Enero de 1923
«…en estos trágicos, dolorosos momentos en los que su patria sufre bajo el pie extranjero, mientras sus hogares son ocupados por un antagonista enemigo de su patria, les mandamos, nosotros estudiantes católicos, la expresión de nuestro amor fraterno.
No tenemos la posibilidad de cambiar esta triste situación, pero sentimos en nosotros toda la fuerza de nuestro amor cristiano que se hermana más allá de los confines de todas las Naciones.
Los Gobiernos actuales no entienden la advertencia del Pontífice: la verdadera paz es más fruto del amor cristiano por el prójimo que de la justicia, y preparan para el futuro nuevas guerras para toda la humanidad.
La sociedad moderna está sumida en los dolores de las pasiones humanas y se aleja del ideal de amor y de paz. Católicos ustedes y nosotros, debemos llevar un soplo de bondad, que sólo puede nacer de la fe en Cristo.
Hermanos, en esta nueva prueba y terrible dolor, sepan que la gran familia cristiana reza por ustedes. Como la paz en el mundo no puede volver sin Dios, al menos ustedes, hombres de buena voluntad, conserven en sus corazones a Aquel que en la gruta de Belén fue anunciado por los ángeles como el Salvador de la humanidad».