I.- Los PP. Paúles en Madagascar
No es ocasión esta de contar de nuevo la epopeya misionera escrita con sudores—y con, sangre a veces—,por los misioneros del tiempo de S. Vicente en tierras de Madagascar. Quien desee recordarla relea las inspiradas páginas escritas por P. Herrera en su «Historia de la Congregación de la Misión». Baste decir que el fallido intento de evangelización de la gran isla costó en veintiséis años 27 misioneros a la pequeña compañía. Quien desee recordar el amor de S. Vicente por la isla roja, que relea la correspondencia del Santo con los misioneros y las emocionadas palabras de sus conferencias cuando hablaba de Madagascar.
Desde el 4 de septiembre de 1674, en que los PP. Roguet y Montmason abandonan la isla siguiendo órdenes del P. Almeras, hasta los comienzos de la definitiva evangelización, emprendida por los PP. Jesuitas en 1845, Madagascar es un desierto misionero.
Los PP. Jesuitas se dan pronto cuenta de que no pueden llevar a cabo solos la ingente tarea y acuden, como es natural, a aquellos que fueron los obreros de primera hora. Es una pena que el P. Etienne tenga que rechazar la oferta por no permitirle el estado de la Congregación el envío de misioneros. Sólo, años más tarde, en 1894, llegan de nuevo los Hijos de S. Vicente a la isla que él tanto amó. Y, como es también natural, su campo de acción será el mismo de los antiguos misioneros: el sur de la isla. Una tercera parte de la isla, la más pobre, la más difícil estará desde entonces encomendada, a los afanes apostólicos de los PP. Paúles franceses, que han desplegado un celo admirable.
En 1953 dividen su parcela misionera con los PP. Asuncionistas, Tulear, el sudoeste de la isla, se convertirá en 1958 en diócesis, desgajada de la enorme de Fort Dauphin. A la vez queda constituida la diócesis de Farafangana, también desmembrada de la de Fort Dauphin y confiada asimismo a los Paúles franceses. A pesar de estas desmembraciones y divisiones, signe siendo excesivo territorio confiado a nuestros hermanos de Francia, quienes, conscientes de su insuficiencia, piden refuerzos insistentemente a otras provincias.
Los primeros en acudir a la ayuda de los Padres franceses son nuestros hermanos de la Provincia de Turín. En 1362 llegan los primeros, que se hacen cargo de una extensa zona, la más cercana a la altiplanicie, perteneciente a las diócesis de Fort Dauphin y Farafangana y que pronto se convertirá en la floreciente diócesis Ihosy. En la actualidad cuenta con doce misioneros y año a año van llegando nuevos misioneros. Las primeras Hermanas italianas han llegado ya a colaborar con ellos.
II.-Los PP. Paúles españoles en Madagascar
Los últimos, hasta ahora, en llegar hemos sido los españoles. Las ansias misioneras de las generaciones vicencianas, jóvenes y no tan jóvenes, impulsaron al Visitador de la Provincia de Madrid, Padre Domingo García, a pedir en la última Asamblea General una Misión en África. El M. R. P. General, que sabía las apremiantes necesidades de esta misión tan nuestra, encauzó hacia Madagascar la petición.
En septiembre de 1964, el P Julián Tobar, misionero cargado de experiencia y celo, acudió a Madagascar a inspeccionar el territorio misional que se nos ofrecía. Su informe debió ser satisfactorio, ya que, arreglados todos los trámites necesarios, el 24 de septiembre de 1965 zarpábamos de Marsella para Madagascar los seis primeros misioneros españoles: PP. Manuel Coello, Julio Herrero, Manuel Garrido y José Luis Cuesta y los HH. Francisco Martínez y Clemente López. El 15 de octubre, fiesta de Santa Teresa, desembarcábamos en Tamatave.
En Fort-Dauphin fuimos acogidos con verdaderas muestras de afecto y fraternidad por todos los PP. de la Comunidad, encabezados por el actual Visitador, P. Francisco Brillet, y por el Visitador saliente, P. Clemente Cassan, que tanto había trabajado por nuestra venida. Descansamos unos días en su grata compañía, y el día 23 de octubre comenzamos una gira de diez días para conocer nuestra Misión del Androy.
III.-La Misión del Androy
A) Geografía Física
La mejor descripción del Androy es su mismo nombre. Androy significa tierra de los espinos. Está situada esta región en el extremo sur de Madagascar, entre los ríos Menarandra y Mandraré, toda ella al sur del Trópico de Capricornio. 18.800 Km.2 El Informe del Comisariado del Plan de Desarrollo Malgache llama al Androy «verdadero ‘fin del mundo». Desde el Cabo Santa María al polo sur no hay otra tierra habitada. El relieve físico es poco pronunciado. Estarnos ante un caso típico de llanura sub- desértica tropical. Sólo al norte se rompe la monotonía de las tierras llanas, rojizas y arenosas con algunas pequeñas montañas.
El clima es seco y caluroso. La media máxima no baja de 300 ningún mes del año. Los días de lluvia oscilan entre 30 y 40 al año, con unos 350 mm. anuales.
El único río que recorre el Androy es el Manambovo. Durante nueve meses del año su cauce está seco, cubierto de arena, bajo la cual, en su curso superior, a una profundidad de medio metro, puede encontrarse agua. Las corrientes subterráneas de agua son casi inexistentes o a profundidades inasequibles, lo que hace difícil o imposible la construcción de pozos.
En el Androy, el rey de los animales es el buey, el cebú, de prominente joroba, única riqueza de sus habitantes y enemigo número uno de su desarrollo agrícola y forestal. El estudio de su fauna típica actual o desaparecida es sumamente interesante, pero sólo para los especialistas.
La flora, influenciada totalmente por el clima y por la acción destructora de los cebúes y de los hombres, se reduce a una variedad inmensa de plantas espinosas y de árboles sin apenas hojas, de madera esponjosa.
Copio textualmente la descripción que Lieuteney hace del Androy en una de sus «Cartas desde el sur de Madagascar»: «Venía yo al Androy dispuesto a poner en claro las extravagantes descripciones de la región, mas me he visto obligado a rendirme a la evidencia.
Tan pronto como se franquean las últimas montañas de la gran cordillera, que acaba al oeste de Fort-Dauphin, se entra en una región donde la naturaleza parece hacer acumulado los contrasentidos. Su vegetación es única en el mundo. Se marcha en plena selva, pero una selva de ensueño submarino, una selva de árboles sin hojas, cubiertos de grandes muñones siniestros. A sus pies, un lecho dé cactos y por encima de estos matorrales, un bosque de árboles fantásticos: el sabudra o árbol salchicha, el famata, cuyas hojas tienen forma de pepinos, el vonitaka, enorme cigarro de tres o cuatro metros, recubierto de espinas. De trecho en trecho, un baohab monstruoso y deforme. Algo horrible.
Todas estas ramas os rodean y amenazan como tentáculos. Esta naturaleza es hostil. Ni una planta sin espinas. No hay agua. No llueve jamás. Y el colmo de esta pesadilla de selva es que es una de las regiones más pobladas de Madagascar. En los claros se ve salir de entre estos cactos, desnudos, aullando, blandiendo su lanza, danzando enlazados una danza violenta y fiera, a sus habitantes, los Antandroy. ¿De qué viven ellos?, ¿de qué viven sus rebaños? ¿Qué beben? Estos bueyes permanecen meses sin beber y se contentan con el rocío de la mañana y el jugo de estos cactos.» La cita ha sido larga, pero es de un gran conocedor de la región.
B) Geografía humana
Nuestra región está habitada por 185.000 almas. La mayor parte son Antandroy. Ciertamente hay pequeños núcleos de baras y de originarios del altiplano y de gentes asiáticas, chinos e indios, pero no forman un número considerable.
Los Antandroy no tienen un origen común. Distintas corrientes migratorias han dado nacimiento a este grupo humano homogéneo, que, si tiene caracteres comunes, se lo debe a la tierra donde ha vivido durante siglos.
