Vicencianos: Misioneros de la Caridad. ¡Vayamos a los pobres!

Francisco Javier Fernández ChentoFormación VicencianaLeave a Comment

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Author: Agnaldo A. Paula, C.M. · Year of first publication: 2012 · Source: Comisión preparatoria del encuentro de Familia Vicenciana JMJ Río 2013.
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Con este tema provocador y desafiante a la Juventud de las distintas ramas de la Familia Vicentina ha sido convocada para la VIII Reunión Internacional que se realizará, en Belo Horizonte – Brasil, los días 18 al 21 de julio de 2013.

1. «¿Qué están buscando?» (Jn 20,38)

En el Evangelio de Juan 1:35 a 39, el profeta Juan Bautista al ver a Jesús que pasaba, dijo a dos de sus discípulos: «. He aquí el Cordero de Dios». Los dos inmediatamente comenzaron a seguir a Jesús, la «Luz que vino a este mundo, ilumina a todo hombre» (Jn 1:9). Jesús se volvió y al ver que le seguían, les pregunta: «¿Qué están buscando?»

En el mismo evangelio, en Juan 20: 1-19 en la emotiva escena en la que una mujer amable, María Magdalena, va en busca de un muerto y encuentra el viviente, nos vemos otra vez con la cuestión del tema: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? »

Este tema siempre presente en la historia de todas las personas puede ser encontrado especialmente en la vida de los adolescentes y jóvenes. El Papa Juan Pablo II en 2005, en el mensaje de la 42 ª jornada de la Oración por las Vocaciones, dijo: «Queridos adolescentes y jóvenes, lo es para usted, sobre todo, repito la invitación de Cristo a» hacer como se fuera». Ustedes se encuentran con la necesidad de tomar decisiones importantes para su futuro. Llevo en mi corazón el recuerdo de las muchas ocasiones en que me encontré en los últimos años con la juventud (…). Los vi alegres, como deben ser los jóvenes, pero también reflexivos, por el deseo de dar ‘sentido’ pleno a su existencia. Esta es una gran demanda. La búsqueda del sentido de la vida, de la existencia.

Con Vicente de Paúl no fue diferente. Dedicó gran parte de su primer paso buscando encontrar el sentido de su existencia. Creyó que había encontrado una respuesta satisfactoria cuando se eligió la carrera eclesiástica, donde pensaba conseguir una «honrosa jubilación» muy pronto. Los frutos de los errores y frustraciones del pensamiento erróneo, por un lado, y la Divina Providencia, así como la realidad de su tiempo, por otro, llevaron a Vicente de Paúl, a descubrir en los pobres la dirección para su vida. De hecho, los pobres eran para él la «teológica» de su encuentro con Jesucristo, evangelizar a los pobres. En este encuentro la respuesta a los anhelos más profundos y actividades de la «patrona de todas las obras de caridad.» También fueron estos mismos pobres que jamás dejarían acomodado Vicente de Paúl para el resto de sus días: «los pobres son mi peso y mi dolor.»

2. «Vamos a los pobres!»

La expresión «Vamos a los pobres!» explica una vocación que va mucho más allá de la llamada a «rescatar» a los pobres en sus múltiples necesidades. «Vamos a los pobres» es para todos los cristianos en general y para cada miembro de la Familia Vicentina, en particular, el camino para la implementación y la fidelidad a la vocación y la misión para la cual el Señor nos llama. Me atrevo a decir que es una condición sine qua non para la construcción de nuestra propia identidad (SER) como discípulos-misioneros de Jesucristo, de acuerdo con la vida y las enseñanzas de Vicente de Paúl. Como afirma el Documento de Aparecida «El encuentro con Jesucristo a través de los pobres es una dimensión constitutiva de nuestra fe en Jesucristo. De la contemplación del rostro sufriente de Cristo en ellos y del encuentro con Él en los afligidos y marginados, cuya inmensa dignidad reveló a sí mismo en Él, surge nuestra opción por ellos. La misma unión a Jesucristo es lo que nos hace amigos de los pobres y simpatizar con su destino «(Dap 257). Sendo el encuentro y seguimiento a Jesucristo en el compromiso de construir el Reino de Dios el sentido último de la vida cristiana, podemos decir que es en los pobres que los Vicentinos encuentran plenamente la razón y el sentido de su existencia.

