El Santuario de San Justino De Jacobis en Hebo (Eritrea)

Francisco Javier Fernández ChentoLugares VicencianosLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Antonio Caccetta, C.M. · Traductor: Rafael Sáinz, C.M.. · Año publicación original: 2003 · Fuente: Vincentiana, 2003.
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El 8 de agosto de 1853 San Justino anotaba en su Diario:

La noche pasada, los Shoho, guardianes de cabras, vieron a aquellos dos mismos leones que rugían ayer tarde cerca de nuestra casa. Los vieron pasear toda la noche al claroscuro de la luna hasta el nacer del día alrededor de nuestra iglesia de Hebo. Todos los rebaños, la tarde anterior, se habían refu­giado, por miedo, en lugar seguro. Los leones, mientras tanto, no tenían otro pensamiento, según parecía, que dar vueltas a la iglesia tranquilamente. Se dice en Abisinia que los leones suelen visitar y respetar los grandes santuarios. ¿Se deberá acaso a esto el que nuestra iglesia llegue a ser para los mismos musulmanes un gran Santuario?

Un «sueño» para la misión de Hebo

Si para Justino fue una consideración (y, quizá, algo más, visto que tenía dones no comunes) relacionada con la creencia popular de los «leones alrededor de una iglesia», para los Misioneros de Hebo se ha tratado de un «proyecto», convertido, poco a poco, en una qui­mera, a causa de los acontecimientos bélicos; un «sueño» siempre más lejano, pero que finalmente se ha realizado de manera maravi­llosa, coronando decenios de espera y de tantos sacrificios y preocu­paciones (no del todo acabados todavía).

Después de San Justino, la presencia de los Misioneros Vicencia­nos en Eritrea (y Etiopía) siguió la suerte y las alternas vicisitudes de la ocupación italiana de esos territorios. Como consecuencia, esa pre­sencia fue inestable y de poca incidencia. Sólo después de 1945, por iniciativa de Mons. Pane, C.M., con el apoyo efectivo de Mons. Kin­danemariam Kasá, primer obispo de Eritrea y Etiopía, se tuvo el con­sentimiento de la Santa Sede para una presencia de los Misioneros Vicencianos de Nápoles en Hebo, aldea que guarda celosamente la tumba de San Justino. Los notables del lugar ofrecieron el terreno donde después surgió la «Misión», con los varios complejos: Casa de los Misioneros-Escuela Apostólica, Casa de las Hijas de la Caridad con el Orfanatorio y el Dispensario médico, Iglesia parroquial, una vasta área donde, posteriormente, han surgido otras construcciones y tien­das de distinta clase, pozo, escuela (donada por la Parroquia de Santa María dell’Idria – Leche, Italia), biblioteca, capilla del cementerio y huertos para las exigencias de la Misión. La firma definitiva de los documentos relativos a la fundación se estampó el 28 de julio de 1948; su convalidación a escala civil tuvo lugar el 21 de junio de 1950.

Respecto a la Iglesia-Santuario ya Mons. Pane se prometía (1950): «Lo que surja será dedicado al Inmaculado Corazón de María y al gran Apóstol del culto mariano en Etiopía, nuestro Beato Justino…».

La primera piedra se colocó el 25 de junio de 1961, según un pro­yecto del arquitecto Sticchi. Las dificultades económicas, la guerra de liberación de Eritrea, además de hacer momentáneamente inoportuna e imposible la construcción, obligaron a que se revisara el primitivo proyecto (desproporcionado para el lugar y exigencias de culto) hasta llegar en los años noventa, después de varios pasos, al proyecto defi­nitivo del ingeniero Fidane Woldeghiorghis (EKIP), que respondía mejor a las nuevas exigencias y estaba en línea con la tradición y arquitectura oriental y copta. Otras dificultades han acompañado aún la realización del nuevo proyecto: en 1998, la guerra del Bedemé, con todas las consecuencias económicas, de escasez de materiales, de pro­blemas de transporte, de mano de obra; y no el menor, el desplome del campanario el 19 de abril de ese año, por fortuna sin consecuencia alguna para las personas y para las otras estructuras.

En todo caso, la fecha prevista para el Jubileo del 2000 no podía, por necesidad, ser mantenida, aunque el semisótano era ya posible utilizarlo.

28 de julio de 2002

La realización del sueño se concreta en un día, que esta vez fue respetado (aunque, como siempre acaece, «con el agua al cuello» y con tantas terminaciones de detalle pospuestas). Día en el que se recordaban los 150 años de bendición de la iglesita de San Justino en Hebo, donde hasta ahora ha sido venerada la urna del Santo, trasla­dada al nuevo Santuario.

Un sueño que se convierte en imágenes multicolores, impresas en los ojos de todos, cantos, sonidos, personas importantes que in­tervienen en representación del Gobierno y de las varias Religiones, centenares de peregrinos, con la fe y el afecto de siempre por su amadísimo Abuna Yaqob Mariam. Todos los obispos de Eritrea con Mons. Beniamino De Palma, anteriormente Visitador de Nápo­les, han concelebrado con el obispo de Asmara y han consagrado y bendecido el templo. Presente naturalmente el actual Vice-Visitador de Eritrea, P. Yosief Zeracristos; el Visitador de Nápoles, P. Giuseppe Guerra, y también el Vicario General, P. Fernández de Mendoza, en representación del P. General, empeñado en Toronto en la Jornada Mundial de la Juventud; el Asistente General de Misiones, P. Víctor Bieler, casi todos los Misioneros de la Viceprovincia de Eritrea y otros llegados de Italia y de Mozambique.

Ya el día anterior, los peregrinos fueron llegando ininterrumpi­damente, muchísimos a pie, precedidos en algún caso por un buey que ofrecer para la fiesta. Hebo, en toda su historia, no ha visto nunca tanta gente presente, finalmente exultante con aclamaciones de júbilo, dentro y fuera del Templo, por un sueño realizado en el nombre del Fundador, San Justino De Jacobis, con el concurso y sacrificio de tantos Misioneros y Bienhechores, algunos de los cuales gozan ya del premio eterno por sus fatigas. Es difícil expresar los sentimientos profundos del alma, más allá de las conmemoraciones de costumbre. Ha sido un acontecimiento extraordinario que para nosotros occidentales ha llenado la mente y el corazón de tanta emo­ción y admiración. La oración ha sido más sentida todavía porque, ¡en juego estaban la paz, la justicia, el bienestar, el progreso, la esta­bilidad, el futuro de Eritrea!

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