AGENTES DE LA CONSAGRACIÓN
Ya por el bautismo ha muerto (el fiel cristiano) y ha sido consagrado…, pero para conseguir un fruto más abundante de la gracia bautismal… por la práctica de los consejos evangélicos se consagra más íntimamente al servicio divino (LG 44).
1.- Nos referimos únicamente a la consagración de las personas. El término «consagración» lleva consigo un doble significado: el de «separación» y el de «dedicación y entrega» a Dios. Las personas consagradas se separan de las restantes, pero no para mantenerse aisladas, sino para dedicarse mejor al servicio de Dios, de la Iglesia y de los hombres. El monje, se ha dicho, es la persona que se distancia de todo para unirse a todos. La consagración es, pues, un distanciamiento de un entorno mundano, en el sentido peyorativo del término, para estar unidos con los hombres, en sus esfuerzos por hacer presente el reino de Dios en este mundo.
2.- En la consagración de las personas, distinguimos la acción de Dios que irrumpe sobre la persona y la «consagra», y la acción del hombre mediante la cual acepta la acción de Dios y «se consagra».
3.- Discuten los autores si es Dios solo el que consagra o es lo persona la que se consagra. En realidad, solo Dios consagro, únicamente él puede posesionarse de la persona, irrumpir sobre ella y reservarla para sí. Sin embargo, no se puede negar la actitud de la persona que, desde la propia libertad, responde generosamente a la acción de Dios. Por eso, prácticamente, hay que tener en cuenta ambas acciones: la de Dios y la del hombre y, por lo mismo, se puede hablar de consagración por parte de Dios y de consagración a Dios por parte de la persona, aunque no en el mismo sentido. En general, el lenguaje teológico y canónico tiene cuidado de reservar el término «consagración» cuando se refiere a la acción de Dios, y los términos «entrega o donación» cuando se refieren a la acción del hombre.
4.- El término consagración se usa también en sentido más bien psicológico. A veces, el concepto teológico queda obscurecido por la prevalencia que se da al concepto psicológico. Desde el punto de vista psicológico, la consagración surge cuando la persona, atraída por un ideal o proyecto, se entrega plenamente a él, a los quehaceres correspondientes, como una madre se consagra a su hijo, como un buen profesional se consagra a las exigencias de su profesión. La auténtica consagración teológica suscita la consagración psicológica de entrega total, plena y gozosa. La persona, atraída y seducida por Dios, se consagra a Dios, se pone en disposición total del proyecto divino, Dios y su proyecto se constituyen en los puntos claves de su vida.
LA CONSAGRACIÓN EN LOS INSTITUTOS DE VIDA CONSAGRADA
5.- El Vaticano II, en el decreto Perfectae Caritatis, enseña que desde los orígenes de la Iglesia hubo hombres y mujeres que, a su manera, llevaron una vida consagrada’, Esto indica que dentro de la Iglesia, pueblo de Dios, linaje elegido, nación santa, pueblo consagrado (1 Pe 2, 9), existen otras consagraciones de personas llamadas a concretar la consagración bautismal y a hacer presente a creyentes e increyentes a Cristo entregado a la contemplación, anunciando el reino de Dios a las turbas, sanando a los enfermos, convirtiendo a los pecadores, ben diciendo a los niños, haciendo el bien a todos, siempre obediente a la voluntad del Padrea.
6.- Hay unanimidad en afirmar que la consagración no es para que una persona «haga», sino para que la persona «sea», para que la persona «viva» de uno manera determinada, un estilo de vida del que, como es obvio, se derivan modos de conducta y de acción especiales. Un cristiano se consagra por Cristo, por el atractivo que la vida de Cristo suscita en él. El canon 573 describe perfectamente lo que es el estado de vida consagrada: La vida consagrada por la profesión de los consejos evangélicos es una forma estable de vivir, en la cual los fieles, siguiendo más de cerca a Cristo bajo la inspiración del Espíritu Santo, se dedican totalmente a Dios como a su amor supremo, para que, entregados por un nuevo peculiar título a su gloria, a la edificación de la Iglesia y a la salvación del mundo consigan la perfección de la caridad en el servicio al reino de Dios, convertida en signo preclaro, en la Iglesia, preanuncien la gloria celestial’.
7.- De la descripción anterior de lo Vida Consagrada, resulta fácil descubrir 35 distintas facetas de la misma: la teológica, por la referencia a Dios, a Cristo y aI Espíritu Santo; la contemplativa, por la dedicación primordial a Dios como amor supremo y su gloria; la apostólica, por la entrega a la edificación de la Iglesias, a la salvación del mundo y al servicio del Reino; la ascética, por el empeño de avanzar la santidad, por el ejercicio de la caridad y la escatológica, por intentar ser signo preclaro en la Iglesia, de la gloria futura.
8.- Si analizamos bien el número 5 del «Perfectae Caritatis» nos daremos cuenta de los valores esenciales y de las exigencias espirituales propias de la vida consagrada:
a) La opción decisiva por Dios y la consecuente renuncia al mundo, que tienen su origen en el bautismo del que se nace como nueva criatura y se renuncia a las vanidades del mundo.
b) El sentido cristocéntrico, ya que la Vida Consagrada tiene como inspiración la vida de Cristo, es seguir e imitar a Cristo y reproducir los rasgos de Cristo casto, pobre, obediente y servidor del designio salvador de Dios.
c) La participación en el misterio pascual de Cristo, que es misterio de muerte y de vida. Se muere al mundo y se resucita para Dios, es anonadamiento pero también resurrección.
d) La eclesialidad como disponibilidad para servir al reino de Dios y a la Iglesia. La consagración no se puede separar, como después diremos, de la misión.
e) Toda Vida Consagrada y toda Vida Apostólica, deben mantener un razonable equilibrio entre la contemplación y la acción, adhesión a Dios, amado sobre todas las cosas, y la proyección generosa de ese amor para dilatar el reino de Dios.
9.- La exigencias espirituales básicas se pueden resumir en las siguientes:
a) El esfuerzo por convertirse siendo coherente con la profesión de los consejos evangélicos: castidad, pobreza y obediencia.
b) Renovación continua a la luz del Evangelio y de la espiritualidad del propio Instituto.
c) Alimentarse continuamente de la lectura de la Palabra de Dios y recepción frecuente de los sacramentos: eucaristía y penitencia.
d) Mantener una verdadera y filial devoción a la Virgen María, modelo de la Iglesia, primera consagrada.
LA CONSAGRACIÓN EN LAS SOCIEDADES DE VIDA APOSTÓLICA
10.- Lo que la teología de la Vida Consagrada y lo que dispone el derecho canónico sobre los Institutos de Vida Consagrada (cf. canon 573), ¿se puede afirmar de las Sociedades de Vida Apostólica entre las que se encuentra la Congregación de la Misión? Para dar respuesta a esta pregunta, conviene tener en cuenta lo siguiente:
1º.- Existe una consagración teológica, propia de todo cristiano que, consciente de las exigencias del bautismo, desea alcanzar la perfección de la caridad imitando y siguiendo a Cristo desde el estado de vida, que ha elegido conforme a la propia vocación. Sin embargo, esta consagración teológica no siempre es reconocida canónicamente por la Iglesia. La Iglesia, respeta, alaba, promueve el comportamiento evangélico de todo fiel cristiano (cf. c. 210), pero tal comportamiento no es reconocido como institución especial canónica. En los «Lineamento» del Sínodo de 1992, leemos: también muchos fieles de Cristo que en nuestros tiempos, individualmente o de forma asociada, han abrazado la virginidad o el celibato, y también la pobreza voluntaria y la obediencia, sin que tal compromiso comporte la profesión pública de los consejos evangélicos. Aunque estas formas de vida evangélica no se consideren como Institutos de Vida Consagrada o equiparados a ellos, enriquecen la Iglesia en las práctica de la vida evangélica, según los consejos, manifiestan la vocación universal a la santidad y al radicalismo evangélico, abierto a todos los discípulos del Señor. Son en el mundo fermento de santidad y preanuncio particular de nuevos carismas y servicios para la renovación de la sociedad, así como un estímulo para los mismos consagrados y consagradas’.