En las Bienaventuranzas y otros pasajes en el Evangelio, Jesús dice que el Reino de Dios es de los pobres, de los niños pequeños (cf. Mt 05:03; Marc10:14-15.27, Lucas 6:20). Jesús elige a los pobres y, sin embargo elige vivir como los pobres. En Jesús, ser pobre, es una forma de ser y hacerse como hombre. Este es el camino que tomó en la existencia humana y por lo tanto propone a todos los hombres. En otras palabras, Dios decidió que Su Hijo se hiciera hombre, entonces tuvo que elegir un estilo de vida, y optó por la existencia de los pobres. Jesús fue pobre como un hombre y éste es el estilo de vida que ofrece a todo el mundo. Jesús vivió como una forma de un hombre pobre. La existencia de los pobres de Jesús no tiene una sola dirección espiritual o sociológica: la existencia de Jesús es sobre todo un sentido antropológico. Se hizo pobre, porque esa fue su manera de tomar la condición humana. Jesús es la primera persona que tiene la condición de la pobreza como un ideal de vida, ya que la pobreza era considerada como un mal. Sólo cuando uno quiere vivir el estilo de Jesús, se descubre el valor de vivir como los pobres y muestra su solidaridad por ser como ellos. La opción por los pobres, para el cristiano, no es opcional. La elección de vivir una vida pobre, desarrollar la acción de los pobres, escogiendo la vida pobre significaba una enseñanza del camino para todos los que querían seguir. Seguir a Jesús es vivir y actuar como Jesús1.

3. Misioneros de la Caridad

En estos días a menudo se encuentran personas, grupos y organizaciones que han expresado gran preocupación por el panorama apocalíptico a partir de estudios de las consecuencias del proyecto económico y de desarrollo en curso. Este proyecto se extiende como un modelo ideal de la vida enraizada en un consumismo irresponsable y destructiva. Ante esta realidad, Jesús de Nazaret y los pobres nos ofrecen como una opción su estilo de vida sobrio como una posibilidad de vida y la dignidad para todos.

Es inaceptable el contraste entre la miseria y la degradación de las personas que sufren y el lujo y sofisticación de pocos. La falta de testimonio evangélico de la vida ensombrece la conciencia, genera la frialdad y la alienación en la cara del sufrimiento humano y el descrédito de la Buena Nueva. Instar a afirmar la dignidad de los seres humanos, especialmente aquellos que no lo son, no tienen, no valen nada, no saben nada, no tienen nada e incluso no existen en las bases de datos oficiales.

La afirmación de la dignidad humana se deriva el principio ético de la solidaridad: el que sufre y tiene hambre desafía mi identidad como ser humano, si esto no sucede es deshumanizarse. En una sola víctima de la pobreza y el hambre, toda la humanidad sufre en la dignidad del ofendido2.

No debe confundirse con la solidaridad y las prácticas paternalistas de bienestar que humillan al destinatario. La Familia Vicentina, sabiamente, está llamando a todos sus miembros a comprometerse con los pobres a través de la Campaña para el cambio de estructuras. Ser misioneros vicentinos de la Caridad es a considerar seriamente la búsqueda de las causas, mejor aún, la generación social-económico-político-ideológico de la miseria que destruye seres humanos en su dignidad como hijos e hijas de Dios.

También se deduce de la dignidad personal, la exigencia de la simplicidad, virtud esta tan preciosa al estilo de vida Vicentino. El patrón actual de consumo de los sectores privilegiados no puede ser extendido a todos, ni ser sostenido, social y ecológicamente. Se hace imprescindible a abandonar el sueño consumista y el trabajo en la aplicación de una globalización de la solidaridad y el estilo de vida evangélico, a de los pobres, que inspiró su vida, la predicación y la obra de San Vicente de Paúl.

