Conceptos clave en misiones populares 10: Anuncio

Francisco Javier Fernández ChentoMisiones popularesLeave a Comment

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Autor: Luis María Martínez Sanjuan, C.M. .
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Al llegar a este concepto clave era difícil, sin decir todo, decir menos. Pienso que este concepto, un poco más largo, no podía evitar un desarrollo con las precisiones que siguen.

P1020561¿Cómo creerán si nadie se lo anuncia? Pero, ¿qué anunciamos? ¿Se anuncia algo nuevo, o, algo viejo, o, lo de siempre? – No echéis vino nuevo en odres viejos. Hemos de estar convencidos de lo que anunciamos y de que somos portadores de un mensaje que no es nuestro [EN]. (No somos los poseedores del mensaje es el mensaje el que nos posee). Un mensaje que nos supera y que tiene el valor perenne de «lo nuevo».

El Anuncio puede «parecer» nuevo porque hemos pasado del anuncio «doctrinal» a un anuncio más «kerigmático». Pero quizá no es del todo nuevo si no hablamos, como pide Dios a los profetas, al corazón del Pueblo. Si no tenemos, como ellos, un sentido profundo de la realidad, de los hechos que adelantan o retrasan el reinado de Dios.

Últimamente nos hemos preguntado en un encuentro misionero: ¿Qué Dios anunciamos? ¿Anunciamos todos al mismo Dios? Porque, como alguien ha escrito, no es lo mismo que Rigan dijera cuando lo de Irak Dios está con nosotros que si lo dice Teresa de Calcuta en su trabajo con los pobres.

Está claro que Jesús pone del revés los «valores» corrientes de su mundo. Está claro que tanto el Anuncio de Jesús, como el Anuncio de la Primera Comunidad (kerigma) lleva el sello de la novedad. Y esto es lo que convence. Esta es, pues, la pregunta que debemos hacernos: ¿Cuánto de novedad evangélica tiene nuestro anuncio? – ¿Qué anunciamos, teología (la que sea) o el mensaje vivo de Jesús? – ¿Cómo nos situamos frente al Evangelio y frente al mundo?

San Vicente nos dice que se trata de «dar a conocer a Dios a los pobres, anunciarles a Jesucristo, decirles que está cerca el reino de los cielos y que ese reino es para los pobres» (XI, 387). Y además: «Puede decirse que venir a evangelizar a los pobres no se entiende solamente enseñar los misterios necesarios para la salvación, sino hacer todas las cosas predichas y figuradas por los profetas, hacer efectivo el evangelio« (XI, 391).

En este sentido el anuncio debe ir acompañado de un cierto comportamiento, actuación. Y el Anuncio general o por grupos ha de estar acompañado del Anuncio «persona a persona» y de toda una serie de actitudes que lo encarnan. No olvidemos que en los capítulos 5 y 9 de Lucas Jesús va iniciando a sus discípulos en la tarea evangelizadora con unos hechos que les muestran la bondad misericordiosa de Dios. Del Dios que deben anunciar.

Pero, estás consideraciones no nos deben hacer olvidar que en la Misión hay un tiempo específico para el Anuncio a todos. Lo dijo claramente Pablo VI en la EN: «El más hermoso testimonio se revelará a la larga impotente si no es esclarecido, justificado -lo que Pedro llamaba dar «razón de vuestra esperanza»-, explicitado por un anuncio claro e inequívoco del Señor Jesús. La Buena Nueva proclamada por el testimonio de vida deberá ser pues, tarde o temprano, proclamada por la palabra de vida. No hay evangelización verdadera, mientras no se anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, el reino, el misterio de Jesús de Nazaret Hijo de Dios (nº 19). Nuestro Proyecto encabeza este Anuncio específico señalando un objetivo:

«Jesús se fue a Galilea a pregonar de parte de Dios la buena noticia. Decía: Se ha cumplido el plazo, el reinado de Dios está cerca. Arrepentíos y creed la Buena Noticia» (Mc 1,14s.).

P1020567bConviene recordar a nuestras gentes con valentía (celo): – ¡Ojo!, ¿tú no vienes?… A lo mejor ni te hace falta… Aunque, ¿quién no necesita cambiar en nada? ¡No hagas que la gracia descienda en vano!… ¡No digas que no es para ti!…

El misionero se siente continuador de la Misión de Jesús que consistió en: «Proclamar de ciudad en ciudad, sobre todo a los más pobres, con frecuencia los más dispuestos, el gozoso anuncio del cumplimiento de las promesas y de la Alianza propuesta por Dios, tal es la misión para la que Jesús se declara enviado por el Padre» (EN 6). San Vicente, nuestro fundador, quería una Misión centrada en Jesús.

Por la misma fuerza interna del Mensaje, este ha de ser «liberador«: «Como núcleo y centro de su Buena Noticia, Jesús anuncia la salvación, ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre, pero que es, sobre todo, liberación del pecado y del Maligno, dentro de la alegría de conocer a Dios y de ser conocido por El, de verlo, de entregarse a El» (EN 9).

La parte culminante de la Misión comienza con el Anuncio del Mensaje salvador, realizado por grupos de edad. Normalmente, este Anuncio viene a ocupar una semana de trabajo misionero. A este anuncio le acompañan algunas «Celebraciones especiales».

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