IV Malinas
Capítulo XII: Prehistoria
El seminario anglicano de la calle Grenelle
Si la fuerza de las cosas y el cardenal Merry del Val incitaron a Portal a anteponer durante diez años los asuntos ortodoxos, cierto es también que fueron los anglicanos quienes permitieron a la casa de estudios de la calle Grenelle funcionar como un seminario de la unión de las Iglesias. Mientras despachaba a sus discípulos Kiev, Portal recibía en su casa a amigos de Jacques Chevalier, luego a amigos de los amigos de Jacques Chevalier. Estos jóvenes pertenecían en general al liberal catholicism de tendencia laborista o reformista; varios habían pasado por estos university settlements (establecimientos universitarios) que inspiraron parcialmente a la comunidad de Javel. Era el caso de Edmund Harvey, que vivió en la calle Grenelle en 1908 y trabajaba en el establecimiento de Toynbee Hall, una de las más antiguas colonias sociales de Oxford, con sede en Whitechapel desde 1884. En 1909, Portal recibió a otro «oxoniense», al reverendo Albert Way, quien se entusiasmó con el Sillon, devoró l’Éveil démocratique y, de regreso a Inglaterra, hizo aplaudir a la cofradía de Nepluyef en las reuniones obreras. Su sucesor, Kenneth E. Kirk, estudiante en el University College de Londres vino aparar a la calle Grenelle en marzo de 1910 para estudiar la teología; también se sintió atraído por el Sillon. Ya en Inglaterra, se preparó al sacerdocio bajo la dirección de Charles Gore, volvió a París en 1913 luego comenzó una carrera que le llevó hasta el obispado de Oxford. Fue figura destacada del ecumenismo anglicano y uno de los enlaces del abate Couturier.
Envió a la calle Grenelle a dos de sus amigos, G.S. Hood y Eric Farmer. Hood, ex de las universidades de Oxford y de Londres, trabajaba en el Magdalen College settlement de Euston cuando se decidió a ir a respirar el aire de París, a finales de 1910, en compañía de Farmer que era un miembro de la Sociedad de la Sagrada Misión. Esta comunidad formaba a jóvenes que se destinaban al sacerdocio. Su superior, el reverendo Herbert Kelly, no sólo aprobó la estancia de Eric Farmer en París sino que le animó con interés a prolongarla para completar su formación teológica y envió a Portal mensajes de un ecumenismo vigoroso. En 1912, otro miembro de la Sociedad pasó por la calle Grenelle. Al año siguiente, otro amigo de Kirk se agregó al círculo portaliano, E.H. Fenwick Blumhardt quien, con el apellido de su madre, Mills, hizo carrera en las universidades de Cambridge y de Londres donde enseñó lengua y literatura francesas. Por los años 1920 fue de aquellos scholars que admitieron a los alumnos de la calle Ulm. En 1913-1914, Portal recibió a un alumno de Albert Way, a E. Llewellyn Woodward como al reverendo Gibson Taylor. Ex de Oxford, filósofo e historiador, Woodward encontró a la mujer de su vida entre amigos de Portal. Taylor se preparaba a partir para las Indias y quería iniciarse en los métodos misioneros de los lazaristas. La calle Grenelle no recibió más que a un solo scholar de ultra mar: a Guy M. Drummond, que estudiaba la teología en el colegio anglicano de la universidad MacGill de Montreal.
Estos jóvenes anglicanos frecuentaron la Sorbona, el Colegio de Francia, la Escuela de lenguas orientales vivas, el Instituto católico. Por la calle Grenelle, se encontraron no sólo con los portalianos, los comensales ordinarios y los normalistas, sino también con las personalidades que, de Goyau al padre Lebbe, de Le Roy a Henri Lorin, frecuentaban la casa de estudios. Pudo de esta forma Portal realizar, en su pequeño «seminarium de la unión de las Iglesias», como decía él, este trabajo que debía , según él, cambiar las mentalidades y preparar esos «tiempos nuevos» en que el diálogo teológico sería posible. Pero no al revés. Era impensable en este momento enviar a seminaristas o a jóvenes sacerdotes entre los herejes. Portal habría caído en suspensión ipso facto y sus discípulos arrojados a aquellas tinieblas exteriores donde gimen los que colgaron los hábitos. Sólo podemos señalar algunas incursione rápidas y discretas, con ocasión del fervor de las vacaciones de verano y cubiertas de piadosos pretextos, como una visita a los lazaristas de Londres (siempre simpáticos con los amigos de Portal) o a diferentes comunidades monásticas, benedictinas y otras. Los portalianos debían aprovecharse de algunos «huecos» en el empleo del tiempo para encontrarse furtivamente con los especialistas anglicanos en las cuestiones orientales, con Birkbeck por supuesto, pero también con Puller y Lacey quienes atravesaban de vez en cuando la frontera rusa para explicar a los ortodoxos la posición anglocatólica. Con todo estas escapadas fueron raras, si se tiene en cuanta la proximidad y la facilidad de los viajes. No se pueden citar más que Gaudefroy en 1909, Quénet y Vandenhaute en 1911, y Gratieux –que no tenía mucho que perder- en 1913.
Sin contar a Halifax, los tres anglicanos que más interesaron a Portal durante los diez años que precedieron a las conversaciones de Malinas no pueden considerarse como ritualistas, si se entiende por esta palabra a anglicanos cuya preocupación esencial es restaurar en el interior de su Iglesia las prácticas litúrgicas del catolicismo romano. Se trata del reverendo Walter Frere, del reverendo Charles Gore, y del laico americano Robert H. Gardiner. Portal tuvo ocasión de volver a contactar con los dos primeros a propósito del viaje que hizo a Inglaterra en 1912.
El viaje de 1912
Aquel año, se encontró con los principales miembros anglicanos de las conversaciones que se abrieron en Malinas nueve años después. Pero sólo a título retrospectivo tuvo esta discreta expedición aires de encuesta preparatoria. Por entonces, Portal no pensaba en otra cosa que volver a ver a sus amigos y discutir con ellos sobre la organización de un verdadero centro de formación unionista, algo así como la casa de estudios de la calle Grenelle, más libre, mejor estructurado, libre de las ataduras de la clandestinidad. Con ese plan después de celebrar em Hickleton la fiesta de la amistad, Portal partió para Mirfield, sede de la comunidad de la Resurrección.
Fundada por Charles Gore en 1892, la comunidad encarnaba el liberal catholicism bajo su triple forma religiosa, científica y social. El sucesor de Gore a la cabeza de la comunidad, Walter Frere, era un scholar partidario de una crítica histórica en la línea de Duchesne y de una exégesis bien templada que le acercaba más a Batiffol que a Loisy. Unionista, había participado en la campaña de 1894-1896; en 1912, le encontró estudiando ruso: pasó dos meses en Rusia, en vísperas de la guerra, para recordar al clero ortodoxo que la vocación de la Iglesia anglicana era servir de puente entre Moscú, Ginebra y Roma. Laborista, organizaba en Mirfield encuentros entre clérigos y sindicalistas. Político, miembro de una comisión real, defendía naturalmente la independencia dela Iglesia y propuso que el Parlamento delegara sus poderes eclesiásticos en un Representative Church Council. Superior de comunidad, por fin, sedujo a Portal por su negativa a imitar a las antiguas órdenes católicas y su voluntad deponer en marcha una fórmula adaptada a las necesidades de la época; lo que no le impedía, al contrario, apelar a san Vicente de Paúl. Portal le quería mucho: «Es con todo aparte de Lord Halifax el hombre cuyo estado mental me conviene más».
Fue pues al lado de Frere a donde se fue alanzar de nuevo un proyecto en el que ponía todo su empeño: inclinar a una comunidad religiosa hacia la formación de militantes unionistas.
Formar sujetos es lo único posible en este momento, todo el mundo está de acuerdo, pero hay que formarlos. He tratado de convencerle de que las comunidades anglicanas sobre todo deberían formar a esta clase de individuos. Le he dicho incluso que, según mi humilde parecer, el objeto de la reunión debería constituir uno de los fines principales de algunas sociedades […]. De hecho, en la Iglesia toda obra fecunda y duradera ha sido realizada por una comunidad o por una orden religiosa. Para llevar a cabo la reunión, se necesitarán comunidades dedicadas a esta obra en las diferentes Iglesias.
Frere se interesó, con el fin de idear «un comienzo de aplicación: él en persona vendrá a pasar quince días o tres semanas a París en el mes de diciembre, luego me enviará a uno de sus cohermanos418». Promesa cumplida: Frere vino a conversar con los portalianos, los comensales ordinarios de la calle Grenelle, y también el grupo tala al completo. El cohermano a quien se refiere Portal es Edward Talbot, que fue el tercer superior de la comunidad de Mirfield y visitó la casa de estudios en 1914. Todo con la bendición del fundador, Charles Gore.
Gore había fundado la comunidad para que se consagrara a la misión en ambiente obrero; quería asimismo que los estudiantes tuvieran su retiro allí a la par que se iniciaban en la cuestión social. Veinte años después, era uno de los líderes más radicales de la Christian Social Union. En 1909, había votado el «presupuesto del pueblo» de Lloyd George; en 1911, el año mismo de su elevación al obispado de Birmingham al de Oxford, había seguido el partido de los huelguistas de Reading constituido en su portavoz; en 1912, cuando le visitó Portal, redactaba Propiedad, sus Deberes y Derechos, donde reclamaba un límite al derecho de propiedad «por medios graduales y pacíficos». Combatía igualmente por la desaparición de la Iglesia de Inglaterra en el País de Gales, medida que fue votada en 1914 después de dos años de debates. Católico pero no ritualista y menos todavía romano hacía campaña contra la reserva de las especies consagradas y el culto de la Eucaristía fuera de la misa. Luchaba en fin contra las tendencias papistas del monasterio anglicano de la isla de Caldey. El arzobispo de Canterbury, Randall Davidson, acababa de pedirle que fuera el «visitador» de esta comunidad benedictina; en el mes de octubre, unos días después de recibir a Portal, Gore había contestado que no aceptaría este encargo sino en el caso de que los monjes renunciaran al breviario romano, a la fiesta de la Inmaculada Concepción y a la exposición del Santísimo Sacramento. Se negaron y, meses más tarde, se pasaron en su mayor parte al catolicismo romano.
Así y todo, Charles Gore, fue con seguridad, después del arzobispo de York, el obispo anglicano que más admiró Portal, aquél en todo caso de quien más cerca se sintió en estos años de preguerra.
El Dr Gore me recibe con toda la sencillez del mundo. Vestido con la sotana negra sin ninguna señal violeta, me conduce a mi habitación y me enciende el fuego. Antes y después de cenar hablamos de la Iglesia. Cree posible que se escriba un libro sobre el asunto […]. El obispo había invitado al director del colegio teológico que está enfrente y a un joven que se prepara para las órdenes. Constato una vez más la actitud respetuosa sin exageración de estos señores para con el obispo y la bondad del obispo para con ellos sin afectación ni arrogancia. Se trata de hombres que hablan entre ellos.
Primer encuentro con el movimiento ecuménico
Antes de ver al cardenal Mercier, ni Walter Frere ni Charles Gore creían posible o útil un contacto directo entre las jerarquías anglicana y romana. Muy otra era la actitud de Robert H. Gardiner, miembro laico de la Iglesia episcopaliana de los estados Unidos y secretario de la World Conference on Faith and Order. Cuando se encontró con Portal en1914, trataba de establecer el diálogo con el Vaticano. El movimiento Faith and Order (Fe y Constitución) se deriva directamente de la conferencia organizada en Edimburgo, en 1910, por las principales sociedades misioneras protestantes y anglicanas. Conmovido por la llamada a la unidad lanzada por los delegados de las jóvenes Iglesias, uno de los participantes, el obispo Charles Brent reunió una comisión para preparar una conferencia mundial que estudiaría en una perspectiva ecuménica la Fe y la Constitución de la Iglesia. Se trataba de echar las bases de un diálogo y de un acercamiento teológicos. Los veinticuatro miembros que contaba la comisión en 1914 eran todos americanos. Nueve de ellos, entre los cuales Charles Brent, eran obispos de la Iglesia episcopaliana. Si en Inglaterra la comunión anglicana podía afirmarse bien como una Iglesia-puente bien como una Iglesia nacional, los episcopalianos americanos no podían naturalmente aspirar al estatuto de Iglesia nacional: se hicieron notar por la precocidad y la constancia de su acción por la unidad.
Institución dotada de una presidencia, de un secretariado y de un presupuesto, organización de obispos y de teólogos bien integrados en su Iglesia, Faith and Order no se esforzó menos en aunar a los grupos no estructurados; el aparato apeló al movimiento, los oficiales solicitaron a los marginales, y muy en particular cuando quisieron entrar en contacto con el catolicismo romano. Antes de la muerte de Pío X, las diferencias parecían demasiado grandes entre el ecumenismo episcopaliano y la unión de las Iglesias tal como la concebía el Vaticano. Entre Charles Brent y Merry del Val, se imponían intermediarios. Gardiner se constituyó en viajero encargado de la unidad, buscó contactos fuera del aparato, a hombres sin poder, cierto, y lejos del trono, pero con relaciones muy extensas: contarían a los simpatizantes, los reunirían y formarían en el interior de la Iglesia romana un grupo intermedio que prepararía el diálogo oficioso. El 27 de julio de 1914, Gardiner se presentó en el 14 de la calle Grenelle.