2º.- Actualmente, la consagración canónica, reconocida por el derecho canónico universal de la Iglesia es la profesada:
a) Por los miembros de los Institutos Religiosos a tenor de los cánones 573 y 607.
b) Por los miembros de los Institutos Seculares a tenor de los cánones 573, 710 y 712.
c) Por los Eremitas que, según el canon 60, profesan públicamente (en el sentido canónico) los consejos evangélicos, corroborándolo mediante voto u otro vínculo sagrado, en manos del obispo diocesano y siguen bajo la dirección de él. El eremita vive apartado del mundo, en silencio, oración y penitencia, dedicado a la alabanza de Dios y trabajando así por la salvación del mundo.
d) Por las sagradas Vírgenes que formulando el propósito santo de seguir a Cristo más de cerca, son consagradas a Dios por el obispo diocesano, según el rito litúrgico aprobado. Las mujeres así consagradas pueden asociarse, pero no constituyen un Instituto de Vida Consagrada (canon 605).
3º.- El campo de los consagrados canónicamente no está cerrado. El canon 605 deja la puerta abierta para aprobar nuevas posibles formas de Vida Consagrada. La aprobación de las nuevas formas de Vida Consagrado es competencia de la Santa Sede en su fase definitiva. Los obispos pues den discernir los dones del Espíritu Santo y crear cauces nuevos y adecuados para que se desarrollen y produzcan frutos de santidad y apostolado en la Iglesia.
11.- Las Sociedades de Vida Apostólica no son consideradas como Institutos e Vida Consagrada, pero se «asemejan» a ellos. El canon 731 las describe así: los Institutos de Vida Consagrada, se asemejan las Sociedades de Vida Apostólica, cuyos miembros, sin votos religiosos, buscan el fin apostólico propio de lo sociedad y, llevando una vida en común, según el propio modo de vida, aspiran la perfección de la caridad por la observancia de las Constituciones.
12.- El Vaticano II no delineó con precisión el perfil de las Sociedades de V/ida Apostólica, pero lo han hecho el Código de derecho canónico para la Iglesia latina y el Código de las Iglesias Orientales. A la luz de estos cuerpos norma ¡vos, se pueden señalar las características de las Sociedades de Vida Apostólica
a) La finalidad apostólica. La finalidad apostólica es el punto de referencia principal. Nacieron con un fin apostólico, de tal manera que el estilo de vida siempre debe estar en función del apostolado. En las Sociedades de Vida Apostólica, todo está en función del apostolado propio.
b) La vida en común. Si no todos los Institutos de Vida Consagrada viven en común, para las Sociedades de Vida Apostólica, en cambio, la vida fraterna en común es un elemento esencial, pero también está en función del apostolado y se desarrolla, por tanto, según el propio estilo.
c) Tender a la perfección de la caridad. Igual que los miembros de los Institutos de Vida Consagrada, los miembros de las Sociedades de Vida Apostólica deben tender a la perfección de la caridad, observando los propias Constituciones.
d) Posible práctica de los consejos evangélicos. En la Iglesia latina, hay algunas Sociedades de Vida Apostólica que practican los consejos evangélicos, asumidos por medio de un «vínculo» definido en las propios Constituciones (cf. c. 731 § 2). Conviene tener presente que, no obstante esta semejanza con los Institutos de Vida Consagrada, no pierden su carácter apostólico. Los consejos evangélicos asumidos por el vínculo sagrado también están en función del apostolado de la Sociedad. Esto particularidad coloca a las Sociedades de Vida Apostólica en un puesto diferente al que ocupan los Institutos de Vida Consagrada, como están descritos en el capítulo V de la «Lumen Gentium» y en el canon 573 del Código de derecho canónico.
