Santa Luisa de Marillac, una mujer para nuestro tiempo

Francisco Javier Fernández ChentoLuisa de MarillacLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Desconocido · Fuente: Hijas de la Caridad (Bogotá, Colombia).
Tiempo de lectura estimado:

«Hoy más que nunca , necesitamos, para vivir en esperanza, mirar las estrellas»
E. Taracòn.

Luisa de Marillac ha sido, es y sigue siendo en la Iglesia una estrella de primera magnitud por la luminosidad de su vida espiritual, por el brillo de su caridad y por el equilibrio y peso de su prudencia y capacidad organizativa.

Historia personal

Una personalidad tan rica y compleja como la de Luisa de Marillac no es fácil establecer la periodicidad de sus ciclos vitales.

Correremos la aventura de sumergirnos en su vida y descubramos algunos aspectos de su vida y espiritualidad.

Infancia y adolescencia (1591-1612)

Para la mayoría de las familias el nacimiento de un nuevo hijo constituye la alegría y la bendición del hogar. La ternura y el cariño de los padres, especialmente  de la madre, ofrecen al recién nacido el ambiente propicio para el crecimiento y desarrollo con una imagen positiva de sí y de los demás. Es la  etapa de la receptividad. El niño aprende por ósmosis lo que ve. Es el periodo de la educación, el que marca más profundamente la psicología de una persona. Del modelo de educación recibido depende en gran parte la seguridad personal, la capacidad de iniciativa y su posición ante la vida. Es la etapa de los sueños, los ideales, las experiencias afectivas más significativas.

En la vida de  Luisa de Marillac, este período está caracterizado por una serie de experiencias significativas que marcan su personalidad y su psicología.

  1. Carencia de experiencias afectivas de familia: Ignora quien es su madre. Su padre la reconoce como hija natural y la lleva al convento de Poissy para que la cuiden y eduquen.
  2. Muerte de su padre en 1604 cuando ella tiene 13 años
  3. Desamparo afectivo total a la muerte de su padre y experiencia de contraste social fuerte. Pasando del monasterio de Poissy al pensionado de París. Pasa de la protección y reconocimiento social al anonimato popular.
  4. Frustración Vocacional: Cuando en su adolescencia concibe el deseo de ser capuchina, el P. Honorato de Champigny, Provincial de los capuchinos y consejero espiritual de Luisa le dice taxativamente: » Dios tiene otros designios sobre usted»
  5. Aceptación de un matrimonio convenido por sus parientes los señores de  D’ATTICHI no por elección libre y personal, tal como lo manifiesta ella misma en la carta que escribe al conde de MAURE, casado con su prima  ANA D’ATTICHI, en una especie de ajuste de cuentas en el que le indica cómo se la obligó a un matrimonio de conveniencia social.

Juventud purificadora

En esta época el individuo asimila los principios recibidos en la educación, la concepción de una profesión laboral, la decisión por un estado de vida.

Psicológicamente es la etapa del encuentro consigo mismo. Su imagen es replanteada en función de la búsqueda  de autoconocimiento. Es la hora de la intimidad, del encuentro con un tu, del amor interpersonal. Se toman decisiones que orientan definitivamente el ser y el quehacer. Es la etapa de la identidad personal; integrando necesidades, horizontes de futuro, amor personal y tareas.

En Luisa de Marillac esta etapa se ve amenazada por una fuerte crisis de identidad. Hablando en términos místicos, es la  experiencia de de la noche del sentido. El día de Pentecostés de 1623 se verá liberada de todas sus dudas, insatisfacciones y angustias. A la vez percibe un proyecto de futuro, lleno de esperanzas, pero no perfilado. Entreve que Dios le abre caminos nuevos:

«Se me advirtió que llegaría un tiempo en que estaría en condiciones de hacer voto de pobreza, de castidad y de obediencia, y que estaría en una pequeña comunidad en que algunas harían lo mismo. Entendí que sería esto en un lugar dedicado a servir al prójimo; pero no podía comprender  cómo podía ser, porque debía haber movimientos de idas y venidas»

A su vez tiene que luchar con las fijaciones del pasado que le producen miedo e inseguridad. Guiada por Vicente de Paúl,  va logrando una conversión que le permite tanto vivir la experiencia de Dios como integrar progresivamente  realidades de personalización: matrimonio, maternidad, viudez, apertura a los Pobres, y va a conseguir que vaya forjándose en su psicología la actitud existencial como proyecto . La consigna es fácil : «Permanezca alegre y en paz, señorita. Confíe en la Providencia. Su hijo es más hijo de Dios que suyo. Modere su ternura y sobreprotección».

Las experiencias más significativas de esta etapa son:

  • Relación personal con Antonio Le Gras y matrimonio con él, después de una relación amorosa, limpia y sana, tal como la describen sus biógrafos. Tiene lugar en 1613, Luisa tiene 22 años.
  • Experiencia de maternidad. Durante el primer año de matrimonio viene al mundo su hijo Miguel. Luisa vuelca todo su amor en él.
  • A través de la política, destierro de la Reina Margarita de Médicis y consiguiente pérdida del empleo de su esposo, que era secretario mandatario de la Reina.
  • Orfandad de sus primos, los hijos de Octavio D’ATTICHI y dedicación , tanto de su esposo Antonio como de ella a atender la casa y herencia de los huérfanos. Ingratitud por parte de los parientes.
  • Enfermedad y muerte de su esposo Antonio Le Gras con la crisis previa de 1623.
  • Experiencia configuradora de la Luz de Pentecostés: 4 de julio de 1623. Todo cambió a partir de entonces.
  • Experiencia de cambio de director espiritual. Deja a Pedro Camus, Obispo de Beley y toma a Vicente de Paúl (1625). Tiene 34 años, un proyecto de futuro difuso, una vida fuertemente golpeada y una profunda experiencia de Dios.
  • Elaboración de un plan de vida descrito por ella misma en su Reglamento de vida en el mundo.
  • Contacto directo con los Pobres en su visita a las Caridades por consejo y mandato de San Vicente, Luisa tiene 38 años. Año 1629. El contacto con los Pobres y las necesidades que descubre en las caridades, cambia su vida.

A partir de este momento Luisa comienza la realización de l proyecto de futuro entrevisto en 1623. Vicente de Paúl la ayudaría a discernir y orientar sus pasos.

Primera madurez (1629-1646). Madurez creadora

Es la etapa de la vida que configura y cohesiona plenamente la identidad de la persona. Está situada generalmente entre los 30 y los 50 años. Es el momento cumbre de la realización del proyecto vital. Es el ciclo vital de la autoafirmación. Todo el ser está referido a una realidad importante: el amor que ha dado sentido a la historia personal y concreta, los hijos, la profesión, la responsabilidad pública, etc… El yo personal se percibe en diálogo con los compromisos históricos que le enraízan en la realidad de los cotidiano . Quedan atrás las ilusiones juveniles. Suelen darse los conflictos y tensiones con la generación precedente y la posterior en razón  del proceso de autoafirmación.

Vivida a fondo esta etapa de la vida, supone realismo y esperanza, conciencia de la relatividad del todo y amor desinteresado, fidelidad al proyecto de vida, humildad confiada, desasimiento, solicitud.

Las tentaciones más frecuentes que amenazan el proceso personalizador son: el desencanto, el cansancio vital y el ensimismamiento.

Luisa de Marillac vive esta etapa de la vida entre  los 38 años, con la experiencia de apertura a los Pobres en las visitas de las caridades, el contacto con la necesidad de instrucción, servicio organizado y catequesis que detecta en aquellas visitas, y los 55 años: Fecha de la primera aprobación de la Compañía cono Cofradía independiente de la de las Damas o Señoras de la Caridad. Su gran logro, como señala Calvet, está cumplido.

Luisa de Marillac vive esta etapa en tres fases sucesivas:

1. Fase de Preparación: (1629-1633)

Contacto con los Pobres, contacto con las Señoras de las Cofradías de la Caridad, contacto con las chicas vocacionadas que surgen en las Cofradías de los alrededores de París movidas por el Espíritu Santo que las impulsa a servir a los Pobres gratuitamente y de por vida: Margarita Naseau, María, Germana y algunas más. Percibe el cansancio de las Señoras en contraste con el deseo gozoso de entrega gratuita de las chicas de la caridad, sirvientas de los Pobres.

Recuerda la experiencia configuradora de 1623. Debía haber idas y venidas. Estaría en un lugar con algunas otras que haría voto de pobreza, Castidad y obediencia, sirviendo a los Pobres… y cree sentirse llamada por Dios para reunir a estas jóvenes en comunidad, para formarlas y poder servir mejor a los Pobres.

Luisa siente que Dios la acepta tal y como es, por consiguiente se acepta a sí misma; esta experiencia de aceptación propia y el sentirse aceptada por Dios la lleva a confiar más en sí misma, a un sentimiento de autoestima progresivo, a saber recibir la valoración y el reconocimiento de los demás, incluido su director espiritual y a confiar más en Dios y su misericordia, confía más en las fuerzas misteriosas de la vida y del amor, de los débiles y de los Pobres , también en las Chicas de la Caridad.

Después de un lento proceso de discernimiento, Vicente de Paúl en agosto o septiembre de 1633, hace ejercicios espirituales. El octavo día escribe a Luisa en términos que expresan claramente la aprobación y consentimiento. ( Corresp. Tomo I  pág 265-2669)

Hacía algunos meses había muerto Margarita Naseau , víctima de la Caridad. Vicente afirma claramente que ella tuvo la dicha de abrir el camino a las demás.

2. Fase: Fundación de la Compañía: Primeros Pasos. (1633 -1642)

Con la aprobación del director espiritual, Vicente de Paúl, el 29 de noviembre de 1633, Luisa de Marillac  reúne a las primeras Hijas de la caridad en su propia casa.

Es una jornada carismática. Todo es don del Espíritu. No hay actas notariales, ni escritos de ningún tipo. Basta la presencia del amor mutuo que se hace CARIDAD para la CARIDAD con los Pobres. No tienen nombre; el pueblo las llamará pronto Hijas de la Caridad. Y el alma de este cenáculo es Luisa de Marillac, la Formadora y la Fundadora.

En 1634 se establece la Cofradía de la Caridad en el Hospital general de París y el 31 de Julio del mismo año, Vicente de Paúl explica a las Hijas de la Caridad el Reglamento escrito probablemente por Luisa. En él se sientan las bases fundamentales de la Identidad de las Hijas de la Caridad,

En 1636, aumentan las vocaciones. Dios bendice los pequeños comienzos y Luisa con sus Hijas de la Caridad se ve obligada a trasladarse al pueblo de la Chapelle.

En 1638 comienza la obra de los niños abandonados, en la que Luisa pone entusiasmo, cariño y todo el calor humano de su corazón de madre.

En 1639  comienza la obra de los galeotes o condenados a galeras, y este mismo año a finales de noviembre, viaja Luisa a Angers con tres Hermanas para establecer a las Hijas de la Caridad en el Hospital al servicio de los enfermos. Además, las Hijas de la caridad ya se han establecido en LIANCOURT, SAN GERMAN EN LAYE Y RICHELIEU.

En 1641, siguen aumentando las vocaciones, siguen pidiéndolas en muchos lugares; NANTEUIL, SEDAN… se hace necesario un nuevo cambio de Casa Madre hacia el Arrabal de San Dionisio, feligresía de San Lorenzo y muy cerca de San Lázaro, donde viven Vicente y sus misioneros.

Luisa es el alma de la Compañía naciente: Educa y forma a las jóvenes que van llegando, visita a las Hermanas de los distintos establecimientos, anima, alienta, estimula, orienta, corrige, visita y sirve a los Pobres, escribe cartas, Reglamentos, notas sobre su vida espiritual y su experiencia de Dios y a la vez, catequista incansable, no se conforma con enseñar el catecismo a las niñas de las parroquias y a las Hermanas, sino que organiza tandas de ejercicios Espirituales para señoras de la alta sociedad francesa que le confían su espíritu..

El compromiso de Luisa no se queda en algo etéreo de tipo pietista, aterriza siempre en el servicio y ayuda a los Pobres.

Está en la plena realización del proyecto vital que se le reveló en la Luz de Pentecostés de 1623. Humanamente se siente segura, espiritualmente se siente instrumento en manos de Dios; socialmente se siente reconocida y valorada por las grandes Damas. Tiene influencia y poder sobre las personas. Decide darse por completo a Dios en el servicio que está realizando, mediante la emisión de los primeros votos, con otras cuatro Hijas de la caridad el 25 de marzo de 1642.

3. Fase: Autonomía de las Hijas de la caridad (1642-1646)

La Compañía sigue extendiéndose  y aumentando en vocaciones. Hasta ahora son una misma institución con las Cofradías de las Señoras de la Caridad. Las Hermanas son las Sirvientas de los Pobres. Han surgido algunos Problemas. Las Señoras han caído en la tentación de convertirlas en sus propias sirvientas, tienen pleno dominio sobre ellas y surgen conflictos, Luisa piensa que es la hora de la independencia. Vicente lo aprueba y de mutuo acuerdo y en colaboración preparan la memoria, el reglamento o estatutos y la solicitud al Arzobispo de París.

En Octubre de 1644 peregrina a CHARTRES  para consagrar a la Santísima Virgen la naciente Compañía.

En 1646, el Arzobispo de París aprueba la Compañía de las Hijas de la Caridad como Cofradía independiente de la Cofradía de las Señoras de la Caridad. Ya tienen su autonomía conquistada, pero hay algo en la aprobación que no le cabe a Luisa: la dependencia del Señor Arzobispo de París; así lo manifiesta expresamente ( C.181). está convencida de que la voluntad de Dios, es que la Compañía de las Hijas de la caridad dependa de la Congregación de la Misión a través de su Superior General.

La gran creación y realización de su madurez son las Hijas de la Caridad, se entrega de lleno y  de por vida a esta obra con toda su fuerza, con todo el poder de su inteligencia y el calor de su corazón. Luisa tiene ahora 55 años.

Segunda madurez: Lucha por la consolidación (1646-1655)

Las características de esta etapa difieren poco de la anterior. Lo fundamental aquí es el empeño de la persona por la consolidación de la obra creada, la lucha por la cohesión interna, estabilidad y providencia de lo hecho. Personalmente, se logra un equilibrio total, casi pleno, dominio de las situaciones, paz, serenidad, revitalización de los acontecimientos, desasimiento, ecuanimidad en influencia sobre las personas en la creación realizada. Todas estas características se verifican en su totalidad en la vida de Luisa, en los años que van de 1646 a 1655.

Las experiencias más significativas son:

  • Continúa la expansión de las Hijas de la Caridad.
  • Después de muchos disgustos y sufrimientos, su hijo Miguel contrae matrimonio con Gabriela Le Clere en 1650, después de intensas gestiones de Luisa.
  • Con gran interés por parte de Luisa, Vicente de Paúl explica cuál es el espíritu de la Compañía en Febrero de 1653. luisa insistirá en transmitirlo a las Hermanas y motivar su vivencia.
  • Por la pérdida de los Documentos de la primera aprobación, se hace necesaria una segunda con carácter definitivo, sin la dependencia absoluta del arzobispo de París.
  • Las Hijas de la Caridad dependerán del Superior General de la Congregación de la Misión. ¡Luisa se salió con la suya! Era cuestión de supervivencia histórica y consolidación apostólica de la obra más querida por ella y creada por ella, con San Vicente de Paúl, como instrumento del Espíritu Santo.

Ancianidad y testamento (1656-1660)

Época de integración total de las experiencias vividas: frescura del corazón y distanciamiento, infancia espiritual o abandono  y sensatez de juicio. Se llega a la sabiduría de lo único necesario: La obediencia de amor en fe desnuda. Paz que guarda la dulzura del corazón más fuerte que todos los sinsabores. Este es el final del proceso de personalización de  una mujer creyente que vive a fondo y en plenitud su entrega a Dios.

La autenticidad sigue siendo la actitud existencial básica de Luisa de Marillac. Su convicción fundamental, la única es: que fuera del amor todo es ambiguo. El Amor es para ella todo. Dios irrumpe en el centro de su vida para suplir el regazo materno. Dios, el Amor Absoluto, le ha ido purificando a lo largo de los años. Ella ha vivido con densidad esta experiencia de Amor, por eso el tiempo, adquiere para ella densidad eterna.

(Para entender mejor como vive y siente el amor de Dios que la posee en totalidad es conveniente leer detenidamente su meditación sobre la práctica del Puro Amor. E. 105)

Sus preocupaciones más hondas de esta época están expresadas en su testamento y en la última carta escrita a San Vicente en 1660 ( C721 y E. 302)

  • Pervivencia histórica de la Compañía de las Hijas de la Caridad  conforme al querer de Dios.
  • Fidelidad de cada Hermana a su vocación en la forma que Dios quiere
  • Unión mutua entre las Hermanas
  • Gran cuidado del servicio de los Pobres.
  • Reconocimiento civil de la Compañía y aprobación pontificia
  • Quiere dejarlo todo atado y bien atado para que la Caridad, el Amor de Dios, continúe llegando a los Pobres a través de cada una de las Hijas de la Caridad.

Luisa de Marillac termina su proceso de personalización con su muerte el 15 de marzo de 1660.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *