Los movimientos juveniles como transmisores de la fe

Francisco Javier Fernández ChentoJuventud1 Comment

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Autor: Juan José González González, C.M. · Año publicación original: 2006 · Fuente: XXXII Semana de Estudios Vicencianos (Salamanca).
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En la Jornada Mundial de la Juventud en Colonia (agosto de 2005) pude sentir el peso de los «movimientos juve­niles» en la pastoral con jóvenes. A pesar de la unidad que se vivía entre todos los convocados por Cristo, se apreciaba la pluralidad y riqueza de «carismas» que se manifestaban en cantos, sím­bolos, formas de orar… Muchos de los grupos que pululaban por calles y plazas, llenaban templos y atascaban las estaciones, se sentían muy identificados con un «carisma», con una espirituali­dad propia, con una Comunidad religiosa, con las siglas de nuevos movimientos eclesiales. El V Encuentro Mundial de las Familias celebrado en julio en Valencia me ha confirmado en esta idea.

La evangelización de los jóvenes en una proporción conside­rable está en manos de movimientos juveniles, que tienen hoy un gran peso evangelizador en la Iglesia española y en la univer­sal. Mi corta experiencia en este campo se la debo a mi minis­terio como «animador» en JMV, por lo que mis valoraciones estarán muy determinadas por esa «pertenencia».

1. Las dificultades para trasmitir la Fe a los jóvenes

Hay que empezar reconociendo que vivimos unos momentos difíciles para la transmisión de la fe a las generaciones jóvenes en España. Nos encontramos en una situación de crisis, de des­afío. Basta que nos fijemos en tres datos:

  • Los datos sociológicos: En el informe de la Fundación Santa María sobre valores juveniles se constata: En 1994, dos terceras partes de los jóvenes españoles afirmaban que eran miembros de la Iglesia; en 1999 ya eran sólo la mitad y en el año 2005 un 29% se sienten «miembros de la Iglesia».
  • La voz de la experiencia: La cadena de transmisión de la experiencia religiosa está rota, pues antes dicha trans­misión comenzaba en la familia, donde se maduraban concepciones religiosas y formas de comportamiento. La familia se ha debilitado mucho en la capacidad de educar en la fe. De ahí que el reciente Encuentro Mundial de fami­lias haya insistido en la urgencia de la transmisión de la fe en el seno de la familia.
  • La conciencia eclesial: El Plan Pastoral de la Conferencia Episcopal Española reconoce que se da hoy una «débil transmisión de la fe a las generaciones jóvenes» (PPCEE, 2006-2010, n° 4).

En esta situación de «crisis», de reto o desafío no es cuestión de tirar la «toalla». En esta situación juvenil el espíritu habla a las Iglesias.

¿Qué pueden ofrecer los movimientos juveniles cristianos en la tarea de la trasmisión de la fe a las nuevas generaciones?

2. La realidad de los movimientos juveniles en la Iglesia: pluralidad y complejidad

2.0. Aclaraciones terminológicas

Cuando hablamos de movimientos eclesiales y en concreto «juveniles», ¿de qué hablamos? Aunque se podría hablar en un sentido más preciso («movimientos apostólicos», refiriéndonos a los Movimientos de Acción Católica) aquí vamos a verlo en un sentido amplio, incluyendo en movimientos a asociaciones, comunidades y grupos organizados de cristianos laicos jóvenes o que trabajan en la transmisión de la fe a los jóvenes.

Soy consciente que la «asociación» presenta unas caracterís­ticas (estructura institucional definida por unos Estatutos, adhe­sión a unos fines y compromisos, autonomía y estabilidad por encima de sus miembros…) diferentes de los movimientos (espí­ritu común hace de aglutinante, agregación alrededor de un líder, no tienen Estatutos sino una doctrina y praxis característica, adhesión vital y no formal, sin inscripción o carnet…), pero en esta reflexión entendemos en un sentido amplio la expresión «movimientos juveniles» refiriéndonos a distintas realidades eclesiales que trabajan en el campo de la evangelización de los jóvenes. (Cfr. Ricardo Tonelli, Movimientos eclesiales, en «Dic­cionario de catequética», CCS, Madrid 1987, p. 585).

2.1. Movimientos y parroquia

Al tratar de los «movimientos juveniles» no lo hago pensando que son alternativa a la acción evangelizadora de la Parroquia. «Creo en la Parroquia, comunión de comunidades». Entiendo que la Parroquia ha de entenderse no solo como una realidad territo­rial, sino fundamentalmente como el «espacio» de comunión de las distintas comunidades cristianas. La Parroquia es una institu­ción eclesial insustituible, pero a la vez insuficiente, pues ni es autosuficiente ni abarca toda la riqueza de la Iglesia particular (Cfr. JoAN BESTARD, Corresponsabilidad y participación en la Parroquia, PPC, Madrid, 1995, 9-18).

La Parroquia y los Movimientos apostólicos se necesitan mutuamente en la misión de trasmitir la fe y construir el Reino en medio de esta sociedad concreta. Los Movimientos aportan conciencia apostólica, fuerza de penetración en ambientes, for­mación especializada, apertura a una eclesialidad más univer­sal… Las Parroquias aportan a los Movimientos marco celebra­tivo, experiencia variada de la comunidad, espacios de oración y comunión… Por eso es una urgencia que las Parroquias acojan a los Movimientos en su seno y que estos se integren en la pasto­ral parroquial y diocesana (Cfr. MIGUEL PAYA, La Parroquia, comunidad evangelizadora, PPC, Madrid, 1990, 191).

2.2 Primavera del asociacionismo de los laicos

En la últimas décadas se ha vivido en la Iglesia una auténtica «primavera» de asociacionismo eclesial y juvenil, que ha supuesto una gran esperanza para la Iglesia, como destacó Juan Pablo II (Catequesis Tradende, 47; Chistifideli laici, 29).

La Conferencia Episcopal Española también destacaba la «nueva época asociativa que vive la Iglesia» constatando la com­plejidad de la cuestión de las asociaciones y movimientos» (Los cristianos laicos, Iglesia en al mundo 89, 135, 136).

Es difícil elaborar un elenco de los grupos y movimientos eclesiales juveniles y una clasificación de los mismos. Antonio S. Romo propone hacer una clasificación de movimientos juve­niles cristianos a partir de las distintas mediaciones eclesiales al servicio del Reino que predominan en cada uno de ellos: testi­monio-anuncio; comunión; celebración; servicio (Cfr. ANTONIO S. Romo, Hacia una tipología de grupos y movimientos juveniles, n° 213, MISIÓN JOVEN, p. 55-66).

2.2.1 Movimientos juveniles para la evangelización y transformación de ambientes

  1. Movimientos de Acción Católica: Jóvenes de Acción Católica (JAC), Juventud estudiante católica (JEC), Juventud Obrera Católica (JOC)…
  2. Movimientos vinculados a un carisma o Comunidad Reli­giosa: Movimiento Juvenil Salesiano (MJS); Grupos Agustinianos; Juventudes Marianas Vicencianas (JMV); Juventudes Hospitalarias; Movimiento Teresiano de Apos­tolado…
  3. Otros movimientos juveniles educativos y de apostolado, no vinculados a Congregaciones: Movimiento Scout Cató­lico (MSC); Montañeros de Santa María, Oasis…

2.2.2 Comunidades y movimientos adultos con sección juvenil, que privilegian la formación cristiana y comunitaria

  1. Comunidades laicales con insistencia en vida comunitaria y compromiso: ADSIS; Cursillos de Cristiandad; Milicia de Santa María; Comunidades de vida cristiana…
  2. Movimientos de espiritualidad comprometidos desde dis­tintos carismas: Cooperadores Salesianos; Fraternidad Marista MARCHA; Misioneros de la Esperanza (MIES); Seglares Claretianos; Carmelo Misionero Seglar…
  3. Nuevos Movimientos: Comunidades Neocatecumenales; Comunión y Liberación; Focolares; Opus Dei; Movimien­to Schonstatt…

2.2.3 Movimientos de espiritualidad que privilegian la oración y celebración

  1. Renovación Carismática Católica; Adoración Nocturna Española; Apostolado de la Oración; Legión de María…

2.2.4 Movimientos que destacan el servicio a la misión y el compromiso temporal

  1. Grupos y movimientos misioneros: Cristianos sin fronte­ras; Infancia Misionera…
  2. Asociaciones para la acción caritativa y social: Caritas Española; Manos Unidas; AIC; Mensajeros de la Paz; Hermandades del Trabajo…
  3. ONGDs y Voluntariados misioneros: Ekumene; OCASHA; INTERMON; MIES; PRODEIN; PROYDE; SETEM…

