Tal es la inscripción grabada sobre la losa sepulcral de este paúl, que reposa en Corbiéres (diócesis de Chambéry) esperando la resurrección. 1976 es el año cincuentenario de la muerte del P. Portal (19 de junio de 1926) y del Cardenal Mercier (23 de enero de 1926).
No es ceder a la moda retro celebrar el acontecimiento «de forma sencilla, pero densa, como se celebra un sacramento, memorial del pasado, palabra para el presente, profecía del porvenir» (P. Congar), sino que es simplemente dar gracias a Dios por haber concedido a Fernand Portal ser dócil a instrucciones de cuya asombrosa justeza anticipatoria y actualidad nos apercibimos hoy.
Esta nota, preparada por el Secretariado Francés para la Unidad, quisiera ayudarnos a entrar en dicha celebración y a reforzar nuestras convicciones ecuménicas, dejando ante todo hablar a este precursor y a quienes le conocieron, bajo la rigurosa guía de los testimonios históricos. «La obra no es separable de su ejecutor: llegar a conocer a éste es iniciarse al mismo tiempo en los métodos por él empleados para indagar las condiciones adecuadas al éxito y logro de su obra» (Abbé H. Hemmer, 10 de julio de 1926).
I.—Hablan los testigos
Pierre-Henri Simon:
«Este asombroso paúl militaba desde 1890 en pro de la unificación de las Iglesias y del Ecumenismo, que sería, setenta años más tarde, gloria del pontificado de Juan XXIII. Esto quiere decir que el P. Portal se había anticipado extrañamente a su época, y su joven discípulo, Pierre-Henri SIMON, se abrió a un aspecto insospechado hasta entonces de la Cristiandad y del Catolicismo. Gracias a este hombre eminente —la imagen sacerdotal más hermosa, que dice haber conocido—, Pierre-Henri SIMON evitó sin duda la grave crisis que puede atravesar un alma ‘cuando el acto de fe de una infancia efectivamente católica choca bruscamente contra las ideas y los problemas de una amplia cultura profana'» (André Roussin, Elogio de P.-H. SIMON en la Academia Francesa el 2 de mayo de 1974). Robert FLACELIERE:
«El P. Portal es uno de los cinco o seis sacerdotes de Jesucristo que me han hecho y mantenido cristiano. Conservo un gran recuerdo de las reuniones del grupo TALA en su apartamento parisino y en Gentilly, entre 1922 (fecha de mi ingreso en la ECOLE NORMALE) y 1925 (fecha de mi salida para Atenas). No creo haber faltado jamás a ninguna de estas reuniones y retiros, si la memoria me es fiel. Una de las sesiones más memorables fue aquella en que, en Gentilly, el Padre arregló astutamente, a propósito de las misiones, una especie de confrontación entre Georges GOYAU y el Padre LEBBE» (carta inédita, 16 de marzo de 1975).
Marcel Legaut:
«Me he interesado siempre hondamente por las cuestiones religiosas: de manera más directa fui iniciado en estas cuestiones por un paúl, el P. Portal, quien fue mi padre espiritual en el pleno sentido de la palabra. Todas las cuestiones que luego he formulado nacieron allí, en contacto con él, en la atmósfera de la crisis modernista. Mi encuentro con el P. Portal, entre 1919 y 1926, fue el punto de partida de mi interés por la unión de las Iglesias ( )» (Questions á… réponses de .., páginas 30 y 133, Aubier).
Jean Guitton:
«La segunda etapa de mi iniciación ecuménica se produjo a través del Padre Portal, quien, hacia 1925, me dio a conocer a Lord Halifax. Curioso personaje, este padre paúl, que no parecía en absoluto escogido para el papel que Dios le reservaba: la dirección espiritual en una gran escuela y el trabajo por la unión de las Iglesias. No era intelectual, ni teólogo, ni diplomático, ni historiador, ni poliglota. Pues este hombre, que tan bien sabía hacer charlar a otros, recuerdo que por lo general permanecía callado. Lo que había de peculiar en él era, junto a un tesón ce- yenes, un alma abierta al porvenir» (Dialogue avec les précurseurs, p. 13).
Yves Congar:
«No conocí al P. Portal, pero me atrajo vivamente su personalidad espiritual. Los psicólogos hablarían tal vez de la necesidad de identificación con un modelo. Había yo seguido, en las revistas y en la prensa, el desarrollo de las conversaciones de Malinas; éstas se me representaban como una especie de ideal.»
