Capítulo X: El unionismo portaliano
Entre la integración y la protesta
En 1908, Portal debe abandonar el seminario San Vicente de Paúl para instalarse en la calle de Grenelle, en una casa de estudios independiente. Esta vez la ruptura no modifica su concepto del unionismo. Hasta su muerte, en 1926, se esfuerza por continuar lo que ha hecho en el Cherche-Midi. Única modificación de entidad: hasta 1908, los portalianos disponen de una revista; después, deben dispersarse entre diversos diarios y periódicos, lo que debilita de alguna manera su cohesión. Con esta excepción, la experiencia del Cherche-Midi ha durado y constituye una etapa importante en el paso del unionismo leoniano al ecumenismo católico tal como lo han encarnado, por ejemplo, el abate Couturier o el padre Congar. Una forma de transición, sí, que apela por un lado a las grandes esperanzas progresistas del siglo XIX, y por el otro al cristocentrismo interiorizado del ecumenismo de conversión y de convergencia.
De 1905 a 1908, para ceñirnos ahora a estos tres años de fundación, esenciales, el equipo unionista del Cherche-Midi funciona como un organismo autónomo de talla reducida, sin ataduras con el unionismo de institución, sino conducido por un medio de enseñantes relativamente marginados, en el que los laicos llevan un papel importante. Clérigos o laicos, los portalianos viven su actividad interconfesional en una tensión constante entre la integración y la protesta.
Autónomo, el grupo no está dirigido por ninguna autoridad; se organiza al margen de todo control eclesiástico directo; no está sometido –como tampoco la revista- a ningún comité de vigilancia. Cuando, tras la publicación de la encíclica Pascendi, Portal debe aceptar la tutela de un censor, se las arregla para elegir y hacer aceptar a uno de sus comensales, el Señor Mangenot: de esta forma la regulación queda en casa. Y aun así es demasiado para Portal, que decide entonces sabotear a plazos la revista,
En ambiente católico, el grupo es conducido por intelectuales ligados a la Universidad, cuya ciencia e influjo son combatidos, recusados, vistos con mala cara por la Iglesia, del que la Iglesia desconfía en todo caso. Esta situación conflictiva favorece entre los universitarios católicos una actitud poco conforme con las directivas de la jerarquía, principalmente en lo concerniente a las relaciones con los heterodoxos, y con este caso particular de la heterodoxia que forman los cristianos separados. Esta distancia se acrecienta evidentemente con más libertad entre los laicos, influyentes en torno a Portal; y es de un concepto laico de la tolerancia antes que de los conceptos y de las prácticas al uso de donde nacen los contactos que el Cherche-Midi establece con los separados.
Estructurado de manera autónoma en torno a una revista de profesores, el grupo mantiene con la autoridad relaciones problemáticas en la medida en que se afirma protestatario mientras aspira a la integración. ¿Qué sentido tendría un movimiento unionista sin ninguna representatividad? La gente del Cherche-Midi quiere contribuir a cambiar el modo como la Iglesia católica mira a los cristianos separados, y la condición previa, absolutamente imperativa, es seguir en el seno de la Iglesia, trabajarla desde dentro, sin brutalidad ni alborotos.
Hay que ser de la Iglesia y además hay que serlo de su tiempo [escribe Portal en 1908], ya que si no se es de su tiempo y se separa uno aislándose, se ve abocado a la inutilidad; quizás si se trata de una separación real, se llega incluso a la muerte del alma, privada de atmósfera cristiana y de medios de comunicación con el centro de la vida espiritual. Hay que ser de su tiempo para vivir de la Iglesia. Se puede uno separar adelantándose demasiado. Lamennais se adelantaba demasiado, se separó, murió espiritualmente y su obra fuera de la Iglesia fue infecunda hasta bajo el punto de vista social155.
Vivir del tiempo de la Iglesia quiere decir en primer lugar respetar su fe y su disciplina. La integración doctrinal del grupo es total, y Tavernier, le reserva ortodoxa, puede subrayar la intransigencia de Portal en este terreno. De Vozdvijensk, Gratieux envía una carta donde se pregunta sobre su negativa a dar la comunión a los compañeros de Nepluyef.
