1647. Consejo de la Compañía de las Hijas de la Caridad presidido por Vicente de Paúl. Tras invocar la asistencia del Espíritu Santo, Vicente expone la forma en que se debe proceder para sacar provecho del consejo. Dice que, cuando los asuntos a tratar son importantes, conviene tener más de una opinión y, antes que nada, hay que considerar el fin del asunto, que debe ser la gloria de Dios, y después el interés de la Compañía y el beneficio de las personas con las que hay que tratar. Vicente usa, a modo de ejemplo para enseñar a tratar los asuntos, el que les ocupa hoy que es el envío de hermanas a dos establecimientos. Luisa de Marillac dice que un defecto en el que se puede caer es el de mirarse demasiado a uno mismo y sus intereses y Vicente la respalda y añade que eso podría llevarnos a querer que nuestras propias opiniones prevalezcan. Vicente, siguiendo el ejemplo de los Jesuitas, recomienda que se dé por escrito lo que deben hacer las hermanas que viajan al llegar a sus destinos. Más adelante, Vicente dice que desde hace mucho tiempo desea que las hermanas lleguen a tal respeto entre ellas que los de fuera nunca puedan saber cuál es la hermana sirviente y que, a imagen de la Santísima Trinidad, tengan un único corazón y un único espíritu. Después da por terminada la reunión hasta el día siguiente.
1926. En París, en la casa, fundada por él, de las «Damas de la Unión», situada en la calle Lourmel, muere el paúl Fernando Portal, con setenta y un años. Nacido en Laroque en 1855, cuando entró en la Congregación de la Misión, a los diecinueve años, soñaba con ir a China. Pero padecía hemoptisias que, tras diez años como profesor en Tours, Orán, Niza y Cahors, le obligaron a pasar una temporada en Madeira. Fue allí, donde, en 1889, se encontró con lord Halifax, que deseaba ardientemente la reconciliación de las Iglesias anglicana y católica. A partir de este encuentro nació una amistad duradera entre los dos hombres. El P. Portal se convirtió en el apóstol de la reunión de las Iglesias. Animado por la aprobación personal del papa León XIII, entró en contacto con personalidades señaladas de la Iglesia anglicana. Las primeras réplicas al diálogo fueron prometedoras, pero el Cardenal Heriberto Vaughan, Arzobispo de Westminster, defendió una tesis opuesta a la del P. Portal y lord Halifax; según esa tesis, el retorno a la obediencia romana se produciría mediante conversiones individuales y no del modo que los dos amigos deseaban, por la reunión de la Iglesia Anglicana, como tal, a la romana. La cuestión de las «ordenaciones anglicanas», que parecía un terreno de posibles entendimientos, fue resuelta por Roma declarándolas inválidas. El P. Portal se sometió sin amargura a la decisión del magisterio supremo, pero siguió manteniendo la idea de la unión de las Iglesias, interesando en ella a los miembros del Seminario Universitario que, en 1899, dirigió en el número 88 de la calle del Cherche-Midi. Queriendo poner, junto al lenguaje del espíritu que se expresaba en la Revista de las Iglesias Católicas, de la que era director, el lenguaje de la Caridad práctica, el P. Portal fundó las Damas de la Unión, a las que pretendía convertir, sin votos ni hábito propio, en las mensajeras de la Unidad por la Caridad. A la vez, en su alojamiento del número 14 de la calle Grenelle, ejerció un apostolado de una profunda formación interior entre los «Talas», los alumnos católicos de la Escuela Normal superior, encabezados por Santiago Chevalier y Mauricio Legendre. En 1921, con el respaldo del Cardenal Desiderio Feliciano Francisco José Mercier, el P. Portal y lord Halifax organizaron las «Conversaciones de Malinas», que constituyen un sólido intercambio de puntos de vista entre los miembros de los cleros anglicano y romano.