II.—Cronología del padre Portal
- 1855: (14 de agosto.) Nace Fernand Etienne PORTAL en Laroque (Hérault), diócesis de Montpellier, en las Basses-Cévennes.
- 1858: Se presenta, de inmediato, la incertidumbre del rumbo de su vida. A la edad de apenas tres años su salud, gravemente comprometida, queda gravada por una debilidad permanente. Una robusta fe impulsa a su padre a hacer, en plena noche, una peregrinación a Notre-Dame du Suc (antiguo santuario de Cévennes), «para pedir un milagro». El P. Portal llegará a escribir estas sorprendentes palabras: «Jamás agradeceré bastante al buen Dios el haber estado enfermo. Todo sirve para que la Providencia nos conduzca a donde quiere, tanto los sucesos favorables como los adversos, la salud, la enfermedad y, con frecuencia, la prueba de la enfermedad más seguramente que la buena salud.»
- 1868: Año en el Seminario Menor de Beaucaire (Gard).
- 1869-1874: Seminario Menor de Montpellier.
- 1874: (14 de agosto.) El día en que cumple sus 19 años Fernand Portal ingresa en la Congregación de la Misión. «No tengo ahora más que un deseo: el de convertirme en hijo de San Vicente», dice.
- 1880: (22 de mayo.) Recibe la ordenación sacerdotal y el nombramiento de profesor de filosofía en el Seminario Mayor de Orán.
- 1882: Enseña teología en el Seminario Mayor de Cahors.
- 1886: Hemoptisis y, a continuación, reposo en Lisboa.
- 1889: (Octubre.) Convalecencia en Madera. En el asilo de Funchal, que administran las Hijas de la Caridad, primer encuentro con Lord Halifax, quien viene acompañado de su esposa para que reciba asistencia su hijo, afectado de tuberculosis: «Este seglar anglicano tenía un alma de apóstol, repleta de amor de N. S. Jesucristo y ansioso de promover la gloria de su Maestro» (P. Portal). Comienzan entonces las Conversaciones de Madera, que anuncian las Conversaciones de Malinas. «Al menos una vez por semana íbamos campo adelante adonde nos conducían los caminos. En charlas interminables, o más bien verdaderas conversaciones, vertíanse nuestras almas una en otra para unirse más estrechamente… Hablábamos un poco de todo, pero todo nos devolvía al centro, a Nuestro Señor, a su Iglesia, a las desdichadas divisiones que entristecían la Cristiandad. Yo no tenía más que una noción muy vaga de la Iglesia Anglicana… Bajo ese aspecto tenía que aprenderlo todo. Lord Halifax había de ser para mí un maestro incomparable» (P. Portal).
- 1890-1912: Campaña Anglo-Romana. ¿Por qué el vocablo campaña? «Ciertas veleidades de seguir la carrera de las armas habían dejado al P. Portal la obstinación y rectitud de un buen estratega que, de acuerdo con Lord Halifax, lanzará la pequeña campaña en pro de las ordenaciones anglicanas» (J. Bernad). «Las fechas de 1890 hasta 1912 fueron dictadas por el mismo Portal: en 1890 acontece el encuentro con Lord Halifax, la revelación de un mensaje que proclamar, de una obra que promover. En 1912 se toma la prudente y largo tiempo madurada determinación de detenerse por el momento y aguardar circunstancias más favorables, como aguarda el campesino la llegada de la primavera» (R. Ladous). Sabido es que después de la bula Apostolicae Curae de León XIII, la cual declaraba inválidas las ordenaciones anglicanas, surgieron de nuevo circunstancias favorables tras la entrevista del P. Portal, de Lord Halifax y del Cardenal Mercier (19 de octubre de 1921).
- 1896: (14 de julio.) El P. Portal pronuncia en Londres una conferencia en la que dice: «La unificación corporativa es posible. Es necesaria para contribuir al acercamiento de los grandes núcleos religiosos formados por Inglaterra, Rusia y Roma.»
- 1897: El P. Portal enseña en el Seminario Mayor de Cahors, donde el abate GRATIEUX, después eminente eslavófilo, se convierte en discípulo suyo.
- 1898: El P. Portal, Superior del Seminario Mayor de Niza a instancias del obispo, Mons. Chapon; se le nombra luego Superior del Seminario Universitario de San Vicente de Paúl en París.
- 1904: Sale el primer número de la Revue Catholique des Eglises, que funda el P. Portal tras haberse visto obligado a abandonar la dirección de la Revue Anglo-Romaine, creada en diciembre de 1895. «Escribió poco…, pero en cierto sentido todo es de él, pues él lo eligió» (Gratieux).
