Este libro que emprendí hace diez años, a continuación de San Vicente de Paúl, no había sido publicado ni siquiera completamente acabado, por razones ajenas a mi voluntad.
Si hoy vuelvo a tomarlo en consideración, no es porque responda ahora a una necesidad, ya que existen muchas biografías de Luisa de Marillac y algunas de ellas son buenas. Pero, aparte de que siempre se tiene derecho a decir lo que se piensa acerca de un tema conocido, era quizá conveniente arrojar alguna luz sobre el misterio del nacimiento de Luisa de Marillac y explicar así, de rechazo, su vocación y su carácter. Por eso, no he escrito una biografía más, entre tantas, sino un retrato.