- Montmirail-Marchais
Entre los años 1618 y 1625 la actividad de Vicente d Paúl se centra fundamentalmente en ir misionando lo pueblos de los Gondi: Villepreux, Joigny, Montmirail Marchais,… y en atender y mejorar las condiciones de vida de los galeotes, como capellán general de las galeras.
A finales del año 1618 Vicente mantiene un contacto directo con el pueblo de Montmirail, fundando en él una cofradía de la Caridad presidida por la propia Margarita de Silly. Dos años más tarde, cuando Vicente visita, catequiza y predica en aquel pueblo, la señora le envió a tres hugonotes para que adoctrinándoles llegaran a abrazar de nuevo la fe católica. Pocos días después, dos de ellos pidieron hacer la abjuración, pero el tercero cada día le presentaba nuevas objeciones: «Señor, le dijo el hereje, dice usted que la Iglesia de Roma está dirigida por el Espíritu Santo, pero yo no lo puedo creer, puesto que por una parte se ve a los católicos del campo abandonados en manos de unos pastores viciosos e ignorantes, que no conocen sus obligaciones y que no saben siquiera lo que es la religión cristiana; y por otra parte se ven las ciudades llenas de sacerdotes y de frailes sin hacer nada; puede ser que en París haya hasta diez mil, mientras que esas pobres gentes del campo se encuentran en una ignorancia espantosa, por la que se pierden. ¿Y quiere usted convencerme de que esto está bajo la dirección del Espíritu Santo?; no puedo creerlo».
Vicente improvisó una argumentada respuesta, pero él mismo se quedó insatisfecho. Pues, aunque los juicios del hereje no eran del todo exactos, sí que era evidente el escaso celo del clero para remediar la ignorancia del pueblo.
Vicente de Paúl continuó su labor evangelizadora por los pueblos y aldeas del alrededor. Al año siguiente, en1621, cuando se encontraba junto a los sacerdotes Férc y Duchesne predicando y trabajando en los ejercicios de la misión, apareció de nuevo el hereje del que ya no se acordaba nadie. Éste asistió a los sermones y al catecismo pudiendo comprobar con qué cuidado y dedicación los misioneros instruían en la fe a los ignorantes para llev les a la conversión y penitencia. Ante tal impresión, el hereje fue a buscar al señor Vicente y le dijo: “Ahora es cuando he visto que el Espíritu Santo guía la Iglesia romana, ya que se preocupa de la instrucción y la salvación de estos pobres aldeanos. Estoy dispuesto a entrar en ella, cuando quiera usted recibirme».
Vicente, satisfecho, le preguntó si le quedaba alguna otra dificultad. Contestando que no, le dijo que acudiera el domingo siguiente a la iglesia de la aldea de Marchais, cerca de Montmirail, donde se celebraba entonces la misión, para hacer allí su abjuración y recibir la absolución de su herejía».
En la mañana del día designado y ante el pueblo reunido, el converso tuvo de nuevo una dificultad que se le acababa de ocurrir al ver una imagen bastante tosca de la Virgen. No podía comprender cómo aquel trozo de piedra pudiera tener algún poder especial. El señor Vicente invitó a responder a un niño de la catequesis qué es lo que se debía creer sobre las sagradas imágenes. El niño respondió «que era bueno tenerlas y rendirles el honor debido, no por razón de la materia de que están hecha sino porque nos representan a Nuestro Señor Jesucristo, a su gloriosa Madre y a los otros Santos del cielo, que habiendo triunfado sobre el mundo nos exhortan por medio de esas figuras mudas a seguirles en su fe y en sus buenas obras».
Unos días después, tras haber sido instruído en otros puntos de la fe, el hereje se presentó de nuevo ante toda la parroquia y públicamente hizo profesión de fe.
Este episodio quedó grabado en la mente de Vicente, de tal manera que un día repetía a los miembros de su compañía: «¡Qué dicha para nosotros, los misioneros, poder demostrar que el Espíritu Santo guía a su Iglesia, trabajando como trabajamos por la instrucción y la santificación de los pobres».
Tras Folléville y Chátillon, la experiencia vivida en Montmirail-Marchais viene a confirmar que la Misión es necesaria:
- Los pobres están abandonados.
- La Iglesia será de Dios en la medida en que vuelva a los pobres.
- Los sacerdotes deben ser expresión concreta de la Iglesia y su voz eficaz cerca de los pobres.
El señor Vicente, a sus cuarenta años de edad, ve claro que la Iglesia que Dios quiere ha de preocuparse principalmente de los pobres que están abandonados. Y hace falta que los obreros estén preparados para atender vasto campo donde la mies es abundante.
La respuesta de Vicente de Paúl no se dejará esper ha llegado la hora de dar forma a todas estas intuiciones.







