Vida espiritual de la Asociación de la Medalla Milagrosa

Francisco Javier Fernández ChentoAsociación de la Medalla Milagrosa, Virgen MaríaLeave a Comment

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Autor: Miguel Pérez Flores, C.M. · Año publicación original: 2001 · Fuente: Revista Virgen Milagrosa.
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Decir espíritu es decir principio de vida espiritual, lazo de unión entre los miembros de un grupo, norma que guía la actividad de la persona, signo y garantía de autenticidad de que se actúa conforme a los fines de la Asociación, es un estilo de vivir el sintonía con valores determinantes de la vida.

El Espíritu es el que da la vida

Cuando los Estatutos en el artículo 15.1 tratan de la vida espiritual alude a la unión vital con Cristo que se nutre de los auxilios espirituales. Al decir vi­da espiritual, se quiere decir que se vi­ve en conformidad a un espíritu deter­minado y propio. En la Asociación de la Medalla Milagrosa, se trata de vivir el espíritu propio de la Asociación. La Asociación de la Medalla Milagrosa es un ser vivo, tiene un espíritu que da valor especial, no sólo a lo que se hace como Asociación, sino a la vida espiri­tual de cada uno de los miembros.

Lo que entendemos por espíritu

El término espíritu es complejo. No es necesario meternos en esa compleji­dad, sino captar lo que es esencial al término. Espíritu es, principio de vida espiritual, lazo de unión entre los miembros de un grupo, norma que guía la actividad de la persona, signo y garantía de autenticidad de que se ac­túa conforme a los fines de la Aso­ciación, es un estilo de vivir en sintonía con valores determinantes de la vida.

Tratándose de una Asociación Maria­na, vivir según los valores vividos por la Virgen María deben ser los inspira­dores del comportamiento espiritual de sus miembros, teniendo en cuenta la situación de las personas: casadas, solteras, consagradas o simplemente cristianas. La apreciación que se ten­ga de la Virgen María puede cambiar en los matices. María es modelo de toda la Iglesia y en la Iglesia los esta­dos de vida son diferentes. Esta dife­rencia no quita el valor universal de María. Hija del Padre, Madre del Hijo y Esposa del Espíritu Santo, sino que la enriquece y se puede adaptar a las virtudes de la que también es Madre de la Iglesia.

María, la primera cristiana

Antes de que Jesús se encarnara en el seno de María de la cual oportuna­mente nació, ya fue madre al aceptar el designio de Dios manifestado por el Ángel. San Agustín lo expresó con aquella frase lapidaria: Más bienaven­turada es María al recibir a Cristo por la fe que al concebir en su seno la car­ne de Cristo.

Para no falsificar el valor cristiano de la Virgen, el Concilio Vaticano II ha in­sistido en la centralidad de Cristo para su Madre María que se consagró como esclava a la persona y obra de su Hijo, sirviendo con diligencia al misterio de la redención con Él y bajo Él. No fue María un instrumento meramente pa­sivo en las manos de Dios sino que cooperó a la salvación de los hombres con fe y obediencia libres, como dice san Ireneo: obedeciendo se convirtió en causa de salvación para sí misma y para todo el género humano. Pablo Vl, en la Exhortación Culto Mariano afirma que la devoción a la Virgen corresponde eminentemente al culto cristiano.

Si nos fijamos en la Medalla Milagrosa, la mayor parte de sus símbolos están relacionados con los misterios de la sal­vación llevada a cabo por Cristo.

Todo lo dicho anteriormente nos lleva a una conclusión: si la vida de María fue toda para Cristo, la vida de todo miembro de la Asociación debe ser para Cristo y para que el designio de Dios, manifestado en Cristo, sea llevado a buen término con la partici­pación de todo cristiano. Cuanto un miembro de la Asociación de la Meda­lla Milagrosa esté más unido a María, más empeño deberá tener por ser mejor cristiano. Fue el Beato Juan XXIII quien dijo que la devoción a María tenía como meta ser buen cristiano. Este es el sentido fundamental de toda aso­ciación eclesial y, por lo tanto, es el fin que la Asociación de la Medalla Mila­grosa y sus miembros deben tener muy presente, so pena de caer en una de­voción estéril y falsa y no vivir lo que es fundamental en su vida espiritual.

El artículo 15.1 de los Estatutos es un buen resumen de lo antes expuesto: La fecundidad del apostolado (de la vida espiritual de los miembros de la Asociación de la Medalla Milagrosa) depende de la unión vital con Cristo que se nutre con los auxilios espiri­tuales.

Vida espiritual teologal

Otra característica de la vida espiri­tual de los miembros de la Asociación es que sea eclesial, como se afirma en el artículo 1 de los Estatutos y al esta­blecer los fines de la Asociación en ca­pítulo II de los mismos. La Virgen, por el don de la maternidad divina y por sus gracias y dones singulares, está unida a todos los miembros de la Igle­sia. San Ambrosio enseñó que la Ma­dre de Dios es tipo de la Iglesia en el orden de la fe, de la caridad y de la unión perfecta con Cristo. Es modelo en la fe porque creyó y no dudó ante el mensaje del Ángel en la Anun­ciación; es modelo de esperanza por­que, como dice el Concilio, antecede con su luz al pueblo de Dios como sig­no de esperanza cierta y de consuelo hasta que llegue el día del Señor; es modelo de caridad porque amó a su Hijo hasta el momento culminante de la pasión y porque en su cántico de alabanza, el Magníficat, aboga por los pobres.

San Vicente resume en pocas pala­bras el espíritu teologal de María cuando dijo que nadie había acepta­do tan plenamente el mensaje de su Hijo, Jesús, y nadie como ella lo había practicado.

En el ambiente mundano en el que actualmente toca vivir, las virtudes teologales de la fe, de la esperanza y de la caridad son esenciales para vivir como cristianos e imitar a Ma­ría. La vida espiritual de los miem­bros de la Asociación de la Medalla Milagrosa o son personas que sostie­nen su vida espiritual en los valores teológicos fundamentales, o corren el riesgo de caer en un marianismo superficial.

El poder intercesor de María

La vida espiritual de los asociados a la Asociación de la Medalla Milagrosa debe alimentarse también de las otras virtudes que aparecen en los símbolos de la Medalla Milagrosa co­mo son, además de la relación con Cristo y la participación en el dolor corredentor del mismo, la confianza en la intercesión de María, mediado­ra universal de todas las gracias. La vida espiritual de los miembros de la Asociación de la Medalla Milagrosa debe ser una vida espiritual llena de confianza en el poder intercesor de María.

Compasión y ayuda al pobre

Porque la Asociación de la Medalla Mi­lagrosa es cristiana y además vicencia­na, el servicio a Cristo en el pobre no puede ser ajeno a la vida espiritual de los miembros de la Asociación. De Ma­ría no es mucho lo que sabemos de su servicio a los pobres, pero san Lucas nos ha transmitido en el canto del Magníficat un sentimiento del corazón de María cuando ella proclama que a los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada. La vida espiritual de los que integran la Aso­ciación de la Medalla Milagrosa debe ser una expresión de su vicencianismo.

Medios para cultivar la vida espiritual

El articulo 15.2 de los Estatutos es muy abundante en indicar los medios para cultivar la vida espiritual. El primero de todos es la celebración litúrgica que es el modo habitual de alimentar la vida espiritual de todo cristiano, por la que se alaba a Dios, se le agradece sus do­nes, se le pide perdón y queda uno ilu­minado con la Palabra de Dios. Merece tener en cuenta las celebraciones litúr­gicas marianas y la práctica sacramen­tal de la Comunión y Reconciliación. Pablo VI dedicó toda la Exhortación sobre el Culto mariano a las celebra­ciones litúrgicas centradas en los mis­terios en los que de una manera espe­cial interviene la Virgen.

De menor relieve, pero nada despre­ciables, son las celebraciones extrali­túrgicas por las que el Pueblo de Dios manifiesta su amor a la Virgen, la re­cuerda y proclama sus grandezas de Madre de Dios. Tales son el rezo del santo Rosario y el Ángelus, devociones tan recomendadas por los Romanos Pontífices y tan arraigadas en las fami­lias verdaderamente cristianas y tan relacionadas con los misterios de la vi­da de Jesús y de María.

La vida espiritual sufre desgastes, pue­de perder vigor. De aquí que se hayan introducido prácticas de fortalecimien­to espiritual, como son los Ejercicios es­pirituales y los Retiros ocasionales, que conducen a una mayor unión con Dios, con Jesús su enviado y con el Espíritu Santo dador de vida y a la aceptación de la voluntad divina en los aconteci­mientos favorables o adversos.

En el ámbito más propio de la Aso­ciación, los Estatutos señalan la cele­bración del triduo o de la Novena a la Virgen Milagrosa, la propagación de la Medalla, la Visita domiciliaria, tan estimada como misionera, como consuelo para los enfermos de las familias y co­mo momento adecuando de reflexión cristiana y de oración mariana.

Finalmente, otra ayuda es socorrer a los necesitados corporales y espiritua­les, como es visitar a los enfermos, a las personas que viven en soledad. En una palabra: practicar una de las fun­ciones de la Virgen: La de ser Consola­dora de los afligidos.

Lee, reflexiona y comparte

  • ¿Oras como María, con María y a Ma­ría confiando en su poder intercesor?
  • ¿Creces en fe, esperanza y caridad pa­ra ser un buen cristiano e imitar así a María?
  • ¿Sabes que una buena oración com­promete siempre en la entrega a los demás, especialmente a los pobres, en­comienda del Señor a la Asociación?
  • ¿Participas con frecuencia en la cele­bración de los sacramentos de la Euca­ristía y la Reconciliación y en las cele­braciones centradas en los misterios de la vida de María?

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