Ellos no pedirían otra cosa que ir a misa a una iglesia católica – y pensarían en una unión en que cada Iglesia tolerara a las otras in dejar de ser lo que es […]. Es casi lamentable ser tan intolerante […]. Pero no: es precisamente nuestra intolerancia la que nos permitirá ser un día los pivotes de la unión, de la verdadera y duradera156.
Si Portal aspira al reconocimiento del grupo por la institución y a la transformación del movimiento en sistema, esta ambición choca con la función protestataria que asume el Cherche-Midi. Protesta contra la división de los cristianos, pero también contra el unionismo romano, su teoría y sus prácticas. Los portalianos no mantienen ningún contacto con los organismos especializados promovidos o aprobados por Roma, como podrían ser la archicofradía de Nuestra Señora de las Victorias (especialidad: reunión de Inglaterra) aprobada en 1838 por Gregorio XVI; la asociación de oraciones en honor de María Inmaculada (especialidad: reunión de los Greco-Rusos) erigida en 1877 en el santuario de Paray-le-Monial por el cardenal Perraud; o la archicofradía de Nuestra Señora de la Compasión (especialidad: reunión de Inglaterra) instituida por una carta apostólica de León XIII en 1897. Al margen de estas instituciones, y también frente a ellas (si bien evitando toda polémica) elabora el Cherche-Midi una teoría y experimenta una práctica unida a la crítica de la actitud romana hacia lo que se ha venido en llamar el mundo moderno: el Estado laico, la aplicación de los métodos positivos a las ciencias religiosas, la sociedad secularizada descrita por el manifiesto de 1905.
Rechazo del unionismo romano, rechazo sobrentendido por una protesta por la manera en que Roma trata al otro en general, crítica también del Vaticano como sistema de gobierno, el unionismo del Cherche-Midi es también protesta de universitarios y de laicos contra el lugar que se les otorga en la Iglesia. El diálogo con los cristianos separados sean quienes sean (pero sobre todo los protestantes) se abre hacia comunidades que conceden más importancia a los laicos que el propio catolicismo. Evocando todo lo que hubiera de bueno que imitar en el Raskol ruso y el Dissent inglés, Jacques Chevalier sugiere por ejemplo que:
Los hombres destinados a evangelizar un medio [sean] tomados en ese medio. Y no se servirá más que de sacerdotes: todo laico, todo miembro de la Iglesia, tendrá su empleo […]. Por qué no crear también entre nosotros pequeñas sociedades de amigos, «clases» de edificación y de instrucción mutuas […]. Hubo tiempo en que los laicos evangelizaban […]. Tales instituciones pueden hallar lugar en […] la Iglesia157 .
Unionismo tolerado que oscila entre la publicación de una revista y la discreción de ciertos contactos (con los protestantes franceses, por ejemplo), unionismo de tendencia ecuménica (el protestantismo es reconocido, pero el Dissent inglés es valorado en detrimento de la Reforma continental), unionismo ni clerical (sacerdotes y laicos en pie de igualdad) ni estrictamente religioso (importancia de las relaciones entabladas en un plano científico), unionismo practicado que funciones de un modo utópico (realizaciones parciales como anticipación de la unión futura), unionismo teórico que funciona de un modo realista ((sin plan de reunión, con el acento puesto en el intercambio de información), el unionismo del Cherche-Midi conceptualiza la reunión de los cristianos a la vez como un regreso (integración) y una reforma convergente de todas las Iglesias, Roma incluida (protesta).
La reunión como regreso y como reforma
Los portalianos alientan un unionismo de Iglesia y no de hecho: no quedan satisfechos con la unidad invisible de los fieles de Cristo.
Para nosotros [escribe Calvet] esta unidad que existe tan sólo en aquel que la desea, esta unida mística no nos basta, y nos atrevemos a esperar todavía que una unidad real es posible158.
Orientado por la pertenencia confesional de sus animadores principales, católicos romanos, el grupo concibe la realización de esta unidad real, visible, institucional como un regreso: regreso a la noción de Iglesia, al episcopado, al primado romano. Es evidentemente a propósito de los protestantes en lo que más insisten los portalianos sobre esta noción de regreso, como lo dice Chevalier, de «reintegración». La Revista escruta los signos de una renovación eclesial y litúrgica en las comunidades reformadas, y Portal resume todos los hallazgos al escribir:
Un fenómeno interesante es que la idea de Iglesia se desarrolla en los sectores más desprovistos de autoridad. Y quizás se pueda uno esperar que se produzca en el conjunto del protestantismo inglés algo análogo a lo que se produjo en ele seno de la Iglesia anglicana, pot lo que se llama el movimiento de Oxford159.
Si el asunto del regreso aparece tanto en los artículos de la Revista como en la correspondencia privada (no existe doble lenguaje), va casi siempre asociado al de la complementariedad: cada Iglesia, comprendida la romana, necesita de algo que no posee y que las otras pueden llevarle. Más aún, con el caso límite protestante se afirma con mayor decisión la complementariedad. En la revista, Félix Fidus, seudónimo colectivo, sostiene:
Que el catolicismo y el espíritu de Reforma no son incompatibles de ninguna manera, que su antigua y fecunda colaboración, interrumpida durante la era de Reforma, debe ser reanudada en un futuro próximo160.
Maurice Legendre, que trabaja entonces de secretario para la Revista y el grupo, muestra que el «temperamento católico» y el «espíritu protestante» tienen cada uno sus cualidades y defectos; pero, como están separados y no se comunican ya, han empeorado sus cualidades sin corregir sus defectos: el espíritu protestante se ha degradado en individualismo, moralismo, pobreza litúrgica, etc., mientras que el temperamento católico ha caído en la pereza, «amor a la rutina», «abuso de la autoridad y del formalismo»161. Lo mismo afirma Wilbois: por culpa del cisma existe una tendencia latina a «exagerar la iniciativa hasta la dispersión. En la soledad, casa pueblo exagera sus propias cualidades hasta cambiarlas en defectos. Padece de hipertrofia de una virtud162 «.Portal evoca también a los católicos y protestantes que
han exagerado sus principios […]. Una vez separadas la autoridad y la libertad en lugar de estar unidas para la obra común, aparece por todas partes un estado de sufrimiento o al menos de malestar163.
Lo que permite definir la primera ocupación del unionismo: hacer pasar cada comunidad del sentimiento vago de este malestar a la conciencia clara de su causa (divorcio catolicismo/reforma) y de su remedio (retomar una colaboración necesaria, en espera de la reunión).
A veces, es cierto, la complementariedad de las tres grandes ramas del cristianismo se impone con tal evidencia que Portal acaba por preguntarse si
la Providencia no ha permitido levantar estas barreras para conservar reservas de energía que quizás se habrían agotado sin ellas. Y si cada una de las grandes comuniones no va a aportar con toda su fuerza el principio que la caracteriza: la autoridad, la energía, el idealismo místico. Qué hermoso mundo cristiano resultaría164.
Esta visión de un cisma providencial es prueba suficiente de que la idea de regreso no devalúa a las Iglesias separadas, ni tampoco erige el modelo romano en norma universal. Además, no están invitando los portalianos a los separados a volver al catolicismo tal y como funciona en la actualidad.
El 22 de enero de 1908, Jacques Chevalier apunta en su diario:
Charla con el señor Portal. Hoy no se hablaría de reunión, sino tan sólo de la convergencia y del acuerdo de las Iglesias para las que se plantean los mismos problemas.
Convergencia y no ya simple complementariedad: en el Cherche-Midi se piensa que las Iglesias no pueden intercambiar sus cualidades ni enriquecerse con sus diferencias sin reformarse, todas, sin excepción. Antes de unirse es preciso que se hagan dignas de la unidad de la que se ha dicho desde un comienzo que a imagen de la unidad divina.
El mejor medio de trabajar por la unión [escribe Calvet] es lograr que todos se conviertan en una expresión menos imperfecta de la Iglesia universal165.
Todos, incluida Roma que no podría encarnar sola a la Iglesia universal, la Iglesia católica..
Esta «reforma» o este «perfeccionamiento», como dice Portal, debe expresarse, a su debido tiempo, en las instituciones. Pero la reforma institucional será la expresión de una reforma interior, de un progreso espiritual del que los cristianos, individualmente y en conjunto, serán , antes que la autoridad, los creadores y los agentes. Para Maurice Legendre, el acercamiento de los protestantes y de los católicos no podría resultar de «combinaciones diplomáticas», de «artificios de discusión», del «talento de los campeones contrarios», del «cansancio» y de la «indiferencia de las masas», menos aún de la «desaparición de los caracteres originales», sino de un «progreso interior, interior por cada parte, y sin embargo común a las dos166». Cuando Portal habla de la reforma necesaria, entiende por ello, ante todo, «la supresión de los obstáculos en el desarrollo de la acción divina167». El unionismo portaliano es vertical, se trata primero de acercarse a Cristo.
Es necesario que los cristianos se acerquen a Cristo para acercarse entre ellos168.
Importa decirlo, importa también no decir más: ya que cada cual debe profundizar su fe según su temperamento propio, usando los medios y las tradiciones de su comunidad. La idea de regreso no se aplica más que a la eclesiología, en nada a la vida espiritual. Las gentes de Vozdvijensk deben reconocer el primado del obispo de Roma; pero no se trata ni por un momento de hacerles renunciar a sus liturgias improvisadas, al aire libre, bajo los robles, a sus ceremonias penitenciales llenas de efusiones ostentosas y de fuertes besos, a sus libres comentarios de las Escrituras. Igualmente Gratieux y Chevalier están llenos de admiración y de esperanza ante los revivals de Inglaterra y del País de Gales, pero no piensan en proponerlos como modelos a los católicos franceses.
La atención de los portalianos para los movimientos que estimulan el fervor de una comunidad cristiana y manifiestan su vitalidad religiosa pone bien a las claras que la unión de las Iglesias no se les presenta como punto de partida; no es ella la que devolverá vigor a las Iglesias, al contrario, será un término, la consecuencia posible de un renacimiento espiritual general.
La unión que se prepara se hará por dentro, por una nueva vida religiosa que sube de las profundidades del cristianismo, que aparece en las diferentes Iglesias como manantiales diferentes. Las aguas provienen de una misma capa y llegarán a juntarse pata formar un mismo río que se desbordará por el mundo169.
Al concluir el informe de una conferencia de Wilbois en la Unión cristiana de jóvenes de la calle de Trévise, Olivier-Lacroye concluye del mismo modo, a propósito de la paz que habrá que firmar un día:
Desarrollando su vida religiosa es como es como católicos y protestantes la encontrarán. Forma parte de lo que se les dará por añadidura a los que hayan buscado el reino de Dios y su justicia170.
Portal tiene una razón personal para igualar estos dos términos de unión y de reforma, una razón que dimana de su fidelidad para con su maestro cuyo ejemplo orienta hace tiempo su vida espiritual y su actividad sacerdotal: el Señor Vicente.
No gocé de paz hasta que comprendí que la obra de la unión era el remate de la obra de reforma operada por san Vicente de Paúl y sus discípulos, que trabajaba en la línea trazada por lis antepasados , que continuaba, desde que formaba a apóstoles de la unión, la obra de la formación del clero y de la reforma de la Iglesia171.
Esta referencia a los «antepasados» no es abusiva en la medida en que Portal no promueve un unionismo de ruptura, de rebasar las confesiones a favor de una «religión del porvenir» (como se inclina a hacerlo Aimé Pallière), sino un unionismo de profundización de las fidelidades eclesiásticas. Una vez más, Portal es un hombre de tradición y de progreso.
No deja por ello menos de emplear las palabras «reforma» y «catolicismo» en un sentido que evoca menos el unionismo de aggiornamento (que la Iglesia romana se quite las arrugas para que las otras Iglesias descubran su verdadero rostro) que el unionismo de la totalidad: si la Iglesia cuya cabeza es el sucesor de Pedro está más cerca que las otras de la voluntad de Dios ( de donde el tema del regreso), todas las Iglesias sin excepción deben rogar para estar más cerca de la voluntad de Dios; todas las Iglesias deben converger en una Iglesia total que no existe todavía.
