Lectio para la Inmaculada Concepción (preparada por Chuno Chávez Alva, C.M.)

Francisco Javier Fernández ChentoHomilías y reflexiones, Año ALeave a Comment

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LA PALABRA HOY: 2 Samuel 7,1-5.8-12.14.16; Salmo 88; Romanos 16,25-27; Lucas 1,26-38

Ambientación: Corona de adviento, 2ª vela encendida; una imagen de la Virgen María

Cantos sugeridos: Santa María de la Esperanza; Madre de los pobres

Ambientación

La solemnidad de la Inmaculada, al caer dentro del Adviento, se ha convertido en motivo de esperanza para toda la Iglesia cuando se está preparando para recibir al que viene a bendecirnos “con toda clase de bienes espirituales y celestiales.. La disponibilidad de María es el camino por el que la salvación de Dios se hace presente.

Oración inicial

Dios Espíritu Santo,
así como Tú has inundado a María,
con tu presencia, fecundándola y engendrando
al Hijo de Dios en ella,
así también realiza la obra de Dios en nuestra vida,
para que también nosotros podamos responder
como lo hizo la Virgen:
“…sí, hágase…, hágase tu voluntad…”.
Señor, en estos días previos a la Navidad,
regálanos la docilidad y apertura que tuvo María,
para que encontrando a Dios en nuestra vida,
vivamos tu proyecto de amor
para nosotros y nuestra familia.
Hoy y siempre, Dios Espíritu Santo,
danos la gracia de decirle al Padre:
“…sí, hágase…, hágase tu voluntad…”,
como lo dijo, María,
para que Tú puedas hacer en nosotros
tu obra y hacernos presencia tuya
para todos los que nos rodean.
Que así sea.

I. Lectio: ¿Qué dice el texto? – Lucas 1, 26-38

Motivación:   María es uno de los personajes centrales del Adviento. Ella es la mujer disponible que supo escuchar y poner por obra la Palabra, la que supo conducir su vida según la voluntad de Dios. Dejando que Él actuara, consintió que el Hijo se encarnara en su seno para que la salvación llegase a la humanidad entera. Gracias a María, la esperanza se hizo realidad.

  1. Proclamar el texto en voz alta (todos de pie).
  2. Cada uno puede leer en voz alta el versículo que más le llamó la atención (sentados).

Preguntas para la lectura:

  • ¿Qué títulos o nombres menciona el Ángel a María que definen la identidad del niño que va a nacer?
  • ¿Cuál será la misión de este niño?
  • ¿Qué papel desempeña el Espíritu Santo en la concepción y nacimiento de Jesús?
  • ¿Cuáles son las actitudes de María que más resaltan en este texto?

Otros textos bíblicos para confrontar: Isaías 7,14 (sobre el nombre de Jesús); 2Samuel 7, 1-16 (sobre la dinastía de David) Isaías 9, 7.

II. Meditatio: ¿Qué me dice? ¿Qué nos dice el Texto?

Motivación: En este último domingo de Adviento, María nos enseña cuál es la mejor manera de prepararnos para la Navidad. Antes de que la Palabra se encarnara en su seno se había ya encarnado en su corazón. Por eso supo decir SÍ. Su respuesta puede ayudarnos a revisar nuestras actitudes en este tiempo en que el Señor viene.

  • ¿A qué me compromete el Sí de María?
  • ¿Hasta qué punto consiento, como ella, que la Palabra de Dios transforme mi vida?
  • María aceptó el desafío. ¿Cuáles son los desafíos que Dios me propone hoy para ser discípulo?
  • No tengas miedo, que nada es imposible para Dios. ¿Cómo puedo poner en práctica esto?

Luego de un tiempo de meditación personal, compartimos con sencillez nuestra reflexión, lo que el texto ME dice a mi propia realidad y situación personal.

III. Oratio: ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: María es también maestra de oración. Con ella y como ella le pedimos al Padre que nos prepare para recibir a su hijo Jesús.

  • Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
  • Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 88).

IV. Contemplatio: ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: Es ahora Santa Luisa quien nos anima a contemplar a María, como mujer de fe, imitando su vida ejemplar:

Cuando nos sintamos llenos de gratitud por las gracias de Dios que hemos recibido a través de la Encarnación y por los ejemplos de la vida de Jesucristo, miremos a la Santísima Virgen como el canal por el que todo ese bien ha llegado hasta nosotros y hagamos con tal motivo actos de amor hacia Ella.

Al ejecutar nuestras acciones, pongamos los ojos en las de la Santísima Virgen y pensemos que el mayor honor que podemos tributarle es imitar sus virtudes; en particular su pureza, ya que somos esposas de Jesucristo; su humildad, ya que por esa humildad Dios ha hecho obras grandes en Ella; su desprendimiento de todas las cosas de la tierra, ya que desde sus primeros años estuvo separada de sus padres; dedicando así a esas tres virtudes que se dan en Ella todas las acciones de nuestra vida, suplicándole se las ofrezca a su Hijo.

Compromiso:

  • En este tiempo de adviento debo intensificar mi oración y prepararme adecuadamente para poder decir siempre “sí” al Señor en mi camino discipular.
  • En nuestro grupo, familia, comunidad: realizar alguna obra de caridad que sea un reflejo de la luz y del amor del Señor.

Oración final

Dios Santo, dador de todo bien:
desde siempre una Virgen fue elegida c
omo cuna de amor donde nacería tu Hijo, Jesús el Emmanuel, Hijo del Altísimo,
Príncipe de la Paz y poderoso consejero.
Señor, sé que desde ese preciso instante,
desde el “Hágase” de la Hija de Sión,
nos visitó la Luz de las naciones.
María alabó las maravillas de Dios
y por obra del Espíritu proclamó tu nombre.
Derrama, Señor, tu Espíritu;
baja del corazón de tu Hijo
y toca nuestros corazones.
Ninguna cosa es imposible para Ti,
toca mi corazón, Señor,
y muévelo a decir SÍ a tu proyecto.
“Hágase en mí según tu Palabra”.
Hágase como Tú quieres.

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