A menos que usted sea un amigo íntimo, si le piden que hojee el Album fotográfico de Familia puede resultarle pesado! Teniendo esto en cuenta, me puse a reflexionar sobre qué cosas podrían interesar a todos los lectores -pero no precisamente a aquellos que conocen la Vice-Provincia directamente.
1. Orígenes
El nacimiento de la Vice-Provincia el 1 de enero de 2001 fue un tanto atípico de cómo empiezan las vice-provincias por lo general. No fue el caso de una misión que crece gradualmente hasta poder valerse por sí sola. En su lugar se reunieron cinco misiones distintas. Estaban muy separadas unas de otras en tres países diferentes de la antigua URS; trabajaban por separado bajo la dirección de sus propias provincias. La Provincia Polaca era responsable de dos de ellas, Eslovaquia de la tercera, y las dos restantes eran Misiones Internacionales dependientes directamente del Superior General. Había mucha energía y entusiasmo en cada una de estas misiones y se había alcanzado un notable progreso antes de que existiera ningún plan para fusionarlas.
Bielorusia. La presente misión Vicenciana en Bielorusia , que se recobró en 1990, es de hecho continuación de una presencia mucho más larga, que en relalidad sobrevivió durante la era comunista en la destacada figura del P. Michal Woroniecki. El P. Michal fue detenido en Lyskovo (Bielorusia) en 1949 y pasó siete años desterrado en Kazakhstan. Al ser liberado regresó a la cercana Ruzhany, donde trabajó solo los siguientes 34 años en una amplia área de Bielorusia Occidental. Sus últimos años transcurrieron en la dirección espiritual del seminario en Grodno. En este momento cinco cohermanos Polacos trabajan en esta región no lejos de la frontera polaca, en un área que fue parte de Polonia hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Cuatro de estos cohermanos trabajan en parroquias aparte pero vecinas, mientras el quinto lo hace en el Seminario Diocesano de Grodno..
Ukrania. Al comenzar la nueva Vice-Provincia, en 2001, Ucrania ya reunía a tres Misiones vicencianas separadas. 1) Los cohermanos Eslovacos estaban trabajando en la región de Zakarpatye de Ucrania Occidental, a escasa distancia de la frontera con Eslovaquia. Se establecieron en Perecín, y se encargaron de algunas parroquias de la vecindad. El área cuenta con una comunidad Griega Católica muy numerosa, y una presencia Ortodoxa mucho menor. Hubo vocaciones y nuestros dos primeros cohermanos Ucranianos se ordenaron para la Provincia Eslovaca en junio de 2000. 2) En la región suroccidental Ucraniana de Bukovina (en la frontera con Rumanía) la Provincia Polaca tenía una misión desde 1992. Su centro está en la ciudad de Storosyniec, pero abarca una amplia extensión con un total de 15 iglesias y centros de Misa. La zona es pobre y de varias nacionalidades y religiones: Ucranianos, Polacos, Húngaros, Rumanos y una reducida comunidad Alemana. La gente pertenece a los Católicos Romanos, a las Iglesias Católicas Ortodoxas y Griegas, contando con un buen número de sectas que se han establecido últimamente. Como en casi todas las áreas en las que nosotros trabajamos, existía una nutrida comunidad Judía hasta la Segunda Guerra Mundial, ¡pero eso se acabó! Dos vocaciones a la Congregación han surgido del incansable trabajo de los cohermanos y de las Hijas de la Caridad. La primera ordenación tuvo lugar en mayo de 2001. 3) La tercera Misión Vicenciana en Ucrania en incorporarse a la nueva Vice-Provincia fue la Misión Internacional de la ciudad de Kahrkiv. Se inició en 1995 y trabajaban en ella cohermanos Eslovacos y Polacos. Kharkiv está situada al este de Ucrania, y fue capital del país durante la era Soviética. Se habla el ruso por lo general y la ciudad tiene un aire Ruso. Los católicos son una minoría, y la vida Vicenciana aquí gira en torno a un buen centro de Pastoral Social y a la Parroquia, que fue construida directamente por los cohermanos, que en un principio sólo contaban con un orfanato abandonado.
