[i]E. 105 (A. 27) Práctica del puro Amor. pp.819-823.
275. Aquí nos tienes, Señor Mío, al pie de tu cruz en la que te veo clavado, para que nos atraigas a Ti como lo has prometido. Si no fuera porque tu palabra es todopoderosa, temerla la fuerza de gravedad de las aficiones terrenas; pero bien la conocías, amado Salvador, puesto que no nos pides ni nuestro consentimiento ni nuestro trabajo. Actúa fuertemente uniendo mi amor a tu Muerte, que por tu Amor triunfa de la vida.
El puro amor consagrado a Dios
[ii] En San Juan 1 -28-, Padre, glorifica tu Nombre. Llegó entonces una voz del cielo: Le glorifiqué y de nuevo le glorificaré. -29- La muchedumbre que allí estaba y oyó, decía que había tronado; otros decían: le ha hablado un Angel. -30- Jesús respondió y dijo: no por mi se ha dejado oír esta voz, sino por vosotros. -31- Ahora es el juicio de este mundo, ahora el príncipe de este mundo será arrojado fuera -32- y yo, si fuere levantado de tierra, atraeré todo a mi. -33-Esto lo decía indicando de qué muerte había de morir. -34- La multitud le contestó: Nosotros sabemos por la ley que el Mesías permanece para siempre, ¿cómo, pues, dices tú que el Hijo del hombre ha de ser levantado? ¿Quién es ese Hijo del hombre?
Queridas Hermanas y todas las almas que aspiran a la perfección del puro amor divino, aquí tenemos las palabras de nuestro amado Maestro y Amante que nos enseñan debemos pretender llegar a ese amor, quedando su designio claramente expresado con esa atracción que quiere ejercer cuando sea levantado de la tierra.
276. Admiremos cómo lo ha dispuesto todo para hacer eficaces esas palabras y darnos a conocer que todas las almas predestinadas tienen parte en ellas puesto que hablaba a toda la turba que le seguía, pero delante de ella se dirige a Dios su Padre con unas palabras que deben cautivamos. Le pide la gloria de su nombre, precedida y seguida de tanto amor.
Y para manifestar que era su Hijo quien hablaba con poder para efectuar sus promesas, se deja oír, y el pueblo le reconoce verdaderamente como al Cristo, preguntándole quién era el Hijo del hombre, ya que les hacia comprender que iba a morir puesto que había de ser levantado de tierra. ¿Era necesario nada más, oh Amado? ¿Por qué ha prevalecido y prevalece la vanidad frente a la verdad? Seamos más esforzadas, queridas Hermanas, y cumplamos tanto como nos sea posible la palabra de Dios dicha a su Hijo de que su nombre será glorificado; y lo será por el efecto de la promesa de Jesús de atraerlo todo a El cuando sea levantado, lo que dará el dominio sobre todas las cosas al que es el Autor de todo como muy justo es.
Pero ¿no es una gloria para las almas el cooperar con Dios en el cumplimiento de sus designios? Adhirámonos, pues, a la voluntad de nuestro Amado para que sus palabras sean verdad en nosotras.
¿Qué sería de nosotras si viéndole levantado con el deseo de atraernos a El permaneciéramos tan fuertemente asidas a la tierra que el peso de nuestras malas aficiones prevaleciera sobre el poder de atracción de su puro amor?
Atráenos, pues, Señor mío, y correremos, y el olor de tus perfumes penetrará de tal manera en nosotras que nada ya podrá separarnos de tu caridad.
Quieres atraernos a ti. Haz que esta palabra se grabe profundamente en nosotras: si somos tuyas, ya no nos perteneceremos y si creemos que somos tuyas, ¿no será un latrocinio hacer uso de nosotras y vivir, por poco que sea, alejadas de los preceptos del puro amor que nos has enseñado en este mundo?
277. Nuestra vida debe, por lo tanto, después de una completa aquiescencia por parte de nuestra voluntad a la pureza del santísimo amor, consistir en una continua observancia de la regla que nuestro Amante nos ha dejado desde que fue levantado de la tierra hasta su muerte.
[iii] Demos, pues, el primer paso para seguirle que es el de decir con todo nuestro corazón: yo lo quiero, amado Esposo, lo quiero así y para probártelo te sigo hasta el pie de la cruz que escojo por mi claustro; y ahí quiero dejar a la tierra lo que son afectos terrenos, puesto que tu voz me convida, hablándome al corazón, a que incline el oído y olvide mi pueblo y la casa de mi padre para que tu Amor quede prendado de mi 2, Al pie de la Cruz santa y sagrada te adoro, pues, y sacrifico todo lo que pudiera ser impedimento a la pureza del amor que quieres de mi, sin pretender en adelante otro gozo que el de estar sometida a tu divino agrado y a las leyes de la pureza que tu Amor me propone.
