San Vicente de Paúl, un seguidor de la providencia de Dios (I)

Mitxel OlabuénagaEspiritualidad vicencianaLeave a Comment

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1.- EL POR QUÉ DE ESTA CONFERENCIA MOTIVACIONES EXTERNAS E INTERNAS

Dentro del marco de la XXXV Semana de Estudios Vicencianos, con el tema general de la Experiencia Espiritual de San Vicente de Paúl, se me pidió la elaboración de una conferencia que tratara sobre el asunto tan importante como es la Providen­cia de Dios, y en concreto la forma en que la captó, la entendió, la vivió y la motivó a vivir san Vicente de Paúl’.

El matiz importante está en la palabra: SEGUIDOR, que apa­rece en el título de la presente conferencia. Se trata de intentar ver la experiencia personal y espiritual que san Vicente tuvo y que supo transmitir a sus seguidores y seguidoras, (las Damas de la Caridad, La Congregación de la Misión y las Hijas de la Cari­dad, en un principio) su fe profunda y firme en la Providencia de Dios en todos los acontecimientos de su vida.

Analizando los escritos de san Vicente de Paúl, podemos constatar el apunte constante hacia la actitud, de parte suya y la invitación a los demás, a «confiar en Dios», a poner toda nuestra confianza y esperanza en Él, que dispondrá todo para nuestro bien y el de la misión.

Personalmente, como cristiano, desde que tuve la suerte y el privilegio de nacer, crecer y formarme en una familia cristiana. y ahora actualmente reforzado por la gracia del sacramento del Orden, como Sacerdote Paúl, una de las cosas que siempre me llamó la atención de Jesucristo, de su vida y obra fue la convicción profunda y firme en la confianza total en el Padre, en que todo se iría realizando según el designo amoroso y misericordia so de Dios a lo largo de la Historia de la Humanidad, para mí y para cada uno de los seres humanos.

Y unido a esta primera llamada de atención está la segunda, que es la que me animó (a través de acontecimientos y personas claves) a seguir a Jesucristo como Evangelizador y Servidor de los Pobres al estilo de san Vicente de Paúl. El matiz clave que vi en san Vicente de Paúl fue precisamente éste, el de la confianza en la Providencia de Dios, ese dicho de «Dios proveerá» siempre me cautivó y me animó a seguir adelante y dar el paso de ser sacerdote Paúl. Siempre he creído y creo que las cosas, que los acontecimientos y el conocimiento de personas nuevas, tiene su sentido y su fin, sobre todo para el crecimiento personal y espiritual del hombre. Dios sabe qué es lo que necesitamos en cada momento de nuestra vida.

Pero lógicamente, confianza en Dios, en que su Providencia nos ayudará siempre, pero no una confianza pasiva e improduc­tiva, sino todo lo contrario, una confianza en la Providencia de Dios activa, productiva y equipada con una mochila llena de ideas, proyectos, sueños y mucha creatividad e inventiva para el propio bien nuestro y el de tantos y tantos seres humanos que están necesitando de nuestra colaboración para ayudarles a recu­perar su dignidad como personas y como hijos de Dios.

San Vicente afirma la confianza en la Providencia tal como he descrito, pero advierte de su disconformidad en las prisas y las precipitaciones en las cosas porque son pésimas consejeras.

Con san Vicente de Paúl, debemos hacer constantemente profesión de fe en la Providencia:

Tengamos confianza en Dios, padres y hermanos míos, de forma total y perfecta y estemos seguros de que, si empezó su obra en nosotros, la llevará a feliz término.

2.- LA PROVIDENCIA DE DIOS. VIVIR EN LA CONFIAN­ZA. FIDELIDAD CONSTANTE

La Providencia de Dios es el medio por y a través del cual Dios gobierna todas las cosas en el universo. La reflexión de la Providencia Divina afirma que Dios está en control absoluto de todas las cosas. Esto incluye al universo en su totalidad, el mundo físico, el nacimiento del ser humano y su destino, los éxitos y los fracasos humanos, y la protección de su pueblo.

Esta reflexión la presento en oposición directa a la idea de que el universo sea gobernado (como dicen algunos autores contemporáneos, como el reconocido psiquiatra sevillano Luis Rojas Marcos) por la casualidad, el azar o el destino.

El propósito, o la meta, de la Providencia es llevar a cabo la voluntad de Dios. Para asegurar que sus propósitos sean cumpli­dos, Dios gobierna los asuntos del hombre y obra a través del orden natural de las cosas. Las leyes naturales son nada más que una representación de Dios obrando en el universo.

Pero lo más grande y misterioso a la vez es que Dios actúa en el mundo, en cada persona, en cada acontecimiento de la vida, respetando profundamente la libertad de sus creaturas. Dios quiere el bien para cada uno de nosotros, quiere ayudarnos a alcanzar la salvación, pero siempre respetando nuestra libertad, nuestras decisiones. Dios siempre sale a nuestro encuentro para que lo acojamos y aceptemos su voluntad, que no es otra que la de favorecer nuestra vida auténtica, en todos los sentidos y dimensiones de la misma.

Un ejemplo gráfico y real lo podemos constatar en san Vicente de Paúl, cuando hacía una pregunta a los Misioneros de la Congregación, pregunta que repitió de diferentes formas y refiriéndose a diferentes personas que fueron sus fieles colaboradores directos en la Misión.

