«Por aquel entonces se fue a la montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos y los nombró apóstoles». (Lc 6,12-13).
«Seguimos a Cristo que convoca a los apóstoles y discípulos y que lleva con ellos una vida fraterna para evangelizar a los pobres». (C 20,2).
Los llamados y elegidos para seguir a Jesucristo evangelizador de los pobres han de vivir la vida del Maestro, a fin de compartir luego su misión apostólica. Jesús era el centro de la comunidad de apóstoles y discípulos congregados en torno a él; hacia él convergían las miradas e intereses de los Doce que habían sido elegidos. Todos se sentían amados y unidos por Jesús, amándose unos a otros en la persona misma del Hijo de Dios, de cuyo espíritu dimana la unión fraterna.
1. «Y les animó de su espíritu».
La comunidad de Misioneros intenta ser una copia de la formada por Jesús, que, al principio, según San Vicente:
«Sólo hacía acciones particulares; no aparentaba nada más, hasta que empezó a anunciar el Evangelio a los pobres; luego, con el tiempo, eligió a los Doce, se esforzó en instruirlos, amonestarlos y formarlos y, finalmente, los animó de su espíritu, no sólo para ellos, sino para todos los pueblos de la tierra». (XI 390).
La vida fraterna de los Misioneros, orientada a la evangelización, expresa ciertamente la unión entre todos. Ahora bien: «Esta unión viene por la caridad de Jesucristo, ya que otra unión que no esté cimentada en la sangre de este divino Salvador no puede subsistir. Por tanto, tenéis que estar unidos entre vosotros en Jesucristo, por Jesucristo y para Jesucristo. El espíritu de Jesucristo es un espíritu de unión y de paz; ¿cómo podríais atraer a las almas si no estuvieseis unidos entre vosotros y con El mismo? De ninguna manera. Dios nos llama para que trabajemos en su viña. Id, pues, como si no tuvierais en El más que un solo corazón y una misma intención; de esta manera es como produciréis fruto». (XI 71).
2. «Familia reunida en el nombre del Señor».
Las palabras de San Vicente, arriba citadas, llevan al convencimiento de que la fraternidad en torno a Jesús es prenda de auténtica comunidad y medio excelente para evangelizar a los pobres. Por otra parte, sabemos que:
«La comunidad, como una verdadera familia reunida en el nombre del Señor, disfruta de su presencia, porque el amor de Dios se ha derramado en los corazones por virtud del Espíritu Santo (cf. Rom 5,5). Pero el amor es el cumplimiento de la ley y vínculo de perfección, y por él sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida. Más aún: la unión de los hermanos manifiesta la venida de Cristo y de ella deriva un gran vigor apostólico». (PC 15).
3. «Ser fiel a Cristo es amarlo con toda el alma y con todo el corazón».
La benevolencia divina al llamarnos a la Comunidad vicenciana espera una respuesta de fidelidad a Jesús evangelizador de los pobres. El Papa Juan Pablo II explica las características de esta fidelidad:
«Su llamada es una declaración de amor. Vuestra respuesta es entrega, amistad, amor manifestado en la donación de la propia vida, como seguimiento definitivo y como participación permanente de su misión y en su consagración. Ser fiel a Cristo es proclamarlo como Señor resucitado presente en la Iglesia y en el mundo, centro de la creación y de la historia, razón de ser de nuestra existencia. Ser fiel a Cristo es amarlo con toda el alma y con todo el corazón, de forma que ese amor sea la norma y el motor de todas nuestras acciones. Esta fidelidad a Cristo reclama, por lo tanto, que seamos hombres de una caridad y pastoral aprendida en la oración o diálogo con el Señor. Entonces aceptaremos vivencialmente su persona, su acción santificadora y su misión». (Juan Pablo II, 8-11-1982).
- ¿Me mueven algo las recomendaciones y consejos de Jesús para que reine en la comunidad la paz y la unión?
- ¿Jesús es verdaderamente el centro de mi comunidad que El mismo se ha preparado?
- ¿Soy fiel a los compromisos comunitarios como expresión de fidelidad a Cristo?
Oración:
«Señor, tú nos ha llamado a la Congregación de la Misión para prolongar la obra evangelizadora de tu Hijo; concédenos la gracia de permanecer fieles a la vocación, viviendo en comunidad como Jesús con sus discípulos. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor».