Sesiones 6ª y 7ª
No habiendo concluido Sor Úrsula, su declaración en la sesión 5ª, la continuó en la 6ª y la concluyó en la 7a, que se tuvieron los días 3 y 8 del mismo mes y a la misma hora. El Tribunal lo formaron los mismos señores de la 5ª sesión, y, como Subpromotor de la Fe, asistió a estas y á, todas las demás sesiones secretas D. Manuel Basulto.
Sesiones 8ª y 9ª
Sor Juana Meoqui y Orgambide fue la testigo de vista que declaró en las sesiones 8ª y 9ª después de renovar, conforme está prescrito, en una y otra sesión el juramento en el Señor: Beati mortui qui in Domino moriuntur: (Apocalipsis, cap. XIV, vers. 13.). Estas sesiones se tuvieron los días 17 y 22 con los mismos señores ya indicados, y a la hora y lugar de costumbre, o sea en el despacho del Sr. Provisor. Desde el 22 de Marzo hasta el día 14 de Abril no hubo sesión, en atención a la semana de Pasión, a la Semana Santa y al Sínodo, que se tuvo después. Por esto no se determinó día alguno para la próxima sesión; mas, después del Sínodo, los Sres. Jueces, a instancia del Subpostulador, señalaron el 14 de Abril.
Sesiones 10ª y 11ª.
Estas fueron las sesiones en que declaró la testigo de vista Sor Rosa Llopart y Peiró en los días 14 y 16 de Abril. Todo sucedió como ya se ha indicado en las anteriores, sin que ocurriera cosa digna de especial mención.
Sesiones 12ª, 13ª, 14ª y 15ª
Los días 21, 28, 29 de Abril y 3 de Mayo se tuvieron las sesiones indicadas. Las cuatro fueron empleadas en Sor María Ferrer y Nin, la Hija de la Caridad cuya curación milagrosa, obtenida por la intercesión de la Venerable Sierva de Dios Luisa de Marillac, era el objeto del Proceso Apostólico. Por esto no es de extrañar que su declaración fuese más prolongada, pues a ella la comprendían todos los extremos de los 2’1′ interrogatorios y 21 Artículos. En cada una de las cuatro sesiones renovó el juramento, repitiendo la misma fórmula y del mismo modo que ya se ha dicho. Asistieron el Sr. Vicario General y los dos Jueces ya indicados con el mismo Sr. Subpromotor de la Fe.
La segunda sesión de Sor María, o sea la 13ª del Proceso, empezó siendo pública, porque antes que la testigo continuara su declaración los Sres. Jueces se constituyeron en Tribunal en la Capilla de Palacio para presenciar el juramento de otros once testigos, que, con los once anteriores y Sor Dolores Ferrer y Nin, que por estar enferma juró en su cama, suman los veintitrés que presentó el Subpostulador. Después de firmar cada testigo su juramento y los dos testigos instrumentarios, que también fueron dos Sacerdotes de la Congregación de la Misión, dar fe con su firma de su presencia, los Sres. Jueces y demás que intervienen en las sesiones secretas se trasladaron al despacho del Sr. Provisor, se constituyeron en Tribunal, y, cerradas las puertas, Sor María continuó su declaración, que hubo de seguir en la 14.a y no terminó hasta el 3 de Mayo, en que se tuvo la 15.a Aquí diré que cada testigo firma su declaración; y si no concluye en una sesión, firma en cada una de las que emplee lo que en cada una ha declarado.
Sesiones 16ª y 17ª
Los días 5 y 13 de Mayo se tuvieron las sesiones 16.a y 17.a, en la primera de las cuales declaró el Sr. Dr. D. José Gallud y Molina, que asistió a Sor María Ferrer y Nin durante su enfermedad, como Médico ordinario de la Casa Central de las Hijas de la Caridad en España, adonde fue trasladada la enferma pocos días después de su caída en Carabanchel. En la 17ª declaró el Sr. Dr. D. Aurelio del Río y Mozas, Médico especialista en las enfermedades de la espina dorsal, a quien se recurrió también para que practicara sus conocimientos en Sor María; así lo hizo, pero la enferma siguió cada día peor.
Después de la sesión 17ª fue preciso suspender las sesiones a causa de la muerte del M. I. Sr. Dr. Manuel del Moral, Juez delegado en el Proceso Apostólico; pues si se muere o renuncia o se ausenta uno de los Jueces, no se puede tener sesión, aunque asista el Sr. Obispo o el Sr. Provisor. La enfermedad se manifestó, según se ha dicho ya, el día 7 de Febrero, y desde el principio no fueron pocos los dolores que ocasionó al ilustre enfermo, pero siempre los sobrellevó con santa resignación a la voluntad de Dios y con un semblante tan apacible, que a los que lo visitábamos nos hacía creer que pronto se pondría bien. Sin embargo, pasado algún tiempo ya se pudo comprender que no curaría, a pesar de los solícitos cuidados de las personas que lo rodeaban y del médico de cabecera, como también del especialista, que le asistían, pues los dolores eran de día en día más intensos y los síntomas más alarmantes. Viendo por una parte que D. Manuel no saldría de su enfermedad, y por otra que el Sr. Provisor tenía que hacer un gran sacrificio a causa de sus múltiples é importantísimas ocupaciones, aunque, a la verdad, lo hacía con gusto, cada vez que asistía a una sesión, traté en varias ocasiones con Don Ricardo si convendría indicar al ilustre enfermo que renunciara al oficio de Juez en el Proceso. Varias veces resolvimos esta duda afirmativamente, y últimamente hasta teníamos preparada la renuncia, pero nunca nos determinamos a decírselo, por la sencilla razón de que una noticia de esta clase para él, que en medio de sus terribles dolores no olvidaba el Proceso, podía acelerarle la muerte: más vale, decíamos, que se retrase el Proceso, que dar un mal rata a Don Manuel; y murió sin haberle dicho ni una palabra acerca de la renuncia de su oficio en el Proceso. ¡Dichoso él, que después de haber trabajado con el celo de un apóstol durante toda su vida, murió lleno de méritos y de virtudes a la edad de 73 años, con una muerte preciosa; con la tranquilidad, con la fe, con la esperanza, con la caridad con que mueren los justos: Praetiosa in conspeetu Domini mors Sanctorum ejes (Psal. 115, vers. 5). Al día siguiente a su muerte acompañé al cadáver al cementerio y no me despedí de él hasta después de enterrado y de haberle rezado un responso.
Día 28 de Mayo.
Muerto D. Manuel, no se podía continuar el Proceso sin que antes el Sr. Obispo nombrara otro Juez en su lugar, pues su número debe estar siempre completo; de lo contrario, no puede haber sesión. Con este fin presenté al Ilustrísimo y Rvmo. Sr. Obispo una instancia, en la que acompañaba la partida de defunción de D. Manuel del Moral, para que se dignara señalar día y hora para la próxima sesión, que había de ser pública y solemne, como la primera, y en ella, nombrar el nuevo Juez y S. S. Ilma. y Rvma. se dignó señalar el día 28 de Mayo, a las once de la mañana, en la Capilla de su Palacio.
En ese día hubo dos sesiones, una pública y solemne por la mañana y otra secreta por la tarde. En la de la mañana el Sr. Obispo nombró Juez en sustitución de D. Manuel (q. e. p. d.) al Muy Iltre. Sr. Dr. D. José María Rodríguez del Valle, Canónigo, que era el que el Subpostulador, de acuerdo con los Sres. Jueces, había presentado al Prelado. Enseguida juró su oficio del modo que ya se ha dicho en la primera sesión y, según está prescrito, se leyeron las Letras Remisoriales. Asistió todo el personal afecto al Proceso, o sea el Excmo. y Rvmo. Sr. Obispo, el Ilmo. Sr. Vicario General, los otros tres Jueces, los dos Subpromotores de la Fe, el Subpostulador, dos testigos instrumentarios, que fueron dos Sacerdotes C. M., y el Notario actuario, quien levantó acta de todo y fue unida al Proceso, luego que la firmaron los arriba nombrados, menos el Subpostulador, el cual no firma ninguna sesión.
Concluida esta sesión, que fue la 18ª, á, petición del Subpostulador los Sres. Jueces determinaron que el mismo día, a las cuatro de la tarde, hubiera sesión, que fue la 19ª, a fin de que continuaran las declaraciones de los testigos. Así se hizo, y en ella declaró el testigo de vista. D. Eladio Arnáiz y Nebreda, Visitador de los Paúles en España y Director de las Hijas de la Caridad en la misma Provincia. Asistieron los cuatro Jueces delegados, el Subpromotor de la Fe, Don Manuel Basulto, y el Notario actuario. Esta sesión, como aquellas en las que declara algún testigo, fue secreta. Para la próxima, que fue la 20ª, señalaron el 31 del mismo mes.
ANALES1910