Felipe Manuel de Bette

Mitxel OlabuénagaBiografías de Misioneros PaúlesLeave a Comment

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Author: Benito Paradela, C.M. · Year of first publication: 1935 · Source: Notas Biográficas.
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Biografias PaúlesHno. Felipe Manuel de Bette.—Vió la luz en Flandes, cuando aquel territorio era todavía del dominio español. Al asentar su profesión en el libro correspon­diente nos dice, que era «natural de Bruselas, de la dió­cesis de Malinas, aunque nacido por accidente en Valen­ciennes en 1677». Fueron sus padres los marqueses de Lede. Después de hacer algunos estudios en Roma, siguió, como su hermano mayor que fue capitán general de los ejér­citos de Felipe V, la milicia y pronto se conquistó el afecto de todos, así por su valor como por el trato que daba a sus soldados, con quienes hacía el oficio de verdadero padre. Llegó a teniente general y fue agraciado con la Enco­mienda de Bastimentos de Castilla, de la Orden de San­tiago, cuyo hábito vistió. Retiróse por fin de la carrera de las armas y fijó su morada en Barcelona. Hizo varios años ejercicios espirituales en la casa de la Misión y de tal modo le agradó la vida de los Misioneros, que no paró hasta conseguir entrar en la Congregación, superando to­das las dificultades. Empezó el noviciado el 23 de agosto de 1727, y dos años después, el 24 del citado mes, hizo los votos. Se amoldó enteramente a la vida de comuni­dad, dando ejemplos de extraordinaria virtud, sobre todo, de obediencia, castidad, mortificación y humildad. Refería así sus ascensos: Primero fui cadete, luego subí a ca­pitán de Dragones, después a brigadier, mariscal de cam­po, teniente general y, por último, Hermano de la Con­gregación de la Misión. Por más que hicieron el Obispo de Barcelona y otros personajes para que recibiera las sagradas órdenes, no fue posible vencer su humildad. Em­pleó gran parte de sus cuantiosos bienes en socorrer a los pobres, mayormente a soldados desvalidos y viudas e hi­jas de oficiales, y lo restante en ampliar el edificio de la Misión y levantar su iglesia, en la que invirtió más de doce mil libras. Acabó su vida con la muerte de los justos y en medio de la admiración general el 4 de enero de 1742. (Anales, t. XL, págs. 5, 58 y 103.)

 

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