Federación Rusa. La última misión que se incorporó a la nueva Vice-Provincia en 2001 fue la Misión Internacional en la remota región Ural de Rusia. Dista más 1.600 kilómetros al este de Moscú, y se halla en Asia más bien. La comunidad de allí ha estado formada por cohermanos Eslovacos y Polacos. El centro de esta misión es Niznij Tagil, ciudad industrial de más de 450. 000 habitantes. Uno de los principales centros de la industria armamentista de la Unión Soviética, hoy se encuentra en camino hacia un nuevo intento en la vida. La población Católica aquí, y en otros centros donde trabajan los cohermanos, son en su mayoría de origen Alemán o Polaco, hijos muchos de aquellos desterrados por Stalin para la explotación de los recursos minerales de aquella región inhóspita.
2. Obras de la Vice-Provincia
Nos ocupamos ante todo de parroquias, según las peticiones de los distintos obispos. En cada una de estas áreas, mientras el número de fieles que asisten a la iglesia es muy pequeño, los problemas sociales son muchos, y la asistencia social no existe. Pobreza por todas partes en la ciudad y en las áreas rurales; los hogares rotos son casi la regla general; el alcoholismo y, en aumento, el abuso de las drogas causan estragos en las vidas de la gente; el desempleo alcanza cotas de desesperación. Se siente la necesidad de la esperanza que pueda traer el Evangelio. Por nuestra parte, tratamos de responder a estas necesidades como Familia Vicenciana. En casi todas las misiones de la Vice-Provincia trabajamos con las Hijas de la Caridad de Polonia y Eslovaquia. Ellas traen el buen trato y la compasión a muchas vidas desesperadas. La AIC está viva y activa en un par de misiones, y esperamos que comiencen en el resto. Se agradece grandemente el apoyo y los ánimos recibidos de la dirección internacional. La Juventud Mariana Vicenciana comenzó el año pasado, y cada área tiene grupos de jóvenes que se encargan de la formación Cristiana y del compromiso que ofrece JMV. La Sociedad de San Vicente de Paúl es la que más tiempo lleva establecida de los Grupos laicos Vicencianos y es responsable de la valiosa contribución a la lucha contra la pobreza, en especial en Kharkiv.
En la primera Asamblea de la Vice-Provincia, celebrada en setiembre, adoptamos como norma de la misma que cada comunidad Vicenciana debía establecer y dirigir un proyecto de servicio directo de los pobres. Y ya es casi cosa hecha, existiendo en algunas misiones más de un programa de este estilo.
3. Miembros de la Vice-Provincia
La constitución de la Vice-Provincia cambia gradualmente de ser un grupo de misioneros extranjeros a una comunidad de cohermanos nacidos y educados aquí. Cinco cohermanos Ucranianos se han ordenado sacerdotes ya en la Congregación, y este año esperamos tener dos diáconos más. Además tenemos otros ocho estudiantes (uno de ellos es de Bielorrusia), que estudian filosofía y teología en el seminario diocesano próximo a Kiev.
Puedo imaginarme que esta era la esperanza que llevó a aquellos responsables de la creación de una nueva Vice-Provincia. Otros indicadores pueden ser menos alentadores. Los católicos son una pequeña minoría en casi todos los lugares en que trabajamos y el apoyo financiero, mínimo -y hay muy pocas esperanzas de que la situación mejore en un futuro inmediato. Asimismo es difícil desarrollar un sentido de unidad en una vasta región que comprende varios países de muy diferentes condiciones legales, políticas, económicas y sociales. Las diferencias lingüísticas son también muy reales. Hemos adoptado el Ruso como nuestra lengua oficial, si bien es la primera lengua de tan sólo dos de nuestros 33 miembros. Para ir de una casa a otra de la Vice-Provincia supone a menudo sacar una visa, otro idioma -nuestro ministerio es en Polaco, Ucraniano, Eslovaco, Ruso, Bielorruso, Alemán y, si los habláramos, Húngaro y Rumano, y con esperanzas de que pronto sea también en Lituano. En Vilna, Lituania, esperamos recuperar la hermosa Iglesia Gótica y el antiguo gran seminario de la Provincia Polaca.