El Antandroy es fuerte, resistente a la fatiga, capaz de hacer grandes marchas bajo un sol hirviente, con un mínimo de agua y alimentación. El Antandroy es de una gran vivacidad le espíritu, de pronta respuesta, altivo, abierto. Su simplicidad refleja su origen africano en contraste con la doblez asiática de otras razas de la isla. El Antandroy es enérgico, pero no ama el trabajo. Los que han escrito sobre esta singular raza han sido en general crueles e injustos con ella. Ya Flacourt, en tiempos de San Vicente, dice de los Antandroy: «Son éstos los más grandes aduladores, mentirosos y dobles del mundo, gentes sin corazón, que tienen como virtud traicionar y engañar, prometiendo mucho y no cumpliendo nada. Son aficionados a bromear y a reír y a hacer mil bufonadas.» Medio siglo más tarde, Drury, casado con una Antandroy, dice de ellos: «De entre todos los habitantes de la isla, los más pérfidos y malvados son los Antandroy.» Si no temiéramos alargarnos demasiado podríamos multiplicar los testimonios de la mala fama de los habitantes del Androy. Y no sólo los escritores europeos han mirado con malos ojos a los Antandroy. Las tribus y demás razas de la isla aún hoy les desprecian y les miran con desconfianza.
Hoy, en cambio, se tiende a rehabilitarles. Así describe Geoges Ming en su libro «Sur les pistes de Rouge» a los Antandroy: «En este país, sin encanto aparente, vive el pueblo más primitivo de Madagascar, mas también, y quizá por eso, el más atrayente. Impulsivos, pendencieros, francos, son hombres sin segundas intenciones.»
El Antandroy tiene tres deportes nacionales: El robo de bueyes, la lucha y la danza. El robo de bueyes constituye su más preciado timbre de gloria. Quien no es capaz de robar un buey no es hombre digno de este nombre. La lucha antandroy es parecida a la lucha canaria y apasiona al hombre de la tierra de los espinos La música y la danza son el alma de los grandes acontecimientos de la vida del sur: circuncisión, casamientos, funerales, etcétera.
C) Geografía política, económica, etc
Nuestra Misión del Androy comprende dos Subprefecturas, la de Ambovombé y la de Bekily, con un total de 185.000 habitantes en 18.800 Km 2, lo que da una media de más del 10 por 100 de habitantes por kilómetro cuadrado, algo más que la media de la isla, que es de 8,9 por kilómetro cuadrado. Forman parte de la Prefectura de Fort-Dauphin y de la provincia de Tulear.
Las vías de comunicación, es decir, las carreteras, son todas ellas de tierra y, aunque en mal estado e invadidas de arena frecuentemente, son practicables todo el año. En todo el Androy no hay un metro de carretera asfaltada. La más importante es la Nacional 13, Tananarive-Fort-Dauphin, que atraviesa de norte a sur todo el Androy.
Hay en toda nuestra Misión diez centros sanitarios, con siete médicos, diez comadronas y once enfermeras. Como se puede apreciar, los recursos sanitarios son muy deficientes. Pero aún está peor el aspecto escolar. Sobre una población escolar de 25.000 niños, sólo reciben educación, sea en centros estatales o privados, 1.541, o sea, un 6 por 100, siendo esta tasa de escolarización la más baja de la isla, que tiene un 55 por 100. El número total de maestros es de 35. La enseñanza media no existe prácticamente en la misión.
La agricultura tiene escasa extensión. Sólo en algunos núcleos, como Ambovombé tienen alguna importancia: maíz, mandioca, «pois» del Cabo y un poco de arroz. La minería está representada por una sola explotación de importancia: la de la mica de Ampamandrava, cerca de Bekily, que es, sin duda, la más importante de Madagascar. La industria, en el sentido moderno de la palabra, no existe en el Androy. Hay, con todo, una modesta industria artesana derivada de las pieles del ganado vacuno. En las cercanías de Fau Cap hay una pequeña pesquería.
La ganadería es sin duda la principal riqueza del Androy. El ganado bovino asciende a la cifra nada despreciable de 329.220 cabezas controladas, dando un 2,5 por habitante. Esta cifra hay que elevarla por arriba del medio millón si se incluyen las reses no controladas. El ganado porcino está representado por 2.200 animales. La renta «per capita» en ambos distritos, la más baja de la isla, es de 4.370 antiguos francos franceses, según el siguiente origen: agricultura, 1.320; ganadería, 2.230; pesca, 30; bosques, 590; diversos, 200. 0 sea, que el antandroy medio se tiene que arreglar con menos de 500 pesetas al año. Así no es de extrañar la pobreza de su vivienda ni lo humilde de su atuendo ni el atraso social de sus habitantes. Para colmo de males, todo el comercio de alguna importancia está en manos de los habitantes del altiplano o de chinos e indios.
