El seguimiento de Jesús en San Vicente de Paúl (VIII)

Mitxel OlabuénagaFormación VicencianaLeave a Comment

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CAPÍTULO TERCERO: El seguimiento según Vicente de Paúl

Después de recorrer el itinerario biográfico de Vicente de Paúl señalando las diferentes etapas en el proceso de identificación con la persona de Jesús, en las páginas siguientes intentaremos responder a la cuestión ¿en qué consiste el segui­miento según san Vicente? Para responder a esta cuestión procuraremos, en primer lugar, aclarar las especificidades de los textos que nos servirán como fuentes para el estudio. Seguidamente, nos detendremos en la concepción cristológica subya­cente al pensamiento y a la acción de nuestro per­sonaje. Un tercer paso será caracterizar los medios que Vicente juzgó necesarios para que el seguidor alcance las «inclinaciones y disposiciones» de Jesús. Finalmente intentaremos presentar, de una forma sucinta y más sistemática, los rasgos que consi­deramos definidores del seguimiento en Vicente de Paúl.

  1. OBSERVACIONES PRELIMINARES

El hecho de que Vicente de Paúl no haya escri­to un tratado espiritual no significa que no hubie­se tenido actividad literaria. Cualquier interesado en la materia puede estudiar los rasgos caracteriza­dores de su personalidad, su pensamiento, su espi­ritualidad en una parte de esa producción literaria que ha llegado a nosotros y a la que ya hemos hecho referencia. Antes de analizar los textos, juz­gamos pertinente hacer algunas observaciones de carácter metodológico. Para eso, intentaremos res­ponder a las siguientes cuestiones: ¿qué género de texto tenemos como objeto de estudio? y ¿cuál es la terminología que Vicente utiliza para expresar la idea de seguimiento?

1.1 «Cosas comunes»

La opinión generalizada de los estudiosos es que Vicente no fue un hombre con la capacidad especulativa de Bérulle, ni con la originalidad de un Francisco de Sales. Como destaca A. Dodin, experto en los estudios vicencianos, en la intro­ducción a las conferencias a los misioneros, la enseñanza de Vicente «no consiste en un desarro­llo a partir de unas nociones o definiciones: es un esfuerzo por hacer compartir una experiencia». Por eso, quien se acerca a las obras completas de Vicente de Paúl con la intención de estudiar un tema, podrá desilusionarse porque el santo en sus cartas o conferencias no hace grandes teorías. En sus conferencias, expone un tema, a veces de forma poco sistemática, lo cual tiene por funda­mento su vivencia personal, enriquecida por los datos de la revelación. Más que las ideas de otros autores, más que originalidades doctrinales, Vicente «repite» el Evangelio para las personas de su tiempo, motivándolas para la vivencia de las virtudes cristianas.

Para confirmar esta idea, tenemos el comenta­rio del Hermano Ducournau, uno de los transcriptores de las pláticas de san Vicente. Para él, Vicente «no dice de ordinario más que cosas comunes», pero lo peculiar de esas cosas es que las «dice con una fuerza poco común». Partiendo de este presupuesto, nos proponemos analizar el con­tenido de las «cosas comunes» referentes al tema del seguimiento de Jesús.

1.2 Seguir e imitar en Vicente de Paúl

El verbo seguir y sus derivados aparecen apro­ximadamente 700 veces a lo largo de sus cartas, conferencias y documentos. Su uso es bastante variado y pocas veces tiene el sentido de «caminar con Jesús», «estar con él», «participar en su misión» y «aceptar un destino semejante al suyo». Para el hombre del siglo XVII el vocablo que mejor expresa esta realidad es «imitar». Este verbo y sus variaciones aparecen casi siempre en referencia a Jesús.

Uno de los estudiosos de san Vicente, Franwis Garnier, se ha ocupado en clasificar sus temas de espiritualidad a partir de los escritos que hoy conocemos. Bajo el epígrafe general de imitación de Jesucristo, encontramos 45 conceptos, con más de 400 citas. Vicente aconseja imitar a Jesucristo en todas las vertientes de la vida teologal: el pade­cimiento, el trabajo, la obediencia, la pobreza, la humanidad, la evangelización de los pobres, etc.

Ya hemos dicho en el primer capítulo que la imitación del que llama es una actitud común por parte del que acepta el reto del seguimiento. En la historia de la espiritualidad abundan ejemplos que confirman este dato. Sin duda que entendemos por imitación no una reproducción material de los gestos y palabras de Jesús, sino más bien de su acti­tud fundamental. De este modo, Vicente no imitó ni propuso a la imitación aspectos como el idioma o el vestuario de Jesús, sino que propuso a Cristo como código regulador de vida y modelo de todas las acciones. En síntesis, para él, como veremos más adelante, lo que hay que imitar es fundamen­talmente su «espíritu». En este sentido, compren­demos la imitación como una actitud natural por parte de quien sigue radicalmente a Jesús.

1.3 Las fuentes

El único texto que Vicente escribió y publicó en vida fue el de las Reglas o Constituciones de la Congregación de la Misión. Durante 30 años, las reglas fueron ensayadas y adaptadas a las cir­cunstancias hasta que, en 1658, fueron defini­tivamente impresas. Sin embargo, Vicente tam­bién comunicó su pensamiento a otros niveles y a través de diversos modos de expresión. Aunque haya publicado sólo la referida regla, él escribió e hizo escribir mucho. La diversidad de los textos contenidos en las obras completas, la desigualdad de su valor y la diferencia de nivel del pensa­miento expresado, nos obligan a detenernos un poco para aclarar la peculiaridad de cada fuente. Por eso, a continuación, describimos, sumariamen­te, las diferentes categorías de las fuentes del estu­dio en cuestión.