En esta extensa Vice-Provincia viajo mucho en tren, y me paso cuatro o cinco días al mes mirando por las ventanillas del tren, mientras los paisajes nevados van dando lugar a milla tras milla de maíz y girasol bajo brillantes cielos azules, a medida que el invierno se va convirtiendo en verano.
La ciudad de Kiev es el centro de la Vice-Provincia. Estamos construyendo una casa para nuestros estudiantes, que por suerte está cerca de la estación central del tren. Por lo menos y por ahora el nuevo edificio será también la casa del Seminario Interno, así como el comienzo de una parroquia de la ciudad, más una base para nuestro trabajo directo con los pobres.
4. Hijos de San Vicente de Paúl en la antigua URSS
La nuestra está lejos de ser la misión más difícil de la Congregación, no la más pobre, ni la más remota, pero sí que tiene algunas notas que la distinguen. Me fijo nada más en dos: I) Trabajamos en una tierracon una maravillosa tradición Cristiana que data de hace más de 1.000 años. Sin embargo esta tradición es suspicaz e incluso hostil con nuestro Catolicismo Romano. La Iglesia Ortodoxa ha producido todo un ejército de grandes santos y ha transmitido la salvación de Cristo a una generación tras otra. ¿Cómo deberíamos responder? II) Estamos trabajando entre gente cuya estructura política y social va gradualmente readaptándose después de 70 años de comunismo ateo.
Ambos factores tiñen mucho nuestra vida y trabajo, y cualquier plan que podamos formar para el futuro debe tenerlos en consideración.
I) Evangelizar en un mundo Ortodoxo
Han pasado casi 1000 años desde la trágica y escandalosa división de la Cristiandad entre el Este y el Oeste. Cada una ha desarrollado sus tradiciones por separado de la otra, y con el paso del tiempo las diferencias se han hecho más y más pronunciadas. La suspicacia y el miedo han ido en aumento, y las dos partes se hallan separadas de la vida y de la actividad de la otra. Nos necesitamos mutuamente. El Santo Padre emplea constantemente la imagen de la Iglesia Cristiana como un cuerpo con dos pulmones sanos, mejor que alguien que respira con un solo pulmón. Este y Oeste se necesitan uno al otro y pueden extraer vida el uno del otro así como dar vitalidad y profundidad. Tenemos algo que ofrecer y mucho que ganar del mundo en que vivimos.
Matt Molloy es un músico tradicional Irlandés, y líder del grupo musical The Chieftains. Hace poco escribió su autobiografía, y recuerda su experiencia de hace 40 años o más. En los 1960 tocaron en la Gran Muralla China, tocaron en la comunista Alemania Oriental, África, Cuba, América -prácticamente en todo el mundo. ¿Qué estaban tratando de hacer? ¿Hacer que todo el mundo tocara la música Irlandesa? Claro que no. Insiste en que lejos de imponer nuestra música a los demás, su deseo es usarla para sacar la música de los corazones y de las almas de los otros pueblos. Deben estar orgullosos de su propia música y tradiciones; es parte de su identidad. Celebradlo -y no os apoyéis simplemente en la música pop y rock del oeste. Me impresionó como algo parecido a lo que estamos intentando hacer aquí, este grupito de sacerdotes. No estamos para llevar a Dios a un pueblo sin Dios. Estamos para que el pueblo descubra y llegue a amar al Dios que está con ellos ya. Ellos ya poseen el tesoro; ahora deben redescubrirlo y celebrarlo.
