«La vida de los Santos no comprende sólo su biografía terrena, sino también su vida y actuación en Dios después de la muerte. En los santos es evidente que, quien va hacia Dios no se aleja de los hombres, sino que se está realmente cercano a ellos» (Deus Caritas est, 42).
Margarita Rutan nació el 23 de abril de 1736 en Metz, Lorena, y el mismo día fue bautizada. Margarita es la octava de los 15 hijos de María Forat, profundamente cristiana, y de Charles Gaspard Rutan trabajador, honesto y valiente. Con ellos, aprendió a acoger la vida como un regalo de Dios.
Su padre introdujo a su hija en el conocimiento de las matemáticas y en dibujo lineal. Pronto, Margarita fue capaz de llevar las cuentas de la empresa de su padre. Ayudará así a toda la familia hasta la edad de 21 años.
De convicciones profundas, comprende que Jesús la llama, con Él busca orientar sus fuerzas vivas al servicio de los pobres.
En 1756, Sor Margarita Rutan ingresa en la Compañía de las Hijas de la Caridad para estar cerca de los que sufren o de los que la historia margina o excluye. Desea servirlos. En seguimiento de Cristo, desea suscitar la vida y la caridad en su entorno y animar una dinámica de caridad. Durante unos veinte años pone al servicio de los más pobres todo lo que es y recibe sin cesar de Dios y de los demás en cualquier lugar adonde los superiores la envían.
En 1779, sus superiores le confían el servicio de una comunidad en el hospital de Dax. Durante diez años Sor Margarita y sus Hermanas establecen relaciones sencillas, fraternas con toda la población de la ciudad que les manifiesta su consideración, respeto y admiración.
En 1789 comienza un período de agitación: la Revolución, que sacudirá profundamente el país y afectará personalmente a Sor Margarita, haciéndola conocer el sufrimiento y la muerte (9 de abril de 1794). Su fidelidad a Cristo y a la iglesia conduce a Sor Margarita al martirio. En efecto, la vida de Sor Margarita estuvo profundamente enraizada en la persona de Cristo y su Palabra. Cada día, a la escucha de su Palabra, experimentaba el amor de Dios que modeló su ser en profundidad y la comprometió a servir como Él.
En seguimiento de Cristo, Servidor de sus hermanos , arrodillada para lavarles los pies, Sor Margarita entregó su vida para servir a los pobres, los enfermos y construir la fraternidad con todos.
En seguimiento de Cristo, Servidor de la voluntad del Padre , Sor Margarita orientó toda su vida con referencia al evangelio, deseando sólo una cosa: cumplir la voluntad de Dios.
En seguimiento de Cristo, Servidor Doliente, despreciada, perseguida, Sor Margarita se abandonó totalmente a Dios. Durante la tempestad revolucionaria, ella dio testimonio de su amor hasta el extremo.