1652. Conferencia de Vicente de Paúl en San Lázaro sobre la celebración del descendimiento de las reliquias de Santa Genoveva para la paz, en que se trata de los motivos para contribuir a la devoción pública para pedir la paz y los medios que se proponen. En este sentido se acuerda que ayunen dos sacerdotes y dos laicos, lo que se hará durante nueve años, terminándose al restablecerse la paz.
1656. Carta de Luisa de Marillac a sor Francisca Ménage, cuyo padre acaba de fallecer: «Suplico que Nuestro Señor sea su recompensa eternamente por la caridad que ha tenido conmigo en mi enfermedad, no le ha complacido a su bondad borrarme aún de la tierra, a pesar de que hace tiempo que lo merezco, hay que esperar la orden de su Providencia con sumisión, debemos estar siempre en este estado, sea por la muerte de nuestros allegados o por la nuestra, o por cualesquiera otros acontecimientos adversos, de modo que la divina voluntad no tenga ningún motivo para quejarse de que no hemos seguido sus órdenes. Creo, mi querida Hermana, que sospechará que Nuestro Señor ha permitido y querido llamar hacia Él a uno de sus parientes. Le he pedido al P. Truchart que se encargue de decírselo, pero, mientras tanto, renueve la entrega que ha hecho a Dios de todo lo que usted es, lo que la obliga al desprendimiento general de todas las cosas de la tierra. Suplico a Nuestro Señor que sea su fuerza, su coraje y su consuelo».
1895. Desde Roma, el Cardenal Aloisi Masella escribe al superior general de la Congregación de la Misión, P. Antonio Fiat, para expresarle su alegría por haber defendido el pasado 4 de junio ante la Congregación de Ritos, de la que es prefecto, la introducción de la causa de Luisa de Marillac. El Cardenal añade que en el curso de la audiencia de la que acaba de salir, el papa León XIII ha decidido la firma en el día del decreto proclamando venerable a la cofundadora de la Compañía de las Hijas de la Caridad.