El Seminario Kenrick ha tomado el nombre de su fundador, el Sr. Pedro Richard Kenrick, quien durante cincuenta y cuatro años fue Arzobispo de San Luis y cuyo recuerdo ha quedado grabado en los corazones de todos.
Bajo el nombre que lleva actualmente, el Seminario de Kenrick es de fundación reciente; esto no obstante, bien puede asegurarse que entre los Seminarios de San Vicente, este se encuentra a la cabeza del de Girardeau (Misuri) y de Santa María de Barrens, del cual es continuación, y tiene, históricamente considerado, un lugar preferente en los anales religiosos del Oeste.
Á principios de 1818, el Venerable Sr. Félix de Andreis, fundador de la Congregación de la Misión en los Estados Unidos, accediendo al deseo del Sr. Dobourg y a los repetidos ruegos de la colonia católica del condado de Perry (Misuri), consintió en instalar el Seminario de Santa María. El Sr. D. José Rosati, C. M., fue el primer superior. Tuvo por compañero, en la fundación del Seminario y durante los primeros días de su existencia, a los Sres. Dahmen, Caretti, Ferrari y Cellini, hijos, como él, de San Vicente de Paúl. La pobreza y las privaciones abundaban a los principios, pero el heroísmo y el celo que animaban a los fundadores de esta casa lograron triunfar de todas las dificultades, y los Barrens vinieron a ser muy pronto corno el faro de la ciencia eclesiástica en medio del desierto que formaba entonces el gran valle del Mississipí.
El Sr. de Andreis, fundador del Seminario de Santa María de Barrens, nació en San Luis el 15 de Octubre de 1820. Durante los tres años que estuvo en la Diócesis ejerció el cargo de Vicario General, en nombre del Sr. Dabourgs, y tuvo a su cargo la sola iglesia de San Luis: su muerte fue acompañada de tales acontecimientos, que fueron mirados por todos aquellos que le conocían y le amaban, como señales de lo alto que atestiguaban su santidad. Su cuerpo fue sepultado en la iglesia de Barrens, donde se le condujo desde San Luis en medio de un cortejo fúnebre que ofrecía el aspecto de una marcha triunfal. Poco después de su fundación, el Seminario de Santa María contaba con diez y ocho discípulos, y durante los años siguientes fueron aumentando paulatina pero constantemente; en los treinta primeros años tuvo hasta treinta y cinco, número verdaderamente muy crecido en aquellas circunstancias.
En 1826, el Sr. Rosati fue nombrado Coadjutor del Sr. Obispo de Nueva Orleans, dándole en Breve apostólico el Papa León XII la orden terminante de aceptar el cargo y de desempeñar pronto sus funciones. El año anterior, el Sr. Rosati había rehusado el Vicariato apostólico de la Florida. En 1826, después de la división de la Diócesis de Nueva Orleans, fue el primer titular de la iglesia de San Luis: durante los tres años de Obispo Coadjutor, había continuado su residencia en el Seminario.
El Sr. León de Nekere, C. M., sucedió al Ilmo Sr. Rosati en el cargo de Superior, con la particularidad de que, aun antes de establecerse éste último en San Luis, estaba ya a la cabeza del Seminario. Era el Sr. Nekere un hombre de notable inteligencia, pero de salud delicada. Daba conferencias en inglés, español, francés, alemán, italiano y flamenco, pues hablaba correctamente todas estas lenguas, de donde nacía principalmente cierto carácter cosmopolita con que se distinguía el establecimiento que gobernaba. No mejorando su salud en el Misuri, el Sr. Nekere fue enviado por sus Superiores a la Luisiana, y en 1829 fue consagrado Obispo de Nueva Orleans.
