- LA FORMACIÓN, RECORRIDO DE TODA LA VIDA
Las Constituciones de las Hijas de la Caridad describen el camino de formación de la Hija de la Caridad en términos que pueden ayudarnos a describir el proceso vivido por Luisa de Marillac: «Según dice la Sagrada Escritura, cuando Dios escoge a alguien para una vocación particular; Él mismo se compromete a señalarle el camino. Poco a poco, a la luz del Espíritu, la senda se perfila». La vida de Luisa y su formación humana y cristiana se entienden desde esta perspectiva: Dios quería contar con ella y le ha ido mostrando el camino, ofreciéndole los medios necesarios para poder responder a esta vocación.
«La Compañía concede una gran importancia a la formación inicial así como a la formación continua para fortalecer las motivaciones y el dinamismo de la vocación, ofrecer a los pobres un servicio de calidad y conocer y discernir los signos de los tiempos». La vida entera de Luisa, desde sus primeros años en Poissy, su formación juvenil o en el matrimonio, hasta su plenitud en el servicio de animación a las Cofradías de la Caridad o a las primeras Hijas de la Caridad, ha sido tiempo de formación vivido y compartido para el mejor servicio a los pobres. En Luisa, como en nadie, comprendemos que «la formación, recorrido de toda la vida, prepara a las Hijas de la Caridad a dar respuestas siempre nuevas a las continuas llamadas de Dios». Entendemos también que el tiempo de la formación coincide con el tiempo de la vida entera.
Formación humana y cristiana son inseparables, puesto que «la formación tiene como finalidad ayudar a vivir la vocación como una configuración progresiva con Cristo, en una fidelidad renovada al Espíritu y al fin de la Compañía». Esta es, a mi parecer, la perspectiva desde la que comprendemos la calidad de la formación de Luisa de Marillac.
Juan Corpus Delgado
CEME, 2010