[i]E. 75 (A. 77) Prácticas que deben observar nuestras Hermanas mientras van de camino para dirigirse a [ii]sus Fundaciones 1. pp.780-781
214. Cuando hayan recibido su «obediencia», se darán a Dios para cumplirla y le pedirán la gracia de serie muy fieles en todas las cosas.
El día de la partida. después de haber recibido la bendición de su señor Superior y de haber comulgado, si las circunstancias lo permiten, pensarán que yendo por los caminos deben honrar los viajes de Nuestro Señor y entrarán, tanto como puedan, en una disposición humilde y confiada en la Providencia.
Su velo será la modestia tanto en sus miradas como en sus palabras y demás acciones, seguras de que cuantos vayan en la diligencia las espían en todo: por ello, han de servir de edificación y no de escándalo.
Harán lo posible para ir siempre juntas la una de la otra en las diligencias y así poder oírse mutuamente e impedir que le hablen a una en particular.
Cuando las diligencias salgan muy temprano y no hayan podido hacer la oración en la posada, la harán tan pronto como estén en el coche, después de haber rezado la oración de los viajeros, y de la misma manera continuarán haciendo sus ejercicios, más o menos a las mismas horas.
Al pasar por los pueblos en donde no hayan de detenerse, adorarán al Santísimo Sacramento y saludarán a los Angeles de la guarda de todas las almas de aquel lugar.
No comerán a la mesa con los demás huéspedes; tan pronto como lleguen a la posada, se dirigirán a la iglesia más cercana para adorar al Santísimo Sacramento; si hay algunos pobres cerca, irán a visitarlos o bien se entretendrán en catequizar a los que encuentren, y tomarán su refección juntas en algún lugar retirado de la posada, para la que se habrán provisto de lo necesario la noche anterior.
Serán sobrias en su alimento y observarán la hora de sus comidas y si su celo las impulsara a decir algunas palabras para la edificación de los presentes, cuidarán de hacerlo con humildad y modestia y no por suficiencia
215. Al anochecer si no es demasiado tarde, irán a adorar al Santísimo Sacramento. Darán alguna sencilla instrucción a los pobres, repartiéndoles estampas, y también a las sirvientas de la posadas que con frecuencia necesitan se las instruya para su salvación.
Cuando lleguen rogarán a la posadera les dé alguna habitación pequeña para retirarse y acostarse solas; en ella tomarán su comida que será abundante para compensar la mala noche en la posada y también para reservar la comida para el día siguiente a mediodía. Y como de ordinario el pan cuesta caro en los mesones, harán bien en comprar uno grande en la panadería y tener así lo suficiente.
Harán todo lo posible por oír la Santa Misa el día siguiente, y cuando les sea posible, se confesarán la víspera de las fiestas para poder comulgar al otro día; no obstante, cuidarán de no causar trastorno a los demás viajeros y de no exponerse a que el coche las deje en tierra; para ello, tratarán de no alejarse
[i]E. 75 Rc 5 A 77 Original autógrafo
[ii]1. Luisa de Marillac escribió primero «»establecimientos» pero tachó esta palabra y puso «fundaciones».







