Luisa de Marillac, Carta 0549: A Sor Carcireux

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Luisa de MarillacLeave a Comment

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Author: Luisa de Marillac .
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(hacia 1656)1

He recibido una carta suya,2 pero de fecha muy atrasada, por lo que, creyendo no se encuentra usted ya con las penas y dificultades que me dice, no me detengo sobre ellas para contestarle porque me parece se trata de lo mismo a lo que en otras ocasiones me he referido. Sólo le diré, querida Hermana, si me lo permite, que he alabado a Dios varias veces por las gracias que le ha concedido y le he pedido la de que sepa usted olvidarse de sí misma y mortificar el deseo de su propia satisfacción que se oculta en usted bajo la apariencia engañosa de buscar una mayor perfección. Mucho nos engañamos cuando nos creemos capaces de ella, y más todavía cuando pensamos poder adquirirla con nuestros propios medios y con una mirada o atención continua hacia todos los movimientos y disposiciones de nuestra alma. Está bien que una vez al año nos apliquemos con esmero a ese examen de conciencia, con desconfianza de nosotras mismas y reconocimiento de nuestra insuficiencia; pero dar continuo tormento a nuestro espíritu para escudriñar y llevar cuenta de todos nuestros pensamientos, es tarea inútil por no decir peligrosa. Le digo a usted lo que a mí misma me han dicho en tiempos atrás.

Le ruego, querida Hermana, me ayude con sus oraciones, como yo lo haré a usted con las mías, para que podamos alcanzar de Dios la gracia de caminar por las vías de su santo amor, sencillamente, buenamente, sin complicaciones, para que no lleguemos a parecernos a esas personas que, en vez de enriquecerse, corren a la ruina a fuerza de querer buscar la piedra filosofal. Tenga en cuenta lo que le dice el señor Director;3 aun cuando no hable usted con él más que una vez al mes y brevemente, crea que esto le bastará. Las confesiones sucintas suelen ser las mejores. Porque ¿qué es lo que vamos a buscar a este sacramento? No otra cosa que la gracia de Dios y podemos tener la seguridad de que la bondad divina no nos la negará si por nuestra parte llevamos al sacramento las disposiciones necesarias de sencillez, dolor de corazón y sumisión. Suplico a Nuestro Señor que nos las conceda, y en su santo amor, querida Hermana, soy su muy humilde hermana y servidora.

  1. C. 549 Rc des pièces… p. 668. Copia.
  2. Francisca Carcireux (ver C. 251 n. 2).
  3. Pedro de Beaumont, superior de los Sacerdotes de la Misión (ver C. 542 n. 2).

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