- UNA SOCIEDAD SIN CORAZÓN
El 11 de abril el Papa Francisco, con la Bula El rostro de la Misericordia, promulgó un Jubileo Extraordinario de la Misericordia desde el 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016. Y añadió: «¡Cómo deseo que los años venideros estén impregnados de misericordia para poder ir al encuentro de cada persona llevando la bondad y la ternura de Dios!» (MV, 5). ¡Hoy día hay tanta necesidad de misericordia!
Porque los corazones de los hombres modernos no albergan demasiada misericordia, están bloqueados. Son humanos deshumanizados, a los que les son indiferentes los sufrimientos ajenos en esta sociedad donde solo triunfan los fuertes. La técnica, la eficacia y la burocracia han destruido la ternura. A la sociedad actual le parece que mostrar corazón compasivo hacia el que sufre es humillante para la dignidad del que sufre e indigna de personalidades fuertes y emprendedoras en una sociedad competitiva como la actual, donde solo triunfan los fuertes. Esta sociedad no tiene puestos de trabajos para todos y se ha convertido en un estadio donde se forma a los hombres para superar las dificultades y no mostrar compasión con los que pierden, rivales suyos. Vuelve a ser realidad la frase de Plauto y popularizada por Thomas Hobbes: «Homo homini lupus» [el hombre es un lobo para el hombre]. Necesitamos echar de nosotros la mirada fría y mostrar nuestros sentimientos sin avergonzarnos de que vean nuestras lágrimas.
Las ciencias humanas quieren arrancar de los hombres :as represiones por medio del deseo ilimitado de placeres descarados. convirtiendo la afectividad en sensualidad, aunque el corazón quede insatisfecho y vacío. Esta sociedad necesita recordar las palabras de Mons. Uriarte: «Una persona que no ha vivido la experiencia saludable de sus propios límites, la frustración provocada por sus propios fallos, la impotencia a la hora de cumplir sus propósitos, la mordedura del sentimiento de culpabilidad, la necesidad de ser perdonado, la angustia de la cita con la muerte… está inmunizada contra la misericordia. Los triunfadores natos suelen ser poco propensos a la misericordia». Es la realidad humana de siempre. Es la realidad moderna como lo era en el siglo XVII, el siglo en el que vivieron san Vicente de Paúl y santa Luisa de Marillac.
Benito Martínez Betanzos, C.M.
CEME, 2015