Para que todo esto suceda es vital una humilde escucha. Tenemos que escuchar bien para identificar las necesidades reales del pueblo, y evitar el peligro de contestar a nuestras preguntas -y no a las de ellos. Creo que nos podemos dejar llevar por los cuatro básicos mensajes de evangelización del Evangelio:
Koinonia –amistad -bienvenida -para preparar al pueblo con un sentido real de pertenencia. ¿Podemos contribuir a formar una comunidad Cristiana que acepta, ama, perdona y ayuda al individuo?
Diaconía – servicio. Desde el principio, ésta fue la señal clara de la comunidad Cristiana. Se preocuparon unos de otros, los ricos ayudando a los pobres, los residentes recibiendo a los extranjeros, etc. Ésta es también la tradición de la Familia Vicenciana, y me parece la más indicada en una región donde tanta gente se las ve y se las desea para llegar a fin de mes.
Kerigma – proclamación, a tiempo y a destiempo. Gran parte de la vida de Cristo estuvo dedicada a enseñar a la gente, liberándoles a menudo de las cargas de la tradición y de la ley que les habían impuesto sus líderes religiosos. Esto es algo que se destaca en el estilo Vicenciano de evangelización – a ejemplo del propio Vicente. Es algo que se necesita mucho aquí hoy. El pueblo es espontáneamente devoto, pero tiene muy poco conocimiento de la Fe Cristiana, sin lo cual es apenas posible un compromiso real.
Eucaristía – gracias y alabanza. Esto es la cumbre y el corazón de la vida Cristiana, y la meta a la que finalmente conduce todo nuestro trabajo. Es con todo el destino final, antes que el punto de partida.
Si no damos de los dos primeros pasos, estamos evangelizando verdaderamente. Cuando Jesús curó a la hija de la Sirofenicia, dio a la madre todo cuento quería y le dijo que se fuera a casa feliz. ¡No le pidió que estuviera en la Sinagoga aquel sábado!
Mucha gente -no precisamente los jóvenes- pueden no sentirse interesados por los pasos de evangelización tercero y cuarto; es posible que no estén preparados aún. Tal vez por no haber experimentado todavía los primeros pasos, la verdadera amistad y el apoyo. Únicamente estamos en condiciones de ayudar a los demás para que cambien cuando los queremos. Jesús, Vicente, Justino de Jacobis y todos los grandes evangelizadores, amaban a la gente para el Reino.
Nuestra sociedad de aquí está cambiando a una velocidad mucho mayor que la que conocimos en Occidente. Viejas certezas son puestas patas arriba; la gente busca significado. Muchos se sienten excluidos, desapercibidos. Lo que primero necesitan puede ser que sea la ayuda y el aliento, más que las homilías y la eucaristía. (Me impresiona a veces que algunas de las sectas recién llegadas aquí aprecian esto más que nosotros).
II) El Evangelio después de 70 años de comunismo
Como alguien de Occidente, me incumbe sobremanera la historia del mundo Soviético. Sin embargo al pasear por las calles del centro de Kiev, a uno le sorprende qué joven y activa es la ciudad. La gente de menos de veinte años se acuerdan muy poco del comunismo, ni les preocupa siquiera. Durante la ocupación alemana de Kiev en 1942-1943 fueron ejecutadas más de 100.000 personas en el barranco de bosques, Babi Yar, no lejos del centro de la ciudad. Kharkiv y otras muchas ciudades tuvieron experiencias parecidas. Antes, en 1932-1933, hasta 7 millones de habitantes de Ucrania murieron en un hambre provocada asociada al programa estalinista de forzada colectivización. Las cicatrices y los traumas que deben ser resultado de semejante brutal historia, por no mencionar la catástrofe de Chernobyl (y el inmediato encubrimiento que la siguió), pueden ofrecer un punto de partida para la luz y cura del Evangelio.
