Conceptos clave en misiones populares 12: Celebraciones

Francisco Javier Fernández ChentoMisiones popularesLeave a Comment

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Autor: Luis María Martínez Sanjuan, C.M. .
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P1050400Hemos dicho que en nuestra forma de misionar se hace una opción clara por el «Anuncio» evangelizador en un intento de definir la Misión en el mismo sentido llevado a cabo por Pablo, cuando dice: no he venido a bautizar sino a evangelizar.

La pastoral ordinaria apoya y desarrolla con más fuerza lo sacramental y lo celebrativo. La tradición y las exigencias del pueblo llevan insensiblemente a esta opción. La pastoral extraordinaria misionera (y más todavía en el hoy de la Iglesia y del mundo) entendemos que debe orientarse claramente a los aspectos más catequéticos, de anuncio kerigmático y de reflexión antropológica.

No obstante, las celebraciones son imprescindibles en todo trabajo cristiano y, desde luego, en una misión. Eso sí, en coherencia con todo nuestro planteamiento misionero, intentamos darles un estilo de alegría y participación, un estilo cercano a la vida, un estilo que sea, a la vez que celebrativo, evangelizador.

Los evangelios, y particularmente el de Lucas, orientan esta elección y, por eso, la Eucaristía diaria, el Pregón, la Fiesta de los Niños, las Celebraciones Penitenciales y de los Mayores entre otras tratan de provocar en la gente la vivencia de una fe alegre, festiva y de alabanza gozosa; esa fe alegre y sorpresiva, mezclada de reconocimiento y alabanza, que impregnan el Canto de María y el encuentro (litúrgico) con el Resucitado de los de Emaús quienes, tras el desaliento, se convierten en anunciadores gozosos. Y aunque quizá hay personas que no entienden del todo este carácter explosivo de la fe, procuramos no renunciar a lo que entendemos como un estilo evangelizador, más que meramente ritual. A la vez, (y esta es una asignatura pendiente), procuramos vivir la opción un tanto escandalosa del Dios que derriba a los poderosos y enaltece a los humildes.

4 No podemos pasar por alto en nuestras celebraciones misioneras la alegría del hijo encontrado, la de Zaqueo sorprendido, el desconcierto de la samaritana, el reconocimiento feliz de la pecadora, la aceptación de los publicanos y marginados, el gozo de la misericordia-ternura del Padre…

Permitidme terminar con un testimonio-comentario de Léopold Sédar Senghor, que fue presidente del Senegal: «Cuando voy a misa en Francia, estoy distraído desde el principio hasta el final, porque es terriblemente aburrida. En cambio, en África —ya canten en latín y en gregoriano, o a varias voces, con lengua y música negro-africana— la misa es una celebración, una fiesta. Y se llega incluso a marcar el ritmo con los hombros, si es que no se danza. Cuando hice la primera comunión a los diez años, pensaba que en el cielo la mayor felicidad era cantar danzando». Creo que dice bastante de cómo debemos entender una celebración evangelizadora…

La pregunta subsiguiente creo que es clara: Las celebraciones en nuestra forma de misionar no son lo principal, pero, a pesar de todo, ¿no necesitaremos también «evangelizar» la celebración?

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