La latinización del mundo no es un ideal, de este modo no es como la Iglesia llegará a ser católica, sino más bien dando a cada raza la posibilidad de expresar a su manera la vida cristiana172 .
Llegará a ser católica… Ninguna comunidad puede hoy por hoy llevar con toda verdad el título de católica.
En 1905, Portal se había opuesto al padre Laberthonnière en el tema de los estatutos de la Sociedad de estudios religiosos. «En el artículo 2, yo habría querido que en lugar de doctrina católica se pusiera doctrina cristiana»; se trataba de facilitar la adhesión de los anglicanos y de los «miembros de las Iglesias reformadas de Francia173». Rechazada su propuesta, se resignó, y juzgó excelente enrolar en una sociedad llamada católica a cristianos separados, porque estas adhesiones servirían «a hacer estallar la palabra católico cuyo sentido se ha de ensanchar»; se darían cuenta de que «la palabra católico no está tomada en un sentido estricto174». En 1908, se entusiasmó con la relación del padre Urban S.J., en el primer congreso de Velherad: ese es un teólogo que afirma sin rodeos que todos los bautizados son Iglesia175! Cuando una comunidad de bautizados ha asumido el recuerdo de Cristo durante siglos, es de Dios y está destinada a converger con las otras hacia la Iglesia total..
Así los portalianos vivían como si su Iglesia no fuera de forma única y absoluta la Iglesia de Cristo, como si no tuviera de forma exclusiva y perfecta la verdad integral y no fuera la única vía de salvación, como si le faltara algo a pesar de su legitimidad indiscutible, como si necesitara desde ahora mismo la presencia de las otras Iglesias y de su asistencia para en su esfuerzo hacia la universalidad.
«Seremos misioneros antes que nada»
El señor Portal, sacerdote de la Misión, tenía otra razón para afirmar su fidelidad a los «antiguos»: la reforma interior no lleva consigo solamente el acercamiento de los cristianos y su convergencia hacia una Iglesia total; sino que renueva también la actividad misionera.
La misión será la señal de la actividad católica nueva […]. Seremos misioneros antes de nada176.
Unir la unión y la misión, es ciertamente responder a la oración de Cristo en el capítulo 17 del evangelio según san Juan: que sean uno para que el mundo crea. Con esta exégesis que entre la unión y la misión no existe en verdad relación de causa a efecto, sino identidad. Convertirse a Cristo es ya, y al propio tiempo, buscar la unidad y colocarse en estado de misión. «La misma pasión religiosa que hace al misionero prepara la reunión de las Iglesias separadas. Misión y reunión responden a la misma necesidad, están presididas por las mismas necesidades177». Portal supo saludar como convenía a los miembros del congreso misionero de Edimburgo que, en 1910, llegaron a las mismas conclusiones y echaron las bases de lo que iba a ser el Consejo ecuménico de las Iglesias178.
De esta forma aparece el tercer término del unionismo portaliano, si es cierto que no se dialoga más que al hablar de un tercero. Este tercero es el mundo de la increencia o de la ignorancia, en Europa como en los países de ultramar. En 1894-1896, el unionismo portaliano era un unionismo bilateral de alianza contra el socialismo, la anarquía, Satán, etc. Se trataba de unirse frente a un enemigo común cuyos asaltos eran considerados lo bastante peligrosos como para exigir la unión de las fuerzas cristianas, algo así como la caída de Constantinopla o el sitio de Viena. En el Cherche-Midi ya no se trata de formar una liga santa contra los enemigos de la Iglesia.
Si todo el desarrollo moderno parece ir contra la Iglesia y anunciar su próxima ruina, , la culpa es nuestra, que lo hemos creído, y dejado creer […]. Siempre se tiene lo que se merece. Si la máquina ratea, es que había algo desarreglado179.
Las dificultades de la Iglesia no implican la denuncia del otro, sino la autocrítica, el «examen de conciencia», y la afirmación que no se puede fundar el movimiento unionista en un miedo común.
