El Sr. Soardi fue un sacerdote ejemplar y un docto escritor. Esto es lo que la Biografía universal de Feller dice de él; completaremos estos detalles con algunas informaciones de una antigua noticia manuscrita que tenemos a la vista.
» Soardi (Victor-Amédée), nacido el 18 de diciembre de 1713, de una familia distinguida de Turín, de donde su padre era gobernador, tuvo por padrino al rey Victor Amadeo, y recibió una excelente educación que le hizo entrar en el mundo con muchos conocimientos y ventajas. Sobresalía en diversas artes, sobre todo en los ejercicios militares, y se hallaba en todas las compañías brillantes, donde era estimado y buscado. Un día, cansado de las diversiones del carnaval, de regreso a su casa, reflexionó sobre la frivolidad y el penoso disfrute de estos placeres, hizo un retiro con los Padres de la Misión y, para sustraerse a la solicitación de sus padres, se fue a comprometerse en París, en la Congregación de San Lázaro, en 1735. Dirigió desde entonces todo lo más exquisito de su genio hacia la religión, y enseñó la teología en el seminario de Saint-Firmin en París, trabajando al mismo tiempo en una obra profunda y muy importante en la jerarquía de la Iglesia, titulada: De suprema romani Pontificis auctoritate, hodierna Ecclesiæ gallicanæ doctrina. Avignon, 1747, 1 vol. in-4, de la que el Sr. de Buininck, consejero del elector palatino, ha dado una nueva edición en Heidelberg, en 1795, con un prefacio interesante y una epístola dedicatoria al Papa Pío VI. En este libro lleno de erudición y de una sabia crítica, Soardi muestra que la doctrina del clero de Francia no es del todo opuesta, sino, por el contrario, muy favorable a la autoridad del papa. Es estilo de Soardi es claro, puro, atractivo «. -Feller.
» El autor, añade el Sr. Rosset había dedicado su libro al ilustre papa Benedicto XIV y le había sometido al examen de varios teólogos romanos. Hacia finales de 1746, recibió halagadoras probaciones que demuestran toda la profunda impresión que este libro había causado en Roma, y la publicación tuvo lugar en el transcurso del año de 1747. Pero un libro que producía tanta alegría en Roma debía excitar la cólera del Parlamento de París. En efecto, por un decreto con fecha del miércoles 25 de junio de 1748, la supresión del libro de Soardi y la destrucción de todos los ejemplares fueron ordenadas bajo las penas de derecho, y el decreto se ejecutó con tanto rigor, que bien pronto Francia no conoció más el libro de Soardi sino por la sentencia que le había caído.
» La obra de Soardi se había vulgarizado en Francia en el siglo diecinueve por el libro del cardenal Villecourt, la France et le Pape (París, 1849), cuyos dos tercios están traducidos del latín de Soardi: la traducción deja que desear lamentablemente y es mejor recurrir al texto.
«Sobre el mismo tema y en el mismo sentido, Soardi publicó en 1749 otra obra cuyo título: Auctoritas pontificia notissimo Cypriani facto a quibusdam neotericis acriter impugnata, sed a savientissimis Galliæ theologis solide vindicata, dissertatio historico-dogmatica. (Avenione, typis Franc. Girard, 1749, 1 vol. in-4°). Esta obra menos importante y menos conocida que la precedente, es más perfecta tal vez, y podría ser citada como un modelo de disertación teológica «. –Rosset, Notices bibliographiques sur les écrivains de la Congrégation de la Mission; v° Soardi »
El Sr. Soardi estaba dotado de una inteligencia viva, de una gran aptitud en los negocios y de una memoria muy feliz. A los diecinueve años, había concluido ya sus estudios de derecho y recibido sus grados en la Universidad de Turín. En la Congregación de la Misión, después de profesar en el seminario Saint-Firmin en París, pasó en esta ciudad al Hôtel real de los Inválidos donde, durante algún tiempo, enseñó la teología a estudiantes de la Congregación que allí residían, al mismo tiempo que se empleaba con éxito en las funciones de esta parroquia, confiada a la Congregación de la Misión. El conocimiento que se tenía de sus estudios en materia de derecho y de sus talentos le hizo proponer a la Congregación de la Propaganda como rector del Colegio pontificio de Aviñón. Este colegio dejaba que desear, a pesar de la reforma que había traído el Sr. Viganego (v. aquí arriba, p. 347); necesitaba también a un hombre hábil para defender los derechos del colegio, poseedor de varios señoríos, privilegios y prioratos, derechos que se habían conculcado. El Sr. Soardi triunfó en esta difícil misión. Aparte de sus cualidades naturales, dejó ver su virtud, sobre todo durante una larga enfermedad que le dejó todo el tiempo para preparase a la muerte.
Como no podía hacer largas meditaciones a causa de su debilidad, pedía a menudo a un colegial que viniera a recitarle en su presencia algunas piadosas fórmulas, en particular las letanías del santo nombre de Jesús: y él respondía tan afectuosamente y tan devotamente que se adivinaba bien qué enternecido estaba su corazón. Era muy caritativo y muy delicado respecto de la fama del prójimo; usaba de toda clase de atenciones para no causarle el menor perjuicio. Su corazón no conservaba el menor sinsabor, y decía a menudo que el sol no se había puesto nunca en su cólera. Fue el 27 de octubre de 1752 cuando se apagó en Aviñón. Dejó a todos la dulce confianza de que se había ido a recibir la recompensa de sus virtudes.