D) Geografía religiosa
La mayor parte de la población es pagana: 170.000. El antandroy es profundamente pagano. La manifestación más arraigada de su religiosidad es el culto a los muertos. Ciertamente cree en un Dios Creador de todo, Andiamanitra—noble perfumado—, pero su lejanía le inquieta poco. Son los antepasados los que perturban su tranquilidad y a los que hay que tener contentos para que les dejen tranquilos. En los funerales tienen lugar verdaderas hecatombes, según la magnitud del rebaño del muerto.
El antandroy es sumamente supersticioso. Cree en los «kokolampos» o genios del mal, a los que hay que aplacar con música. Su vida está rodeada de «fady», de tabúes. Es poligamo y entre ellos no se considera el matrimonio como indisoluble.
Los protestantes representan un 5 por 100 de la población total, pertenecientes casi todos ellos a la Iglesia Luterana Noruega de Norteamérica. Ellos se adelantaron a los católicos en la evangelización del Androy y conservan la ventaja. Sus iglesias, sus centros sanitarios, sus medios económicos no se pueden comparar con los pobres y reducidos de los católicos. Su número es de 10.009.
Los católicos que dependen de nuestra Misión son solamente 5.000. Algo más del 2,5 por 100 de la población. Las conversiones son difíciles por la escasez de misioneros, por la poligamia, por la afición al robo de bueyes y por el apego a sus tradiciones paganas. La misión en el Androy comenzó en 1935 y hasta hace muy poco un soló misionero se encargaba de su conversión y atención espiritual. Én la actualidad la misión católica está organizada en tres centros:
- Ambovombé, fundado en 1935, dedicado a la Inmaculada Concepción, tiene 50.000 habitantes, 1.620 católicos y 3.000 protestantes. Cuenta con un sacerdote y tres catequistas, una escuela de niños con 80 alumnos y un hermoso hospital que atienden las Hijas de la Caridad. Estas, además, visitan a los pobres, enseñan el catecismo y tienen una escuelita de niñas muy bien equipada, pero que no funciona todavía por escasez de personal.
- Tsiombé: Este puesto tiene una iglesia dedicada a San Pedro y 62.000 habitantes, de los que 2.009 son católicos y 5.000 protestantes. Tiene sacerdote desde 1955, al que ayudan cuatro catequistas. Las Hijas de la Caridad tienen una casita recién construida. Las cuatro de la Comunidad son malgaches y despliegan una amplia labor apostólica: visita de pobres y enfermos por los pueblos, enseñanza del catecismo y cuidado de la iglesia. El movimiento misional alemán «Misereor» tiene prometida la construcción de un colegio.
- Bekily: 56.000 habitantes, con mil católicos y otros tantos protestantes. Cuenta con sacerdote residente desde 1955. Tres catequistas. Dos escuelas católicas, con dos maestros y ’70 alumnos. Una de ellas no funciona en la actualidad porque su maestro está cumpliendo el servicio militar.
Cada uno de estos centros tiene varios puestos misionales que el misionero visita con la frecuencia que su número se lo permite.
Antanimora: El centro de la nueva Misión de los PP. Paúles se establecerá en este pueblecito de 800 habitantes. La razón más fuerte es su situación en el centro del Androy. El Señor Obispo de FortDauphin ha comprado, para la instalación de los misioneros en Antanimora, un complejo de edificaciones en muy buen estado, que servirán para residencia de los Padres, casa de las Hermanas, cuando vengan, e instalaciones de la futura diócesis de Antanimora.
IV. Conclusión
Este es el nuevo campo de apostolado misionero que hemos aceptado en Madagascar los PP. Paúles de la Provincia de Madrid. Esperamos que pronto vengan a participar de este trabajo apostólico las Hijas de la Caridad de las provincias españolas. La misión es difícil, pero prometedora. Esperamos también la cooperación de todos: Padres, Hermanas y almas llenas de celo misionero. Vuestra ayuda espiritual y material será el acicate de nuestra eficacia misionera.