Deseamos advertir al empezar esta crónica que en los Estados Unidos, sobre todo en esta ciudad inmensa, se da el nombre de «hispano» indistintamente a los españoles e hispanoamericanos para comprenderlos a todos bajo una sola palabra.
Las condiciones de la iglesia Católica en este país son distintas, en cuanto a la organización social y externa, de las de Europa y de las Repúblicas americanas, y, así se ofrecen casos que no se dan en otras partes, siendo uno de. ellos la constitución de parroquias, no por jurisdicciones que llamaríamos geográficas, sino por razón de los idiomas de los católicos. En ciudades como Nueva York, Filadelfia, Boston, Chicago, San Francisco de California, San Luis, Detroit y algunas más, en donde el número de ciudadanos de origen extranjero es superior al de los nativos, la Iglesia ha procedido a la organización de las parroquias, por razas e idiomas independientes de las parroquias para los católicos norteamericanos o de habla inglesa. De esta manera existen parroquias para franceses, italianos, polacos, eslavos, españoles o hispanos, regidas siempre por sacerdotes seculares o regulares procedentes de los países respectivos, dándose el caso en Nueva York de que en una misma calle hay tres parroquias distintas de extranjeros: una francesa, una italiana y una alemana.
Los hispanos tenían para sus necesidades espirituales dos parroquias: la de la Esperanza, en la calle 155, y la de Guadalupe, en la calle 14, pero aun titulándose «parroquias para los de habla española», son regidas por Padres Asuncionistas, franceses, entre quienes, en cada una de dichas iglesias, se halla un religioso español. Esto era muy poco, porque nada había ni en la Esperanza ni en la Guadalupe dite pudiera tomarse como característico de la fe española. En la primera, el altar mayor está dedicado a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, y en la segunda, a la de Méjico. Los españoles deseábamos ver en esas iglesias algo más propio, más nuestro, más nacional, como la Inmaculada, Covadonga, Monserrat, los Desamparados, y que las fiestas de devoción popular española fuesen celebradas con espíritu patriótico y religioso al mismo tiempo. Para recibir una impresión española en nuestros templos en Nueva York, había que dirigirse a Brooklyn, uno de los cinco distritos de esta ciudad que forma una diócesis independiente y visitar la iglesia del Pilar, a cargo de los Padres Paúles, de Barcelona, quienes también tienen otra parroquia en German-town, en el Estado de Pensylvania, pero, siendo una diócesis distinta, los católicos de la archidiócesis de Nueva York no podían solicitar en muchos casos los servicios de los Paúles españoles de Brooklyn.
La necesidad de tener una parroquia española al cuidado de sacerdotes españoles, era sentida por todos nuestros hermanos de patria y de fe, y repetidas veces se habló de estudiar la manera de conseguir el establecimiento de una parroquia nuestra, necesidad qué se expuso respetuosamente al Eminentisimo señor Cardenaldle Toledo cuando estuvo en Nueva York, con motivo del Congreso, Eucarístico de Chicago.
Aquella aspiración de tener una iglesia hispana con sacerdotes españoles, es ya un hecho. Acaba de inaugurarse una capilla bajo la advocación de la Virgen Milagrosa, en la calle u Oeste, número 200, siendo el encargado de ella el P. Gabriel Ginard, paúl, residente hace años en los Estados Unidos, quien ha sido nombrarlo párroco de la nueva parroquia por el Cardenal Hayes, arzobispo de esta ciudad: esperándose la próxima llegada de otros religiosos de San Vicente de Paúl, procedentes de la Casa Central de Madrid, para ayudar en sus trabajos parroquiales al Padre Ginard y emprender una intensa acción de apostolado entre los hispanos desparramados y perdidos en esta Babel, en donde tantos se extravían para siempre.
Entre la Esperanza y la Guadalupe queda creada la Parroquia de la Milagrosa, en donde todo será exclusivamente en español, sermones y rezos, y en donde nuestras fiestas religiosas y patrióticas alcanzarán la solemnidad máxima que permiten las circunstancias. A esa parroquia pertenecerán tódos los hispanos comprendidos en una ex-tensísima área, va sean españoles, cubanos, argentinos, colombianos o chilenos; y cada grupo de católicos hispanoamericanos celebrará sus propias fiestas nacionales, escuchando oradores que hablan la lengua común a veinte naciones de origen español.
El primer acto celebrado por el Padre Ginard ha sido la Misa del Gallo, y la pequeña capilla resultó incapaz para contener el gran número de hispanos que a ella concurrieron. Oportuna ha sido la fiesta, ella ha demostrado una vez más que si los hispanos en Nueva York no concurren más a los templos, se debe a que no gustan de sermones en inglés y a que no se les llama. El Padre (h-nard ha llamado y su voz ha recibido inmediata respuesta, y ha predicado en español y todos los hispanos nos hemos sentido como en nuestra propia iglesia parroquial, va en España, va en Cuba, va en la Argentina, va en Méjico…
MARCIAL ROSSELL.
(De El Ideal Gallego)