Señor, en estos momentos dolorosos de la Iglesia, da la sanación y la paz a tantas víctimas abusadas por su inocencia.
Que en sus corazones exista vida nueva y el perdón liberador hacia estos hermanos nuestros que han errado el camino.
Que tu misericordia se extienda sobre todos y que tu Espíritu renueve todo aquello deteriorado en tu rebaño y en la vida de los pequeños.
Envíanos, Buen Pastor, a santos hombres y mujeres que sean tu rostro, que sean la prolongación de tu vida, de tu entrega valiente en la humildad y en el servicio.
Levántanos con la luz de tu resurrección, purifícanos con tu sangre, fortalécenos con tu cuerpo.
Danos tu Espíritu tan fuerte como un nuevo Pentecostés, como un nuevo soplo de tu boca para que seamos tus verdaderos discípulos y misioneros, para que en nosotros no exista nunca oscuridad y seamos la Iglesia que tú deseaste en la cruz y que brotó de tu costado abierto.
Amén.