- 1905: Portal se encuentra en plena refriega modernista. Bajo el influjo del anglicano Birbeck se abre al mundo eslavo y a la Ortodoxia.
- 1907: Mme. Gallice visita por primera vez al P. Portal. Con ella y algunas otras señoras, que se convertirán más tarde en las Dames de I’Union, fundará la obra de Javel, para niños desamparados. «San Vicente de Paúl se encontraría en su casa dentro de este pobre reducto convertido en nuestro hogar», dice el P. Portal.
- 1908: Tras el decreto Lamentabili y la enclíca Pascendi, de Pío X, el P. Portal tiene que abandonar el Seminario de Saint-Vicent. Se instala en rue de Grenelle: «El contacto con los normalistas se ha hecho consejero espiritual del grupo TALA de la ECOLE NORMALEy con la obra popular de Javel ampliará el contacto ecuménico del abate, quien, pese a la iniciativa de vincular unas con otras las diferentes actividades, avanza con lentitud, enderezará la causa de la Unión hacia la presencia en el mundo actual y hacia el acceso a los pobres» (J. Bernad).
- 1910: Conferencia de las Sociedades protestantes de Misiones en Edimburgo. Un participante asiático dice a los occidentales: «Vosotros trajisteis vuestras divisiones. Nosotros os pedimos que prediquéis el Evangelio y dejéis que Jesucristo suscite mediante el Espíritu Santo una Iglesia libre de todos los ismos con los que mezcláis la predicación del Evangelio entre nosotros.»
- Después de 1915: El P. Portal funda las Dames de l’Union: «Nuestro Señor se encarnó por amor; pero además se hizo pobre. Se hizo pueblo. No sólo hizo bien al pueblo; se incorporó a él. Debéis incorporaros al pueblo, ser del pueblo, compartir sus penas, asumir sus intereses, servirle.»
- 1920: Encíclica de la Iglesia de Constantinopla a todas las Iglesias del mundo en favor de la Unidad. Llamada de los obispos anglicanos reunidos en Lambeth: «Creemos que Dios quiere la comunión. Que todos los cristianos se unan para manifestar al mundo la unidad del Cuerpo de Cristo por la que El rogó.»
- 1921-1926: Conversaciones de Malinas, término, debido al Cardenal Mercier, de las Conversaciones de Madera y de la Campaña Anglo-Romana.
- 1924: (17 de junio.) Carta del Cardenal Mercier a sus diocesanos: «Por nada del mundo quisiera yo dar pie a que uno de nuestros hermanos separados dijera que ha llamado confiadamente a la puerta de un obispo católico romano y que este obispo se negó a abrirle.»
- 1925: (18-19 de mayo.) Réplica del Cardenal Mercier a Dom Lambert Beauduin: «La Iglesia Anglicana es una realidad histórica y católica que constituye un todo homogéneo: no puede ser absorbida ni fusionarse sin perder el carácter propio de su historia. Y de otro lado esta Iglesia está fuertemente vinculada a la Sede de Pedro desde sus orígenes… Hay que decir con toda verdad que una Iglesia Anglicana separada de Roma es una herejía histórica tan inadmisible como una Iglesia Anglicana absorbida por Roma.»
- 1926: (23 de enero.) Muerte del Cardenal Mercier en Malina. (19 de junio.) Muerte del P. Portal en París, 112, rue de Lourmel. Desde el año siguiente descansa en la cripta de la Iglesia de Cristo Redentor de Corbiéres (Diócesis de Chambéry).
- 1927: Encíclica Mortalium Animos, de Pío XI, que pone fin a las Conversaciones de Malinas.
- 1934: (22 de enero.) Muerte de Lord Halifax. La víspera había dicho: «Ojalá viniera un gran papa que dijese: olvidemos el pasado…, pongamos proa a alta mar…!»
- 1959: (25 de enero.) Juan XXIII anuncia el Vaticano II: «Promover la restauración de la Unidad entre todos los cristianos es uno de los fines principales del Concilio» (Introdución al Decreto sobre el Ecumenismo, 21 de noviembre de 1964).
