[i]E. 94 (A. 66). ([ii]Sobre la necesidad de aceptar los traslados)1. pp.802-803
250. Punto: La primera razón por la que las Hermanas de la Caridad tienen que aceptar el cambiar de lugar, de personas y de empleos, es el respeto que debemos a la sumisión del Hijo de Dios, que se comportó de tal suerte.
La segunda es que todos esos cambios pueden y deben ocurrir; (de lo contrario) no se tendría, muchas veces, la paz interior que tan necesaria es para agradar a Dios y cumplir su santa voluntad.
La tercera razón es la consideración que deben hacer las Hermanas de los trabajos que da el tener que contentar a todo el mundo, proveer de Hermanas a los lugares en que se pide Hijas de la Caridad para el servicio, dar satisfacción a tantas personas y tratar de evitar varios inconvenientes que pueden ocurrir.
Las faltas que pueden cometer las Hermanas si no aceptan esos traslados o cambios en todas las formas en que pueden proponerse, son grandes, porque en el caso de trasladar a una Hermana para enviar a otra, si la que se envía no es de su gusto o ha oído decir algo de ella, no se la recibe con alegría y cordialidad, no se le dice ninguna palabra amable, si se le da crédito… cuando estén juntas se replicarán unas a otras, será difícil frenar sus sentimientos sin dejarlos traslucir, y la cosa podría llegar a tal punto que al hablar con las Señoras, el maligno espíritu sugiriese se dijeran cosas desfavorables de su Hermana.
Otro mal sería, además, el mal ejemplo que se daría al prójimo; la imposibilidad de cumplir debidamente los reglamentos; el peligro de perder la vocación y una infinidad de otros males que serían muy largos de enumerar.
[i]E. 94. Rc 5 A 66. Original autógrafo.
[ii]1. Pensamientos preparados para una Conferencia, quizá la del 6 de junio de 1656, sobre la indiferencia (Conf. esp. n. 1445 s).