SANTUARIOS MARIANOS C.M. en ESPAÑA (VI)

Mitxel OlabuénagaSin categoríaLeave a Comment

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SANTUARIO DE LA DIVINA PASTORA ANDUJAR (Jaén)

El culto a la Santísima Virgen bajo el título de la Divina Pastora se debe a la devoción del V. P. Isidoro de Sevilla, capuchino, que vivió en el conven­to de Sevilla y dedicó su vida entera al apostolado entre la gente sencilla por medio del santo rosario, que era cantado por las calles. Como guión de estos «rosarios» mandó pintar a Miguel Alonso Tovar un estandarte con la Santí­sima Virgen como Pastora Divina: «La Virgen sentada en una peña, bajo un árbol, con túnica roja, pero cubierto el busto de blanco pellico; sombrero pastoril y báculo».

El 8 de septiembre de 1703 era inaugurado el estandarte con la procesión del rosario. Los fieles llenaron la sevillana iglesia de San Gil aclamando el nuevo título de María. La devoción a la Divina Pastora se extendió en segui­da sobre todo en Andalucía, siendo el símbolo misional de los Padres Capu­chinos, entre los que descuella el beato Diego José de Cádiz.

El convento capuchino de Andújar fue fundado en 1645, por el caballero de Alcántara don Alonso de Valenzuela Pérez Serrano, extramuros de la ciudad. Allí los Padres Capuchinos realizaron por más de dos siglos una meritoria labor apostólica no sólo con la predicación en su iglesia conven­tual, sino en toda la comarca. Un decreto de la provincia Capuchina de fines del siglo XVIII estableció que en todas las iglesias de la Orden se colocase la imagen de la Divina Pastora. Este decreto se extendió poco tiempo después a todos los conventos capuchinos de España. El alma de la extensión masiva del culto a la divina Pastora fue, como queda dicho, el beato Diego José de Cádiz.

Al desaparecer los archivos capuchinos en 1835 cayeron en olvido los nombres de los artistas que tallaron tan bellas imágenes y de los cultos de su inauguración. Sólo quedaban algunas noticias de tradición oral.

A esta primera época de la devoción perteneció la imagen graciosa y devota de la Divina Pastora de Andújar, a la que debió predicar el beato Diego de Cádiz en su fiesta de 1798.

La esclaustración no pudo apagar la devoción de Andújar a la Divina Pastora, y ni siquiera la quema de dicha imagen en 1936.

Al llegar la exclaustración de 1835, el convento de Capuchinos de Andú­jar quedó abandonado. El marqués del Puente de la Virgen lo reclamó al Ayuntamiento como herencia de sus antepasados, consiguiendo su devolu­ción en 1845. Destinó el edificio para alojamiento de pobres y vagabundos, que lo redujeron a una total ruina. No sufrió tanto la iglesia, que se mantu­vo abierta, dándose culto a la Divina Pastora, para lo cual el marqués paga­ba un capellán, mientras hacía gestiones con los Padres Capuchinos para su vuelta, cosa que no aceptaron por falta de personal.

El marqués del Puente de la Virgen, que por aquellas fechas estaba casi paralítico, tenía como ayuda en su enfermedad a don Francisco López Requena, que había sido novicio en la Congregación de la Misión. Por s medio llegó el marqués al conocimiento de los Padres Paúles, y a ellos le ofreció el exconvento y su iglesia. Aceptaron los superiores el ofrecimiento de la que sería la primera fundación de los Padres Paúles en Andalucía firmándose el contrato el 15 de agosto de 1879.

La primera cláusula era: obligación estricta de dar culto a la Divina Pastora en el templo adjunto a la casa.

La comunidad de los Padres Paúles, desde su entrada en el exconvento capuchino, cumplió con fidelidad lo estipulado en el contrato fundacional el culto a la Divina Pastora fue en aumento. Los diversos ministerios a lo que la casa fue destinada (escuela de enseñanza primaria, preceptoría d latín, escuela apostólica) no menoscabaron el culto; al contrario, lo fomentaron, mejorando y embelleciendo la iglesia y dotándola de imágenes ornamentos para un más digno culto.

El santuario de la Divina Pastora fue el marco de diversas efemérides: el centenario de la aparición de la Virgen de la Cabeza; el centenario de la llegada de los Padres Paúles a Andújar, el centenario de las apariciones de la Virgen Milagrosa, entre otras celebraciones.

En Julio de 1936 el Frente Popular se incautó de la casa e iglesia. La comunidad de Padres Paúles fue expulsada, pasando su calvario. Cuando en 1939 pudieron volver se encontraron la casa saqueada, y lo mismo la iglesia. La devota imagen de la Divina Pastora había sido quemada, así como las demás imágenes. El 13 de mayo de 1940 se trajo de Écija la actual, «que bien pudiera ser la misma imagen en cuya bendición predicó el beato Diego d Cádiz», según afirman varios autores. Antes de ser colocada en su altar recorrió las calles de Andújar.

También se reinauguró el colegio apostólico, cuyo número fue en aumento hasta su traslado en 1966 al nuevo seminario «Reina de los Apóstoles», en el camino del santuario de la Virgen de la Cabeza.

La iglesia volvió a ser marco de nuevas solemnidades, como el tricentenario de las muertes de Santa Luisa de Marillac y de San Vicente de Paúl. Y a sus pies sigue acudiendo todos los años la cofradía de la Virgen de la Cabeza para cantarle una salve.

Con el traslado de la escuela apostólica no se interrumpió el culto a la Divina Pastora. Al contrario, nuevas mejoras, con la ampliación del templo nuevo retablo con artística imagen de piedra, obra del escultor Orea: la imagen tradicional fue colocada en una capilla lateral; nueva capilla para sagrario. Todo ello movió al obispado a convertir el santuario de la Divina Pastora de Andújar en parroquia en septiembre de 1967. Con esta nueva directriz del santuario no se menoscaba el culto a la Divina Pastora sino que se potencia por medio de todas las asociaciones parroquiales que en él desarrollan.

 

Fernando Espiago

Madrid, 1992

 

 

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