III.—Un precursor de precocidad intuitiva y ministerial
1. Alma abierta al porvenir
Las siguientes líneas de Jean Bernad son como una larga travesía por la vida del P. Portal. Manifiestan su asombrosa apertura a todos y a todo, al igual que su modernidad o, si se quiere, su actualidad: «Desfilan las figuras: desde el Papa León XIII hasta el inolvidable Lord Halifax, pasando por los Cardenales Mercier, Rampolla, Gasparri…, académicos y universitarios…, redactores y periodistas…, graves anglicanos y extraños eslavos…, ministros importantes…; normalistas, señoras de l’Union, seminaristas de Cahors, de Chálons-surMame, de Niza, y principalmente de la rue Cherche-Midi…, el pueblecito de Javel…, un coro de modernistas, de eclesiásticos vanguardistas y de cristianos demócratas. Y luego esos doblajes portalianos, como el abate Morel, el abate Gratieux…, como esa réplica selecta de la faz del maestro: Antoine Martel… y los que a él se avocan: Légaut, Chevalier, Guitton, Pons, Deffontains…».
El P. Portal había escrito en 1907: «Quisiera morir en Javel, rodeado de pobreza y de caridad. Dios nos dé, con la comprensión del pobre y de las necesidades de la Iglesia, la energía de servirle hasta el fin; El nos conceda morir con las armas en la mano.» Está espiritual e intelectualmente preparado para emprender la ruta de la Unidad cual Dios la quiere para él. El contacto con la historia le ha proporcionado el sentido de la Iglesia viva, arraigada en el Evangelio y entregándose dinámicamente al soplo del Espíritu, cuerpo que crece, y no sociedad constitucionalmente fijada. Portal es más sensible al aspecto comunionístico que al aspecto juridico; prefiere el lenguaje de la experiencia vital a las formulaciones abstractas. Se sumerge en la corriente misionera de la Reforma católica del siglo XVI, lo mismo que en el aliento del catolicismo ibertal y social de siglo XIX. Percibe espontáneamente os impulsos que agitan a la Comunión Anglicana, las aspiraciones del movimiento eslavófilo ortodoxo, las intuiciones fundamentales de las corrientes de su tiempo.
2. La comprensión del pobre
El P. Portal es un fiel discípulo de San Vicente de Paúl: lo afirma con palabras; lo prueba con hechos. Así es como, el 13 de julio de 1896, dice a un auditorio compuesto sobre todo de sacerdotes anglicanos: «Este que veis ante vosotros es un sacerdote francés, humilde hijo de San Vicente de Paúl. Sí, soy un humilde hijo de San Vicente de Paúl, cuyo nombre pasa por encima de todas las querellas y divisiones humanas, de ese gran apóstol de la caridad humana y divina, que tanto ha hecho en los tiempos modernos por aplacar los dolores y aliviar las penas. Pienso con gusto que sus hijos, animados por ese mismo espíritu de sinceridad, de humildad y de amor que é lse esforzaba por inculcar en sus discípulos, podrán ser los instrumentos de que se sirva la Providencia para curar las llagas de la Iglesia.»
Con Mme. Gallice y algunas otras señoras desarrolla, a partir de 1908 e inmediatamente después de la guerra, en un área de París entonces del todo miserable, la obra de Javel: escuela doméstica nocturna, patronato de muchachas los jueves y domingos, con cabida para 130 y luego para 450, en 112, rue de Lourmel, locales posteriormente convertidos en la escuela católica Sainte-Elisabeth, donde guardan como oro en paño las Hermanas Oblatas de la Asunción algunos recuerdos raros del P. Portal, entre ellos su cáliz. En vísperas de su muerte abre un dispensario en la zona, el Kremlin-Bicétre. Organiza colonias veraniegas en Saint-Germainen-Laye, luego en Corbiéres, en Saboya.
Todo ello le conduce a constituir en instituto secular a estas señoras que trabajan en Javel, en Corbiéres: revélase entonces del todo vicenciano a través de las consignas de vida que les da y la espiritualidad que les inculca: «Nuestro Señor se anonadó. De la cuna al Calvario, a la Eucaristía no hay sino infinitos abajamientos para llegar hasta nosotros en infundir en nuestra alma la vida divina. En el camino que habéis de seguir para llegar al alma del pobre. A vuestros ojos, si creéis en la palabra de nuestro Maestro, el pobre se presenta como el propio Jesucristo. Con qué respeto y con qué humildad debéis tratarle!».
Desde 1910 hacía que todos los jueves se rogara en la capilla de la rue de Lourmel por la Unidad de los cristianos. Asegura la formación de las Da- mes de l’Union en las cuestiones ecuménicas. Jean Bernad subraya a justo título: «Un ecumenismo sin estar uno presente a los pobres, sin que la misión se comprometa concretamente en el mundo, queda en la teoría, sin lazos sólidos de unión».
3. La comprensión de las necesidades de la Iglesia y de los signos de los tiempos
El P. Portal se complacía en citar esta frase de San Vicente: «El gran propósito de la Iglesia es tener hombres evangélicos que se esfuercen por purificarla, iluminarla y unirla a su divino Esposo.» Pero para él tratábase asimismo de que se relacionaran entre sí la Iglesia y las fuerzas vivas del mundo moderno, a través incluso del conato de acercamiento ecuménico emprendido: «Portal —escribe el historiador Régis Ladous— contribuyó a dar a las tentativas unionistas una fuerza que hasta entonces no habían tenido, mostrando que no eran sino aspectos particulares, pero de una gran riqueza, de esta creciente exigencia de testimonio y de transparencia que transformaría la Iglesia del siglo XIX» (6).
a) La comprensión de la Fe
He ahí una necesidad tanto más agudamente experimentada por el P. Portal, cuanto más directamente le atañe la tormenta antimodernista, por razón de sus vínculos con varios de los líderes del llamado movimiento modernista y porque trabaja con hombres ávidos de una exégesis bíblica minuciosa, de una teología y una filosofía libres al fin de una escolástica decadente, celosos de una historia fundada en la crítica textual y en la teoría de un pensamiento Colectivo en revelación progresiva.
Portal va a trabajar constantemente en una pastoral de inteligencia, sea con los seminaristas, sea con los normalistas del grupo TALA: «En las conversaciones tan libres que sostenía con algunos llegó hasta a decir varias veces que la Iglesia ha experimentado, en cada período de su historia, tentaciones a las que no ha podido resistir —corrupción de costumbres, imperialismo, feudalismo, clericalismo— pero que, en los tiempos modernos, era principalmente el pecado contra la inteligencia lo que amenizaba, es decir, corrompía su acción».
b) Formador de sacerdotes
En tal calidad hace absolutamente suyas las ideas de su amigo, el abate Morel: «Estoy persuadido de que los estudios teológicos pasan ahora por un período de transición del que no saldrán mientras no se haya rehecho de arriba a abajo con sumo cuidado el estudio de toda la tradición. Los protestantes han hecho estudios notables que es preciso tener en cuenta y cuya crítica exige nuevos estudios, realizados con ayuda de los más modernos métodos. Solamente después de esta obra inmensa podrán confeccionarse nuevos manuales de teología con algún prospecto de duración. Por doquier, lo mismo en la política que en las ciencias, lo mismo en teología que en historia, lo mismo en el mundo erudito que en las parroquias urbanas o rurales, se impone una reforma en la acción del sacerdote. Basta abrir los ojos para verlo; y esta reforma debe hacerse por doquier en un mismo sentido: en todas partes hay que salir de la sacristía. Lo que yo veo fermentar en los jóvenes son más y más ideas, se quiere trabajar; se experimenta que hay que manifestar por todos lados la vitalidad de la Iglesia.»
Con esta prospectiva procura el P. Portal a sus seminaristas una formación pastoral todo lo amplia posible. Como buen sacerdote, campesino de Cévennes, desconfía de las ideologías y quiere partir de lo concreto. Da una gran importancia a los hechos, a los intercambios. Se destaca en organizar encuentros en los que reúne a anglicanos, católicos, incrédulos, protestantes: teólogos, filósofos, economistas, sabios, literatos, académicos, estudiantes. Quiere que los jóvenes eclesiásticos establezcan contacto con los seglares para que entiendan su época y se den a entender. Su pedagogía, siempre apoyada en la vida e inspirada en el espíritu realista de San Vicente, es asimismo la de un precursor.
A aquéllos de sus estudiantes que quieren especializarse aconseja el P. Portal: «Reservaos siempre algo de ministerio.» Quiere defenderles, mediante la pastoral, de toda ideología y de las abstracciones aventuradas. El mismo predica con el ejemplo: va todas las semanas a la casa de las Hijas de la Caridad de Reuilly; se sienta con asiduidad en el confesionario de la casa madre de la Congregación; se entrega a Javel.
c) Consejero espiritual del Grupo Tala
No había interrumpido su relación con los normalistas desde 1902, por lo que el P. Portal ofrece su casa al grupo de católicos, los TALA, dejándoles en libertad para que organicen allí sus reuniones como gusten. Les repite una y otra vez: «Aun cuando en este momento estéis seguros de vuestra fe, la tentación se presentará un día u otro bajo forma intelectual y estaréis desarmados si no habéis tenido la precaución de estudiar la doctrina. La fe del carbonero no os será posible. Hay entre vuestra cultura profana y vuestros conocimientos religiosos un desequilibrio que, tarde o temprano, pondrá en peligro vuestra fe. Sois alumnos de la ECOLE: vuestro trabajo es el primer deber, la preparación de los exámenes. Sed eruditos y tened vida de piedad; y esa será una forma de apostolado.»
El P. Portal concedía a los normalistas una gran libertad, «interesándose por todo, pero sin dirigir nada» —nota M. Prat, uno de ellos—. Les orienta hacia las Conferencias de San Vicente de Paúl de la parroquia de Saint-Médard, les pone en relación con el patronato de Reuilly, donde nacieron los Equipos Sociales. Propone tener una misa todos los jueves y dos retiros anuales. Un domingo al mes los miembros del grupo se reúnen para entregarse a la oración, antes de la Guerra en Saint-Germain-en-Laye, después de la guerra en la casa de la Congregación en Gentilly. Repite siempre: «Nada hay como orar en común. Vuestra vida interior se incrementa tanto más, cuanto mayor sea la unión en la oración. Ese será el provecho que saquéis del grupo: habréis orado en común.» Insistía también, a tiempo y a destiempo, en la práctica diaria de la oración personal.
d) Responsabilidad de los laicos
Precursor también aquí, estaba convencido de que la tenían, en la Iglesia y en el mundo. Todos sus discípulos lo han subrayado. M. Prat escribía: «Nos inspiraba el deseo de trabajar por la Iglesia y sufrir por ella. Volvía una y otra vez sobre la importancia del papel de los laicos. Eso no era solamente porque hay lugares y circunstancias en los que un laico se hace escuchar mejor que un sacerdote. Es que quería persuadirnos de que todos los cristianos tienen una responsabilidad en la Iglesia. Nos ponía en guardia contra el abuso de los términos Iglesia docente e Iglesia discente, tendentes a hacer creer a los laicos que no tienen el estricto deber de cooperar a la obra común.» Marcel Légaut, por su parte, afirma: «Todas las cuestiones que he suscitado nacieron del contacto con el P. Portal, en la atmósfera de la crisis modernista. Formamos en torno a él un grupo; luego, al morir él en 1926, el grupo continuó formado en torno a mí, por así decirlo… Atribuyo una gran importancia a esta experiencia comunitaria» (La Croix, 22 de julio de 1971). En cuanto a Antoine Martel, a quien R. Pons calificaba gentilmente de Normalista Honorario, integrado al grupo TALA, llegó a ser el verdadero heredero del pensamiento y del corazón del P. Portal, ante todo por su sentido evangélico de la pobreza, su fidelidad a la Iglesia y su amor místico por el mundo eslavo. En enero de 1924, durante un viaje por Rusia, fue detenido por la G. P. U. Moriría a los 32 años, el 12 de octubre de 1931, de una tuberculosis contraída en los calabozos soviéticos. Decía con frecuencia, evocando al P. Portal: «Conocí a un sacerdote que influyó decisivamente en mi vida.» El 2 de marzo de 1930 había escrito: «Me creo unido a los países rusos por lazos especiales… He ofrecido mi vida por Rusia.»
e) Promoción de la mujer
En agosto de 1907, escribe el P. Portal a propósito de ella: «Creo que la obra de nuestro grupo intelectual deberá completarse mediante una acción más práctica, llevada a cabo sobre todo por mujeres. Nuestra obra no vivirá verdaderamente, no penetrará en todos los medios de la Iglesia, mientras las mujeres no la hayan comprendido bien, mientras no se hayan consagrado a ella y no la difundan mediante las obras sociales o, en una palabra, mediante la práctica de la caridad, entendida como la entienden y la quieren los tiempos modernos. Ahora bien; siempre se necesitan para obras nuevas instrumentos nuevos. Nuestra obra espera, reclama obreras. Me parece verlas por aquí y por allí. Lo que falta es el punto céntrico, el medio de agruparlas y de ese modo formarlas, y luego dárselas a la Iglesia, para que vayan por doquier y hablen de la paz y del amor de Nuestro Señor, en Moscú y en Roma, entre los católicos y los protestantes.»
f) La unidad de los cristianos
Esa es la voluntad de Dios…
Una convicción fundamental animaba al P. Portal, a Lord Halifax, en realidad a todos los ecumenistas: nada es imposible para Dios. Cristo quiso la unidad; murió para reunir en la unidad a todos los hijos de Dios que estaban dispersos. Nada mejor que hacer tiene, si no es trabajar para que reciban este don de la unidad, por grandes que sean los obstáculos con que tropiecen. «Obstinado en Dios», como dice Jean Guitton, cevenés, al mismo tiempo que entusiasta y dúctil, el P. Portal seguirá la ruta de la Unidad, cueste lo que costare.