En 1822 llegó a Barrens un joven estudiante francés, que entró en el Seminario de los Sacerdotes de la Congregación; fue ordenado de Presbítero al año siguiente, siendo después uno de los que más influyeron en la vida del Seminario. Su nombre era Juan María Odín; fue como el brazo derecho del Sr. Nekere, y cuando éste se retiró, en 1826, él le sucedió como Superior del Seminario. El Sr. Odín tuvo por compañero en el Seminario interno un americano llamado Juan Timón; los dos se unieron con estrecha amistad, y más tarde, por espacio de veinte años, estuvieron íntimamente unidos en las obras que emprendieron por la gloria de Dios y la salvación de las almas, tanto como Profesores del Seminario, cuanto como Misioneros en el Misuri, Arkansas y las Tejas. De 1826 a 1830 los Sres. Odín, Timón y Paquín fueron los únicos Sacerdotes de Barrens. En 1830 el Sr. Tornatore llegó de Italia y fue agregado al profesorado. El día semanal de asueto, el sábado y el domingo, los consagraban a dar misiones entre los habitantes de sus alrededores. Los Sres. Odín y Timón llevaban cada uno, por compañero, un seminarista, saliendo ordinariamente el sábado para los pueblos, distantes a veces muchas leguas. Allí, el Sacerdote oía las confesiones y administraba los Sacramentos el sábado por la tarde y el domingo, mientras el seminarista predicaba y catequizaba al pueblo.
El Sr. Odín fue Superior hasta el 1833, en cuyo año hizo un viaje a Europa, a fin de adquirir recursos pecuniarios y Sacerdotes para el Seminario y Misión que de él dependían. Durante este viaje y hasta su regreso, en 1835, el Sr. Timón ejerció el cargo de Superior. Uno de los resultados de este viaje fue el nombramiento del Sr. Timón como primer Visitador de los Lazaristas (Paúles) en los Estados Unidos. Hasta entonces este país no había sido más que una simple Misión dependiente de la Provincia de Italia. El nombramiento del Sr. Timón como Visitador hizo pasar la dirección del Seminario a manos del Sr. Paquín, que la tuvo hasta el año 1843. Entre los que vinieron a Barrens con el Sr. Odín en esta época ó poco después, merecen especial mención los Sres. Gandolfo, Rolando, Mignard, Raho, Giustiniani, Parodi, Figari, Chandy, Burke y Collins. La vida de todos estos señores se identifica, por decirlo así, con la del Seminario de Santa María desde 1835 a 1843, época en que el Sr. Odín fue nombrado Vicario apostólico de Tejas. Cinco años después (1848) fue elegido Obispo de Galveston, y en 1861 creado Arzobispo de Nueva Orleans.
La Revolución suprimió la Congregación en España, y el Sr. Armengol, juntamente con los Sres. Alabao y Domenech, se refugiaron en América, viniendo a aumentar en 1835 el profesorado de Santa María. En 1838 otro grupo de Sacerdotes de la Congregación dió nuevo refuerzo al personal, abandonando la España é Italia para trasladarse a América; entre ellos figuran los Sres. Amat, Masnou, Calvo, Cercoss, Burlando y Demarchi, de los cuales, los dos primeros fueron enviados a la Luisiana, y todos los demás se quedaron en Barreus.
Durante los años que siguieron a su nombramiento de Visitador, el Sr. Timón recibió en Barrens diferentes auxilios en las personas de los Sres. Maller, Sareta, Pascual, Penco, Bogliosi, Roata, Babier, Frasi, Verrina, Anthony, Kanowd, Adrieu, Andrieux, O ‘Keefe y Mac-Gerry.
Desde 1823 estaba abierto un Colegio en Barrens, el cual fue considerado como necesario para venir en ayuda de nuestra Residencia; pedían muchas familias un establecimiento de este género; así es que el número de discípulos llegó bien pronto a 8o próximamente, y más tarde, en 1833, ascendió a 130.
En 1844 el Colegio fue trasladado a Cap-Girardeu, y la Casa de Santa María continuó bajo la dirección del Sr. Domenech, C. M., siendo a la vez Seminario mayor y menor. Los cursos de Teología quedaron reservados únicamente a los estudiantes de la Congregación de la Misión, honrándose un buen número de eclesiásticos seculares y de Señores Obispos, de haber pertenecido a él, quienes miraron siempre el Seminario de Santa María como a su AlmaMater.
Además de las numerosas privaciones impuestas por la pobreza, tuvo que sobrellevar el Seminario de Santa María, por el espacio de medio siglo, la carga de dos grandes necesidades para el bien de la Iglesia. Las Misiones dadas continuamente en todo el país, desde el Misuri hasta el golfo de Méjico, y hacia el Oeste hasta los términos de Arkansas, y la pérdida de sus hombres más notables, a los cuales se les confió el cargo del Episcopado.