No se trata de entenderse contra un tercero, sino de responder juntos a la secularización, al proceso por el que la sociedad y la cultura se sustraen a la autoridad de las instituciones y de los símbolos religiosos: separación de las Iglesias y del Estado, liberación de la educación que quiere ser laica, desarrollo de las ciencias como perspectivas autónomas en el mundo, desaparición de los motivos religiosos en el arte, en la filosofía, en la literatura y, si se ha de creer al manifiesto de 1905, el hecho de que los hombres en su mayoría reflexionan sobre el mundo y su propia vida sin recurrir a interpretaciones cristianas.
Esta secularización no se entiende como uniformemente negativa. Menos que una amenaza, es un desafío que puede ser noble si se reconoce de una vez que no hay países cristianos rodeados de tierras paganas, sino, al lado de países paganos, un mundo occidental que se ha constituido sin referencia al cristianismo y al que se trata de evangelizar. Los portalianos quieren acercarse a la sociedad secularizada como se acercan a los cristianos separados: el manifiesto de 1905 pone el acento en el intercambio, la comprensión, la necesidad de ponerse en el lugar del otro, de hacerse otro, en cierto modo, de descentrarse, de podar lo que no es esencial, de adaptarse al otro en la medida que lo permiten la tradición y el desarrollo de la Iglesia que está en comunión con el sucesor de Pedro. Ahí está también, según Portal, la base de la misión extrajera.
Tal parece que el cristianismo ha sido captado por otra raza. Eso es cierto sobre todo del catolicismo. No damos la impresión de sospechar hasta qué punto este fenómeno es contrario a la idea católica misma que implica la adaptación a todos las razas y a todas las épocas. Si entendiéramos esto bien, nos esforzaríamos en eliminar las notas locales del fondo mismo de la religión, evitaríamos hacer obligatorio lo que es esencial, y la luz blanca de la Cruz se descompondría libremente en el prisma humano.
Y en otro lugar:
En nuestra evangelización de China y de la India nos falta adaptación al medio. .Seguimos siendo los representantes de otra raza. También conservamos en un medio que es muy complejo, que ha tenido su desarrollo, conservamos nuestro desarrollo filosófico y teológico. Nos tendríamos que haber despojado de nuestra nacionalidad y de nuestro sistema180.
Una misma manera pues de acercarse a los cristianos separados, a la sociedad secularizada y a lasa civilizaciones nos cristianas, una captación global del otro, una teoría y una práctica unificadas para un unionismo en todos los sentidos, con una exigencia y una negativa; la exigencia: la reforma interior, la conversión lo más interior posible en la fidelidad de Cristo; la negativa: la de la intransigencia, leoniana i otra; se trata de disociar el mensaje evangélico de las proyecciones culturales, ideológicas, sociales que se han hecho de él.
«Los progresos materiales sirven para suprimir las barreras»
Pero no todo es interiorismo en el unionismo de los portalianos. Cuando se les pregunta qué razones tienen de esperar un acercamiento de los cristianos, y de esperarlo no al término de la historia, como Solovief, sino en la historia, en el siglo XX tal vez, respondían como periodistas: viajad, preguntad, observad en torno vuestro. Aventura espiritual, conversión a Cristo, reforma interior, la reunión se facilitará por fenómenos de orden científico, técnico, social, político. En el plano político, es ya conocido este tema fundamental del portalismo: es útil todo lo que asegura la independencia de la Iglesia con respecto al Estado, y en primer lugar su separación. De una manera más general, Portal está seguro de que «las transformaciones de la sociedad exigen y ocasionan cambios en la Iglesia181 «. Según Morel, la unidad de la Iglesia «depende» –escribe «depende», como Portal escribe «exigen»- de «la unificación de las civilizaciones182». Y Chevalier ve en el «progreso de la idea católica en Inglaterra» el «rechazo en el dominio religioso» de la «transformación política y social» del país183.