Quizás se podría destacar que dentro de esta oferta religiosa tan plural o de esa demanda tan segmentada o fragmentada se aprecia una crisis de las congregaciones religiosas tradicionales y de sus movimientos laicos y el éxito de nuevos movimientos caracterizados por una fuerte conciencia de identidad y cierta «excelencia», mayor tensión con el ambiente, orientación casi exclusivamente religiosa de su actividad, certeza doctrinal, cierto espíritu «proselitista»…

3. Dificultades o riesgos: los movimientos como trasmisores de la Fe

Al analizar algunas dificultades o riegos de los «movimientos juveniles» en la transmisión de la fe, voy a partir de algunos retos de la pastoral de juventud y que la Conferencia Episcopal Españo­la ha señalado como grandes opciones pastorales y han sido reco­gidas en el «Proyecto Marco de Pastoral de Juventud» (Cfr. CEE, Orientaciones sobre Pastoral de Juventud, Edice, Madrid 1991).

— Presencia de la Iglesia, en especial de los jóvenes cristianos, en los ambientes juveniles

Evangelizar desde dentro es una exigencia que brota del mis­terio de la Encarnación (EN, 19). Ante las dificultades de manifestar la fe en ciertos ambientes, algunos jóvenes pueden tener la tentación de refugiarse y encerrarse en su grupo o en ciertas formas de vida cristiana. Esto se puede vivir especialmente en ciertos «movimientos» que trabajan mucho hacia dentro, pero con cierto sentido de «fuga mundi».Frente a esto hay que recordar las palabras del Concilio: «Los jóvenes han de convertirse en los primeros e inmediatos apósto­les de los jóvenes, ejerciendo su apostolado personal entre sus propios compañeros» (AA,12).

Hay movimientos juveniles muy presente en los diferentes ámbitos donde se mueven los jóvenes, como pueden ser:

  • Ámbitos educativos (Universidad, Institutos y Colegios).
  • Evangelización en el tiempo libre.
  • Compromiso social y caritativo.
  • Presencia en la vida pública.

Pero también encontramos grupos «estufa» muy cerrados hacia dentro, con escasa presencia en ambientes juveniles y esca­so espíritu apostólico.

— Protagonismo y corresponsabilidad de los jóvenes en la Iglesia-comunión

Si la evangelización-transmisión de la fe define a la Iglesia, que ante todo es comunidad misionera, la misión brota de la comunión y genera comunión.

Los jóvenes cristianos, corresponsables de la transmisión de la fe, están llamados a vivir la comunión eclesial, a expresar, celebrar y alimentar la fe en comunidad, así como asumir sus responsabilidades en el seno de la comunidad.

«Los jóvenes no deben considerarse simplemente como obje­to de la solicitud de la Iglesia; son de hecho sujetos activos, protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social» (ChL,46).

Frente a este ideal en algunos movimientos juveniles puede apreciarse riesgos como:

  • escaso sentido de comunión eclesial
  • poco protagonismo de los jóvenes ante el fuerte liderazgo de animadores adultos
  • escaso sentido de corresponsabilidad con la Iglesia dioce­sana…

Opción preferencial por los pobres

La adhesión a Cristo y la comunión eclesial lleva al servicio al hombre, a la construcción de una nueva humanidad donde todos podamos vivir con la dignidad de hijos de Dios. Corres­ponde también a los jóvenes impulsar una nueva evangelización, sirviendo al hombre y a la sociedad, a fin de contribuir con la fuerza del Evangelio a la construcción de la civilización del amor. Este compromiso se concreta en solidaridad con los empobrecidos y marginados que viven con nosotros y más allá de nuestras fronteras.

Un reto de la pastoral de juventud es potenciar los volunta­riados, animar a compromisos estables de servicio al excluido, y para ello formar a los jóvenes en lo social y político, siguiendo la Doctrina social de la Iglesia (RM, 79-80; ChL, 42)

Algunos movimientos juveniles potencian mucho esta dimen­sión social de la vida cristiana de sus miembros, con un fuerte compromiso a favor de los más desfavorecidos, pero otros movi­mientos olvidan o cuidan poco de esta dimensión, encerrándose en un cristianismo desencarnado o espiritualista.

Una espiritualidad que integre la fe y la vida

Es importante ayudar a los jóvenes a vivir una auténtica espiritualidad que integre la fe en toda la vida (afectiva, fami­liar, trabajo, diversión compromiso…), que les ayude a ser con­templativos en la acción por su experiencia de oración y vida sacramental, que les lleve a manifestar la fe en las obras, evitan­do la privatización de la fe…En la formación de esta espiritualidad habrá que cuidar que estén presentes todos los elementos más genuinos de la fe cristiana: comunión de fe y amor con el Padre por Cristo en el Espíritu, configuración con Cristo, sentido de comunión eclesial, participación en la liturgia, vida de oración, devoción mariana, compromiso en la práctica del amor, aceptación de la cruz…

Un riesgo de algunos movimientos juveniles puede ser el olvi­dar algunas dimensiones fundamentales de la vida cristiana, por centrarse exageradamente en otras. También a veces se aprecia que la fe no llega a calar toda la vida del joven, quedándose algunas dimensiones de su vida (afectividad, diversión, moral…) fuera de la iluminación por la fe.

— Coordinación y articulación de la pastoral con jóvenes

La coordinación, manifestación de la comunión, tiene su raíz en el ser de la Iglesia y de nuestra fe en Jesús: «que todos sean uno» (Jn 17,19-23).

Todos estamos llamados a vivir la «unidad de misión», a pesar de la diversidad de acciones, carismas, iniciativas, vocaciones…

Cada grupo necesita de los demás para reconocerse e identi­ficarse como Iglesia. La coordinación exige: abrirse a los demás, escucha paciente, mutua estima, recíproca colaboración… pero es fuente de fraternidad y eficacia apostólica.

Es necesario coordinar las aportaciones complementarias de los distintos ámbitos donde se trasmite la fe al joven (fami­lia, colegio, parroquia, asociaciones y movimientos…), pues cada ámbito tiene su misión distinta y necesaria, pero es preciso lograr una eficaz colaboración entre todos ellos.

Es muy importante que los diferentes Movimientos-Asocia­ciones-Comunidades eclesiales que trabajan con jóvenes, fortalez­can la pastoral con jóvenes en su conjunto, haciéndose partícipes de la pastoral de cada Diócesis. No puede darse verdadera eclesialidad en un grupo cristiano sin «comulgar» con la Iglesia particular (AA, 10).A la luz de este ideal ciertos riesgos podemos descubrir en los movimientos juveniles a la hora de trasmitir la fe:

  • Escaso sentido de comunión eclesial y de coordinación pastoral con la Iglesia local.
  • Falta de sentido de unidad de misión y tendencia a ciertos «sectarismos» y espíritu «proselitista» hacia el propio grupo, subrayando lo particular por encima de lo funda­mental, lo adjetivo sobre lo sustantivo.
  • Escaso sentido de Parroquia como «comunión de comu­nidades», y no integración en la pastoral de conjunto de la Diócesis.

4. Posibilidades y retos de los movimientos como trasmisores de la Fe

4.1. Posibilidades de los movimientos en el acompañamiento de la Fe

Los diferentes Movimientos eclesiales cuentan con unas espe­ciales condiciones para la transmisión de la fe a los más jóvenes. Destaco algunos elementos que suelen estar presentes en ellos:

  • Los movimientos cuidan una relaciones interpersonales profundas tanto efectiva como afectivamente. La comu­nión en la fe se construye sobre la comunión interpersonal humana, a la vez que la vivencia comunitaria de la fe hace profundizar esa relación.
  • Ofrecen una espiritualidad propia, carismática, que ayuda a sus miembros a vivir la fe en medio de la sociedad y enriquece a la Iglesia por la pluralidad de carismas.
  • Cuidan un fuerte sentido de identidad y de pertenencia, lo que posibilita la transmisión de la fe en un proceso estructurado y alargado en el tiempo.
  • Los Movimientos ofrecen el apoyo comunitario que faci­lita la maduración de la fe en grupo y unas comunidades de referencia que son indicadores en el camino y «metas» hacia las que caminar.
  • Ofrecen el acompañamiento de animadores y líderes, así como la presencia y la fuerza de testigos que son referen­tes para las generaciones más jóvenes.
  • Son cauce para vivir la integridad de la fe, uniendo fe y vida, y apoyo para vivir la fe como un tesoro, en una socie­dad que no valora la fe.
  • En los Movimientos la transmisión de la fe no sólo se da a través de la catequesis o la reunión del grupo, sino que se vive y transmite la fe con toda la vida.
  • Los Movimientos ofrecen apertura a universalidad y sen­tido misionero de la vida cristiana, pues están presentes en distintos lugares y culturas, y se enriquecen unos miem­bros a otros desde la pluralidad de experiencias.

Teniendo en cuenta estos rasgos se puede destacar que los Movimientos eclesiales pueden ser un cauce adecuado para:

  • Personalizar la fe, integrando fe y vida, y vivirla en comu­nidad.
  • Seguir procesos de maduración de la fe y de formación permanente.
  • Celebrar comunitariamente la fe.
  • Encontrar un ámbito de discernimiento comunitario.
  • Asumir responsabilidades personales y ser fieles en los compromisos adquiridos en la comunidad eclesial y en la vida pública.
  • Preparar a personas comprometidas capaces de una pre­sencia pública significativa y eficaz.

4.2 Retos de los movimientos juveniles en la trasmisión de la Fe

La transmisión de la fe es la misión de toda la Iglesia, da cada comunidad y de cada Movimiento. La presente situación de nuestra sociedad de «no cristiandad» y la débil transmisión de la fe a las generaciones jóvenes supone un reto o desafio para una Iglesia, comunidad evangelizada y evangelizadora.

Es necesario repensar la pastoral con jóvenes, partiendo de que el corazón de la misión es llevar a Dios dentro y la entraña de la misión es la comunión. La Pastoral Juvenil pasa por la capacidad de suscitar experiencia de Dios y del Reino y por la comunión eclesial.

No faltan cristianos que no tiran la toalla y siguen repensan­do, experimentando, buscando… cómo impulsar la pastoral con jóvenes hoy, cómo trasmitirles la experiencia de fe. En este tema no hay recetas pero sí que se pueden destacar algunas claves de fondo que iluminan el camino.

Basándome en la reflexión que hace Alvaro Chordi, Delegado de Pastoral con Jóvenes en la Diócesis de Vitoria, sugiero algunos retos o propuestas que den luz a la misión de trasmitir la fe desde los Movimientos Juveniles, dentro de la Pastoral de la Iglesia (Cfr. CHORDI ÁLVARO, Los jóvenes nos hacen mover ficha, en MISIÓN JOVEN 354-355 (2006) 49-61.

Vivir abiertos y confiados a las sorpresas del Espíritu, protagonista de la Misión

  • En los Movimientos, en toda la pastoral eclesial, tenemos que confiar más en el Espíritu que acompaña a los jóve­nes que en las propias fuerzas del testigo.
  • Somos conscientes de que llegar a la fe y crecer en la fe es tarea de toda una vida: tenemos que tener paciencia, alargar procesos y dejar que el Espíritu sea compañero de camino.
  • Y confiemos en factor tiempo, respetando los ritmos de las personas, sabiendo que unos siembran y otros siegan.

Sin comunidad no hay proceso de transmisión de la fe

  • No olvidemos que la comunidad es el sujeto, ámbito y destino del proceso de transmisión de la fe.
  • La comunidad es quien suscita y acompaña el proceso de transmisión de la fe: es signo, busca, acoge, interpela, acompaña…
  • La pertenencia comunitaria es central en el proceso educa­tivo de la fe. En los Movimientos, como en las Parroquias, hemos de cuidar el sentido de pertenencia a una peque­ña comunidad de referencia.

Los jóvenes, protagonistas y corresponsables en la maduración y transmisión de la fe

  • En los Movimientos descubrimos que los jóvenes necesi­tan ser protagonistas, sujetos de su proceso, a la vez que responsables de la evangelización de otros jóvenes aleja­dos de la fe.
  • Tenemos que darles responsabilidades acordes con su situación, creer en ellos.

Vivir en lógica misionera, de presencia en ambientes juveniles

  • El Evangelio no sólo es para los de dentro, sino que hay que salir fuera, donde se encuentran los jóvenes, especialmente los alejados de la fe.
  • Los Movimientos están llamados a una pastoral de des­plazamiento y de puertas abiertas a todos los jóvenes. Su preocupación ha de ser salir a buscar a la calle a los jóvenes que no vienen o que se fueron, así como ofrecer propuestas que interroguen y atraigan a los jóvenes aleja­dos de la fe.

Proponer procesos de crecimiento en la fe plurales y diferenciados

  • Los Movimientos han de ofrecer itinerarios educativos de corte catecumenal, pero no lineales y estandarizados, por la pluralidad de situaciones vitales y de fe que viven los jóvenes.
  • La fe se va madurando a modo de «trechos de camino», recorridos en compañía de otros, mediante trazos disconti­nuos y ocasionales que van configurando el puzzle de una fe adulta.

