • ¿Cuál será la sentencia que Nuestro Señor pronunciará en favor de los buenos? «Venid, benditos de mi Padre, a poseer el reino de mi Dios que os está esperando desde la creación del mundo».
  • ¿Cuál será la sentencia que Nuestro Señor pronunciará contra los malos? «Apartaos de mí, malditos; id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.»
  • ¿Qué será de los hombres después del juicio? Unos irán al cielo a vivir eternamente con Dios, y los malos al infierno para ser allí atormentados por siempre jamás.
  • ¿No hay otro juicio además de este juicio general? Sí, el juicio particular.
  • ¿Qué es el juicio particular? Es el que se hace a la hora de la muerte de cada uno de los hombres.
  • ¿Dónde van las almas después de este juicio particular? Van al infierno si están en pecado mortal, o al Paraíso si están en gracia, o al Purgatorio si no han satisfecho enteramente por las penas debidas por sus pecados.

Noveno día: Repetición de los Misterios y breve explicación de los Artículos del Símbolo.

  • ¿Estamos obligados a saber todas las cosas de la fe? No.
  • ¿Hay algunos misterios que estemos obligados a saber? Sí.
  • ¿Cuáles? Los doce que están contenidos en el Símbolo de los Apóstoles. —¿Es suficiente saber de memoria las palabras del Símbolo? No. Hay que saber su sentido.
  • ¿Cuál es el primer artículo? Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra.
  • ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que tengo por una verdad muy cierta que no hay más que un solo Dios en tres personas, la primera de las cuales se llama Padre, quid’ por su omnipotencia creó el Cielo y la Tierra y todo cuanto en ellos se con tiene.
  • ¿Cuál es el segundo artículo? Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor.
  • ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que en la Trinidad hay una segunda persona, que es el Hijo único y natural del Padre, Dios también, y tan poderoso como Dios, el cual se llama Jesucristo, Nuestro Señor.
  • ¿Cuál es el tercer artículo? Que fue concebido del Espíritu Santo y nació de la Virgen María.
  • ¿Qué quiere decir todo esto? Que la segunda persona de la Trinidad, que es el Hijo, tomó carne humana por la operación del Espíritu Santo en el seno de la Virgen María y nació de ella sin hacerle perder la virginidad.
  • ¿Cuál es el cuarto artículo? Que padeció bajo Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado.
  • ¿Qué creemos por esto? Creemos que Nuestro Señor Jesucristo sufrió la muerte por nosotros en el árbol de la Cruz, condenado a este tormento por Pilato, que era entonces gobernador de Jerusalén; y que después de su muerte su cuerpo fue sepultado.
  • ¿Cuál es el quinto artículo? Que descendió a los infiernos y al tercer día resucitó de entre los muertos.
  • ¿Qué aprendemos por esto? Dos cosas: Primera: que el alma de Nuestro Señor descendió al limbo. Segunda: que al tercer día resucitó.
  • ¿Cuál es el sexto artículo? Que subió a los cielos y está sentado a la diestra de Dios, su Padre Todo­poderoso. ¿Qué creemos por este artículo? Dos cosas: Primera: que Nuestro Señor, cuarenta días después de su resurrección, subió al cielo en cuerpo y alma. Segunda: que está en la gloria del cielo igual en la Majestad a su Padre.
  • ¿Cuál es el séptimo artículo? De allí, vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.
  • ¿Qué quiere decir esto? Quiere decir que Jesucristo está ahora en el cielo, descenderá un día visi­blemente para juzgar a todo el mundo y dar a cada uno según sus obras.

Décima jornada: Los cinco últimos artículos del Símbolo

  • ¿Cuál es el octavo artículo del Credo? Creo en el Espíritu Santo.
  • ¿Qué es el Espíritu Santo? Es la tercera persona de la Santísima Trinidad.
  • ¿Es Dios? ¿Es tan grande, tan sabio, tan poderoso como el Padre? Sí, porque es de la misma naturaleza que el Padre y el Hijo.
  • ¿Cuál es el noveno artículo? La Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos.
  • ¿Qué es la Iglesia?
  • Es la congregación de todos los fieles que profesan la misma fe de Jesu­cristo, bajo un Vicario General en la Tierra que es el Papa.
  • ¿Es necesario estar en la Iglesia Católica? Sí, si queremos salvarnos.
  • ¿No puede cada uno salvarse en su religión? No.
  • ¿Qué es la Comunión de los Santos? Es la participación de todos los fieles conjuntamente en los bienes espiri­tuales de la Iglesia y en las buenas obras que cada uno hace en particular.
  • Los malvados y los que están en pecado mortal ¿sacan algún fruto de esta comunión? Sí, porque los buenos impetran para ellos la gracia de convertirse.
  • ¿Las almas del purgatorio sacan algún provecho de esta comunión de bienes entre fieles? Sí, porque al ser miembros de un mismo Cuerpo, la Iglesia, les ayudan nuestras oraciones y nuestras obras satisfactorias.
  • ¿Cuál es el décimo artículo del Credo? La remisión de los pecados.
  • ¿Qué creemos por ello? Creemos que se puede obtener la remisión de los pecados en la verdadera Iglesia y que ésta posee poder para perdonarlos.
  • ¿De qué pecados se trata? De todos, del original y de los actuales.
  • ¿Cómo se perdona el pecado original? Por el Bautismo.
  • ¿Cómo se perdonan los pecados actuales? Por el sacramento de la Penitencia.
  • ¿Cuál es el artículo undécimo? La resurrección de la carne.
  • ¿Qué creemos por ello? Creemos que los cuerpos de todos los hombres se unirán un día de nuevo a sus almas y recobrarán vida.
  • ¿Cuál es el duodécimo y último artículo del Credo? La vida eterna.
  • ¿Que creemos por él? Creemos que existe un Paraíso que Dios ha preparado para todos los hom­bres y con el que premiará a todos los hombres que le sirvan bien en este mundo para que sean allí bienaventurados para siempre en cuerpo y en alma.
  • ¿En qué consiste la felicidad del alma bienaventurada? En ver a Dios cara a cara y gozar de El eternamente.
  • ¿En qué consiste la gloria del cuerpo? En cuatro dotes o cualidades, a saber: Claridad. Impasibilidad. Agilidad. Sutileza.
  • ¿Podremos reconocer a nuestros padres y a quienes conocemos en este mundo y hablar con ellos? Sí.
  • ¿Todos los que se salven gozarán de igual gloria en el Paraíso? No, porque unos gozarán más perfectamente y otros menos, según que hayan merecido más o menos; todos, sin embargo,serán perfectamente di­chosos.

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