Misioneros de la Caridad, modelo e inspiración de todo Vicentina es el mismo Jesús quien en la sinagoga de Nazaret proclamó solemnemente: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, y me envió a proclamar las buenas nuevas a los pobres. «(Lucas 4,18-21). Es a este Jesús que San Vicente nos exhorta a seguirle: «La evangelización de los pobres es un arte tan importante que fue, por excelencia, el trabajo del Hijo de Dios. A él nos aplicamos como instrumentos de los cuales sirve como el Hijo de Dios, que sigue haciendo lo que hizo en el cielo en la tierra. Gran razón para alabar a Dios, mis hermanos, y darle las gracias constantemente por esta gracia. Ciertamente, es muy recomendable que un misionero tenga y conserve el deseo de ir a las misiones, para ayudar a los pobres como nuestro Señor, si todavía estuviera en la tierra, y finalmente dirigir su intención de vivir y morir en este santo ejercicio. »

La evangelización de los pobres implica según San Vicente la preocupación con los aspectos «espiritual y material.» En este binomio debemos entender a la persona en todo su ser y las dimensiones, la atención y el cuidado de la persona y toda su familia. El misionero de la caridad debe llevar a cabo su trabajo de evangelización vinculada a otras políticas sectoriales del ámbito social (salud, vivienda, educación, etc.), que garanticen la sostenibilidad de las acciones desarrolladas (garantía de los derechos y condiciones dignas de vida) y el papel de las familias con el fin de superar las condiciones de vulnerabilidad y la prevención de situaciones que indican un riesgo potencial. Esta es la construcción de la ciudadanía. Se trata de hacer justicia.

En nuestra Familia Vicentina encontramos la enseñanza abundante y sólida para establecer la conexión entre la práctica de la caridad y la lucha por la justicia. Para ilustrar dos ideas:

  • Uno de San Vicente: «La caridad está por encima de todas las reglas y debe, por tanto, que todas las cosas estén conectadas a la misma. Es una gran dama, que tiene que hacer lo que manda «,» No puede haber amor si no va acompañada por la justicia». 3
  • Otro es de Federico Ozanam: «Sólo el amor no es suficiente. Sanan las heridas, pero no termina con los golpes que las causan … Caridad es el Samaritano que derrama aceite en las heridas del viajero que fue atacado. El papel de la justicia es para evitar que encaje de preguntas».

4. Vicentinos

El sustantivo «Vicentinos» despierta de manera espontánea en nuestras mentes la cuestión de la sustancia o esencia, por lo que es fundamental y estructural. Así pensamos en las preguntas por la identidad. La identidad se construye de elementos estructurales que conforman una realidad de ser ella misma. ¿Quiénes son los Vicentinos? ¿Quiénes son las Vicentinas?

No vamos a detenernos en esta reflexión, ya que gran parte de hablar (escribir) puede declarar en contra de una de las características más valiosas del (la) Vicentino (a): la simplicidad. Además, pueden empañar la transparencia y la inmediatez de que ese nombre (tema) debe gozar. Todo lo que escribimos no fue más que la descripción y presentación de este tema (Vicentinos), llamado a ser testigo encarnado, la corriente y la luz de la riqueza y la vitalidad del carisma (don) tan bien recibido y explicitado por Vicente de Paúl a través de su vida, la espiritualidad y el trabajo.

El misionero vicentino es un discípulo de Jesucristo, evangelizador y servidor de los pobres en los pasos de Vicente y sus muchos (a) s colaborador (a) s de ayer y de hoy.

  1. NARANJO, Gabriel. Antropologia del Pobre.
  2. CNBB. Requisitos evangélicos y éticas de superación de la miséria y hambre, s. 18-22.

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