Portal debía de estar algo distraído ese día, y no se sabe cómo recibió a este Americano que no quería creer en la inminencia de una guerra civil europea. Pero el secretario de Faith and Order le dirigió después circulares, boletines de información, llamadas y manuales de oraciones. En una carta del 30 de junio de 1917, dejó bien en claro su posición: si bien quería colaborar con la comisión preparatoria, negaba toda forma de unionismo jerárquico. «He seguido con todas mis simpatías todo cuanto hacéis por esta causa de la unión a la que, me permito decirlo, he entregado mi vida», escribe a Gardiner. Pero mientras que una nueva generación no se apodere del «gobierno de la Iglesia», no se ha de pensar en poner a las autoridades en contacto.
En todo caso, yo siempre me he conducido de acuerdo con estas ideas, creyendo hacer lo único que me era posible. He formado a un grupo de jóvenes eclesiásticos y laicos que han estudiado muy particularmente los asuntos religiosos ingleses y rusos […]. Después de la guerra, quisiera volver a esta obra modesta de formar a algunos hombres en la casa donde habéis tenido la bondad de venir a verme.
Si Portal no se interesó en el proyecto de conferencia mundial, no dejó por ello de ofrecer su colaboración e invitó a Gardiner a asociarse al unionismo de base, a la formación de los hombres de los «tiempos nuevos»; le pidió que le enviara estudiantes americanos a la calle Grenelle.
Estos jóvenes extranjeros podrían venir a aprender a conocer la Francia religiosa; podrían frecuentar la Escuela de las lenguas orientales vivas, estudiar el ruso en particular. La Escuela está en la calle Lille, muy cerca de la calle Grenelle y da una enseñanza de gran valor. Su permanencia en la casa permitiría crear un estado de espíritu favorable a la obra que deseamos. Se lo confío todo a vuestra discreción, querido Señor. He creído necesario bajar a estos detalles para unificar nuestros esfuerzos y debemos trabajar juntos.
Jóvenes episcopalianos o protestantes descubriendo la ortodoxia en una casa de estudios católica asociada a una escuela laica dirigida por un ateo, Paul Boyer: la fórmula no desagradó a Gardiner quien, en su contestación, sostuvo que la acción pedagógica y el diálogo en la cumbre eran complementarios:
For the most part we must count on educating the next generation, escribe a Portal el 24 de setiembre de 1917. We are hoping to establish groups in the United States something of the type of your group. [por lo general nos proponemos educar a la próxima generación. Abrigamos la esperanza de establecer grupos en los Estados Unidos parecidos a vuestro grupo].
Después de la guerra, los acontecimientos reforzaron la desconfianza de Portal sobre el unionismo de aparato. En 1919, la comisión preparatoria de Faith and Order envió una delegación ante Benedicto XV que parecía más asequible que Pío X. El papa se mostró extremadamente cordial pero mandó entregar a los delegados ecuménicos que dan fe de la continuidad de la estrategia romana. El primer documento era un comunicado oficial que declaraba que la Iglesia católica no quería participar en una conferencia tal y como la veía la comisión. Los otros dos documentos eran sencillamente la copia de actas pontificias que Lord Halifax y Portal conocían muy bien: los rescriptos fulminados en 1864 y 1865 por el Santo Oficio para condenar a los católicos que se habían adherido a la Association for the Promotion of the Union of Christendom. El 4 de julio de 1919. Los Acta Apostolicae Sedis publicaron la respuesta de Benedicto XV y recordaron a los católicos que no podían participar en ninguna conferencia o asociación interconfesionales. De 1894 a 1896, Portal y Halifax se habían esforzado en dar a conocer las medidas tomadas contra la A.P.U.C. León XIII se había negado. Benedicto XV continuaba la política de León XIII. El asunto parecía condenar, y por largo tiempo, todo diálogo entre responsables romanos y anglicanos, Portal se encontraba pues sólidamente confirmado en su rechazo del unionismo jerárquico, cuando el curso de las cosas se vio súbitamente trastocado por la intervención del cardenal Mercier, arzobispo de Malinas y primado de Bélgica.