CONSAGRACIÓN Y MISIÓN
13.- Lla Vida Consagrada lleva consigo una misión. Consagración y Misión son dos caras de la misma moneda: anverso y reverso. Como Cristo es santifico (lo por el Padre y enviado al mundo (cf. Jn. 10, 36), todos los consagrados son también enviados, todos reciben una misión que deben realizar conforme al propio Carisma. En el número 44 de la «Lumen Gentium», leemos: Como los consejos evangélicos tienen la virtud de unir con la Iglesia y con sus misterios de una manera especial a quienes los practican, por la caridad a la que conducen, la vida espiritual de éstos es menester que se consagre al bien de la Iglesia. De ahí, nace el deber de trabajar según sus fuerzas y según la forma de la propia vocación, sea con la oración, sea con la actividad laboriosa, por implantar o robustecer en las almas, el reino de Cristo y dilatarlo por todo el mundo.
14.- Lo dicho anteriormente sobre la misión de los Institutos de Vida Consagrada se debe decir con mayor razón, si cabe, de las Sociedades de Vida Apostólica porque, como dijimos, su razón de ser en la Iglesia es la misión o apostola do para el cual fueron fundadas y aprobadas por la Iglesia. No conviene perder de vista los matices, para evitar desfigurar por razón del apostolado, tanto a los Institutos de Vida Consagrada como a las Sociedades de Vida apostólica. Si, en general, podemos decir que los primeros se inspiran en la teología de la Vida Consagrada y se completan con la teología de la Misión, las segundas se inspiran primordialmente en la teología de la Misión y se completan con los contenidos de lo teología de la Vida Consagrada.
LA CONSAGRACIÓN EN LA CONGREGACIÓN DE LA MISIÓN
Nos entregamos a evangelizar a los pobres en la Congregación, todo el tiempo de nuestra vida (C 28).
15.- De la fórmula de emisión de los votos, existente desde los tiempos de san Vicente, se ve que el misionero hacía voto a Dios, de pobreza, castidad y obediencia… y de entregarse a la salvación de los pobres del campo todo el tiempo de la vida (cf. C 58, § 2, c). Dos cuestiones surgen:
1ª. La Congregación ¿es un Instituto de Vida Consagrada?
16.- La respuesta negativa es clara. La Iglesia ha reconocido a la Congregación de la Misión como Sociedad de Vida Apostólica y no como Instituto de Vida Consagrada, no obstante la semejanza que se detecta entre algunos elementos constitutivos de la Congregación de la Misión y los elementos constitutivos de los Institutos de Vida Consagrada, v. g.: la práctica de los consejos evangélicos, asumidos mediante voto. Sería un error tener en cuenta la semejanza genérica. Es necesario saber la razón de los consejos evangélicos en los Institutos de Vida Consagrada y en la Congregación de la Misión. Es necesario igualmente saber lo naturaleza de los vinculo% en los Institutos de Vida Consagrada y la naturaleza de los votos en la Congregación de la Misión. Más tarde, trataremos ampliamente sobre este aspecto. La semejanza no significa identidad. Lo importante es precisar bien los valores teológicos y apostólicos de los Institutos de Vida Consagrada y de las Sociedades de Vida Apostólica. En este campo, las expresiones canónicas no son muy claras.
17.- El empeño de san Vicente por introducir los votos en la Congregación o intentar que se colocara dentro del estado de perfección, por la práctica de consejos evangélicos asumidos por voto simple, no hizo a la Congregación orden religiosa. Vimos cómo la aprobación de los votos, excluía expresamente que la Congregación se considerara como una religión canónico (cf. TEMA 13
18.- El esfuerzo de san Vicente iba dirigido más que nada a que los mi netos se comprometieran por exigencias de la vocación misionera, a la imitación plena de Cristo evangelizador de los pobres, casto, pobre y obediente, y que misionero se comprometiera a vivir en la Congregación, toda su vida.
