Lucía Rogé: El centro internacional misionero

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Lucía RogéLeave a Comment

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Author: Lucía Rogé, H.C. .
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Sor Lucía Rogé, H.C.
Sor Lucía Rogé, H.C.

Roma, mayo de 1985

El Centro Misionero fue creado durante la Asamblea General de 1968-1969 para responder a las orientaciones dadas por la Iglesia en el decreto «Ad Gentes». «Todos los misioneros han de prepararse y formar­se, cada uno según su condición, para que no se hallen impreparados ante las exigencias de su labor futura».1

La Compañía puso el Centro en marcha poco a poco, con esta fina­lidad general: preparar a las Hermanas que van a la Misión ad Gentes y acoger ocasionalmente a las Hermanas autóctonas. En el transcurso de los años, nos hemos dado cuenta de que el Centro no puede ser más que una etapa de la preparación misionera vicenciana, que se inscribe en la línea de la formación continua;2 que debe apoyarse en la forma­ción misionera ya recibida en la Provincia de origen;3 y completarse por la formación «in situ».

Discernimiento de la llamada misionera

«Las Hijas de la Caridad que se sienten llamadas a la Misión ad Gen­tes, dan a conocer su deseo a su Visitadora y a la Superiora General».4

1. A nivel de la Visitadora de la Provincia de origen

Es de desear que la Visitadora mantenga más de una entrevista con la Hermana que le ha expuesto su deseo de que se le envíe a la Misión ad Gentes, con el fin de:

a. Reflexionar: Ese deseo suyo, ¿lo ha pensado suficientemente en la oración? ¿Ha tomado consejo de un Director espiritual?

b. Analizar: ¿Cuáles son sus verdaderas motivaciones?

c. Caminar: Bueno será que haga caminar a la Hermana hacia una toma de conciencia de las exigencias físicas, psicológicas y espi­rituales y de las implicaciones que tienen en las actividades misioneras y en la vida comunitaria.

En el caso de que la Visitadora se dé cuenta de que hay grandes dificultades o una casi imposibilidad por parte de la Hermana para corresponder a esas exigencias, por el bien de la Misión y por el de la misma Hermana, tiene que tener el valor de disuadirla, diciéndole la verdad.

Si la Hermana parece apta, será conveniente empezar a proporcio­narle una preparación remota:

  • una formación profesional apropiada para el servicio a los más pobres;
  • un complemento catequético, profesional (por ejemplo, «medicina tropical», si se trata de una enfermera), práctico (corte, costura, trabajos manuales…);
  • darle igualmente la posibilidad de seguir un curso, intensivo o no, de Misionología en su propia lengua.

Todo esto puede hacerse en una etapa más o menos larga, durante la cual la Hermana puede afianzar su opción.

2. A nivel de Consejo General

Al recibir la carta de la Hermana, la Superiora General envía un cuestionario a la Visitadora, quien toma o no la responsabilidad de una preparación próxima para la Misión ad Gentes, en el Centro Misionero, e indica el tiempo de espera, necesario para descargar a la Hermana de su servicio actual.

La candidatura de la Hermana se presenta después al Consejo General. Éste, a la luz de los informes dados por la Visitadora y de las indicaciones complementarias que aporta la ficha, emite su opinión. Hay que subrayar que todas las Consejeras Generales, a excepción de la Consejera de lengua eslava, están en relación constante con uno o varios países de Misiones ad Gentes.

Preparación en el centro internacional misionero

«La formación, recorrido de toda la vida, pone a la Hija de la Cari­dad en condiciones de dar respuesta siempre nueva a las continuas lla­madas de Dios».5

1. Objetivos de esta preparación

Esta preparación en el Centro Misionero tiene como objetivos:

  • profundizar en nuestra vocación misionera vicenciana;
  • enraizarse en la Compañía, tomar conciencia de que es ella quien envía y acompaña;
  • hacer la experiencia de la pobreza: desasimiento interior, una cier­ta soledad, llegar a darse cuenta de que, cuando se pasa la fron­tera de nuestro país, todo es diferente. Nuestras certezas lingüísti­cas, profesionales, espirituales, culturales no son unos absolutos y que, por consiguiente, tenemos que hacer sitio a las demás, tal y como son;
  • descubrir a escala mundial, las llamadas de los pobres;
  • hacer la experiencia de la comunidad internacional a lo vivo, espi­ritual y materialmente, y aprender la dimensión del respeto a las diferencias.