..las Iglesias han de ser dóciles…
Existe esta otra convicción: las Iglesias se separaron en virtud de un movimiento de todo su cuerpo y bajo la acción de sus responsables; será merced a un movimiento semejante y en virtud de las iniciativas de los responsables cómo han de ver lo que les une y lo que les separa todavía en el amor de la verdad y la verdad del amor.
..dóciles han de ser también a los signos de los tiempos
El P. Portal presentía que el mundo iba a entrar en una época terrible y que las guerras, los conflictos que desgarrarían a los pueblos y a las sociedades tenían una significación que era preciso buscar en el designio de la unidad solicitada por Jesús de su Padre. El 5 de junio de 1893 escribe a Lord Halifax: «Creo que ha llegado el momento de obrar. Por todas partes se apodera de los espíritus esta idea de la unidad. Es el Espíritu que sopla, o más bien, que comienza suavemente a alzarse. Hay que aprovecharlo…».
Insiste en la necesidad de recurrir a los medios apropiados para la Unidad. Anticipándose en 80 años el P. Portal enseña y practica ya las recomendaciones del decreto conciliar Unitatis Redintegratio (cap. II, principalmente). Inútil subrayar lo que ahí roturó con métodos empleados entonces en la Iglesia Católica.
— En lugar de partir de lo que nos divide, hay que partir, en el diálogo ecuménico, de lo que nos une.
Hay que reconocer con gozo los tesoros espirituales de que viven nuestros hermanos en las Iglesias separadas y dejar que nos enriquezcan. Hay que estimar, asimismo, y amar todos los valores positivos de la sociedad y del mundo moderno. «Pocos hombres hay que tanto hayan hecho para que se aprecie al Catolicismo como el P. Portal» (Abbé Gratieux).
El papel de la amistad es irremplazable. El acercamiento de los espíritus, la desaparición de los prejuicios son resultados sin precio. «El P. Portal era incomparable en este arte de los contactos. Dos días pasados junto a él permitían ver a más gente y aprender más cosas, que semanas en otro lado» (Gratieux). Escribía Portal el 12 de enero de 1892: «La luz llegará tal vez un día. En todo caso, que Nuestro Señor bendiga nuestros esfuerzos! Que por su gracia la semillita que la amistad echa en el campo de la Iglesia produzca frutos de unión.»
Hay que dejar que el Espíritu Santo convierta nuestro corazón y nos conduzca, por la renovación de la Iglesia, a la Unidad de Cristo. «La Unión, según una idea sobre la cual gustaba de volver, debía ser el fruto de la reforma. Mientras más cordialmente emprendan las Iglesias el acercamiento a Cristo, más se acercarán también entre sí. La vida cristiana, llevada a su perfección, debiera terminar necesariamente en unión» (Hemmer).
Todos los cristianos en todas las comuniones han de estar formados y preparados para la Unidad. «La unión, si algún día Dios la permite, no puede producirse bruscamente: es necesaria una preparación en las diferentes comuniones. ¿Por qué no trabajamos, pues, con todas nuestras fuerzas en la preparación de este glorioso acontecimiento, echando una semillita por aquí y otra por allí y dejando a Dios el cuidado de hacerlas germinar, si lo juga oportuno?» (28 de noviembre de 1890).
g) Describe las virtudes del artesano de la Unidad.
La paciencia
Jean Guitton, que conoció al P. Portal, subraya en él «la idea de que era preciso no extrañarse de los contratiempos, ni irritarse por las dilaciones, sino aceptarlo todo de grado, saber esperar largo tiempo y de repente comenzar de nuevo». «El P. Portal y Lord Halifax jamás se disimularon que eran obreros de un lejano porvenir».
La llamada a desaparecer
Una y otra vez, a lo largo de su vida, obligó al P. Portal la autoridad a retirarse. Obedeció siempre sin recriminaciones: tenía la vocación de desaparecer. Escribe: «Es duro sentirse capaz de hacer algo y no poder hacer nada. Pero nada sólido se hace sin sufrimiento: y si Dios quiere servirse de nosotros, conviene recordar que no nos necesita.» Dice al abate Calvet: «En este asunto de la Unión lo que soñé está realizado. He querido el acercamiento: ha habido acercamiento: se charla. Lo que constituía mi obra está acabado. No me resta sino desaparecer. Para ir más lejos hacen falta otros medios que yo no conozco. Hacen falta otros hombres que no estén gastados. Yo, más que servir, abstaculizaría. En cuanto a los normalistas lo mismo. Les quise agrupar. Están agrupados y la agrupación resiste. Ese era mi cometido. Para el laboreo de esa agrupación hacen falta otros hombres. Cierto, no me resta sino desaparecer.»
El sentido de la Iglesia y la comprensión de la Cruz
También aquí hay que dejar que hable un testigo: «En la Iglesia el P. Portal ha sufrido lo bastante como para que pueda hablar al respecto. No nos ocultaba tampoco que sostener la Iglesia como era preciso sostenerla, de suerte que se observe el deber para con ella, llevaba consigo el sobrellevarla y, en consecuencia, el sufrimiento por causa suya. Se complacía en hablar de esta Cruz, de que necesariamente debemos cargarnos durante toda nuestra existencia, si le fuésemos fieles, si no nos hubiésemos instalado subrepticialmente en ella… Esta comprensión de la Cruz a la que no se mezclaba idea alguna de rescate o reparación, estaba íntimamente vinculada a su comprensión de la Iglesia».
Ecumenismo global
Esta comprensión de la Cruz y esta comprensión de la Iglesia permitieron al P. Portal dar una significación positiva a los contratiempos que sufrió, en particular al fracaso de la Campaña Anglo-Romana (1890-1912). Portal comprendió a partir de entonces dos cosas:
ante todo que hacía falta convencer a los católicos de que la unidad visible será el resultado de la convergencia de todas las Iglesias en una mejor encarnación de Cristo; luego, que el Ecumenismo no podrá ser bilateral, vivirse tan sólo entre dos confesiones, sino que deberá ser global. El historiador Régis Ladous subraya a este propósito que La Revue Catholique des Eglises, fundada por el P. Portal después que desapareciera su primera publicación, La Revue Anglo-Romaine, no se acantonó en el Anglicanismo, sino que emprendió el estudio de la Ortodoxia, del Protestantismo, del Véterocatolicismo y sobre todo del Catolicismo Romano, para avizorar en cada una de estas Iglesias los signos precursores de esa reforma general que llevará hacia la Unidad.
IV.—»Un día se verá que teníamos razón«
Jean Bernad, en su libro Vers ceux de l’autre bord, expresa un lamento que es el nuestro propio. Evocando los encuentros entre Juan XXIII y el Arzobispo Fisher, entre Pablo VI y el Dr. Ramsey, escribe: «Es una pena que la memoria de esos antiguos caminantes (Portal, Halifax, Mercier y los demás) no se haya destacado en el momento de los reencuentros por ellos tan deseados, preparados y acelerados, del Patriarca de Occidente y del Primado de Cantorbery».
Después de su encuentro de marzo de 1966, Pablo VI y el Dr. Ramsey decidieron la creación oficial de una Comisión Internacional Anglicano-Católica Romana de Diálogo. Se sabe que esta Comisión, la cual se reúne una vez por año, tiene ya elaboradas dos Declaraciones comunes: una sobre la doctrina eucarística (Windsor 1971), la otra sobre la doctrina del ministerio (Cantorbery 1973).
En Francia, el Comité Episcopal para la Unidad de los Cristianos y los obispos de la Comisión Anglicana que tienen jurisdicción en este país, han creado un grupo mixto anglicano-católico romano, dado principalmente a cuestiones pastorales (por ej.: auxilio espiritual y sacramental a los anglicanos aislados en Francia, etc.).
Ante todos estos acontecimientos piénsese en lo que Lord Halifax escribía al P. Portal inmediatamente después de la Apostólicae Curae: «Todo pasa menos el amor y la amistad. Un día se verá que teníamos razón.»
En 1946 decía, predicando a los seminaristas de los Carmelitas en París, Dom Lambert Beauduin, un compañero de Portal, de cuando las Conversaciones de Malinas, con 18 años de exilio en Francia: «No llegaré a ver la unión de los cristianos. Puede que vosotros la veáis. Si la veis, venid a nuestras tumbas y contádnoslo. Et exultabunt ossa humiliata.»
El P. Portal había dicho casi lo mismo a un auditorio de jóvenes londinenses en 1925: «Veréis, no lo dudo, la unión de la Iglesia de Inglaterra y de la de Roma. Pertitidme pediros un recuerdo para ese día de los dos amigos que trabajaron y sufrieron un poco con objeto de que vosotros pudierais cosechar.»