1.3.1 Las cartas

No sabemos exactamente cuántas cartas escri­bió o solamente firmó san Vicente. La opinión general es que habría escrito o «dictado» alrede­dor de 30.000. De ellas se conservan hoy 2.747, recogidas y publicadas por Pedro Coste. Sabemos que hasta 1645 todas las cartas fueron escritas de su propio puño. Al ser nombrado miembro del Consejo de Conciencia del Reino (1643-1653), Vicente tuvo que multiplicar su corresponden­cia. Para eso se sirve de dos hermanos: Bertran Ducourneau y Louis Robineau. A veces coope­raban con ellos otros secretarios, sobre todo cuando había que expedir alguna circular. De esta forma se explica la diversidad de estilos. Por eso, subraya Giuseppe Coluccia, «hay cartas cuya redacción no es de Vicente, pero que van ava­ladas con su firma; en algunas ha introducido correcciones, o bien añadiduras. La fecha puede ir al comienzo o al fin, o faltar del todo, especial­mente cuando escribe a Luisa».

Para nuestro estudio privilegiaremos las que él ha escrito personalmente, aunque la globalidad de las cartas es fundamental para la comprensión «del talante humano y vigor espiritual del genial y rea­lista san Vicente».

1.3.2 Conferencias a las Hijas de la Caridad

En número inferior a las conferencias a los misioneros, actualmente sólo se conservan 120 conferencias a las Hijas de la Caridad. Su origen se debe al cuidado de las primeras hermanas, de Luisa de Marillac en particular, que tomaban notas de las «pequeñas conferencias». Después, terminada la sesión, se acercaban a él y con el esquema que él había usado, reconstruían el texto. Más aún, consta que él muchas veces echaba una mirada a lo que las Hermanas habían escrito. De ese modo, las Hermanas que vivían lejos de la casa Madre podían conocer con fidelidad el pen­samiento y las directrices dadas por el superior general.

Las conferencias son básicamente instrucciones que enseñan y motivan a las oyentes a la vivencia de las virtudes cristianas desde la perspectiva del santo. A veces, él se detiene en comentarios sobre las reglas. Su tono es coloquial, cercano y, en cier­tas ocasiones, las conferencias son dialogadas.

La edición Pedro Coste, de que nos servimos, recoge las únicas 120 conferencias de los manus­critos originales que hoy se conocen.

1.3.3 Conferencias a los misioneros

Al revés de lo que sucedió con las Hijas de la Caridad, con los misioneros, Vicente de Paúl no consintió que se registrasen sus palabras, excepto en ocasiones muy puntuales. Sin embargo, sin que el santo se enterase, los Hermanos Beltrán Ducourneau y Robineau procuraron poner por escrito lo que él les decía. De las anotaciones del Hermano Ducourneau surgieron los textos que constituyen un resumen sustancial de las palabras de san Vicente. El texto al que hoy tenemos acceso es también una reconstrucción del ambiente que se vivía en las conferencias, porque el Hermano Ducourneau no sólo se detiene en registrar el pen­samiento y las expresiones verbales del santo, sino también los movimientos físicos de su expresión.

Desgraciadamente casi todos los originales ma­nuscritos se perdieron en la revolución de 1789.

En la introducción a las obras completas de san Vicente, en lengua castellana, J. M. Ibáñez hace referencia a las restantes fuentes recogidas por Pedro Coste.

Según A. Dodin, las conferencias a los misio­neros nos presentan las enseñanzas más sustan­ciales y mejor construidas del santo. Vicente sabía que se dirigiría a un auditorio donde no faltaban teólogos y espíritus cultivados, por eso revisaba sus autoridades y sus argumentos. Los temas de las con­ferencias son tan variados como ocasionales: virtu­des, deberes de estado, explicación de las Reglas y enseñanzas de las fiestas a lo largo del año.

1.3.4 Documentos

En la edición francesa de Pedro Coste, el tomo XIII recoge un considerable conjunto de docu­mentos de gran importancia para el estudio de la historia y espiritualidad vicenciana. El tomo X de la edición española recoge todos esos docu­mentos y añade aún otros muchos que proceden de revistas de estudios tales como: Annales de la Congrégation de la Mission et des Filies de la Cha-rité, Annali della Missione, Mission et Charité y Vincentiana.

El referido tomo está subdividido en cinco par­tes con un total de casi mil páginas. La parte pri­mera contiene los documentos relativos a san Vicente; la segunda los relativos a la Congrega­ción de la Misión; la tercera los relativos a las Cofradías de la Caridad; la cuarta los relativos a las Hijas de la Caridad y, finalmente, la quinta parte, los relativos a las Damas de la Caridad. Además de los referidos documentos, hay otros tantos relacionados con san Vicente que fueron, a finales de la década de los 70, recogidos en otros estudios.

  1. M. Ibáñez señala en la introducción a las obras completas, versión castellana, que «estos documen­tos nos proporcionan elementos de referencias cronológicas seguros y oficiales, permitiéndonos cons­truir un plan de exposición y señalar las etapas de una evolución». Por lo tanto, son fuentes indis­pensables para el estudio que nos proponemos.

Nelio, CEME

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