Natividad del Señor (reflexión de Antonio Elduayen, C.M.)

Francisco Javier Fernández ChentoHomilías y reflexiones, Año BLeave a Comment

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Autor: Antonio Elduayen, C.M. .
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Queridos amigos

La Navidad es Jesús. Es lo esencial de cuantas cosas podemos decir de la Navidad. Sin eso no hay Navidad cristiana.

Jesús, que es el Hijo único de Dios Padre, hecho hombre en María por obra y gracia del Espíritu Santo.

«En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo Único, para que vivamos por medio de Él» (1Jn. 4, 9). «Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús» (Lc 1, 31). «Miren, la Virgen está embarazada y va a dar a luz un hijo, y lo llamará con el nombre de Emmanuel» (Is. 7, 12-14). «Y su nombre es: Admirable, Dios, Príncipe de la Paz, Padre del tiempo perpetuo, y su Reino no tendrá fin» (Is. 9, 2.6; Lc. 1,33). Sólo por esto y después de esto, la Navidad es otro montón de cosas… Las siguientes, por ejemplo.

La Navidad es alegría, porque es la fiesta del nacimiento de un niño; y de la máxima alegría, porque este niño es el divino Niño Jesús, el Salvador prometido, en su primera venida a la tierra. Los cumpleaños son siempre motivo de alegre celebración… Por eso ahora celebramos el nacimiento del Niño Dios (la Navidad) en la débil carne humana; y celebraremos después su venida triunfal al fin de los tiempos (la Parusía).

La Navidad es Gratitud. Gratitud por el amor que el Padre Dios nos tiene, tanto que nos entregó a su Hijo único; y por el amor que el Hijo de Dios nos tiene, tanto que dio su vida por nosotros y nos hizo coherederos de su Reino; y por el amor del Espíritu Santo, que lo encarnó en María y lo va encarnando en nosotros por el bautismo.

Gratitud por esta Navidad nueva, que nos permite vivir, y que queremos compartir, porque la gratitud conlleva el compartir.

La Navidad es Compromiso, porque nos involucra enteramente con Jesús. Para recibirlo y acogerlo, pero también para seguirlo y acompañarlo todos los días de nuestra vida. Y para anunciarlo y construir su Reino. Donde ya no haya más nacimientos en la penuria, como fue el de Jesús, y donde se den condiciones de vida en justicia, paz y amor.

Compromiso de dejar que Él marque nuestra vida y nuestro camino, para hacerlo crecer en nosotros y en el entorno, transformando el mundo según su evangelio.

La Navidad es Fuerza. La fuerza que nos da al injertarnos en Él por el bautismo, para ser y parecer hijos adoptivos de Dios Padre, hermanos de Jesús y testigos vivos del y con el Espíritu Santo. Y para hacer cosas aún mayores que Él (Jn 15, 12) y ser constructores del Reino de Dios.

La fuerza que tuvieron María y José para llevar adelante la Navidad de Jesús, pese a todo. ¡Qué buen ejemplo para nosotros! Poder celebrar la Navidad como se lo merece, pese a todo.

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