2°. La segunda cuestión es la siguiente: El misionero vicenciano ¿se puede considerar como consagrado, a pesar de que la Congregación no es Instituto de Vida Consagrada?
19, La respuesta, en este caso, es claramente afirmativa: el misionero es un verdadero consagrado. La primera razón es que la consagración «teológica» es mucho más amplia que la consagración reconocida por la Iglesia, en el ordenamiento canónico. Como vimos hace poco, la Iglesia es consciente de que muchos fieles cristianos, en particular o asociados, practican los consejos evangélicos, asumidos con frecuencia, mediante un vínculo sagrado, pero por razones del orden canónico, no han sido reconocidos como Institutos de Vida Consagrada. Los misioneros, teológicamente, son personas consagradas, aunque canónicamente, no se los considere como tales.
A esta razón general, podemos añadir otras más particulares:
20.- El deseo de san Vicente. San Vicente quiso que los misioneros se llenasen de los sentimientos y afectos de Cristo; más aún, de su mismo Espíritu y que siguieran sus huellas fielmente. La práctica de los consejos evangélicos, asumida por voto es uno de los principales dinamismos que el misionero dispone para intentar con todas las fuerzas revestirse del Espíritu de Cristo que brilla, sobre todo, en sus enseñanzas evangélicas: en su pobreza, castidad y obediencia… (cf. RC II, 1 8).
b) El sentimiento existente en la Congregación. Los «Schemata Constitutionum ac Statutorum Congregationis Missionis» recogieron el pensamiento tradicional vigente en la Congregación. El título de la segunda parte «De vita consecrata in Congregatione Missionis». En los números siguientes se dice:
* Por la profesión de los consejos evangélicos, conforme al uso introducido por el Fundador y aprobado por la Iglesia, todo miembro se entrega totalmente a Dios sumamente amado, y a los Hermanos mediante un nuevo y peculiar título…de tal manera, que se crea una peculiar consagración que echa sus raíces en la consagración bautismal.
* Dios nos concedió el don para que nos consagremos a él, a fin de continuar la misión de su Hijo.
* La Congregación de la Misión es un estado de consagración, aprobado por la Iglesia, en el que se profesan los consejos evangélicos por la emisión de los votos de pobreza, castidad y obediencia, a los que se añade el voto de servir a los pobre?
Una característica de toda consagración personal es la radicalidad y la totalidad. En el pensamiento de san Vicente y en la convicción de los misioneros, esta característica aparece clara cuando san Vicente propone a Jesús como modelo de pobreza, castidad y obediencia en sus enseñanzas a los misioneros. (cf. RC III, 1; IV, 1; V, 1).
Otra característica de la consagración es el vínculo sagrado: voto u otra clase de vínculo. El misionero se compromete a practicar los consejos evangélicos mediante el voto. Las dificultades canónicas que han existido para formular la naturaleza canónica de los votos propios de la Congregación de la Misión, no disminuyen para nada su valor teológico.
e) El artículo 28 de las Constituciones expone con claridad, que el misionero vicenciano es un consagrado para la Misión y además explica la naturaleza de la consagración: Deseando continuar la misión de Cristo, nos entregamos a evangelizar a los pobres en la Congregación, todo el tiempo de nuestra vida. Para realizar esta vocación, abrazamos la castidad, la pobreza y la obediencia conforme a las Constituciones y Estatutos.
22. El punto clave de la consagración del misionero vicenciano no está tordo en la práctica de los consejos evangélicos en cuanto tales, sino en continuar lo misión de Cristo evangelizador de los pobres, casto, pobre y obediente: la pequeña Congregación de la Misión … para dedicarse a la salvación de las olmos, sobre todo, de los pobres del campo, ha pensado que no podía usar otras armas más fuertes y más adecuadas, que las que usó la Sabiduría eterna con tanto éxito y tanta eficacia (C 28; RC II, 1 8).