Novena a la Medalla Milagrosa: Día 1, María, instrumento de salvación

Francisco Javier Fernández ChentoVirgen MaríaLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Vicente de Dios, C.M. · Año publicación original: 1986.
Tiempo de lectura estimado:

Introducción

Canto:

Oh María, sin pecado concebida,
ruega por nosotros que recurrimos a ti.

Saludo:

Hermanos: Llenaos del Espíritu, recitad entre vosotros salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y salmodiad en vuestro corazón al Señor, dando gracias continuamente y por todo a Dios Padre, en nombre de nuestro Señor Jesucristo (Ef 5, 19- 2 0).

Monición introductoria:

Demos gracias a la Virgen Milagrosa por encontrarnos reunidos para expresarle nuestra devoción, y llenemos nues­tro espíritu de filial alegría. Dispongamos el corazón para acoger la Palabra de su Hijo y la voluntad para darle generosa respuesta. La celebración de hoy tiene carácter de introduc­ción. Dios nuestro Señor es un Padre providente que vela por nosotros y nos ofrece medios de salvación que nos ayudan en nuestro camino cristiano. La Medalla Milagrosa es indudable­mente uno de ellos.

Lectura ambiental:

Monición: Santa Catalina Labouré nos refiere sencillamente las gracias extraordinarias que el Señor le concedió y que la prepararon para ser digno instrumento de las manifestaciones de la Virgen Milagrosa al mundo.

Lectura de los escritos de Santa Catalina Labouré:

Llegué al Seminario el 21 de abril de 1830, que era el miércoles antes de la traslación de las reliquias de San Vicente de Paúl, feliz y contenta por haber llegado a este gran día de fiesta, me parecía que no tocaba la tierra.

Pedía a San Vicente todas las gracias que me eran necesa­rias, y también para las dos familias y para Francia entera. Me parecía que ellas tenían la mayor necesidad. En fin, pedía a San Vicente que me enseñara lo que era necesario que yo pidiera con una fe viva. Y todas las veces que volvía de San Lázaro (donde había visitado la. urna de San Vicente), tenía tanta tristeza, que me parecía encontrar en la comunidad a San Vicente, o al menos su corazón, que se me aparecía todas las veces que yo regresaba de San Lázaro. Sentía el dulce consuelo de verlo bajo la caja donde estaban expuestas algunas peque­ñas reliquias de San Vicente. Se me apareció tres veces distin­tas, tres días seguidos…

Y después fui favorecida con otra gran gracia, la de ver a nuestro Señor en el Santísimo Sacramento, que lo vi todo el tiempo de mi Seminario, exceptuadas las veces en que dudaba (es decir, en que me resistía); entonces, la vez siguiente ya no veía nada, porque quería profundizar y dudaba de este misterio y creía equivocarme.

El día de la Santísima Trinidad, nuestro Señor se me apare­ció como un Rey con la Cruz sobre su pecho en el Santísimo Sacramento, fue durante la santa Misa en el momento del Evangelio, y me pareció que la Cruz se deslizaba a los pies de nuestro Señor, y me pareció que nuestro Señor era despojado de todos sus ornamentos, todos caídos por tierra. Ahí fue cuando tuve los pensamientos más sombríos y más tristes…

Oración: Señor Jesús, que elegiste el seno virginal de María como digna morada; haz que, protegidos por su ayuda mater­na, nos entreguemos alegres a la celebración de su fiesta. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Liturgia de la Palabra

Primera lectura:

Monición: La lectura que sigue se refiere a la Sabiduría esencial de Dios y al Verbo encarnado. Pero la Iglesia la aplica a la Virgen María, en quien el Padre pensó desde toda la eterni­dad, predestinándola para Madre del Verbo e instrumento de nuestra salvación.

Lectura del Libro de los Proverbios, 8, 22-35

Salmo responsorial,

salmo 22 (cantado o proclamado):

EL SEÑOR ES MI PASTOR, NADA ME FALTA.

— El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas; me guía por el sendero justo, por el honor de su nombre.

— Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

— Preparas una mesa ante mí enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa.

— Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término.

Aclamación antes del Evangelio:

ALELUYA, ALELUYA. El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. ALELUYA, ALE­LUYA.

Evangelio:

Lectura del santo Evangelio según San Lucas, 1, 26-38

Homilía (orientaciones):

  • Providencia de Dios en la historia.
  • Instrumentos de salvación: Jesucristo sobre todo, María (también sus manifestaciones), Santa Catalina Labou­ré…
  • María en la historia de la salvación (cf. LG).
  • Presentación de Santa Catalina Labouré.
  • Circunstancias históricas, sociales, religiosas… del tiem­po de las apariciones:
    • el mundo está en plena época revolucionaria
    • los católicos están atemorizados
    • la doble familia de la vidente (Hijas de la Caridad y Congregación de la Misión) pasan por un momento extremadamente difícil…
  • Finalidad de las apariciones de la Medalla (mensaje de oración, catecismo mariano, antídoto contra el raciona­lismo ambiente y el materialismo que estaba a punto de invadir al mundo, resaltar la Inmaculada Concepción de María…).
  • El «fiat» de Jesús, de María, de Santa Catalina… de nosotros.

Oración

Oración personal:

Monición: Oremos en silencio. Supliquemos a la Santísima Virgen que interceda por nosotros. Pidámosle las gracias de aprovechar estas celebraciones en su honor. Encomendémosle nuestras intenciones más queridas, la gracia que más necesita­mos…

Oración en silencio…

Oración universal:

Monición: En presencia del Señor, vamos a proclamar las grandezas de la Virgen Milagrosa y a pedirle que interceda por nosotros. Después de cada invocación responderemos «Ruega por nosotros».

Preces:

  • Virgen de inmaculada pureza
  • Virgen de belleza sin par
  • Virgen llena de gracia
  • Virgen que intercede por el mundo
  • Virgen entronizada sobre el globo terrestre
  • Virgen vencedora de la serpiente
  • Virgen Madre unida a Cristo
  • Virgen del corazón traspasado
  • Virgen de las doce estrellas
  • Virgen Madre de la Iglesia
  • Virgen de la especial protección
  • Virgen de la Santa Medalla
  • Virgen Milagrosa

Oremos: Señor nuestro Jesucristo, que te dignaste regalar a Santa Catalina Labouré con la admirable manifestación de tu Inmaculada Madre: concédenos que, venerando piadosamente a tu Santísima Madre a ejemplo de Santa Catalina, consigamos los gozos de la boda eterna. Que vives y reinas con Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos Amén.

Oh María, sin pecado concebida… Padre nuestro…

Conclusión

Monición final:

(El objeto de esta monición es relacionar la celebración con la vida. El que preside, atendiendo a las circunstancias y lenguaje de la comunidad, la animará brevísimamente a hacer verdad lo que la Palabra le ha enseñado y ella ha pedido en la oración).

Bendición:

  • El Señor que, en su providencia amorosa, quiso salvar al género humano por el fruto bendito del seno de la Virgen María, os colme de sus bendiciones. Amén.
  • Que os acompañe siempre la protección de la Virgen, por quien habéis recibido al autor de la vida. Amén.
  • Y a todos vosotros, reunidos para celebrar con devo­ción estas fiestas de María, el Señor os conceda la alegría del Espíritu y los bienes de su reino Amén.

Canto final.

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