Y en este dominio, todo parece feliz y favorable. Wilbois espera mucho en la apertura de las fronteras y la intensificación de las «relaciones de industria y de comercio» que «crean en todos los puntos del mundo condiciones de vida parecidas. Todas las ideas son pasadas por el crisol y eso internacionalmente184». Portal propone utilizar esta evolución unificadora y esta refundición internacional para desprender una problemática común:
Añadid que el edificio intelectual y social se remueve de arriba abajo, que todo se somete a discusión y que se plantean los mismos problemas en todas partes y que en todas partes se trata de resolverlos por los mismos métodos y según los mismos principios. El mundo ha entrado en reforma; hay que echar en el horno sin remilgos los problemas religiosos y eclesiásticos que están tan íntimamente ligados con los otros para que en el mundo nuevo que se prepara las ideas religiosas tengan su lugar y los problemas sean resueltos en función de las soluciones nuevas185.
Contra toda perspectiva intransigente, el acercamiento de los cristianos no se presenta ya como el medio de enderezar el curso de una historia que se habría vuelto loca, o de poner orden en un mundo que habría perdido el equilibrio al perder la unidad de creencia. El cambio se valora. Cercanos a los ambientes universitarios de la 3ª República, los portalianos creen en el progreso, creen que la evolución de las sociedades humanas (a punto de ser la sociedad humana) va a abrir una era de paz en la que la realización de las esperanzas unionistas será un caso particular. Portal, por su cuenta, se expresa como un contemporáneo de Julio Verne, como un hombre también que no ha conocido más que conflictos limitados, el de 1870 o la guerra de los Boers, por ejemplo. Él se une también del todo a las grandes esperanzas del siglo XIX.
Por fin los progresos materiales mismos sirven para suprimir las barreras al tiempo que favorecen, por la facilidad de viajar, la compenetración delos diferentes pueblos que pronto no podrán ya ignorarse, y difunden las ideas con una rapidez extrema. Todo tiende en el momento actual a la unificación de las razas. Es lo contrario del fenómeno que se produjo al comienzo de la historia moderna y que dio origen a las nacionalidades. Si las tendencias son opuestas, los resultados lo serán, y como las primeras han traído la separación, las de hoy mos conducirán a la unión.
Traducido en términos laicos, lo que dicen los portalianos, se parece a un progresismo, a un pacifismo, a un internacionalismo. Esta interpretación es evidentemente reductora y olvida lo esencial, la actualización de una presencia, la conversión al seguimiento de Cristo; pero no por ello se ha dejado de imponer a los contemporáneos, lo que explica quizás la resonancia de las tesis portalianas en ambientes en los que no existían hasta entonces preocupaciones por la unión de las Iglesias. Por eso en el informe de L’Abbé Morel que da al Journal des débats del 3 de junio de 1907 el director de la Escuela libre de ciencias políticas, Anatole Leroy-Beaulieu, pone en paralelo el proyecto «de unión de las Iglesias y de pacificación cristiana» tal como se le define en el Cherche-Midi con «otros grandes sueños de nuestro tiempo: la unión europea, la paz universal, la federación humana». Bajo la pluma de Leroy-Beaulieu, la comparación no es descortés. Es cierto que la «unión cristiana» le parece «incierta» y «lejana», pero es de esas empresas «que ennoblecen, que fortifican y pacifican a los que se atreven a trabajar en ellas […]. El esfuerzo es fecundo, aún en el caso en que nunca se lograra el fin perseguido». Se comprende mejor entonces por qué se interesaban en el unionismo portaliano liberales que no abrigaban ninguna nostalgia de la unidad perdida y se contentaban con el mundo estallado o pluralista salido de la Revolución francesa. «Los hombres y los pueblos, escribe Leroy-Beaulieu, precisan de un ideal […] que ensanche su horizonte intelectual y moral». En esta perspectiva, el esfuerzo unionista de hace un medio de combatir la «ignorancia», las «antipatías y los prejuicios recíprocos», la intolerancia y las «doctrinas de odio». Lo importante es menos el fin que la transformación de los hombres que se esfuerzan en ello. Ningún portaliano habría podido aceptar esta interpretación «horizontal». Pero existió, y era preciso recordarlo porque contribuyó a aclimatar la idea unionista en ambientes que, en el tiempo de la campaña angloromana, no manifestaban hacia ella más que desinterés o antipatía.







