Mi nombre es Sor Hanna Jozefowicz, soy de Polonia, Provincia de Chelmno-Poznan donde entré Hija de la Caridad hace 31 años. Mi vocación nació en la Casa Provincial de Chelmno donde participé en un retiro espiritual para la juventud, allí visitamos a personas mayores enfermas y a niños disminuidos. Yo admiré la delicadeza y ternura de las Hermanas que estaban a su servicio, como la mejor de las madres, queriendo a estas personas que sufrían y… yo quise hacer lo mismo.
Soy enfermera. Durante 18 años he trabajado en hospitales, en los servicios sociales y en las casas. Nunca me he olvidado de las personas con quienes he colaborado, los enfermos a quienes serví, o a las Hermanas de mis diferentes Comunidades. Hoy, los tengo en mi corazón y los presento a la Virgen en nuestra capilla de «Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa» para que ella les ayude y los cuide con su ternura maternal, y, pido para los que ya han ido a la casa del Padre, que ella los acoja en el Reino de su Hijo y enjugue las lágrimas de sus sufrimientos terrenos.
En 2006 me llamaron a la Casa Madre para servir en la Secretaría General. Mi misión, además del trabajo de secretaria, es, entre otras, el acompañamiento de las Hermanas de las Provincias de Polonia cuando vienen a diferentes reuniones, sesiones y retiros internacionales. En esas ocasiones busco en mis archivos pequeños detalles para compartir con ellas sobre los lugares Vicencianos y la Casa Madre. Admiro el deseo de las Hermanas de conocer bien a San Vicente y a Santa Luisa que estuvieron tan atentos a la voluntad de Dios, a la Iglesia y a los pobres.
En mi vocación de Hija de la Caridad me beneficio de los salmos. Están conmigo en cada momento de mi vida, y los recuerdo… «Dios mío Tu eres grande, eres bello«. Mi lema son unas palabras de San Pablo; me gustan, aun cuando a veces no lo vivo de verdad: «Estad siempre alegres en el Señor: os lo repito, estad alegres. Que vuestra mesura sea reconocida de todos los hombres. El Señor está cerca. No os inquietéis por cosa alguna; antes bien en toda ocasión, presentad a Dios vuestras peticiones, mediante la oración y la súplica, acompañadas de la acción de gracias.» (cf. Fil. 4, 4-6)
Gracias, Señor Jesús, por la gracia de la Fe y de mi vocación. ¡Ayúdame a seguirte fielmente!