Posibilitar la interrelación entre los jóvenes y los pobres

  • Los cristianos estamos llamados a vivir en las periferias, desiertos y fronteras.
  • El ejercicio del amor solidario es el mejor camino para encontrar o recuperar la fe.
  • Los Movimientos han de ofertar a los jóvenes experien­cias puntuales o permanentes de servicio a los pobres, que han de estar acompañadas de la reflexión desde la fe.

Suscitar la experiencia de Dios en todo momento

  • Los Movimientos han de iniciar a los jóvenes de manera sistemática y pedagógica en la oración. Esto es capital para su crecimiento en la fe.
  • Los jóvenes necesitan una nueva mística y los Movimien­tos han de favorecer experiencias de silencio, de trascen­dencia, de encuentro personal con Dios.

Ayudar a descubrir la propia vocación

  • En la experiencia de los Movimientos descubrimos que no hay camino de fe sin propuesta vocacional. Toda pasto­ral juvenil es vocacional.
  • Los Movimientos han de cuidar que la opción vocacional no sea sólo el momento final del camino de la fe, sino una dimensión que está presente en todas las etapas del pro­ceso como «eje transversal».

Priorizar el acompañamiento pastoral de los jóvenes

  • En los Movimientos se ha de valorar este servicio pastoral del «acompañamiento», que ayuda a los jóvenes a perso­nalizar la fe y ponerla a la búsqueda del proyecto de Dios para su vida.

Invertir en la formación de los agentes de pastoral

  • Ser agente de pastoral juvenil supone no sólo buena volun­tad, sino una preparación y capacidad para proponer una «fuerza para vivir» a los jóvenes. Los Movimientos necesi­tan guías competentes, personas con experiencia personal de fe y preparados específicamente para ser animadores de jóvenes.

Promover nuevos lenguajes y símbolos: creatividad

  • Un reto pastoral hoy para los Movimientos que trabajan con jóvenes es anunciar la fe de modo culturalmente aceptable y comprensible.
  • Esto supone el uso de nuevos lenguajes, por ejemplo, recuperar lo corporal como lugar de encuentro, lo lúdico-festivo como constructor de grupo e identidad, lo creativo como hacedor de sueños…
  • No se puede hoy pensar la educación en la fe sin integrar la dimensión de lo emotivo, lo sensible, lo corpóreo, lo narrativo… Más que demostrar los jóvenes necesitan que se les cuente, se les sugiera, se les implique desde historias de vida.

Potenciar el trabajo en equipo y en red

  • En los Movimientos tenemos que superar una pastoral sec­torial de muchas actividades sin coordinación entre sí, por una pastoral más orgánica.
  • También necesitamos que los agentes pastorales desarro­llen un estilo de trabajo en equipo, coherente con el mode­lo comunitario, evitando personalismos.
  • Hoy estamos urgidos a concertar esfuerzos, a unirnos manteniendo las identidades, a relativizar modos y estilos, a ampliar horizontes para facilitar la pastoral de conjunto.

Conclusión

  • Unos de los retos de nuestra Familia Vicenciana hoy es la transmisión de la fe a las generaciones jóvenes. Los jóvenes hoy también viven muchas «pobrezas» y son un campo pastoral para los vicencianos.
  • Tenemos una Asociación, JMV, que la Virgen nos ha con­fiado para que sea instrumento de evangelización de los jóvenes y para llevarles a vivir el carisma vicenciano. Seamos fieles al encargo de la Virgen.
  • En la Familia contamos con muchos medios. Invirtamos personal y medios en la pastoral juvenil y en la Asociación que se nos ha confiado. Es invertir en el futuro de la Familia, de la evangelización y servicio de los pobres desde el carisma vicen­ciano.

One Comment on “Los movimientos juveniles como transmisores de la fe”

  1. MUY INTERESANTE EL ARTICULO. ME GUSTARIA SABER MAS SOBRE EL ASPECTO DE LOS MOVIMIENTOS PARA LA EVANGELIZACION Y TRANSFORMACION DE AMBIENTES. EN REFERENCIA AL PUNTO 2
    SOY LA HNA CARINA LUMBRERAS DELGADO, MISIONERA DE CRISTO MEDIADOR

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