La pregunta fue: ¿Quién nos ha dedicado a todo lo que estamos haciendo?, ¿he sido yo?, ¿ha sido el P. Portail? Ni Vicente ni Portail ni Luisa de Marillac, tenían pensado ni planeado nada al respecto, fue Dios, según la afirmación categórica y concluyente de Vicente de Paúl.

Vicente llega a la conclusión de que Dios se ha valido de personas concretas, que Él ha considerado válidas para tal objetivo Y la respuesta que debe seguirse ante tal hecho, según san Vicente, es la de confiar plenamente en Dios, poner toda nuestra vid; y esperanza en él, porque si la ponemos en los hombres solamente, nunca alcanzaremos el objetivo. Dios quedará fuera de nosotros y nosotros sin Él nos convertiremos en socios de alguna empresa social y poco más, que a la menor crisis interna, solio taremos la suspensión de pagos y el disolución de la misma.

Por eso toda realización de la Obra de Dios, requiere, según Vicente, de tiempo, dedicación y entrega.

Tiempo, en el sentido de que las grandes cosas en la vida no se consiguen de la noche a la mañana, se requiere de tiempo, del pasar de los días para que algo vaya surgiendo nuevo, algo vaya creciendo, como puede ser una obra social en la que se requiere del cambio de mentalidad, del cambio de estructuras, que al final del camino se consiga mejorar la vida del mayor número de per­sonas posible.

Dedicación, no omitir ni un segundo de nuestra vida en la consagración de una obra o responsabilidad para poder así con­seguir el objetivo previsto. Se trata de dedicar todo el tiempo posible de nuestra vida a la misión a la que hemos sido llamados, evangelizar y servir a Dios en los pobres.

Entrega, sinónimo de donación, total servicio a la responsabi­lidad que se te ha encomendado. Una entrega que reclama de nosotros una confianza plena y sin desfallecer en el camino. Como san Vicente, ser seguidores de la Causa del Reino de Dios.

San Vicente tuvo la experiencia personal, después de todo un proceso de conversión en el tiempo de su vida, de que hay que ser fiel a Dios constantemente, siempre y a lo largo de toda nues­tra vida.

La medida de nuestra fidelidad a Dios es el amor a la vocación a la que hemos sido llamados durante toda nuestra vida, ya seamos personas que estamos dedicadas a tiempo completo, ya seamos casados, solteros, viudos, etc. Cualquiera que sea la situación en la que se encuentre la persona cristiana, ésta no debe olvidar nunca su fidelidad a Dios en toda tarea que esté realizando en favor de los demás, especialmente de los más desfavoreci­dos de la sociedad actual.

Cuando a veces fracasamos en algunas responsabilidades que se nos han asignado desde la Congregación, desde la Compañía, desde cualquiera de las Ramas de la Familia Vicenciana aquí en España o en cualquier parte del mundo, se debe a que nos hemos apoyado parcial o totalmente en nosotros mismos, nos hemos considerado autosuficientes para solucionar este o aquel asunto sin darle entrada a Dios en nuestra vida y acción.

Vicente, se da cuenta, a lo largo de su vida, de que en la medida en que está unido a la voluntad de Dios, que su vida confía plenamente en Dios y en su Providencia amorosa y misericordiosa, todas las obras emprendidas salen adelante y obtienen sus frutos.

De aquí que tengamos que sacar la conclusión clara y concisa de que de parte nuestra debemos, en todo momento, ser fieles a Dios, darnos cuenta de que la fidelidad de Dios hacia nosotros es total, y del mismo modo la nuestra debe perseguir ese fin, esa calidad de ser fieles al que nos creó y nos ayuda en toda nuestra vida.

En la medida que seamos fieles a Dios, nuestra vida se enriquecerá, nada cambiará, pero todo será diferentemente vivido. Seremos personas llenas de ánimo, de esperanza y de mucha confianza en Dios y en nosotros mismos.

Si miramos lo que dice Vicente desde su propia experiencia existencial y espiritual, veremos que todo aquel o aquella que Si entregue a Dios para servir a los demás, no tiene que preocupar se de los bienes de este mundo, sino poner toda su confianza en la providencia del Señor, con la certeza plena de que mientras, permanezcamos en la caridad y nos apoyemos en dicha confiar za, estaremos siempre bajo el escudo protector de Dios».

Por consiguiente, no nos sucederá nada malo ni nos faltará bien alguno, aunque pensemos que según lo que estamos viviendo o experimentando en nuestra vida esté a punto de fracasar. Este pensamiento lo vemos en la misma Sagrada Escritura cuando el Señor nos dice: «El que se coloca bajo la bandera de la confianza en Dios, se verá siempre favorecido con una especial protección de su parte».

Teniendo esta fe en la confianza en Dios, en su providencia, no solo nos veremos libres de todos los males y de todos los accidentes molestos, sino que nos veremos colmados de toda clase de bienes.

San Vicente, con estas afirmaciones, nos está diciendo que a pesar de todas las dificultades que nos vayan surgiendo en la vida, la enfermedad, el desempleo, las situaciones inesperadas y trágicas, etc, todo lo podremos sobrellevar de una manera diferente, porque sentiremos la fuerza de Dios, y nos sentiremos confortados y aliviados en los sinsabores de la vida. Afirmación hecha por él, que le tocó luchar en muchas ocasiones para sacar adelante la Obra de Dios.

José Vicente Martínez

CEME 2011

 

 

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