Luisa de Marillac, Pensamiento 068: La devoción a la Santísima Virgen

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Luisa de MarillacLeave a Comment

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Author: Luisa de Marillac .
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[i]E. 68 (M. 33) (La devoción a la Santísima Virgen). pp.773-774

203. Todas las almas verdaderamente cristianas han de profesar un gran amor a la Santísima Virgen y honrarla profundamente en su cualidad de Madre de Dios, así como por las virtudes que Dios le ha otorgado con este fin.

Esta cualidad nos obliga a tributarle todos los días algún honor; y el mayor que podemos ofrecerle es el de unir nuestro espíritu a la intención de la Santa Iglesia en las preces con que en cada tiempo (litúrgico) la saluda: regocijándonos y felicitándola por la elección que Dios hizo de Ella para unir en su seno la naturaleza humana a su divinidad, con el deseo de no romper jamás esa unión en nosotros.

Cuando nos sintamos llenos de gratitud por las gracias de Dios que hemos recibido a través de la Encarnación y por los ejemplos de la vida de Jesucristo, miremos a la Santísima Virgen como el canal por el que todo ese bien ha llegado hasta nosotros y hagamos con tal motivo actos de amor hacia Ella.

Al ejecutar nuestras acciones, pongamos los ojos en las de la Santísima Virgen y pensemos que el mayor honor que podemos tributarle es imitar sus virtudes; en particular su pureza, ya que somos esposas de Jesucristo; su humildad, ya que por esa humildad Dios ha hecho obras grandes en Ella; su desprendimiento de todas las cosas de la tierra, ya que desde sus primeros años estuvo separada de sus padres; dedicando así a esas tres virtudes que se dan en Ella todas las acciones de nuestra vida, suplicándole se las ofrezca a su Hijo.

Debemos celebrar las fiestas que la Santa Iglesia ha establecido en su honor, aplicando nuestro espíritu durante todo ese día al tema que la misma fiesta nos propone, y rogarle habitualmente que nos ayude a ofrecer a Dios el servicio que le hemos prometido y a cumplir su santa voluntad con la misma sumisión que Ella.

Bueno será tener escogidas algunas plegarias u oraciones para poder rezárselas sin falta todos los días, haciendo a veces actos de amor hacia Ella, otras, regocijándonos en lo íntimo del corazón por la gloria que tiene en el cielo, con el deseo de ir allí un día para tributarle todo el honor que Dios quiera le tributemos.


[i]E. 68 Ms A Sor Chétif 21, n. 38 Copia

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