Mientras se celebraba en Roma el Concilio Ecuménico Vaticano II, y en el clima de renovación eclesial por él promovida, también la Compañía de las Hijas de la Caridad, cuya Superiora General, Madre Suzanne Guillemin, participaba en las sesiones generales, vivía un momento particular de gracia: conocía de hecho una gran expansión numérica, y se respiraba un aire de deseo intenso de vuelta a los orígenes.
En aquel contexto, bajo la dirección del P. Jean Beyer, S. J., decidí dedicar mi atención a las Hijas de la Caridad, en el intento de hacer que emergiera la originalidad de su institución, bajo el perfil histórico-jurídico. A aquella tesis doctoral, de 1967, «Una institución original: las Hijas de la Caridad de san Vicente de Paúl», —alguien podría llamarla «un pecado de juventud»—intenté vestirla de nuevo en 2001, con el texto «…Per chiostro le vie della cittá. L’identitá di ieri e di sempre delle Figlie della Caritá», publicado también en español por la Editorial CEME en 2004, con el título «Por claustro las calles de la ciudad. La identidad de ayer y de siempre de las Hijas de la Caridad».
Hoy se me llama a hablaros de la genialidad de la fundación de las Hijas de la Caridad. Una genialidad profética. Es la ocasión de retomar algunos puntos fundamentales de los trabajos ya efectuados y poner mayormente el acento sobre un aspecto. De hecho, el término originalidad me parece apelar más a elementos objetivos, mientras que genialidad puede asociarse más al sujeto que actúa. Hay en éste una referencia directa al genio que es propio de la persona: el genio de Dios, el genio, la creatividad del hombre. En el caso específico: el genio de Dios, y el de Vicente y Luisa, todos tres juntos.
- ALGUNOS TEMAS QUE SE REITERAN
En las reuniones (las así llamadas conferencias) mantenidas por san Vicente de Paúl con las primeras Hijas de la Caridad, vuelve una y otra vez el tratamiento, o en todo caso hay alusiones, a algunos temas.
- Ante todo el estupor, la maravilla, ante lo que está naciendo entre sus manos, sin que ni él, ni otros lo pensaran.
«¿Quién hubiera creído que iba a haber Hijas de la Caridad cuando algunas llegaron a las primeras parroquias de París? No, hijas mías, yo no pensaba en ello; vuestra hermana sirviente tampoco lo pensaba, ni el Padre Portail. Era Dios el que lo pensaba por vosotras. Es él, hijas mías, el que podemos decir es el autor de vuestra Compañía; lo es verdaderamente mejor que ningún otro»2.»Y tampoco se puede dudar de que es Dios el que os ha fundado
- 2. Luego, la singularidad y belleza del nombre, del título de «Hijas de la Caridad» .
Es un nombre que no se dieron ellas a sí mismas, sino que vino de la gente, la cual viéndolas en acción, comenzó a llamarlas así. El santo explica reiteradamente el sentido de tal denominación. Me limito a citar alguna expresión:
» ¿Qué creéis, hermanas mías, que quiere decir este hermoso nombre: Hijas de la Caridad? Nada más que Hijas del buen Dios. Ya que el que está en la caridad, está en Dios, y Dios en él». «Dios es caridad, dice san Pablo; y por consiguiente, siendo Hijas de la Caridad, sois hijas de Dios…»6.»Ser Hijas de la Caridad, es ser hijas de Dios, hijas que pertenecen por entero a Dios, pues el que está en la caridad está en Dios, y Dios en él»… » No os basta con llevar el nombre de Hijas de la Caridad, esto es, de hijas de Dios…» ; «…por una elección especialísima de Dios, lleváis ese hermoso nombre de Hijas de la Caridad, que quiere decir hijas muy cordiales, muy buenas y muy sinceras».
«Dios es nuestro Padre, pero de una manera especialísima; sí, Dios es el padre de las Hijas de la Caridad de una manera especial…».
- 3. En tercer lugar, las expresiones que manifiestan la novedad absoluta de lo que está naciendo entre las manos de el y de Luisa de Marillac.
También aquí doy algunas citas de los textos de san Vicente.
— «Desde el tiempo de las mujeres que servían al Hijo de Dios y a los apóstoles, no se ha hecho fundación alguna semejante en la Iglesia».
«Vosotras no conocéis su grandeza. Pero yo no puedo dejar de deciros, hijas mías, que es una de las mayores que hay en la iglesia, después de la de las religiosas del hospital …»; considerad la grandeza de vuestra vocación. Todos los que la conocen, la estiman muchísimo; apreciadla también vosotras mismas en todo su valor. Vuestra vocación, con la de las religiosas del hospital, es de las mayores que yo conozco en la Iglesia». Un gran siervo de Dios me dijo: «que no veía nada tan útil en la iglesia, y me lo expresó con mucha admiración».
«No estiméis en poco la gracia que Dios os ha concedido y os concederá, si os hacéis dignas de ella. Pensad que en estos últimos tiempos Dios quiere poner en su Iglesia una Compañía de pobres campesinas, como sois la mayor parte, para continuar la vida que su Hijo ha llevado en la tierra».
«¿Quién ha oído hablar alguna vez de semejante obra antes de hoy? Había ciertamente varias órdenes religiosas. Se habían fundado hospitales para la asistencia de los enfermos; algunos religiosos se habían consagrado a su servicio; pero hasta ahora no se había visto nunca que se cuidase a los enfermos en sus casas„.
«Si las Hijas de la Caridad supiesen los designios de Dios sobre ellas y cómo quiere que lo glorifiquen, juzgarían dichosa su vocación y por encima de la de las religiosas. No es que tenga que considerarse por encima de ellas; pero la verdad es que no conozco ninguna Compañía religiosa más útil a la iglesia que las Hijas de la Caridad» …. «¿Y quién no estimará esta vocación? ¡Hacer lo que hizo Dios en la tierra! Sería menester ser insensible».
— «Hermanas mías, desde toda la eternidad estabais destinadas a servir a los pobres de la misma manera que nuestro Señor lo hizo. Sí, Salvador mío, tú has esperado hasta esta hora para formar una Compañía que continúe lo que tú comenzaste».
Se trata de una novedad que emerge en Vicente varias veces, cuando éste hace un cotejo entre la vocación de las Hijas de la Caridad y la de congregaciones religiosas ya existentes y en acción.
Constituyen la novedad, no sólo la vida misma que abrazan las Hijas de la Caridad, sino además las nuevas tipologías de servicio a las que aquéllas son llamadas. En la conferencia del 18 de octubre de 1655 sobre el fin de la Compañía, Vicente hace relación de ellas con acentos complacidos: las obras nacen una tras otra, y alguna es en verdad extraordinaria El santo manifiesta su estupor22, en particular al tratarse del servicio a los soldados o a los condenados a galeras, servicio en el cual se distinguió en particular Bárbara Angiboust.
CEME
Alberto Vernaschi, c.m.