Generalmente la experiencia comunista ha tenido como resultado entre la gente que sean más pasivos y dependientes del gobierno de lo que lo son en Occidente. (Hasta qué punto es ésta una manera Oriental de enfocar las cosas, antes que un producto del comunismo, es otra cuestión). El individuo por lo general cuenta menos que lo colectivo y la gente tiende a verse de este modo. La autoridad es respetada y por regla general no discutida, y los líderes políticos (los de la Iglesia también) pueden continuar de una forma muy autoritaria, y en cierto sentido se espera que así lo hagan. También se ha notado -y creo que muy correctamente- que el comunismo dañó profundamente los valores morales del pueblo, pero dejó su religiosidad intacta.
Todo esto conduce a señales muy confusas: gente que parecen tan devotos, pero que llevan unas vidas en grave desacuerdo con el Evangelio. Gran parte de lo que llevamos entre manos, y estamos intentando hacer aquí, supone inculcar diferentes actitudes y comprensión contrarias a lo que prevalece en la sociedad. La ayuda Cristiana no se distingue con facilidad de la asistencia social del gobierno de antes y la gente trata de aprovecharse y recoger todo lo que pueden para sí mismos.
Al acabar la era Soviética, no se produjo el acercamiento en masa a la religión y adoración. Después de más de 13 años de independencia, yo diría que quizás el 5% de la población de Kiev (todo lo más) va con regularidad a la iglesia el domingo. El ir a la iglesia no parece ocupar un lugar muy central en las vidas de la mayoría. Puede ser que, como en Occidente, nos enfrentemos a una larga tarea de presentar de forma interesante el Evangelio al mundo.
Me impresiona el hecho de que muchos en la Iglesia Ortodoxa y también en el gobierno están comprometidos también en la atención a los pobres, los mayores, los enfermos, los abandonados de los lugares donde trabajamos. A veces me pregunto si podemos hacer más para cooperar con estos grupos, en lugar de ponernos a crear obras Católicas y Vicencianas paralelas a las suyas. Trabajando codo con codo con los sacerdotes Ortodoxos al cuidado de los pobres podría ser un modo mucho más realista de restituir la unidad y comprensión que el debate teológico. Esta posibilidad no es factible en todos los lugares, pero ciertamente lo es en algunos casos.
Conclusión
Cuando me pongo a repasar estos tres años, doy gracias a Dios por el progreso que se está logrando al establecer el creativo y práctico Cristianismo de San Vicente de Paúl. El progreso no ha sido precisamente desde enero de 2001, sino desde que los primeros Vicencianos y las Hijas de la Caridad regresaron después del efectivo fin del comunismo. Han estado a la altura de las circunstancias con una generosidad grande y a veces heroica. De todas maneras todo lo que estamos realizando depende del apoyo financiero y moral que recibimos de los particulares y provincias de todo el mundo. Cualquier avance que hayamos logrado aquí es también un logro de nuestros incondicionales. Quiero dejar constancia de mi más honda gratitud para con ustedes, y prometerles corresponder de la única forma que puedo, seguir pidiendo la bendición de Dios sobre ustedes en la misa y en la oración.
La fiesta de los Santos Cirilo y Metodio el 14 de febrero ha quedado eclipsada en gran parte en Occidente por el Día de San Valentín. Pero en esta parte del mundo, estos hermanos misioneros del siglo IX, de Tesalónica, Grecia, son muy queridos y venerados tanto por Ortodoxos como por los Católicos. Son nuestros patrones celestiales y yo les encomiendo nuestro futuro. Ellos nos enseñarán cómo hacernos a todos aquí, y ofrecernos el ejemplo de combinar el estilo de vida monastico y apostólico.
Tra.: Máximo Agustín, c.m.