Las largas Misiones dadas por el Misuri, Arkansas y las Tejas eran cosa ordinaria; frecuentemente duraban semanas, y a veces meses enteros, no volviendo los Misioneros a Barrens sino para emprender su marcha en otra dirección después de haber descansado algunos días. Los nombres de Rosati, Kekere, Odín, Timón, Eynch, Amat, Domenech y Ryan, tendrán un lugar honorífico entre el Clero americano, y sus hechos como Obispos y Arzobispos dan bastante a entender lo mucho que perdería la casa cuando se les quitaba.
En 1859 fue establecido el Seminario mayor para la educación del Clero, después de algunas mudanzas y traslaciones a Cap-Girardeu, donde quedó hasta la apertura del Seminario Keurik en 1893. El Sr. Jacques Mac Gill, C. M., fue Superior desde 1859 a 1863; en esta época fue reemplazado por el Sr. José Aliceri, C. M.; en 1868 el Sr. Antonio Verrina sucedió al Sr. Aliceri, y en 1876 le sucedió M. J. G. Hickey, C. M. En 1884 la dirección de la Casa pasó a manos del M. P. Mac Hale, C. M.; siguieron después el Sr. P. V. Byrne, C. M., en 1887, y el Sr. F. V. Nugeut en 1889. Este último fue Superior hasta 1893, época en la cual el Seminario fue trasladado a Sán Luis.
Poco tiempo después de la celebración de sus bodas de oro por su elevación al Episcopado en 1891, el Ilmo. Kenrick, Arzobispo de San Luis, adquirió la propiedad del antiguo convento de la Visitación.
Su Excelencia transfirió la propiedad al Sr. D. Tomás J. Smith, Visitador de la Congregación de la Misión, para hacer en él las obras convenientes y servirse de él para Seminario. Los trabajos de la, reparación del antiguo convento en consonancia con las necesidades del Seminario fueron comenzados inmediatamente y llevados felizmente a su término. Mas para hacer de este edificio viejo y en mal uso un Establecimiento que satisficiese las nuevas necesidades, hacía falta mucho dinero; preciso fue, pues, acudir a las diferentes parroquias de la ciudad, las cuales respondieron generosamente a los llamamientos que se les dirigieron de parte del Sr. Arzobispo; siendo acabados los trabajos de una manera tan satisfactoria, que el día de la apertura no se le miraba inferior a ningún Establecimiento de este género en el país, y pudiendo recibir a los estudiantes el 14 de Septiembre de 1893. La apertura oficial y su bendición no pudieron tener lugar hasta el día 21 de Septiembre de la semana siguiente, siendo ésta sin embargo espléndida, y anunciando ya de antemano el porvenir del Establecimiento. Pero la parte principal de esta ceremonia la constituía el Sr. Kain, nuevo Arzobispo de San Luis, el cual debía manifestarse por primera vez al público en San Luis y saludar a su Clero de una manera oficial. La ceremonia de la bendición, a la cual asistieron más de ciento cincuenta sacerdotes, fue seguida de un banquete en una gran sala del Seminario. Al terminar la comida, el Sr. Kain dirigió una alocución al Clero reunido y manifestó su afecto al Seminario, indicando, por otra parte, tan perfectamente la línea de conducta que se había propuesto seguir, que ella formará, a no dudarlo, la mejor conclusión de esta corta relación histórica. Véanse sus palabras:
«Alégrome sobremanera, y doy las más cordiales gracias a Dios de que apenas entrado en el Clero de San Luis, por una notable coincidencia, haya tenido que presidir la apertura del Seminario Kenrick. Yo contemplo este Seminario con el mayor placer, y tengo en él fundadas las más halagüeñas esperanzas; alégrome de que este Seminario se haya levantado a la sombra y bajo el prestigio del señor Kenrick, nombre al cual debe la Iglesia católica más que a otro cualquiera, en la historia de la Iglesia americana. Alégrome también de que los hombres que han de ser mis auxiliares en el trabajo de la evangelización, sean educados por los Hijos de San Vicente de Paúl; me gusta mucho el espíritu de San Vicente, y ruego por eso a Dios vivamente en mis oraciones que la caridad y el celo de San Vicente sean el espíritu dominante de los Sacerdotes de San Luis».
Tomado de Anales Españoles. Tomo IV. 1896