Vicente de Paúl y la Misión (XVI)

Mitxel OlabuénagaFormación VicencianaLeave a Comment

CREDITS
Author: .
Estimated Reading Time:
  1. EL MISIONERO PROLONGA LA MISIÓN DE CRISTO

Vicente, en diversas ocasiones, manifestaba a sus compañeros la singularidad de la vocación que habían recibido. Insistía igualmente en la grandeza de la voca­ción del Misionero por su semejanza con la de los Após­toles y la del mismo Cristo:

«Muchas veces he sentido gran consuelo, y sigo conso­lándome también ahora, al ver cómo Dios nos ha con­cedido la gracia de enviarnos a predicar, lo mismo que a sus apóstoles, por todo el mundo. ¡Oh, Salvador! ¡Tene­mos las mismas cartas credenciales que los Apóstoles!».

Y añadía:

«El estado de los Misioneros es un estado conforme con las máximas evangélicas, que consiste en dejarlo y aban­donarlo todo, como los Apóstoles, para seguir a Jesucris­to y para hacer lo que conviene, a imitación suya».

Y en la repetición de oración del 25 de octubre de 1643 afirmaba: «¿Verdad que nos sentimos dichosos, hermanos míos, de expresar al vivo la vocación de Jesucristo? ¿Quién manifiesta mejor la forma de vida que Jesucristo obser­vó en la tierra, sino los Misioneros?»

Para Vicente de Paúl, la Misión de Cristo es central en su vivencia espiritual y en su vida apostólica. Al emprender la misión, todo misionero desarrolla su acción, desde la posible pluralidad de formas concretas, en continuidad con la misión de Cristo».

5.1. El misionero, instrumento de Cristo

San Vicente, cuando habla en sus cartas y conferencias, lo que transmite no es teoría sino experiencia personal o de los suyos. Con la expresión de instrumento. san Vicente manifiesta la dependencia total que el misionero tiene del Misionero que es Cristo. Se trata de un instrumento escogido por el Señor, pero cuyo trabajo debe ser una búsqueda del Señor.

«… y nosotros, hermanos míos, si tenemos amo hemos de demostrarlo llevando al pueblo a que ame Dios y al prójimo, a amar al prójimo por Dios y a Dios por el prójimo. Hemos sido escogidos por Dios como instrumentos de su caridad inmensa y paternal, que desea reinar y ensancharse en las almas».

También en la conferencia del 30 de mayo de 1649 especifica qué clase de instrumentos de Cristo quiere en la comunidad.

«Por tanto, nuestra vocación consiste en ir, no a una parroquia, ni sólo a una diócesis, sino por toda la tierra; ¿para qué? Para abrasar los corazones de todos los hombres, hacer lo que hizo el Hijo de Dios, que vino a traer fuego a la tierra para inflamarla de su amor. ¿Qué otra cosa hemos de desear, sino que arda y lo consuma todo?».

Y en la conferencia del 6 de diciembre de 1658 sobre el fin de la Congregación, habla de esta forma: «Y a nosotros se nos dedica a ello, a la evangelización del pobre, cumpliendo la misión de Cristo, como ins­trumentos por los que el Hijo de Dios continúa haciendo desde el cielo lo que hizo en la tierra».

5.2. Al servicio de la Misión de Cristo

El misionero no está inaugurando un camino nuevo, sino que lo que hace con su vida apostólica es prolongar la misión de Cristo.

El padre Claudio Dufour ha sentido la inclinación a abandonar la Congregación de la Misión para hacerse car­tujo. Vicente de Paúl lo envía a Madagascar y le escribe: «Bien, padre, no piense ya más en los cartujos; Nuestro Señor le llama desde más lejos; Él le acompañará y con­tinuará por usted y con usted la misión que comenzó cuando estaba en la tierra. Padre, ¡qué dicha haber sido escogido por Dios para una obra de las más importantes para la que puede ser llamado un sacerdote!

Es esta una gran tarea que requiere de los misioneros estar en continua unidad con Dios para identificarse lo más posible con Él y así poder continuar la misión de st Hijo y de los apóstoles.

5.3. En la misma vocación de Cristo

El Señor Vicente sigue diciendo a sus misioneros: «En nuestra vocación somos muy conformes con Nuestro Señor Jesucristo… Entonces ¿no somos muy felices al estar en la Misión por el mismo fin que comprometió a Dios a hacerse hombre?».

Y en la conferencia sobre el fin de la Congregación, a hablar de la evangelización de los pobres, afirma: «Sí, nuestro Señor pide de nosotros que evangelice­mos a los pobres: es lo que Él hizo y lo que quien seguir haciendo por medio de nosotros. Tenemos muchos motivos para humillarnos en este punto, a ver que el Padre eterno nos destina a lo mismo que destinó a su Hijo, que vino a evangelizar a los pobres y que indicó esto como señal de que era el Hijo de Dios y de que había venido el mesías que el pueblo esperaba».

Sigue insistiendo en la misma línea: «Y el que hayamos sido llamados para ser compañero: y para participar en los planes del Hijo de Dios, es algo que supera nuestro entendimiento. ¡Qué! ¡Hacernos…, no me atrevo a decirlo…, sí: evangelizar a los pobres es un oficio tan alto que es, por excelencia, el oficio del Hijo de Dios!»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *