«Mi santo es Vicente de Paúl, el patrón de los fundadores. Ha merecido tanto la apoteosis de filósofos como de cristianos. Ha dejado más monumentos útiles que su soberano Luis Era tan humilde de corazón, que rechazaba celebrar los días solemnes con los lujosos ornamentos que le habían regalado los Médicis.» (Francois-Marie Arouet VOLTAIRE, carta del 4 de enero de 1766, dirigida al marqués de ViIlette.)
«San Vicente es un santo moderno. Si hoy volviera, su campo de acción no sería ciertamente el mismo… Pero encontraría con toda seguridad el camino de los pobres, de los nuevos pobres, a través de las concentraciones urbanas de nuestro tiempo, como antaño en las aldeas. ¿Puede uno siquiera imaginar lo que este heraldo de la misericordia y de la ternura de Dios sería capaz de emprender utilizando con acierto todos los medios modernos que tenemos a nuestra disposición?» (Carta de JUAN PABLO II, 12 de mayo de 1981, al superior general de la Congregación de la Misión y de las Hijas de la Caridad.)
«Vicente, hermano mío, Vicente, padre mío, a través de los siglos corro tras de ti sin esperanza de alcanzarte alguna vez. Hace tiempo que eres mi héroe y mi modelo. Hombre de acción y de oración, de mando y de humildad, de organización y de imaginación, al mismo tiempo hombre del presente y del futuro. Gigante incansable de la caridad, no tienes edad: no te imagino joven, pero tampoco muerto. Tus métodos, tus máximas no han envejecido en nada.» (Gilbert CESBRON, en «Huit peroles pour l’éternité». París, 1978.)
«Pienso que Vicente de Paúl tiene que ayudarnos a rehabilitar la caridad, que hoy infunde recelos, a la que la justicia quiere poner bajo sus pies… El ha podido, como un cazador, levantar por su camino la caza de tantas miserias y a la vez de tantas generosidades. Si le fue posible hacerlo, fue porque conjugaba la caridad de! presente, en la realidad de lo cotidiano, y no en la nube de los ensueños.» (Cardenal Roger ETCHEGARAY, arzobispo de Marsella, homilía en Bugiose, 13 de septiembre de 1981.)
«Pocas criaturas del mundo entendieron tanto a Jesús y se identificaron tanto con El como Vicente de Paúl… El tenía el carisma de la caridad. El tenía ese don de Dios. El tenía antenas. Practicamente sintió con sus antenas, dadas por Dios, todos los grandes sufrimientos de su tiempo. Y Dios le dio también un sentido muy práctico… ¿Qué haría Vicente de Paúl hoy? Tengo la certeza de que Vicente estaría anunciando que la mejor manera de trabajar por la caridad, de luchar por la caridad en nuestros días, es ayudar a exigir justicia.» (HELDER CAMARA, ex-arzobispo de Olinda-Recife, Yelda, n.° 169, abril, 1982.)