2. Medios puestos en práctica

Son diversos y adaptados a cada Hermana:

  • participación en un Cursillo Vicenciano Internacional, relectura de los Fundadores, seguida de trabajos comunitarios;
  • estudio de documentos misioneros e intercambio sobre los propios descubrimientos a través de este estudio;
  • estudio de una lengua, según los casos. El Centro cuenta con un laboratorio de idiomas. Cuando se trata del francés, hay una Her­mana, profesora de dicho idioma;
  • vida en la Casa Madre, con su comunidad numerosa, prestando en ella servicios humildes y ocultos;
  • contactos formales e informales con la Superiora General y los miembros del Consejo General;
  • posibilidad de completar la formación profesional, catequética, manual, frecuentando escuelas oficiales y haciendo permanencias.

Las Hermanas, que se preparan,deben también responsabilizarse poco a poco de su autoformación, con medios sencillos, como los pobres a los que son enviadas. Dos Hermanas Misioneras las ayudan en su caminar, respetando su ritmo y compartiendo su experiencia misio­nera personal (36 años y 6 años, respec:tivamente, de vida misionera).

Las disposiciones de la Hermana segevalúan a partir de la vida de todos los días. Su actitud en la vida comunitaria del Centro, en la de la Casa Madre, sus intercambios con la Responsable, permiten conocerla mejor. En cuanto es posible, a la luz de todas estas realidades y de la confrontación con las llamadas de los pobres, el Consejo General estu­dia un destino misionero para cada una de las Hermanas.

La duración de la etapa de preparación en el Centro Misionero no puede concretarse de antemano. Varía de tres meses a un año o más, en función de las necesidades particulares de cada una, de las necesi­dades de preparación para la Misión a la cual la Hermana va a ser enviada, de la complejidad de las administraciones de algunos países, que imponen plazos no determinados para conceder el visado y/o el permiso de trabajo.

3. El destino

En una entrevista personal con la Hermana, la Superiora General le presenta la Misión y sus particularidades. Cada uno de los destinos intenta responder a las llamadas de los pobres, dentro del respeto a la personalidad de la Hermana misionera, a su experiencia anterior comu­nitaria y actividades, a sus aspiraciones y posibilidades: salud, capaci­dad de integración, formación humana y espiritual, costumbres cultura­les anteriores.

La Superiora General pide a la Hermana que ore y reflexione antes de dar su respuesta. En la mayor parte de los casos, ésta es siempre positiva, dada en fe e inmediatamente.

La inculturación en el país de la misión

El contraste cultural entre los diversos países y, sobre todo, entre los distintos continentes, es muy fuerte. No se puede ahorrar el tiempo de la aclimatación y de la inculturación una vez que la Hermana ha llegado a su destino. Esta etapa incumbe a las Provincias que acogen a las Her­manas misioneras. Hay que darles tiempo para:

  • el aprendizaje de la lengua, de las costumbres;
  • la aclimatación a los métodos nuevos, a los ritmos diferentes.

La experiencia se ha encargado de demostrar que el haber respe­tado este tiempo de aclimatación y de inculturación (lo que no puede hacerse más que «in situ») ha sido una ayuda para la Hermana en su inserción verdadera y durable en la Provincia misionera.

Puede ser provechoso preguntarnos acerca de la Misión ad Gentes:

  • ¿Qué sentido damos a la preparación misionera?
  • ¿Sabemos respetar las etapas de preparación, teniendo en cuenta las diferentes personalidades interesadas?
  • En todas las etapas, ¿comprendemos en profundidad la Misión ad Gen­tes y sus exigencias: humildad, disponibilidad, radicalidad?

Que Dios continúe suscitando siervas de las que los pobres tienen necesidad aquí y allá, frente a las miserias de los hombres de hoy.

  1. Ad Gentes, n. 26.
  2. Cfr. C. 2.12.
  3. C. 2.10.
  4. C. Estatuto, n. 6.
  5. C. 3.6.

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