[iv]No se espanten, queridas hermanas, aun cuando con esta palabra todo no pretenda exceptuar nada; que las espinas de estas dos rosas no les sean obstáculo para adornarse con este ramillete que tendrá la virtud de hacerlas gratas a nuestro Amante, de quien la que nos ha precedido y a quien podemos considerar como nuestra Abadesa, ha dicho que era blanco y sonrosado 3. Y puesto que Dios al crear el mundo nos ha enseñado que la semejanza era algo que dependía de su amor, conservemos en nosotras su imagen, tratemos de asemejarnos a El por esas dos eminentes perfecciones: la de la pureza, representada por la blancura, y la de la caridad por el color sonrosado de la rosa; nos representan la pureza de Dios en Sí mismo por su gran simplicidad, y la pureza de Dios en todas las gracias que su bondad ha comunicado de siempre y seguirá comunicando a todas sus creaturas con completo desinterés suyo.
278. Amor de Dios en Si, que en la unidad de su esencia engendra de toda eternidad a su Verbo por el conocimiento de Sí mismo y la procesión del Espíritu Santo, producción de su Amor recíproco.
[v]Amor de Dios hacia los hombres, que le ha llevado a querer que su Hijo se hiciera hombre, porque pone sus delicias en estar con los hijos de los hombres 4 y para que acomodándose al estilo de los hombres, les diese todos los testimonios que su vida humana contiene de que Dios les ha amado desde toda la eternidad.
Amemos, pues, al Amor y llegaremos a concebir lo que es su duración que no depende en manera alguna de nosotros, y para ello traigamos con frecuencia a la memoria el recuerdo de todas las acciones de nuestro Amante para imitarle: no contento con amar en general a todas las almas llamadas, quiere tener algunas predilectas, elevadas por la pureza de su Amor.
Y antes de entrar en la práctica de esta alta proposición, admiremos la bondad de nuestro Amante y con esa sencillez de la paloma que El pide de nosotras, preguntémosle si nos ama y si quiere ser amado por nosotras.
279. ¡Señor mío! He recibido no sé qué luz nueva acerca de un amor no ordinario que deseas de las almas a las que escoges para que ejerzan en la tierra la pureza de tu Amor. Aquí tienes un rebañito, ¿podremos pretender ese amor? Me parece que tenemos ese deseo en el corazón, pero el conocimiento de nuestra flaqueza que se manifiesta en nuestras infidelidades pasadas, nos hace temer que nos rechaces. No obstante, el recordar que no has limitado el número de veces en que hemos de perdonar a nuestros enemigos, nos hace creer que eso será lo que harás con nosotras, y siendo esto así, creemos que nos amas.
Sí, verdaderamente nos amas, puesto que eres uno con tu Padre que ha querido manifestarnos su amor dándonos a su Hijo, que eres tú.
Y tenemos la seguridad de que quieres ser amado por nosotras puesto que tanto tu Ley antigua como la nueva nos lo mandan y que nos prometes, si te amamos, que el Padre nos amará y vendrá a nosotros contigo y permaneceréis en nosotros. ¡Oh poder del amor!… ¡Admirable tesoro oculto en lo más íntimo del alma!… ¡Oh excelencia del hombre! ¿quién podrá conocerte?; todos los hombres quedarían cautivados. Tú eres el objeto de la eternidad gloriosa de las almas ya elevadas al cielo, puesto que si estás en el alma, Dios quiere habitar en ella.
¡Oh Amor puro, cuánto te amo! Pues eres fuerte como la muerte, aparta de mi cuanto te sea contrario.
279 bis. La primera, poder decir el Pater, al ser coheredera de Dios con Jesús.
Lo segundo, poder decir en verdad con san Pablo: Absit, etc.
Lo tercero, la gran paz del alma que no está atada a nada, ni siquiera para la vida civil.
Que debemos empezar a practicar el puro amor al pie de la cruz, escogiendo la Compañía por claustro a imitación de Jesús que se llama la flor de los campos y el lirio de los valles.
El alma preguntando a Jesús; Jesús respondiéndole con las palabras de su atracción; y el alma, habiendo aprendido de Jesús, lo comunica a las otras y las anima.
Servirse del Cántico para escuchar esta llamada.
Ver que esta esperanza de ser atraída viene después del conocimiento que Dios ha dado de El. La visión del pueblo, el desprendimiento de todo y luego, la vida libre y perfecta.
Lo que nuestro Señor ha dicho y hecho en la cruz, del Combate espiritual.
Las entradas de la vida desprendida de la tierra, imitando a Jesús viviendo en la cruz.
Oír las palabras.
[i]E. 105. Rc 5 A 27. Original autógrafo.
[ii]1. Jn. 12.
[iii]2. Cf. Salmo 44.
[iv]3. Cf. Cant., 5, 10.
[v]4. Cf. Pr.. 8. 31.







