«Un momento: Para reencontrar el sentido del vivir y del actuar, del creer y del esperar, del alegrarse y del amar. O sencillamente para reencontrar el sentido de ser seres humanos y no cosas»
(«El secreto de la luz de la mañana» Cardenal Giacomo RAVASI).
Atardecer del año 2011- Alborear del 2012.
Los días que van cerrando los calendarios son frecuentemente en nuestras comunidades días de fiesta, pero son también días en los que se hace una pausa para echar una mirada de lectura de la vida y construir o reconstruir nuestros proyectos que desearían dar una nueva energía a los 365 días que están frente a nuestros ojos.
Un Balance y un proyecto que dejamos en las manos de Dios a quien con frecuencia dirigimos esta oración: «Enséñanos a contar nuestros días, para que entre la sensatez en nuestros corazones» (Salmo 89(90),12)
Balance que echa una mirada al pasado que hizo parte de la historia que se cierra, pero también momento de proyectarnos hacia un porvenir que va naciendo y que será la tarea que nos espera.
Un mañana que miramos con confianza porque tenemos la certeza de que Dios se ha comprometido a acompañarnos en nuestro camino: «Estar siempre con ustedes» (Mt.28,16-20).
Por nuestro ayer, nuestra oración dirá: «Gracias Señor», pero sin olvidar añadir también: «perdón Señor».
El porvenir que se abre lo esperamos con la sabiduría de quien no puede ponerse en camino sin equiparse suficientemente de lo necesario para la marcha.
Te invito a caminar junto al P. Anselmo GRÜN (monje y célebre escritor moderno) quien nos cuenta en su libro: «Pequeño tratado de espiritualidad cotidiana» cómo en una fiesta de fin de año una persona había dibujado sobre 50 tarjetas, cincuenta ángeles invitando a los participantes a sacar a la suerte una tarjeta para el año que comenzaba…Ángeles que representaban maneras de vivir el camino que se iniciaba y que podrían dar a la vida de cada uno peso y densidad.
Sin duda que si a largo de un año, cada uno pudiera dar espacio a un comportamiento más exacto, sería la vida toda la que resentiría los efectos como lógicamente las personas que compartirían el mismo caminar. Que estos ángeles te ayuden a iluminar este último día del año y primeros días que se avecinan en tu vida.
a.- Por qué no hablar del ángel del abandono a la voluntad divina…
Una actitud que tanto amaron y nos aconsejaron nuestros fundadores.
Abandono que construye la libertad interior para no estar sometidos, esclavos de nuestros propios pareceres o del parecer de los demás; abandono que desarrolla en nosotros la renuncia espiritual, que conduce a una auténtica sinceridad en el actuar y en el reaccionar…en los momentos de éxito y de gratificación de lo que somos o hacemos, como también en los momentos de fracaso y de sufrimiento… mantener la paz, la serenidad, la confianza, eso es vivir de modo concreto el voto de pobreza (Const 30)….¿Qué nos faltaría para vivir este abandono en las manos de Dios?
b.- Por qué no hablar del ángel de la sinceridad:
El Señor hizo su elogio cuando hablando de Natanael dijo: «He ahí un verdadero israelita en quien no hay engaño»(Jn 1,47).
Este ángel no vive en cálculos sin fin, sino en una transparencia y verdad interior. Es ángel que evita la intriga, los artificios engañosos, o esa búsqueda de la mejor manera de venderse a los otros.
La sinceridad tiene por finalidad el abrir nuestros ojos sobre lo que somos en verdad. Ángel que arranca esos velos o anteojos opacados a través de los cuales vemos las personas o las cosas…es una manera profética de vivir la virtud de la sencillez y la humildad, vivir en esa verdad y en esa sinceridad…
¿Qué nos faltaría para ser sinceros, veraces y caritativos en nuestras vidas y comunidades?
c.- Por que no hablar del ángel del silencio:
Los ángeles son seres delicados. No se los puede detener para limitar sus movimientos. Llegan de improvisto y para poderles encontrar hay que estar siempre atentos y disponibles. Todo lo que es grande tiene necesidad del silencio para poder germinar en el ser humano.
Es el silencio el que nos prepara para escuchar mejor, a Dios y a los demás, para poder prestar atención a las finezas del sonido cuando alguien nos habla. Pero es sobre todo condición para poder percibir la voz de Dios. «Silencio: clima de Dios… atmósfera divina que hace mas ricos y más humanos y profundos nuestros intercambios» en el decir de los santos.
El ángel del silencio se propone apaciguar nuestro interior silenciando nuestros pensamientos, nuestros deseos y ambiciones en ocasiones demasiado exaltados…Es el ángel que nos hace discretos ante los demás para evitar que la violencia de nuestras palabras no destruyan la armonía del corazón o la paz de nuestras comunidades…Pero es también un ángel que nos ayuda a estar abiertos y disponibles para compartir el «peso humano» de la vida de los otros escuchando con respeto y profundo afecto el camino del hermano. ..¿Qué nos faltaría para vivir el silencio como don evangélico…?
Tres «ángeles de luz» que desearía para ustedes, como compañeros de camino al momento de cerrar el calendario 2011 y abrir el del 2012.
Sin duda que podremos acogerlos y experimentar en consecuencia la alegría de su presencia porque estamos seguros que:
«a los que esperan en Dios, el Señor
El les renovará las fuerzas
Subirán con alas como de águilas
Correrán sin fatigarse …y andarán si cansarse » (Is 40,31).