A pesar de todas las influencias espirituales y la difícil situación de Francia en el Siglo XVII, realmente es el contacto con los pobres, desde la experiencia de la parroquia de Clichy, en las afueras de París, en que Vicente de Paúl empieza a encontrar el camino de lo que Dios le estaba pidiendo en respuesta a la situación de su tiempo.
En 1612 Vicente de Paúl, únicamente hace un interinato por seis meses en Clichy, mientras espera el nombramiento de capellán de la Reina destituida Margarita de Valois, sin embargo no se queda contento con el puesto que ha logrado, porque dentro de si hay una fuerza que le impulsa a buscar a la gente pobre, por lo que abandona su puesto en el palacio.
En 1617 la parroquia de Chatillón les Dombes, por motivación de unas señoras, pide ayuda para una familia que se está muriendo de hambre, la gente del lugar acude al llamado de Vicente de Paúl y se da cuenta que debe organizar dichas caridades para que no se desperdicien los recursos que se brindan generosamente. Esta iniciativa dio el primer paso para la fundación de las Cofradías de la Caridad en toda Francia y antes de la muerte de Vicente de Paúl, ya se encontraban en Polonia e Italia.
En esos años conoce a la familia de Gondy, y lo nombran capellán de ésta familia de nobles, pero él siempre piensa en evangelizar los campos. En una de sus giras en el año de 1617, encuentra la situación de un anciano, que es considerado como el hombre más bueno de la comunidad y pide confesarse con Vicente de Paúl, quien gustosamente accede y se da cuenta de una gran cantidad de pecados mortales, por lo que piensa: Si éste era un hombre bueno, con semejantes pecados, ¿Cómo estarán los demás del pueblo?. Por lo que promueve una jornada de confesiones y predicación del evangelio por los campos más pobres y alejados de París. Encuentra la colaboración de cinco sacerdotes diocesanos que empezarían con la formación de una Compañía dedicada exclusivamente a los pobres, a la que llamó la Congregación de la Misión o Padres Paulinos, que es una Comunidad de Vida Apostólica. (Cfr. Derecho Canónico, 1983, canones del 573 al 606).
San Vicente no es un simple espectador más de las realidades de su tiempo. Empieza por preocuparse por los pobres que se encuentran dentro de su parroquia, pero su amor por los demás es tan grande que lo motiva a impulsar obras de mayor embergadura, involucra a mayor número de personas, tanto nobles como pobres, hombres y mujeres, en búsqueda de concretizar su amor a Dios en la figura de los pobres.
Cuando las Cofradías de la Caridad llegan a París, las señoras con ciertas posibilidades económicas de la alta burguesía se apuntan en las obras, inducidas por el celo del Señor Vicente. Pero sus deberes familiares y su rango social les dificultaba entregarse al servicio de los más humildes y en algunas ocasiones mandan a las criadas, las cuales hacen la labor a la fuerza. Una muchacha se le presenta a Vicente de Paúl, su nombre Margarita Naseau, quién deseaba servir a los pobres de manera gratuita, a partir de 1630 le encarga a la Señorita Le Gras (Luisa de Marillac) a un grupo de jovencitas con esta misma inquietud, llegando a fundar la compañía de Hijas de la Caridad, las cuales son una novedad ante las órdenes religiosas femeninas, que se les obligaba al claustro.
Posteriormente reune un grupo de sacerdotes que predican en los barrios más pobres de París. Así, San Vicente no solamente se apoya en los miembros de la Congregación de la Misión, sino, además cuenta con otros sacerdotes que le auxilian para misionar los barrios más pobres de París y de otros lugares necesitados.
La experiencias espirituales que se enriquecen con la realidad que vive con el pueblo francés, son expuestas por Vicente de Paúl en las conferencias que dicta todos los martes en la casa de San Lázaro. Los asistentes a las Conferencias van creando su propia mística a través de un reglamento que les edifica profundamente en su espiritualidad. La lista de miembros hasta 1660, llegaba a 250 personas entre sacerdotes, diáconos y subdiáconos, tanto de la Congregación de la Misión como de otras instituciones. De este grupo salen 22 obispos, directores de congregaciones religiosas, excelentes predicadores de misiones; doctores de la Sorbona o Navarra; fundadores de comunidades; vicarios generales y los dos primeros rectores del hospicio general. (Coste, 1909)






