Federico Ozanam, Carta 0021: A Auguste Materne

Francisco Javier Fernández ChentoEscritos de Federico OzanamLeave a Comment

CRÉDITOS
Autor: Federico Ozanam · Traductor: Jaime Corera, C.M.. · Año publicación original: 2015 · Fuente: Federico Ozanam, Correspondencia. Tomo I: Cartas de juventud (1819-1840)..
Tiempo de lectura estimado:

Anima a Materne a elegir la carrera de abogado. Fuerza de la amistad cristiana.

Lyon, 14 de junio de 1830.

Mi querido Materne,

Recibí tu última carta, y tus razones en favor del comercio me han parecido, si no convincentes, al menos muy fuertes. No obstante, sigo siendo del mismo parecer. Tu pequeño argumento prueba que serías un excelente abogado. Y si así fuera, qué placer, qué alegría los dos juntos compartiendo los mismos estudios, ir juntos al bufete de un fiscal el año que viene, ir a hacer nuestro Derecho juntos, ejercer de abogados juntos, litigar algunas veces uno contra el otro y, luego, reírnos juntos de ello. No te preocupes por tu timidez, todo el mundo me asegura que es cosa que se supera rápidamente.

En cuanto a la salud, esa es otra cuestión. Se trata del pecho, sobre ello tienes que consultar a tu médico y tener en cuenta tus fuerzas. Por lo demás, no quiero insistir en ello.

Mi querido amigo, ¡que seas feliz! ¡Ojalá puedas decidir por tu bien! Ayer tuve la dicha de recibir la comunión y te aseguro que he pedido [por ti] con todo el fervor del que soy capaz. He pedido al buen Dios que te ilumine, que ponga fin a tu dolorosa incertidumbre.

Le he pedido que bendiga la amistad que acabamos de iniciar, para que de ella brote una vida nueva, una vida mejor; le he pedido que haga de nosotros dos buenos amigos, dos buenos franceses, dos buenos cristianos.

No pienses, amigo mío, que porque decidí la elección de un estado, la resolución es una de mis cualidades. Al contrario: desafortunadamente la vacilación es uno de mis grandes defectos, un defecto que se manifiesta en muchas ocasiones y que, a menudo, me hace sufrir mucho.

Ahora, amigo mío, me conoces por completo, me aceptas como soy, me ayudas a corregir mis defectos. Pide, sobre todo, por mí a ese Dios que ama tanto la visión de dos amigos que se unen para caminar juntos hacia el bien, para llevar a cabo juntos la gran obra de la perfección, único camino para alcanzar la felicidad.

Reservo para otro momento todos los detalles de mi educación, los sufrimientos, los sacrificios de mis padres, los beneficios que he recibido de ellos y recibo todos los días, a pesar de mi falta de docilidad; o, más bien, ¿hablaremos juntos sobre todo ello en nuestros paseos?; pues, ¡qué otro tema es más suave y más agradable!

Adiós, mi querido Materne. Te envío el ejemplar de l’Abeille. Esta carta está bastante mal escrita, pero la he escrito a toda prisa porque no tenía tiempo.

Adiós, tu amigo que quiere servirte de hermano.

A.-F. Ozanam.

Fuente: Archives Laporte (original). • Edición: LFO1, carta 17.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *