Pier Giorgio Frassati: un modelo para los jóvenes vicencianos

Francisco Javier Fernández ChentoPier Giorgio FrassatiLeave a Comment

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Author: Manuel A. Sánchez · Translator: Javier F. Chento. · Year of first publication: 2011 · Source: Sociedad de San Vicente de Paúl, Consejo de Los Ángeles (USA).
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El lunes 4 de julio celebramos la fiesta del Beato Pier Giorgio Frassati, un joven miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl de principios del siglo XX en Italia.

El beato Pier se unió a la Sociedad de San Vicente de Paúl cuando tenía diecisiete años, y siguió como miembro activo de la misma durante el resto de su vida, hasta su muerte a los veinticuatro años. Asistió a enfermos, pobres y desplazados, haciendo visitas a las casas al menos una vez a la semana, alimentado siempre por su amor a Cristo, a quien vio y recibió diariamente a través de la Eucaristía y los pobres, como se manifiesta en sus propias palabras:

«Jesús me visita todas las mañanas en la Sagrada Comunión. Yo le pago con mis pobres medios, visitando a los pobres».

Como el beato Federico Ozanam antes que él, Pier Giorgio estaba totalmente implicado en la vida social y política de su país, siendo especialmente defensor de los pobres y desposeídos. Sus ideales estaban impregnados e inspirados en la doctrina social católica, particularmente en la encíclica papal «Rerum Novarum» (Sobre las cosas nuevas), sobre los derechos de la clase obrera, publicada por el Papa León XII apenas diez años antes del nacimiento de Pier Giorgio.

Pier Giorgio Frassati asistió al surgimiento del fascismo en Italia y el ascenso de Mussolini, y sus creencias le obligaron a hablar y actuar contra este flagelo. En 1922 escribía:

«Esperemos que nuestro país pueda tener un gobierno capaz de hacerse respetar, y que acabe finalmente con el gran escándalo que es el movimiento fascista».

Su voz no pasó desapercibida a los fascistas; en un momento dado, los infames camisas negras allanaron la casa de Frassati, pero Pier Giorgio, según uno de los periódicos de Londres, se les enfrentó y echó de su casa, llamándoles «¡canallas, cobardes, asesinos!»

El beato Pier Giorgio Frassati nació el 6 de abril, mismo mes que el fundador de la Sociedad de San Vicente de Paúl, el beato Federico Ozanam (23 de abril) y el patrón de la misma, San Vicente de Paúl (24 de abril). También, como Federico, Pier Giorgio vio a los jóvenes y a los adultos jóvenes como un instrumento para reformar su país y sociedad a través de la justicia, como se muestra en una reflexión que escribió acerca de la «Rerum Novarum»:

«En este momento de prueba por el que está pasando nuestro país, nosotros los católicos –y sobre todo los estudiantes– tenemos un serio deber que cumplir: la formación propia. Nosotros, que por la gracia de Dios somos católicos (…) debemos prepararnos para la batalla que, sin duda, tendremos que luchar para cumplir con nuestro programa y dar a nuestro país, en un futuro no muy lejano, días felices y una sociedad moralmente sana.

Pero, para lograr esto, necesitamos orar constantemente, para obtener de Dios la gracia sin la cual todas nuestras fuerzas son inútiles; también necesitamos organización y disciplina, para estar listos para la acción en el momento adecuado; y, finalmente, el sacrificio de nuestra pasión y de nosotros mismos, pues sin ello no podremos lograr nuestro objetivo.»

El joven Pier Giorgio vivió el Evangelio día a día, sin alardes. Su familia no estaba al tanto (en su mayor parte) de su trabajo con y para los pobres, y los pobres no conocían su relativamente buena posición familiar (y muchos ni siquiera sabían su nombre). Después de su muerte, en su funeral, su familia y amigos se sorprendieron al encontrar a cientos de personas pobres que se acercaban a visitar su cuerpo y a despedirse de Pier Giorgio. Esto fue un testimonio a su generoso corazón, espíritu humilde y amor por la humanidad, como lo demuestran sus palabras:

«Ningún ser humano debe ser abandonado, sea cual sea su raza o religión: la caridad debe superar todas las barreras.»

«No hemos de olvidar que hay que, incluso si la casa que visitamos está muy sucia, allí podremos encontrar a Jesús».

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